Los seres humanos buscamos esencialmente satisfacer nuestras necesidades, así lo ha expresado Abrahan Maslow en su teoría sobre “la motivación humana”. El ha hecho un gráfico con la forma de una pirámide, donde desarrolla una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide). Esas necesidades comienzan básicamente en las fisiológicas (respiración, alimentación, descanso, etc.) luego siguen, en orden de importancia, las que hacen referencia a la seguridad, afiliación, reconocimiento y la más elevada de auto realización.
Claramente Maslow expresa que las necesidades condicionan nuestras vidas. Desde mi trabajo, observo como la gran mayoría de las personas establecemos procesos mentales inconscientes basados en la búsqueda por satisfacer nuestras necesidades y que nos rigen de forma tal que se transforman en trampas invisibles que nos impiden resolver situaciones de vida.
¿Cuál es la trampa? Cuando nos ubicamos mentalmente en el lugar de las necesidades, lo que hacemos naturalmente es focalizar en lo que nos falta y sin darnos cuenta nos conectamos con las emociones que rigen las sensaciones de carencia. ¿Usted por qué trabaja?, ¿Por qué vive en la casa que vive?, ¿Cuál es el motivo de haber elegido el auto que tiene? Mire a su alrededor, ¿Por qué se acerca a otras personas? Si la respuesta a algunas o todas estas preguntas es “porque lo necesito” o “por la necesidad de ser aceptada o querida” es que necesariamente hemos tomado decisiones conectadas con nuestras carencias. Y lo que ocurre cuando operamos inconscientemente de esta manera es que provocaremos más carencias. Sin darnos cuenta, fuerzas invisibles nos comienzan a condicionar, ya que por seleccionar por necesidad somos nosotros los que ponemos condiciones a los demás y a nosotros mismos para todo.
Una forma de evitar esta trampa es posicionarnos mentalmente desde un nuevo lugar, focalizando en las posibilidades. Esto es: hacer consciencia de que antes de cada pensamiento, decisión, acción o deseo, existen infinitas posibilidades de elección. Es falso creer que no podemos elegir. Nos han condicionado a creer que muy poco podemos hacer en nuestras vidas y, aunque no seamos conscientes, siempre estamos eligiendo. Cuando nos paramos desde el lugar de las necesidades creemos no poder elegir, somos carentes, sentimos la obligación de hacer y pensar de una forma determinada. Lo que nos rodea son solo límites. Pero si nos ubicamos en el mundo de las posibilidades se abren las puertas del poder personal.
Como ejemplo, si el trabajo que tenemos no nos gusta y creemos que estamos obligados a ir aunque no queramos, estaremos convencidos que lo hacemos simplemente por necesidad. Aunque seguramente no nos sentimos muy bien al respecto hacemos un gran esfuerzo diario para cumplir con esa obligación que representa vivir en un sistema que requiere del dinero para su funcionamiento. Creemos que no hay elección y nos sentimos atrapados haciendo algo que en el fondo no queremos. En este caso, casi sin darnos cuenta, estamos parados en la necesidad y en la carencia: necesito trabajar en algo que no me gusta porque carezco del dinero para poder dejarlo.
Ahora, la situación puede cambiar, si nos preguntamos qué otras posibilidades tenemos para encarar este tema. ¿Cuántos otros trabajos pueden existir para mí?, ¿Qué otras cosas podría hacer?, ¿Qué alternativas puedo encontrar para obtener los recursos económicos? ¿Cuáles son los motivos por los cuales hago lo que hago? Una respuesta a esta última pregunta, podría ser: trabajo para ganar dinero y gano dinero para poder comer y vestirme todos los días. Pues entonces la afirmación podría cambiar a “trabajo porque elijo comer y vestirme todos los días”. Me paro en las posibilidades y busco las diferentes alternativas de alimentación o vestimenta que tengo. El dinero me da la seguridad de pagar un alquiler y elegir donde vivo. Y así las posibilidades son infinitas. En caso que alguna de las respuestas no me sea satisfactoria puedo hacerme una nueva pregunta ¿Qué puedo hacer ya mismo para comenzar a cambiar, por ejemplo: mi trabajo, mi alimentación, mi casa, etc.? Se nos pueden ocurrir 3,5,10 o infinitas posibilidades. Dentro de este abanico de alternativas puedo elegir una y probar con ella. Claro que puede ser la misma que teníamos al principio, pero la sensación que vamos a tener, sin importar cuál sea la elección, es que ahora estoy eligiendo y ya no es una imposición de la sociedad, el estado, la familia o mis padres. Pararse en el lugar de las posibilidades nos devuelve el protagonismo necesario para poder crecer y hacernos responsables de nuestras vidas. Representa recuperar el poder personal para la toma de decisiones.
Cada momento, cada paso que damos implica que hemos desarrollado previamente un proceso interno de toma de decisión. De forma consciente o inconsciente elegimos en forma permanente y somos responsables de los resultados que obtenemos. También aclarábamos que caemos en una trampa cuando nos ubicamos mentalmente en el lugar de las necesidades. Cuando creemos que no podemos elegir y que la vida es un sinfín de intentos personales para llenar vacíos, compensar debilidades, superar obstáculos y lograr metas impuestas u obligadas. Casi sin darnos cuenta quedamos atrapados porque focalizamos en lo que nos hace falta, en la necesidad a cubrir, y de esa forma nos conectamos con las emociones que rigen las sensaciones de carencia.
Es frecuente que esta trampa invisible se produzca en las relaciones de pareja. Esto ocurre cuando uno o ambos protagonistas creen fervientemente que necesitan al otro. Las novelas nos ilustran esta forma de sentir limitante en frases como “no puedo vivir sin él” o “Ella es mi vida, mi amor y mi mundo”, enunciando así la dependencia emocional que una persona tiene sobre la otra. Detrás de estas afirmaciones de “necesidad” es muy común ver como las mismas personas enamoradas caen al poco tiempo en los celos enfermizos, la depresión emocional y hasta la anulación intelectual. Podemos afirmar que el “amor”, en lo más extenso y profundo del significado de la palabra, está muy lejos de la unión por necesidad. Cuando las personas se unen por carencias, cuando se está con alguien que “tiene o debe” aportarnos algo que nos falta, estamos frente a un futuro conflicto de pareja.
La necesidad anula la elección. Cuando una persona está con otra porque lo necesita, esa persona ya no está eligiendo, simplemente no puede estar sin el otro. No puede hacerlo porque siente que está obligada a retener a quien le aporta lo que le falta. ¿Y en qué puede consistir ese aporte? En aceptación, compañía, apoyo, sostén emocional o material, etc. En algunos casos se opta por sufrir hasta el mal trato o la desconsideración del otro, y eso es porque realmente la persona afectada cree no tener otra opción.
¿Qué pasaría si cambiáramos la necesidad por la posibilidad, si a nuestras parejas le comenzáramos a decir “Te amo, pero no te necesito”, “porque te amo entonces te elijo” y “porque no te necesito soy libre de decidir”? Amor sin exigencias, sin pretensiones y sin expectativas, con la simple y poderosa acción de amar al otro sin condicionamientos. Quiero aclarar que no me estoy refiriendo a la falta de reglas de convivencia. Toda relación requiere de reglas para normar el actuar de los individuos en ella. Y esas reglas no son unilaterales sino acordadas y respetadas por ambas partes.
Viéndolo desde este nuevo punto de vista, mire a su alrededor y pregúntese ¿Qué estoy haciendo por necesidad y qué es lo que realmente, conscientemente estoy eligiendo en mi vida? Tal vez se sorprenda con las respuestas. También puede comenzar a preguntarse ¿Cómo me he relacionado con mi pareja, mis hijos, mi trabajo, mis amigos y mi vida? Desde hoy ¿qué quiero comenzar a elegir y porqué? ¿Qué es lo que elijo para mí?
Si descubre que hay varios aspectos en su vida que los ha vivido por necesidad, seguramente también habrá creído en esas situaciones, que usted no podía cambiar nada, y puede darse cuenta de que, hasta hoy, ha carecido del poder personal para lograr los cambios que desea.
Ahora, siendo consciente de que usted elije constantemente, de que nada es ajeno a sus decisiones, hoy puede asumir el protagonismo en su vida. Podrá ver nuevas alternativas y posibilidades, se podrá hacer cargo de sus conductas y especialmente de los resultados que obtiene. Quiero aclararle que ésta no es la fórmula de la felicidad, sino la forma de comenzar a ser libre en su vida. También es evidente que difícilmente alguien pueda ser feliz sin antes haber ejercido su plena capacidad de elegir.