Sí… estamos viviendo una crisis mundial, que trae como consecuencia que los empresarios o ejecutivos de las grandes corporaciones ganen un poco menos, pero que los trabajadores pierdan todo lo que más aprecian, partiendo por su empleo, considerado como el “primer instinto de conservación”, que se ve trastocado y que afecta todo el equilibrio emocional que habían logrado.
Entonces y en vista que es un hecho inevitable, según los expertos, nos asalta las siguientes preguntas ¿qué pueden hacer los empresarios para minimizar el impacto de este tan malogrado evento mundial?; El Estado con su rol protector ¿cómo puede palear el efecto que estos eventos provocan en las familias chilenas?
Pues bien, si esto es una realidad que nos vemos enfrentado hoy, pero también a diario y digo a diario, por cuanto los procesos de Downsizing o de jibarización de las organizaciones, con o sin crisis financiera, son parte de la agenda mensual de todas las empresas, incluyendo a las públicas, ¿cómo podemos responder a las dudas precedentemente planteadas?
El Outplacement o Asistencia en Desvinculación asistida y programada, es una buena herramienta para hacerlo. Es una herramienta que aún es incipiente en nuestro país, pero que en Norteamérica y Europa, lleva años luz en su práctica en las organizaciones modernas y bien organizadas, ya que cuentan con un alto sentido de la responsabilidad social.
Hoy en nuestro país, cada día que pasa, mas empresas e instituciones públicas hablan y debaten sobre unos de los factores críticos de éxito de las organizaciones, cual es la filantropía empresarial, cuyo ícono es la Responsabilidad Social, así como la transparencia, la probidad y tantos otros factores que son parte de la credibilidad de quienes las dirigen.
Por todo lo anterior, es que se hace necesario e imprescindible que se inserte dentro de los contratos indefinidos de todos los trabajadores del país, una cláusula que permita optar voluntariamente a este beneficio, de modo que ellos estén preparados psicológicamente, por un lado, para saber que los empleos no son para toda la vida y por el otro a tener conciencia de que es un mal necesario de las organizaciones.
Con ello existe una buena cuota de optimismo, de que cuando sean desvinculados no engendren sentimientos tan negativos respectos a sus empleadores y guarden un recuerdo de que “socialmente” fueron responsables y se preocuparon de ellos hasta el final de su trayectoria, como parte del “agradecimiento” que las empresas les deben a todos sus trabajadores.