En la segunda década del Siglo XXI en un entorno incierto y cambiante en el ámbito económico y geopolítico, las organizaciones deben adaptarse a los cambios, pero para hacerlo exitosamente deben contar con un Clima de Negocios que les permita desarrollarse, invertir, fomentar la investigación en el desarrollo de nuevos productos o servicios a efectos de ser más competitivos en el mercado y ser cada vez más eficientes y eficaces.
Sin embargo uno de los grandes problemas que enfrentan las organizaciones en el mundo son las acciones que toman los gobiernos de los países en materias de política económica y de gestión, dado que estas afectan el Clima de Negocios. Para analizar este tema voy a tomar como ejemplo el caso peruano.
Recientemente, el titular del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) Alfredo Thorne reiteró sus críticas a la situación económica que dejó el gobierno anterior, especialmente al crecimiento del gasto corriente y al déficit fiscal.
“Claramente hubo farra fiscal, hubo sobre todo mucho gasto corriente de la administración anterior que creció en 72% solamente en nuevos puestos creados. Se volvió una planilla. Creo que es lo que todos sabían pero no se había documentado. Claramente el gasto corriente empezaba a crecer a ritmos que simplemente eran insostenibles”, declaró.
El titular del MEF reiteró que la gestión de Ollanta Humala dejó compromisos de gastos que, junto a una baja en los ingresos, habría ocasionado un déficit fiscal de 3.8% este año.
“El gasto público estaba en un sendero insostenible y, de no haber hecho nada, hubiésemos terminado con un déficit fiscal de 3.8% este año, y eso se debe a compromisos de gastos que había generado el gobierno anterior, más un desplome muy fuerte de los ingresos”, comentó.
Ante esta situación Thorne destacó que su gestión puso límites al gasto público efectivo a través del Decreto Supremo N°272-2016 y priorizó la inversión pública con el proyecto de ley N° 360, aprobado en el Pleno del Congreso recientemente.
Sobre lo expresado debo indicar que estoy de acuerdo con que hubo farra fiscal en la administración anterior como lo señala el ministro Thorne, pero que está mala práctica no es exclusiva del gobierno anterior, sino de también de los gobiernos precedentes, donde el incremento de la planilla en el sector público, los escándalos de corrupción y los polémicos manejos de adquisiciones de bienes y contratos de obras públicas y servicios, han sido el común denominador.
Sin embargo el actual gobierno, lamentablemente tampoco se salva de la denominada farra fiscal, especialmente en lo que respecta a los polémicos contratos de asesores para ministerios, muy buen remunerados donde la falta de transparencia y denuncias de supuestos favoritismos en las contrataciones ya provocaron la renuncia del Ministro de Defensa y recientemente la censura por parte del Congreso de la República y posterior renuncia del Ministro de Educación, que si bien es cierto la denuncia que fue objeto viene de su gestión durante el gobierno anterior, el actual régimen lo ratificó en el cargo.
Cabe señalar, que el Congreso de la República no está exento de denuncias, como la polémica millonaria contratación de compra de computadoras y la adquisición de canastas navideñas para todos los congresistas y trabajadores de este poder del Estado.
En tal sentido, si deseamos crear un clima de negocios favorable para los inversionistas tanto locales como extranjeros, mantener una buena imagen y credibilidad en la comunidad internacional y organismos evaluadores de riesgos de inversión, el Perú debe de tener un manejo eficiente y eficaz en su economía, pero no solamente desde el punto de vista técnico sino también moral, combatiendo la corrupción en su gestión.
