La autoestima es un concepto que depende de múltiples factores, y tiene diversos componentes. Por esta razón, hay numerosas formas como se puede lesionar con el paso del tiempo. La autoestima puede afectarse cuando el concepto de sí mismo está alterado, o cuando se agrede a nuestra imagen corporal, o cuando nos han sucedido cosas que han afectado nuestra confianza en nosotros mismos. También, cuando no nos hemos sentido valorados, lo que nos deja una sensación de que lo que hacemos no es importante.
Así como la autoestima toma tiempo en desarrollarse, también en afectarse. Usualmente no nos sentimos poca cosa por un evento aislado, sino por una serie de circunstancias, pensamientos, creencias, entre otras cosas, que se van dando en el curso de nuestra vida, y se van acumulando para finalmente deteriorar ese amor propio.
Uno de los factores más relevantes que afecta la autoestima son los padres. Ellos pueden ser fuente importante de seguridad, confianza y amor, pero si por alguna circunstancia no lo son, la autoestima se lesiona. Por ejemplo, si alguno de tus padres fue ausente, o si no te tomaba en cuenta, probablemente sentías que no eras una persona importante, o que nadie te aceptaba porque eras un estorbo. O quizá estaban presentes, pero todo el tiempo te decían que no servías para nada, que eras un(a) inútil o que no hacías nada bien; esto inevitablemente afectó en gran medida tu concepto de ti mismo y tus resultados en el futuro. Y peor aún, si en tu hogar había maltrato físico, verbal o psicológico, pudiste crecer con una autoestima supremamente lesionada.
Otros factores externos que tienen mucho que ver con el desarrollo de tu autoestima son los comentarios y actitudes de otras personas. Tienen mucha influencia los profesores, ya que ellos son los encargados no solo de enseñarnos, sino también de descubrir nuestros talentos y habilidades, y reforzarlos. Si tus profesores te criticaban todo el tiempo, diciéndote que no podías hacer nada bien, esto hace que crezcas con una imagen alterada de ti. También, el comportamiento de los amigos o compañeros de estudio o del barrio tienen mucho que ver, si te rechazaban o si eras ampliamente aceptado(a).
Tus experiencias previas y eventos traumáticos también tienen mucho que ver con el desarrollo de tu autoestima. Si todo en tu vida iba bien, por lo general creces sintiendo que el mundo es seguro, que puedes tener confianza, y que cuentas con personas. Pero si tuviste algún evento que marcó tu vida, o una serie de traumas repetitivos como una familia disarmónica, vivir en un sitio violento o ser agredido constantemente, es más probable que valores menos tu vida.
Tus logros personales también influyen. Si eres una persona que ha tenido grandes logros, que ha realizado lo que se ha propuesto, es más sencillo confiar en ti mismo(a). Pero si has tenido múltiples fracasos, eso invariablemente afecta la forma como te ves. Por ejemplo, si en la infancia y la adolescencia fuiste constantemente rechazado(a) por el género opuesto, eso marca, y puede incluso afectar tu autoimagen. O si no te aceptaban por algún detalle tuyo, también. O si tenías fracasos escolares repetitivos.
Sin embargo, uno de los factores más poderosos que lesionan la autoestima con el paso de los años no se refiere a lo que te pasa afuera, o la mala conducta de los demás, sino lo que pasa dentro de ti. Si alimentas un diálogo interno muy frustrante, creando paradigmas negativos sobre ti mismo(a), minimizando tus logros, criticándote de forma mordaz, con seguridad que tu autoestima va perdiendo fortaleza con el paso del tiempo.
No es muy claro cómo interaccionan estos diferentes factores. También hay elementos propios tuyos que hacen que poco a poco vayas perdiendo ese amor por ti, y que no creas cuando se te dice que estás repleto(a) de dones y talentos, y que tienes el potencial de impactar a la sociedad. Todos estos aspectos se mezclan para que finalmente vivas con un menor concepto de ti mismo(a) y de tus logros.
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Guillermo Mendoza Vélez