Desde inicios de la década de los noventa un grupo de países ha venido aplicando un esquema de política monetaria basado en un objetivo inflación explícito. Bajo este esquema, el objetivo de bajar la inflación es a la vez la meta operativa de la política monetaria, dejando a discreción del banco central el uso de sus instrumentos monetarios.
El objetivo inflación explícito un esquema mediante el cual las autoridades económicas se comprometen al logro de una inflación objetivo, por lo general dentro de un rango y plazos definidos.
Este esquema difiere de lo que se conoce como un manejo bajo reglas, en el cual lo que se anuncia es una variable intermedia, usualmente la cantidad de dinero, el tipo de cambio o la tasa de interés. Se entiende que el cumplimiento de dicha variable intermedia permitirá lograr el objetivo de inflación. En el esquema de reglas, la variable intermedia vincula el objetivo de la política monetaria con los instrumentos que maneja un banco central.
El objetivo inflación explícito ha surgido como una opción al manejo monetario bajo reglas o con discrecionalidad. Bajo este esquema la regla es el objetivo inflación, de manera que el logro de una tasa de inflación más baja se convierte en objetivo y meta a la vez. Sin embargo al no anunciar variables intermedias mantiene su capacidad discrecional para reaccionar ante entornos diferentes, aunque respetando la regla impuesta por su compromiso de reducir la inflación.
Este compromiso de las autoridades, en especial del banco central que es la institución responsable de la política monetaria, conlleva una característica de transparencia que favorece el afianzamiento de la credibilidad en la orientación de la política. Una política creíble permite una reducción de la inflación más rápida y menos costosa, en tanto los agentes económicos ajustarán sus expectativas de inflación de acuerdo a la inflación anunciada.
Para que este compromiso gane credibilidad, se hace necesaria una estrecha coordinación fiscal-monetaria, en tanto el cumplimiento del objetivo está en función del manejo consistente de las políticas.
El esquema requiere además de aspectos operativos dentro de los cuales se incluye la definición de una inflación subyacente, variable que debe indicarnos la tendencia de la inflación. En la mayoría de los países que aplican este esquema se define excluyendo algunos precios de productos del Índice de Precios al Consumidor. Esta variable necesariamente debe ser definida al momento del anuncio del objetivo, con la finalidad de evitar suspicacias que reduzcan la credibilidad del compromiso.
El esquema formal de inflación objetivo explícito incorpora los siguientes factores operativos:
- Definición de la variable objetivo, su rango y el plazo para obtenerla.
- Definición de una inflación subyacente.
- Contar con indicadores líderes de la inflación y proyecciones de la misma a largo plazo.
- Transparencia de la información económica.
Adicionalmente implica contar con factores institucionales que refuercen la credibilidad del esquema como son:
- Autonomía de la autoridad monetaria y accountability (rendición de cuentas).
- Coordinación fiscal-monetaria.
Es claro que llevar a la práctica una regla de este estilo ha sido difícil debido al poco conocimiento que se tiene sobre parámetros claves allí involucrados, inclusive en el caso de los países desarrollados. De allí que quienes han venido abogando por el manejo de las tasas de interés como la variable instrumental tengan que reconocer, en últimas, que el enfoque de “inflación objetivo” encierra muchos de los criterios deseables del manejo monetario, aunque prevalece la discrecionalidad respecto de la adopción de reglas fijas
Se puede concluir que el esquema de “inflación objetivo” resulta ser la mejor alternativa como marco de referencia de la política monetaria para Venezuela, una vez que se ha iniciado la flotación cambiaria.