Cuando se habla de neurociencia suele hacerse referencia al conjunto de ciencias que interactúan de forma tal que pueden analizar el ser humano desde lo biológico, bioquímico, psicológico, entre otros enfoques, con el fin de estudiar – entre otras cosas – los elementos que inciden sobre la conducta. Esto a fines de comprender cosas como la forma en que nos relacionamos, las reacciones ante diversas situaciones y las particularidades asociadas a la toma de decisiones.
Considerando esto, la neurociencia permite realizar un estudio integral del ser, considerando tanto lo material como lo etéreo. En este contexto, Acevedo (2014) sostiene que “en cada persona existe un sistema de tres dimensiones: cuerpo, alma y espíritu…basta saber si se sabe gerenciar en sus tres dimensiones”. El ponente expresa que estos tres aspectos son interdependientes entre si y que requieren como partes de un todo, la atención y la dedicación para encontrar un equilibrio de las mismas. Sobre ello, refiere que en un primer nivel o dimensión, el cuerpo es la esencia vital el cual representa el componente material; luego, se encuentra el alma, la que cataloga de membrana permeable entre el cuerpo-espíritu y a su vez, la que concentra tanto la moral como la ética; es por su parte, el espíritu la fuente de energía del ser o como lo expresa “es lo más sublime que tiene el hombre”.
Asimismo el conferencista hace la analogía cuerpo, alma y espíritu con mente, esquema de valores y toma de decisiones, respectivamente. Con lo cual una persona podrá aprovechar mejora su potencial en la misma medida en que sea parte de un estado de consciencia que lo haga cada vez mas responsable de sí en todas sus dimensiones.
En este contexto, Drucker (1999.p.30) plantea que “el éxito en la economía del conocimiento llega a quienes se conocen a sí mismos; sus fortalezas, sus valores y cómo se desempeñan mejor”. Es comprensible entonces, que se derive que quien busque conocerse a sí mismo y desenvolverse mejor en el plano socio-laboral tiene que ocuparse de abordar cada uno de estos elementos de forma sistémica. Por otra parte, ha de hacer de estas prácticas, hábitos que le permitan canalizar el proceso de mejora en la cotidianidad.
Por consiguiente, si se piensa en la relación causa-efecto y en el hecho que formamos parte de un sistema, entonces pudiera estimarse que cuando las personas que dirigen las organizaciones estén inmersas en este estado de conciencia es posible fomentar entre los colaboradores la misma dinámica. Tal como el efecto de la masa crítica producto de la teoría conocida como “efecto del centésimo mono”, la cual parte de la premisa que nuestra conducta atiende a los hábitos sociales, lo que implicaría que si se desarrolla dentro de cada organización una masa crítica capaz de adoptar prácticas en pro a este sistema cuerpo, mente y espíritu, tendríamos personas más íntegramente comprometidas y en armonía de valores individuales-organizacionales.
Referencias Bibliográficas
- Acevedo, Samuel (2015. Febrero, 19). Conferencia sobre Dimensiones: cuerpo, alma y espíritu. [Exposición]. Valencia: Universidad de Carabobo.
- Drucker (1999). Gestionarse a sí mismo. Revista Harvard Business Review. America Latina. 10 artículos que deben leerse. Documento en línea. Disponible en: http://www.academia.edu/2996617/10_art%C3%ADculos_de_HBR_que_deben_leerse Consulta: [2012. Septiembre, 29]