¿Estaré cobrando demasiado? Es una pregunta que toda mujer emprendedora que es mentora, coach o consultora de otros, se hace al colocar un precio a sus servicios. En el fondo de esta pregunta yace el miedo de no ser capaz de entregar lo que se espera. Ese miedo puede carcomer tus ingresos, consumir tu tiempo e incluso sabotear tu negocio. ¡Descubre 3 pasos claves que puedes tomar para vencerlo una vez por todas!
¿Estaré cobrando demasiado?
Es una pregunta que toda mujer emprendedora que es mentora, coach o consultora de otros, se hace al colocar un precio a sus productos y servicios.
Es una pregunta que viene—muchas veces de forma inconsciente—desde un lugar de temor: el miedo de no ser capaz de entregar lo que se espera, de no estar a la altura, de sentirse inadecuada y demasiado inexperta.
Sabes que tienes ese temor cuando rehúsas tomar acciones que te obligan a evaluar el valor que entregas y que pueden incrementar tu negocio, como hablar en público, establecer tu propio grupo platino o hablar con un mercado nuevo al jamás has contactado y que podría beneficiarse con lo que haces.
Otros síntomas que demuestran tus dudas acerca del valor que entregas son:
- Cobrar muy poco.
- Entregar demasiado.
- Aguantar y no “rayarles la cancha” a clientes problemáticos.
- No poner límites claros con tu equipo de trabajo.
- Entregar servicios adicionales a los acordados con tu cliente inicialmente.
- Dar descuentos en exceso y correr las fechas límite de los descuentos que ofreces temporalmente.
- Y la lista sigue y sigue.
¿Cómo puedes cambiar esta situación de una vez por todas, para que deje de carcomer tus ingresos, consumir tu tiempo e incluso sabotear tu negocio?
1. Conecta con tu valor intrínseco
Una de las cosas que más te van a ayudar a valorar lo que entregas es saber con certeza que estás en tu negocio por un propósito divino.
Puede ser que te estés comparando con otros y, externamente, parezcas ser “una más del montón” que está luchando por su lugar en la web. O que vengas de una situación familiar que te dejó con una pobre imagen de ti misma.
La verdad es que TÚ puedes decidir si vas a percibir tu valor de esta manera o no, porque no es como Dios te ve. Cuando él te creó, tenía un plan para ti y te dio los talentos necesarios para caminar en él. Ese plan nunca cambia, independientemente de tus circunstancias pasadas o actuales.
Dios te ve como una creación única y preciosa, que es perfectamente capaz de lograr cosas maravillosas. Acércate a Él y descansa en lo mucho que ÉL te valora.
Una vez que decidas ya no permitir que tus conflictos internos te impidan evaluar lo que realmente vales, estarás lista para el próximo paso:
2. Anota los beneficios que tus clientes reciben
Enfócate en tus servicios desde otro ángulo: evalúalos de acuerdo a los beneficios que entregas.
Elabora una larga lista, de al menos 30 beneficios que tus clientes han logrado o pueden lograr con lo que les enseñas.
Vas a ver que, mientras elaboras esta lista, tu percepción de tu trabajo va a cambiar rápidamente y ya no vas a tener remordimientos al colocar un precio digno que realmente refleje el valor de lo que haces.
3. Publica los beneficios que tus clientes reciben
¡Pero no basta con que sólo tú lo sepas! Usa la lista para comunicar tu valor a tus clientes: cuando hablas con ellos por teléfono o en público, cuando ofreces tus productos, cuando escribes tus cartas de ventas, etc.
¡Verás que comenzarás a cobrar un precio que te hace feliz a ti y que sentirás una nueva seguridad que atraerá a los clientes que realmente saben valorar lo que entregas como coach, consultora o mentora!