En sociedades desarrolladas económicamente, la cultura de control está asociada a la responsabilidad organizacional de los servidores públicos y privados. El desarrollo económico de esas naciones se mide por el grado de responsabilidad de sus habitantes con respecto a su participación en los asuntos públicos.
Sin embargo, son en las organizaciones privadas, donde la responsabilidad del trabajador o ejecutivo se aprecia con mayor claridad. Se trata de la aplicación de adecuados controles internos que permite la transparencia en los actos o transacciones que diariamente se desarrollan en las organizaciones. Es decir, la aplicación de controles internos refuerza el desarrollo empresarial en función a los objetivos de las instituciones.
La fortaleza del desarrollo organizacional está en la adecuada aplicación de controles internos que deben desarrollarse en todos los procesos y debe ser asumida por todo el personal. Está comprobado que la siniestralidad o la falta de administración de los riesgos son cometidos por personas que laboran en las diversas áreas de la organización. En tiempos modernos, el rápido crecimiento empresarial como resultado del proceso de globalización, permite que muchas veces se olviden estos criterios y generen futuros problemas a la institución.
Los empleados deben estar capacitados para saber identificar posibles riesgos porque la administración de los mismos depende de toda la organización y no sólo de una dependencia o persona. Esta identificación debe darse en cada uno de los procesos y depende del directorio, gerencia y trabajadores en general. En toda organización, cualquiera sea su naturaleza, se debe hacer un diagnóstico que responda a los objetivos de control interno.
Un excelente resultado de la correcta aplicación de una cultura de control interno se nota en la eficacia de los procesos, que supone el desarrollo de metodologías, prácticas de control y uso de tecnologías. En la medida que la cultura de control adquiera vigencia en las organizaciones se podrá alcanzar el buen gobierno corporativo, principal pilar del desarrollo económico social en estos tiempos de alta competitividad empresarial.
El control es responsabilidad de todos los integrantes de la organización y no sólo de los auditores o consultores. Cada área contribuye con los adecuados controles que deben traducirse necesariamente en transparencia de acciones o transacciones. La gerencia y directorio deben tener el perfil adecuado para asumir sus funciones y saber de qué se trata el negocio. Sólo así se podrá garantizar el éxito y comprobar la competitividad de la organización, aparte de combatir de manera directa a la corrupción, muy arraigada en la administración pública de los países en desarrollo.