La película[i] “Apocalypto”, del 2006, dirigida por Mel Gibson, se centra en la lucha de un aborigen por escapar de sus captores, de una cultura diferente y una civilización violenta.
Más allá de las críticas y los comentarios (“espejo de la violencia estadounidense”) y la posible tergiversación de la historia de los mayas (película hablada en lengua Maya que remite a escenarios de esa cultura), es una ficción útil para abordar el tema del miedo y el poder.
“Garra Jaguar” es tomado prisionero para ser sacrificado como ofrenda a Kukulcan. Es un tiempo de hambruna y enfermedades para esa cultura, muy distinta a la del protagonista. A causa de un eclipse de sol es liberado (un giro inesperado del destino, interpretado como señal divina). Pero, él y sus compañeros son llevados a los límites de la ciudad para ser “cazados” mientras se les ofrece atravesar el terreno que los separa de la selva.
Logra escapar de la falaz prueba[ii] y, de ahí en más, transcurre una feroz persecución donde se pueden observar las creencias y las distintas estrategias del perseguido y sus perseguidores. En un mundo regido por el miedo y la opresión, deberá sobrevivir para salvar a su familia y liberarse.
Antes de estos episodios, la película se detiene en remarcar los rasgos culturales de este personaje, cómo convive su pueblo y las destrezas que han desarrollado. Se hace especial referencia en la manera de afrontar el miedo y el mantenimiento de un orden social estable y pacífico.
El contraste es evidente. Por un lado, los que tienen el poder de subyugar y someter a los diferentes, una cultura que intenta controlar su hábitat a través de la violencia, un pueblo que no logra percatarse de las serias afectaciones introducidas en su entorno. Por otro lado, pueblos dispersos que viven en armonía con “cierta ecología”, capaces de otras alternativas distintas para su subsistencia.
De una comunidad que no rivaliza, aunque cuenta con guerreros para su defensa, de una próspera aldea[iii] basada en la confianza, la película (aparte de buscar entretener o causar cierto impacto) pasa a mostrar una civilización destructiva, tan dañina que su tiempo se está acabando.
Miedo
Sin tener que “reinventar la rueda”, transcribo la parte que considero interesante de la definición de “miedo” que figura en Wikipedia[iv], de fácil comprobación…
“El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.”
Todavía, en muchos tratados, el miedo es explicado como una emoción o una “intensa sensación” compartida con los animales. Yo creo que es casi cierto, pero no se puede reducir las causas a explicaciones biologicistas o hacer comparaciones tan simplistas. En nosotros, lo humano merece ciertas consideraciones especiales.
Al hacer cultura vamos haciendo nuestro mundo y a nosotros mismos. Muchos sostienen que la originalidad del “ser humano” está en haber roto con la determinación de su naturaleza animal para convertirse en un “ser cultural”. Por lo tanto, lo que nos determina está en nuestras producciones sociales, conscientes e inconscientes. Entonces, tomando esta idea se puede ver a los miedos como resultado de este hacer cultural, como formando parte de nuestra constitución subjetiva.
En la película, al comienzo, hay una escena[v] donde un grupo de cazadores, de la aldea del protagonista, se encuentra con otra gente cuyas tierras fueron arrasadas. Antes de entrar al poblado “Cielo Pedernal”, el padre de “Garra Jaguar”, le pregunta “¿Qué viste en ellos? Y, ante la incertidumbre de su hijo, continúa: …Miedo. Un miedo profundo… Se mete en el alma de cualquiera que lidia con él. Ya ha contaminado tu paz. No te crié para verte con miedo. Sácalo de tu corazón. No lo lleves a nuestra aldea.”
El “temor” es un “miedo menor”, una inquietud que se mantiene como una alerta sobre la ocurrencia de ciertos sucesos, permite afrontar pensamientos y sentimientos o al menos tenerlos en cuenta. En el otro extremo está el “terror”, cuando hay una total indefensión, cuando no hay ni un pensamiento útil, sentimiento que reconforte o acción posible frente a la inevitable situación. La escena de Apocalypto donde suceden los sacrificios es la más significativa[vi], se nota tanto el estupor y el horror como la resignación.
Los temores nos paralizan o nos impulsan. Todo depende del contexto, de los apoyos y de la confianza compartida. Poseemos, por constitución subjetiva, mecanismos que nos sirven para “apaciguar” o “remediar” nuestros miedos pero, también, podemos aprender de ellos. Podemos proyectarlos en otros como sacándolos de encima, remitirlos al estrés o solaparlos con las enfermedades, disimularlos de alguna forma y, mientras tanto, intentar trascenderlos. O sea, a medida que vamos logrando detenernos o movernos por otras causas, desde otras instancias culturales, podremos encontrarnos más sueltos o potenciados para asumir cambios o prever accidentes. Por lo tanto, esta “función de detención o motivación”, que acá le atribuimos inicialmente al miedo, puede ir desplazándose, hasta quedar este mismo pospuesto o reservado, como recurso y expresión, para los casos extremos.
Es decir, si se trata de vivir intensamente o de liberarse de aquello que angustia, luego de calmar ansiedades y atravesar alguna que otra crisis, estos miedos se disiparían en la medida que “se les van poniendo palabras” o ensayando aprendizajes y mejores acciones.
Claro que “tomar la palabra” o “encausar las acciones” no es fácil ni tan espontáneo como se cree. Pero esta es la posibilidad que otorga el hecho de ser portavoces, de “poder decir” algo acerca de lo que ocurre mientras hablo de lo que me pasa y comparto mis reflexiones.
Subjetivamente, es una “maniobra” necesaria. Sino, cuando el silencio y la represión calan hondo, el sujeto se resiente o ve mutilada su vida. Al no poderse efectuar esta “maniobra”, tarde o temprano, se notará que algo feo o insoportable ocurre. Aunque es casi inevitable llegar a sentir tal cosa, por los mismos avatares que nos impone la vida. Entonces, de ahí en más, lo que verdaderamente cuenta es la oportunidad para ejercitar una elección. No me refiero a las circunstancias y decisiones que nos llevan a tales estados, sino a momentos en nuestra vida donde todo se juega como si estuviéramos al límite, viviendo la incertidumbre de la impotencia de no poder seguir ni retroceder.
En Apocalypto, la persecución toma otros matices cuando “Garra Jaguar” se afianza fortalecido por su identidad de cazador[vii], sobrevivir en el bosque significa un gran legado en su cultura. Ya no tiene miedo de seguir, ahora está en su territorio y, en vez de huir, elige enfrentar a sus adversarios.
Básicamente, estas elecciones tienen que ver con acomodar la vida en términos de “poder” y de “confianza”. Su finalidad es la disponibilidad de energía para cederla en aras de controlar o dominar situaciones.
Los miedos están tan naturalizados o internalizados que casi nadie los ve como recursos, como medios necesarios para el afrontamiento del devenir y el desarrollo afectivo. Tal saber, vuelto evidente, brindaría una confianza que ayudaría enormemente a revitalizar la subjetividad que se necesita. Tal vez, partiendo de un discurso compartido, casi estéril, hasta llegar a un diálogo generativo, que otorgue perspectivas más vitales o ideas innovadoras. Esto es lo que habitualmente se denomina “socialización”, exponer y disponer las alternativas.
Poder
La palabra “poder” tiene tal peso en nuestra cultura que casi no es posible pensar a la expansión humana en su ausencia. Pero… ¿Qué entendemos por expansión humana?
La fijeza de las condiciones sociales con respecto a una vida rica, auténticamente diversa, se corresponde con políticas reguladoras de esa riqueza. La “consigna global” es que no suceda nada que altere la ilusión de un mundo donde las promesas se cumplen o, por lo menos, se intentan cumplir. Simulacro del genuino mundo humano, donde las fuerzas de lo instituyente se combinan con los instituidos sociales. Gobernantes y gobernados son cómplices del malestar o co-autores del bienestar.
En un pasaje de la película el miedo cobra la forma de una profecía[viii] que, sustentada en tal escenario de enfermedad y muerte, expresa el fin del poder de ese pueblo. “El hombre que trae el Jaguar, renacido del barro y la tierra acabará con los malvados. El tiempo sagrado se acerca”.
A menor gobernabilidad más corrupción, la figura del poder se desplaza de los que quieren hacer bien las cosas hacia los que quieren controlar las cosas para beneficio propio. Amparados bajo la idea, casi consensuada implícitamente por la mayoría, de que nada puede cambiar porque sino se produciría una catástrofe social. Los sectores del poder van homogeneizando la cultura desde una visión egoísta, versión que se impone por coerción y “obliga” a naturalizar la violencia.
En Apocalipto, las ofrendas que deben hacerse a Kukulcan funcionan como pretexto para aniquilar a los pueblos vecinos. De esta manera se reafirma el poderío militar y se reasegura la cercanía o favor de los dioses.
Esto es más que posible, son mecanismos que se han ido perfeccionando a lo largo de la historia. Es lo que encubren los hechos y objetos de culturas estructuradas desde concepciones cerradas o rígidas. La alteridad, si se diversifica, es ingobernable desde un sistema tan tendenciosamente discriminador, ávido de poder.
Si dejamos de tener en cuenta el contenido “religioso” o “mágico” de la película, lo que nos queda es la violencia[ix] física y simbólica, como una configuración del poder, fácilmente encarnable o transferible.
Desde el punto de vista del miedo, el poder se presenta como lo más natural para afrontar los conflictos y los cambios. El control del miedo significa, básicamente, reforzar la seguridad e invertir polaridades. Mantener cierta variabilidad, dentro de parámetros conocidos, evitando riesgos innecesarios. También, atribuir las causas de los problemas y las desavenencias a la oposición o a los sectores con alguna capacidad de crítica.
No hay “términos medios” en estos temas, no existe un “control blando”. En todo caso, si algo no parece tan malo o menos severo es por una falla o desajuste. Así como la diversidad cultural no es negada ni tampoco bien mirada en el campo concreto de la vida cotidiana, casi nadie se da cuenta cómo se pueden moldear los ámbitos de las relaciones interpersonales e interinstitucionales.
Puede haber una puja por el poder o sectores que pueden accionar contra “el poder de turno”, situaciones que inciden también en la calidad de los instituidos. La consecuencia más nefasta es que, sin no hay nada que se oponga a tal poder, la catástrofe tan temida, que se quiere controlar, sobreviene. Una “desintegración ecológica” o un “colapso social”, por cuestiones de soberbia, desidia o fidelidad a un modelo económico caduco, van apareciendo, tarde pero seguro, como explicaciones de las manifestaciones de la violencia y la crisis en general.
Confianza
El “poder” necesita de la “confianza”, de su potencia. El mismo no constituye una fuente de energía, sino un “mecanismo o aparato” que depende de sus propias condiciones de existencia: control y manejo de la riqueza. Si no fuéramos seres humanos, unos seres solo homologables a cosas o artefactos, entonces el confiar no existiría o estaría de más.
El tramo final[x] de Apocalypto tiene algo de esto, muestra cómo el miedo o la desconfianza ceden ante el asombro o la curiosidad. También esto de “poder contar con otro”. De saber que hay un otro, no solo capaz, sino también el sentido de confiar en lo familiar y el afecto compartido.
Me refiero a confiar por fuera del poder y de cualquier instituido. “Confianza” aquí no tiene nada que ver con los capitales ni la inversión económica. Hay una suerte de identificación “fuerza = poder”, pero cuando podemos reemplazar “poder” por “confianza”, “fuerza = confiar”, acontecen movimientos que nos representan mejor o situaciones que reflejan mejor nuestro carácter humano. Esto es importante para la realización de sociedades más justas y una vida digna. No es la panacea universal por la dificultad que significa instalar el confiar en las relaciones, aunque con el tiempo todos nos beneficiaríamos. Somos humanos, todos necesitamos que esto sea viable, que haya esta “traducción afectiva” a gran escala, tanto para gozar del aquí y ahora como para construir una civilización totalmente opuesta y evolutiva a la mostrada en Apocalypto. Claro que hemos progresado enormemente desde aquellas épocas primitivas, pero…
[i] http://es.wikipedia.org/wiki/Apocalypto
[ii] https://www.youtube.com/watch?v=IzLw3elS73I
[iii] https://www.youtube.com/watch?v=mWA7-QgiuGY
[iv] http://es.wikipedia.org/wiki/Miedo
[v] https://www.youtube.com/watch?v=mWA7-QgiuGY
[vi] https://www.youtube.com/watch?v=Gtz7Vr9E-tU
[vii] https://www.youtube.com/watch?v=lcgKd7qUOuc
[viii] https://www.youtube.com/watch?v=SWTjrPJUX7k
[ix] https://www.youtube.com/watch?v=_pVWM2irSJg
[x] https://www.youtube.com/watch?v=7_2EfmFhTuk