Cuando se está pensando, se suele tratar de hacer mucho al mismo tiempo y se termina siendo confuso e ineficaz. Aquí se describe un camino sencillo pero efectivo para convertirse en mejor pensador. Se puede separar el pensamiento en seis modos distintos que se identifican como “seis sombreros para pensar”:
Blanco: hechos, cifras, información objetiva.
Rojo: emociones y sensaciones, sentimientos.
Negro: lo lógico-negativo.
Amarillo: positivo, constructivo.
Verde: creatividad, ideas nuevas.
Azul: control de los demás sombreros y pasos para pensar.
Si Ud. “se pone” un sombrero, puede centrar, enfocar el pensamiento. Si “cambia” de sombrero puede redirigir su pensamiento. Si su pensamiento se precisa, su argumentación resulta más centrada y productiva.
Mediante el uso de situaciones de la vida real, el Dr. de Bono, crea escenarios en los cuales apreciar cómo el uso de los “sombreros para pensar” puede:
• Llevar a un pensamiento más creativo
• Enfocar y enmarcar con claridad el pensamiento
• Mejorar la comunicación y así la toma de decisiones.
Un proceso muy deliberado
Un estado mental tranquilo y despreocupado es necesario para que cualquier pensamiento implique algo más que meras reacciones frente a una situación. En lugar de ser un pensamiento rutinario o reactivo, ponerse un determinado sombrero provoca un pensamiento deliberado: uno se lo pone de un modo deliberado.
El pensamiento crítico vale para reaccionar ante lo que se pone enfrente pero no hace nada para producir propuestas. La costumbre occidental de la argumentación y la dialéctica es defectuosa.
Los escolares se preocupan mucho de reaccionar frente a lo que se les presenta; material bibliográfico, comentarios de los docentes, series de TV, etc. Pero tan pronto como el joven termina la escuela, deberá hacer muchos más que sólo reaccionar. Necesita iniciativa, planes y acción. Y no obtendrá esto a partir del pensamiento reactivo.
He acuñado el término operatividad para referirme a este pensar actuante. Es la habilidad para hacer y el pensamiento que implica.
Cuando se imprime un mapa a todo color, los colores están separados. Primero se pone un color en el papel. Luego se imprime encima otro color. Luego el siguiente y el siguiente hasta que un mapa completo queda a la vista.
En este libro, los seis sombreros para pensar corresponden a los diferentes colores que se usan para imprimir un mapa. Este es el método que intentaré usar para dirigir la atención. No sólo se trata, por lo tanto, de ponerse un sombrero para pensar, sino también de escoger de qué color será el sombrero que se va a utilizar.
Intención y desempeño
Ser un pensador no implica tener razón constantemente. En realidad, quien siempre cree tener la razón es muy posible que sea un pobre pensador (arrogante, sin interés por la investigación, incapaz de ver otras alternativas, etc.)
Ser un pensador no implica ser inteligente. Tampoco implica que pueda resolver todos los ingeniosos problemas que la gente me presenta esperando que yo los resuelva siempre.
Ser un pensador implica querer conscientemente serlo. Por lo tanto, la intención es el primer paso.
Los seis sombreros para pensar ofrecen una forma de traducir la intención en desempeño efectivo.
Representar un papel (unas vacaciones del ego)
A la gente no le importa “hacer el loco” con tal de que quede claro que está desempeñando un papel. El jugar a ser otra persona permite que el ego trascienda la imagen restrictiva que normalmente tiene de sí mismo.
El ego corre riesgo si no lo protege un rol formal. Por esta razón la gente habitualmente negativa asume el papel de abogado del diablo cuando quiere ser negativa. Esto significa suponer que habitualmente no son negativos, pero que es útil que alguien desempeñe este papel y que se proponen representarlo bien. El rol tradicional de abogado del diablo es muy parecido al sombrero negro para pensar que describiré más adelante. Pero en lugar de sólo un rol pensante, habrá seis, cada uno definido por un diferente sombrero para pensar.
Eliges qué sombrero para pensar adoptas en un momento determinado. Te pones ese sombrero y representas el papel que define ese sombrero. Te observas desempeñando ese rol. Lo representarás lo mejor que puedas. Tu ego queda así protegido por el rol. Tu ego se compromete a representarlo bien.
Cuando te cambias de sombrero para pensar, tienes que cambiar de rol. Cada rol debe ser distinto, te conviertes en un montón de pensadores diferentes, todos con la misma cabeza.
Todo esto forma parte del tipo de pensamiento constructor de mapas. Cada sombrero de color representa un color distinto que puede utilizarse en la impresión de un mapa. Finalmente los colores se fusionan para dar el mapa completo.
El pensamiento comienza ahora a fluir de los papeles representados y no de tu ego. De este modo se trazan los mapas. Así, finalmente, el ego puede elegir la ruta que prefiere.
El propósito del pensar con seis sombreros
El primer valor de los seis sombreros para pensar es el de la representación de un papel definido. La principal restricción del pensamiento son las defensas del ego, responsables de la mayoría de los errores prácticos del pensar. Los sombreros nos permiten pensar y decir cosas que, de otro modo, no podríamos pensar ni decir sin arriesgar el ego. Disfrazarnos de payasos nos autoriza a actuar como tales.
El segundo valor es el de dirigir la atención. Si pretendemos que nuestro pensamiento no sólo sea reactivo debemos hallar un modo de dirigir la atención a un aspecto después de otro. Los seis sombreros son un medio para dirigir la atención a seis aspectos diferentes de un asunto.
El tercer valor es el de la conveniencia. El simbolismo de los seis distintos sombreros ofrece un modo conveniente de pedir a alguien (incluso a ti mismo) que cambie de modo. Puedes pedir a alguien que sea o deje de ser negativo. Puedes pedir a alguien que dé una respuesta puramente emocional.
El cuarto valor surge de establecer las reglas del juego. La gente es muy buena para aprender las reglas del juego. Uno de los medios más eficaces para enseñar a los niños es el aprendizaje de las reglas del juego. Por esta razón, a ellos les gusta tanto usar computadoras. Los seis sombreros para pensar establecen ciertas reglas para el “juego” de pensar. Y pienso en un juego de pensamiento en particular: el de trazar mapas como opuesto (o distinto) al de discutir.
Seis sombreros, seis colores
- Sombrero Blanco: El blanco es neutro y objetivo. El sombrero blanco se ocupa de hechos objetivos y de cifras
- Sombrero Rojo: El rojo sugiere ira, furia y emociones. El sombrero rojo da el punto de vista emocional.
- Sombrero Negro: El negro es triste y negativo. El sombrero negro cubre los aspectos negativos: por qué algo no se puede hacer.
- Sombrero Amarillo: El amarillo es alegre y positivo. El sombrero amarillo es optimista y cubre la esperanza y el pensamiento positivo. También del uso de los otros sombreros.
- Sombrero Verde: El verde es césped, vegetación y crecimiento fértil, abundante. El sombrero verde indica creatividad e ideas nuevas.
- Sombrero Azul: El azul es frío y es también el color del cielo que está por encima de todo. El sombrero azul se ocupa del control y la organización del proceso del pensamiento.
Pares de sombreros
- Blanco y Rojo
- Negro y Amarillo
- Verde y Azul
El sombrero por su color
En la práctica uno se refiere a los sombreros siempre por sus colores, nunca por sus funciones. Y por una buena razón; si pides a alguien que exprese su reacción emocional ante algo, es poco probable que te respondan honestamente: se piensa que está mal ser emocional. Pero la expresión sombrero rojo es neutral.
Es más fácil pedirle a alguien que “se quite por un momento el sombrero negro” que pedirle que deje de ser tan negativo. La neutralidad de los colores permite que se usen los sombreros sin impedimento alguno.
El pensar se convierte en un juego con reglas definidas; deja de ser asunto de exhortaciones y condenaciones.
Sombrero blanco
Imagine una computadora que da los hechos y las cifras que se le piden. Es neutral y objetiva. No hace interpretaciones ni da opiniones. Cuando usa el sombrero blanco el pensador debería imitar a la computadora.
La persona que pide información debe enmarcar y precisar las preguntas a fin de obtener información o para completar vacíos de la información existente.
En la práctica existe un sistema doble de información. El primer nivel contiene hechos verificados y probados; hechos de primera clase. El segundo, hechos que se cree que son verdaderos pero que todavía no han sido totalmente verificados; hechos de segunda clase.
La credibilidad varía desde “siempre verdadero” hasta “nunca verdadero”. En el medio hay niveles utilizables, tales como “en general”, “a veces”, y “en forma ocasional”. Se puede presentar esta clase de información con el sombrero blanco, siempre que se use el “marco” apropiado para indicar su grado de probabilidad.
El pensamiento del sombrero blanco es una disciplina y una dirección. El pensador se esfuerza por ser más neutral y más objetivo al presentar la información.
Te pueden pedir que te pongas el sombrero blanco o puedes pedirle a otro que lo haga. Se puede optar por usarlo o por quitárselo.
El blanco (ausencia de color) indica neutralidad.
Sombrero rojo
El uso del sombrero rojo permite que el pensador diga: “así me siento con respecto a este asunto”.
El sombrero rojo legitima las emociones y los sentimientos como una parte importante del pensamiento.
El sombrero rojo hace visible los sentimientos para que puedan convertirse en parte del mapa y también del sistema de valores que elige la ruta en el mapa.
El sombrero provee al pensador de un método conveniente para entrar y salir del modo emocional. Así puede hacerlo de una manera que no resulta posible sin este truco o instrumento.
El sombrero rojo permite que el pensador explore los sentimientos de los demás cuando les solicita un punto de vista del sombrero rojo.
Cuando un pensador está usando el sombrero rojo, nunca debería hacer el intento de justificar los sentimientos o de basarlos en la lógica.
El sombrero rojo cubre dos amplios tipos de sentimiento. En primer lugar, las emociones comunes, que varían desde las fuertes, tales como miedo y disgusto, hasta las más sutiles como la sospecha. En segundo lugar los juicios complejos, clasificables en tipos tales como presentimientos, intuiciones, sensaciones, preferencias, sentimientos estéticos y otros tipos no justificables de modo perceptible. Cuando una opinión consta en gran medida de este tipo de sentimientos, también se la puede encajar bajo el sombrero rojo.
Sombrero negro
El pensar del sombrero negro se ocupa específicamente del juicio negativo. El pensador de sombrero negro señala lo que está mal, lo incorrecto y erróneo. El pensador del sombrero negro señala que algo no se acomoda a la experiencia o al conocimiento aceptado. El pensador del sombrero negro señala por qué algo no va a funcionar, señala los riesgos y peligros, señala las imperfecciones de un diseño.
El pensamiento de sombrero negro no es argumentación y nunca se lo debería considerar tal. Es un intento objetivo de poner en el mapa los elementos negativos.
El pensamiento de sombrero negro puede:
Señalar los errores en el proceso del pensamiento y en el método mismo.
Confrontar una idea con el pasado para verificar si encaja con lo ya sabido
Proyectar una idea en el futuro para verificar qué podría fracasar o ir mal
Hacer preguntas negativas
El pensamiento de sombrero negro no debería utilizarse para encubrir complacencia negativa o sentimientos negativos, los que deberían utilizar el sombrero rojo.
El juicio positivo queda para el sombrero amarillo. De presentarse ideas nuevas el sombrero amarillo se debe usar antes que el negro.
Sombrero amarillo
El pensamiento de sombrero amarillo es positivo y constructivo. El color amarillo simboliza el brillo del sol, la luminosidad y el optimismo.
El pensamiento de sombrero amarillo se ocupa de la evaluación positiva del mismo modo que el pensamiento de sombrero negro se ocupa de la evaluación negativa.
El pensamiento de sombrero amarillo abarca un espectro positivo que va desde el aspecto lógico y práctico hasta los sueños, visiones y esperanzas.
El pensamiento de sombrero amarillo indaga y explora en busca de valor y beneficio. Después procura encontrar respaldo lógico para este valor y beneficio. Trata de manifestar un optimismo bien fundado, pero no se limita a esto, a menos que se califique adecuadamente otros tipos de optimismo.
El pensamiento de sombrero amarillo es constructivo y generativo. De él surgen propuestas concretas y sugerencias. Se ocupa de la operabilidad y de hacer que las cosas ocurran. La eficacia es el objetivo del pensamiento constructivo del sombrero amarillo.
El pensamiento de sombrero amarillo puede ser especulativo y buscador de oportunidades. Permite, además, visiones y sueños.
El pensamiento de sombrero amarillo no se ocupa de la mera euforia positiva (sombrero rojo) ni tampoco, directamente, de la creación de ideas nuevas (sombrero verde).
Sombrero verde
El sombrero verde es para el pensamiento creativo. La persona que se lo pone va a usar el lenguaje del pensamiento creativo. Quienes se hallen a su alrededor deben considerar el producto como un producto creativo. Idealmente, tanto el pensador como el oyente, deberían usar sombreros verdes.
El color verde es símbolo de la fertilidad, el crecimiento y el valor de las semillas. La búsqueda de alternativas es un aspecto fundamental del pensamiento de sombrero verde. Hace falta ir más allá de lo conocido, lo obvio y lo satisfactorio.
Con la pausa creativa, el pensador de sombrero verde se detiene en un punto dado para considerar la posibilidad de ideas alternativas en ese punto. No hacen falta razones para esta pausa.
En el pensamiento de sombrero verde el lenguaje del movimiento reemplaza al del juicio. El pensador procura avanzar desde una idea para alcanzar otra nueva.
La provocación es un elemento importante del pensamiento de sombrero verde y se simboliza con la palabra OP. Se utilizan las provocaciones para salir de nuestras pautas habituales de pensamiento.
Existen varias formas de plantear provocaciones, incluyendo el método de la palabra al azar.
El pensamiento lateral es una serie de actitudes, lenguajes y técnicas (que incluyen movimiento, provocación y op) para saltar de pautas en un sistema auto-organizado de pautas asimétricas. Se utiliza para generar conceptos y percepciones.
Sombrero azul
El sombrero azul es el sombrero del control. El pensador del sombrero azul organiza el pensamiento mismo. Pensar con el sombrero azul es pensar acerca del pensamiento necesario para indagar el tema. El pensador de sombrero azul es como el director de orquesta. Es quien propone o llama al uso de los otros sombreros.
El pensador de sombrero azul define los temas hacia los que debe dirigirse el pensamiento.
El pensamiento de sombrero azul:
- Establece el foco
- Define los problemas y elabora las preguntas
- Determina las tareas de pensamiento que se van a desarrollar
- Es responsable de la síntesis, la visión global y las conclusiones. Esto puede ocurrir de tanto en tanto durante el curso del pensamiento y también al final.
- Monitorea el pensamiento y asegura el respeto de las reglas de juego
- Detiene la discusión e insiste en el pensamiento cartográfico
- Refuerza y aplica la disciplina
Se puede usar el pensamiento de sombrero azul en interrupciones eventuales para pedir un sombrero. También puede utilizarse para establecer una secuencia gradual de operaciones de pensamiento que deben respetarse, tal como una danza respeta la coreografía.
Aún cuando se asigne a una persona el rol específico del pensamiento de sombrero azul, este rol está abierto a cualquiera que quiera proponer comentarios o sugerencias de sombrero azul.
Conclusión
El mayor enemigo del pensamiento es la complejidad, porque conduce a la confusión. Cuando el pensamiento es claro y sencillo resulta más grato y eficaz. El concepto de los seis sombreros para pensar es muy sencillo. Su utilización también es muy sencilla.
El concepto de los seis sombreros para pensar tiene dos propósitos centrales. El primero es simplificar el pensamiento, permitiendo que el pensador trate una cosa después de otra. En vez de hacerse cargo al mismo tiempo de las emociones, la lógica, la información, la esperanza y la creatividad, el pensador puede encararlas por separado. En vez de valerse de la lógica para disimular a medias una emoción, el pensador puede llevar dicha emoción a la superficie mediante el sombrero rojo y sin necesidad de justificarla. El sombrero negro para pensar puede entonces tratar el aspecto lógico.
El segundo propósito central de los seis sombreros para pensar es permitir una variación en el pensamiento. A una persona que en el transcurso de una reunión se ha mostrado continuamente negativa, se le puede pedir que se quite el “sombrero negro”. Esto le indica a la persona que está siendo persistentemente negativa. También se puede pedir a esta persona que se ponga el “sombrero amarillo”. Este es un pedido directo de que sea positiva. De este modo, los seis sombreros proporcionan un lenguaje que, sin ser ofensivo, es preciso. Lo más importante es que este lenguaje no amenaza el ego o la personalidad del sujeto. Se convierte en actuación o incluso en juego. Los seis sombreros permiten que se solicite pensar de ciertos modos. Los sombreros resultan así una especie de instructiva taquigrafía.
No estoy insinuando que en todo momento deberíamos ponernos conscientemente un sombrero u otro. Ello es completamente innecesario. En algunas ocasiones puede que queramos usar todos los sombreros en una secuencia formalmente estructurada; en estos casos deberíamos exponer la estructura por adelantado. Más a menudo querremos ponernos uno u otro sombrero con cierta formalidad en el curso de una discusión. O podemos querer pedir a uno de los presentes que se ponga un sombrero determinado. Al principio esto puede parecer un tanto extraño pero con el tiempo parecerá muy natural.
Obviamente, el lenguaje consigue utilidad máxima si todos los miembros de una organización están al tanto de las reglas de juego. Por ejemplo, todos los que acostumbran reunirse para discutir deberían conocer el significado de los distintos sombreros. El concepto funciona mejor cuando se convierte en una especie de lenguaje común.