Las entidades bancarias nos ofrecen diversos productos financieros a modo de inversión y crecimiento de nuestro dinero, como es el caso de las participaciones preferentes, sin embargo, ¿conocemos el riesgo que ello conlleva?
Las participaciones preferentes son un instrumento bancario que tiene características híbridas tanto de capital como de deuda. Este tipo de producto es considerado como valores emitidos por una entidad bancaria, los cuales no requieren participación ni derecho a voto en cuanto a su capital. Estas participaciones disponen de un carácter perpetuo además de que su rentabilidad suele ser variable lo que conlleva a que las ganancias que puedan surgir entorno a ellas, no están garantizadas.
Al ser un producto complejo supone un riesgo añadido, un alto riesgo que puede o no generar rentabilidad y que puede ocasionar importantes pérdidas de capital. Las participaciones preferentes no otorgan derecho alguno sobre el inversor, sin embargo, ofrecen una retribución según la obtención de beneficios. Además, su duración, como bien se ha nombrado, es perpetua aunque el usuario inversor puede amortizarla, siempre con previo aviso, pasados los cinco primeros años.
Los productos de inversión bancaria suponen un elevado riesgo en lo referente a la posible pérdida de dinero, en el caso de que la entidad quebrara, los inversores de este tipo de instrumentos, cobrarían los últimos. Las entidades lanzaron al mercado financiero las participaciones preferentes para sumar a efectos de calcular fondos propios, tanto de particulares como de inversores ajenos. Este tipo de productos suponen una alternativa para poder aumentar las ganancias invertidas sin modificar la participación y actuación de los accionistas así como su voto.
A la hora de optar por un “fondo” de inversión, muchos usuarios se sienten atraídos por este tipo de productos bancarios los cuales, aparentan obtener una alta rentabilidad del capital invertido. Este atractivo en cuanto a su rentabilidad suele reflejarse en retribuciones de un 5,75 % fijo con un periodo de cinco años. A partir de este periodo, los tipos de interés varían según el índice de Euribor actual.
Debido a las malas praxis de diversas entidades bancarias, es necesario tomar medidas y estar bien informados antes de adquirir un producto de estas características pues algunas de estas emisiones suponen un alto riesgo de pérdida de capital además de que ciertas de las condiciones de los contratos de las participaciones suelen considerarse desfavorables para los inversores.
A pesar de ello, muchos son los clientes de financieras que han decidido optar por invertir ciertas cantidades de capital para obtener rentabilidad y ganancias futuras. Sin embargo, su rentabilidad no está garantizada y los riesgos en la pérdida parcial o total del capital que se haya invertido son notablemente elevados. Si el banco no lograse los beneficios y la solvencia necesarios para obtener una remuneración con dichas participaciones los inversores no percibirían el cupón correspondiente, lo que conllevaría a una pérdida de dinero.
Si existiese la posibilidad o el riesgo de que la entidad financiera quebrara, si ésta no esta respaldada por el Fondo de Garantía de Depósitos, el o los inversores en las participaciones no tendrían derecho a ser compensados por la pérdida de de dinero que dicha quiebra supondría al no estar cubierta. Además de esto, el inversor podría reflejar una pérdida total de su capital invertido ya que, al no tener una garantía de percepción económica sobre el valor de sus participaciones, al venderlas podría no obtener el valor por el que pagó por ellas.
Las participaciones preferentes, al ser un instrumento perpetuo solamente podremos obtener de ellas liquidez al venderlas en un mercado secundario donde puedan cotizar por si solas o a través de la entidad que las emite. Este tipo de productos son difíciles de vender y no hay compradores que se arriesguen a obtener participaciones preferentes con un carácter perpetuo y sin garantías.
Optar por este tipo de productos supone un riesgo general entre ganancias, rentabilidad y liquidez en la compraventa. Las entidades financieras suelen no mostrar toda la información que un inversor particular necesitaría antes de invertir ciertas cantidades de dinero, una práctica penalizable y juzgada. Es importante contar con el asesoramiento de un abogado financiero para poder actuar con cautela y sobre un terreno en el que no corramos riesgos elevados de pérdidas.