Crear empresa como opción de vida

Durante los últimos veinte años, como en ninguna otra época que podamos recordar, hemos sido testigos por una u otra circunstancia del interés del hombre por escribir sobre este tema tan particularmente humano, individual y complejo. La creación de empresas, no es desde luego ninguna actividad nueva en la intención del hombre por sobrevivir, por trascender y hasta por perpetuarse. Los primeros hombres, aquellos que le dieron inicio a la vida, son sin lugar a dudas nuestro antecedente más lejano en ese derecho legitimo que tiene todo individuo por proveerse mejores condiciones de vida, para él y los suyos.

Desde el hombre de las cavernas, pasando por aquel hombre conquistador de pueblos y generador de nuevas civilizaciones, hasta el hombre de la era industrial y post – industrial, en todos ellos ha existido un inocultable deseo de poseer, de acumular y a partir de estas, poder influir sobre otros, sobre aquellos que tal vez también teniendo el mismo deseo y legitimo derecho no fueron o no han sido capaces de lograrlo o al menos de intentarlo. Esta ha sido la permanente disyuntiva sobre la cual ha trajinado buena parte de la existencia del hombre.

Crear empresa no es un fenómeno de estos tiempos, siempre lo ha sido; a través de ella se han consolidado sociedades enteras, en torno a ella se han articulado y fortalecido modelos políticos y económicos, ella, la creación de empresas, hace parte del acervo cultural de muchos pueblos, asumida como una acción legítimamente intencional del hombre por mejorar y por progresar.

Tal vez lo novedoso del tema resulta ser, sobre todo para esta nuevas generaciones, la diversidad de propuestas generalmente teóricas que nos llegan a través de los diversos medios de divulgación. Estos mensajes que unas veces vienen con un alto contenido filosófico incluso espiritual, la mayoría de veces académico y unas cuantas epistemológico; dan cuenta del afán, de la preocupación del hombre por encontrar alternativas de desarrollo para la sociedad.

La creación de empresas es a no dudarlo una vía de desarrollo económico y social para cualquier comunidad que se precie de ponderar la iniciativa de sus miembros. Lo que se pone en entredicho son las formas como muchos de esos individuos logran capitalizar tales iniciativas, muchas veces a favor de los intereses de unos pocos y lo que es peor en perjuicio de muchos. Es aquí en donde radica la importancia de discutir y reflexionar todo lo pertinente a la creación de empresas como actividad humana al servicio del hombre.

El acto creador en su concepción universal aparece como algo espontáneo, natural, pero debemos saber que en verdad está provisto de mucho análisis, de maduración, de confrontación, de espera en el tiempo, hasta de destrucción en la medida que implica equivocarse y corregir. Para nada el acto de crear puede pensarse como algo simple, sencillo, fácil. Crear en todos los ordenes de la vida no solo resulta un acto de inigualable importancia para el hombre, sino que desde siempre ha servido para marcar limites entre lo productivo y lo improductivo, entre lo autentico y lo falso.

Crear es un acto infinitamente humano, que enaltece nuestra condición de seres pensantes, creativos, lo que nos coloca por encima de otras especies.

Crear empresa con el paso del tiempo se ha convertido en una actividad desprovista en una gran mayoría de casos de esos ingredientes que la deberían de ubicar en un puesto privilegiado en las acciones del hombre en procura de su bienestar. Hemos sido testigos en las últimas décadas en nuestro país del nivel de degradación al que se ha llegado en torno a esta opción de vida. Crear empresa en Colombia ha representado la “tabla de salvación” para muchos, donde los problemas que le han dado origen son tan variados como las empresas mismas que se han creado.

Hemos visto crear empresa para salirle al paso al desempleo, para cubrir altos niveles de incompetencia, para salvarle la vida a otra que se encuentra moribunda por los deficientes manejos administrativos. Se han creado empresas para ocultar la oscura procedencia de dineros, para justificar el despido y el no pago de derechos laborales a muchos buenos trabajadores; la lista podría ser más extensa y preocupante.

Cuando se habla de generar empleo a través de estrategias provenientes del sector privado o público, se manifiesta unánimemente el deseo de que sean empleos no solo equitativamente remunerados, sino que realmente respondan a necesidades organizacionales, permitiendo que la persona que lo ocupe pueda hacer proyecciones en función de suplir al menos sus requerimientos básicos de vida. Esta ha sido una de las batallas que el gremio sindical en el país ha adelantado en los últimos años, es decir si no se van a generar empleos en cantidad suficiente para todos los desempleados, al menos que los que se creen llenen las expectativas en calidad de vida de quienes resultan ser sus beneficiarios.

Si la creación de empresas se considera como una estrategia para combatir el flagelo del desempleo, antes que convertirse en solución no debe transformarse en un problema mayor para la comunidad. Así como se habla de empleos sanos, también cabe la metáfora para referirse a empresas sanas. Es decir aquellas que han sido creadas como resultado de un acto legítimamente intencionado de beneficio reciproco y de equidad. Por personas que asumieron tal creación como opción de vida.

La creación de empresas como opción de vida va mucho más allá de la elaboración del Plan de Negocios, de la búsqueda de financiación, de contactar amigos o conocidos para que “acompañen” en la aventura, de la realización de un acto sentido de apertura y de la pronunciación en el de un discurso sensiblero de agradecimiento a todos aquellos que colaboraron con tan “noble” causa.

Es seguro que si esa decisión no ha sido sometida a todas las revisiones y confrontaciones en torno a expectativas de vida, a verdaderas motivaciones, a auténticos ideales frente a la vida, a debilidades y fortalezas de existencia, a vocaciones, a gustos y preferencias, entre otros aspectos. Al primer obstáculo o ante el primer distractor que llegue, las ilusiones tendrán otra perspectiva, hasta ahí llegará aquel impulso. Entonces vendrán los replanteamientos, los reproches de porqué no me hicieron “ver” esto o aquello antes, las eternas excusas por no estar presente en donde la responsabilidad de empresario llamaba a estar y otras tantas situaciones confusas y molestas, pero totalmente previsibles, sólo si se detiene a pensar lo que implica crear empresa como una autentica opción de vida.

Robert Rondstadt, dice: “uno no entiende lo que es ser empresario hasta que está a punto de perderlo todo”. “TODO” es aquello que se pone en juego cuando se está consciente de lo que se hace. “TODO” es lo que lo acompaña a uno cuando la decisión implica una opción de vida. “TODO” es la recompensa que se obtiene por hacer las cosas movido por un legitimo deseo de beneficio reciproco.

Hay que pensar y creer que el asunto no se agota cuando se crea la empresa, se adquiere una responsabilidad por lograr mantenerla y consolidarla en el tiempo para que todos aquellos involucrados directa e indirectamente con su desarrollo tengan la posibilidad de hacer sus proyecciones en función de su calidad de vida. El acto de crear empresa podrá ser todo lo individual que parezca, pero su devenir y resultados son definitivamente colectivos. Tal vez en esto se deba aprender de aquellos hombres que crearon las primeras empresas, que aun cuando hoy parecerían ejercicios simples y fáciles comparados con los de estas épocas, estos lo hicieron convencidos que lo que estaban asumiendo era una opción de vida, la de ellos en lo individual y la de aquellos que lo acompañaban.

Son muchos los planteamientos a manera de disculpas que se han escuchado y esgrimido en los últimos años sobre la imposibilidad casi absoluta de crear empresa en nuestro País y para aquellos que lograron crearla la dificultad casi extrema de mantenerla y fortalecerla. “El régimen tributario en Colombia hace imposible el sueño de crear empresa”, “La falta de regulación de precios impide competir con honestidad”, “El bajo nivel de capacitación de las personas no genera valor agregado a la producción”, “Los trámites excesivos hace casi imposible exportar, lo mismo sucede con la importación”. Seguramente son muchas más las quejas al sistema económico y empresarial del País.

Al margen del análisis que se pueda hacer de cada una de éstos y otros planteamientos, muchos de los cuales pueden tener fundamento, lo cierto es que más de una vez se han utilizado para evadir responsabilidades inherentes al ejercicio de empresario, más de una vez han servido para encubrir ineficiencias en la gestión de las empresas. Y es que en más de una vez, también, el problema no ha sido sólo de falta de conocimientos y experiencia, sino lo que es más grave de falta de compromiso con todo lo que ello involucra y representa. Ese compromiso se nutre de algo esencial como es las ganas y deseos de serlo y vivirlo, de ese apasionamiento que se debe sentir y que debe expresarse en todos y cada uno de los actos que como tal se ejecuten.

Debe existir una total y plena identificación con esa condición humana y social de ser empresario. Si el empresario nace o se hace, es una discusión para otro momento y otro escenario, probablemente para la academia, ella dilucidará sobre el “verdadero” origen del empresario. Sus resultados en nada deberá alterar aquel compromiso del que debe estar signado su ejercicio cuando este realmente ha sido asumido como opción de vida.

Asumir la creación de empresa como opción de vida, no significa tampoco, en el extremo de su consideración e interpretación, tener que morir en el intento; precisamente cuando se habla de opción de vida es aceptar que el ejercicio de ser empresario no debe conducir al extermino de la persona, a un desgaste tal que sus posibilidades de disfrute de la vida se vean empobrecidas y limitadas. Todo lo contrario, asumir tal responsabilidad como opción de vida significa por encima de cualquier otra consideración la dignificación de la persona humana, este ejercicio debe servir no solo para el crecimiento económico que debe venir como resultado o consecuencia de un crecimiento personal ante todo. En algún momento, muy seguramente, se va requerir de mucha lucidez para redireccionar las coordenadas que se habían establecido, esto dirá mucho de aquella persona que una vez asumió el papel de empresario como opción de vida y por lo tanto ella debe estar siempre presente para él y para quienes le acompañan.

Darle fin así a una actividad dista mucho de aquellas formas en las que siempre se hace uso de argumentos falsos que solo perjudican a los demás, pues quien primero ha buscado salvarse del naufragio ha sido el capitán y ha dejado a los otros expuestos a su suerte, cuando su responsabilidad era proveer alternativas de solución para todos.

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Gonzáles Solano José Alonso. (2002, noviembre 11). Crear empresa como opción de vida. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/crear-empresa-opcion-vida/
Gonzáles Solano José Alonso. "Crear empresa como opción de vida". gestiopolis. 11 noviembre 2002. Web. <https://www.gestiopolis.com/crear-empresa-opcion-vida/>.
Gonzáles Solano José Alonso. "Crear empresa como opción de vida". gestiopolis. noviembre 11, 2002. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/crear-empresa-opcion-vida/.
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