¿Qué quieres arreglar el mundo? Excelente… ¿pero qué tal si comienzas por mejorar el pequeño mundo que eres tú mismo?
El ser humano tiene en su misma naturaleza una insatisfacción permanente que lo impele a querer siempre más, y en ese querer más va también aspirar lo mismo a ser que a tener más. La historia humana así como la historia personal de cada quien es una muestra de esto.
El movimiento hippie fue un movimiento contracultural de la década de los 60’s iniciado en Estados Unidos, se caracterizaba por rebelarse por el statu quo de la sociedad en la que estaba y a la que denunciaba como falsa e hipócrita, sus intenciones iban destinadas a cambiar el sistema consumista de su época. No lo logró pero sí nos dejó algunas cosas buenas como el respeto por la naturaleza que ha evolucionado a un espíritu ambientalista en la actualidad.
Lo interesante de este movimiento es la coherencia de sus miembros: es cierto que buscaban cambiar al mundo pero primero eran ellos los que cambiaban. Su forma de vestir, de comer, de vivir era cambiada radicalmente y entonces buscaban un cambio en el mundo.
En una ocasión me invitaron a escuchar a un trovador muy famoso cuyas canciones en cierta forma denostaban el capitalismo y el consumismo actual. Terminada la velada les pregunté a mis acompañantes si creían si esa persona usaba aviones, autos, estéreos, vivía en casa con hornos de microondas, televisión y aire acondicionado (a sabiendas que por figura pública todos conocíamos su vida), cuando me contestaron que si les dije «pues ha de andar de incógnito pues lo anticapitalista no se le ve por ningún lado… salvo sus canciones».
¿A qué va todo esto? Es mucho más fácil pretender arreglar el mundo antes siquiera que iniciar con arreglarnos nosotros mismos, ¿y sabes por qué?, porque en realidad no pretendemos arreglar el mundo sino más bien ajustarlo a nuestra forma de pensar. Hay una frase muy sabia que haciendo referencia de esto dice que «es preferible calzarse unos zapatos antes que pretender alfombrar todo el mundo». Es decir, es más fácil que uno cambie a que todo el mundo sea como uno quiere, ¿es lógico verdad?
Pero no todo está mal en ese sentimiento por cambiar el mundo porque nos dice mucho acerca de nosotros mismos: nuestros miedos, nuestras ilusiones, nuestros deseos, nuestras necesidades, y eso mismo puede ser encauzado para bien.
Por ejemplo, yo creo que todos quisiéramos un mundo sin delitos ¿verdad?, y eso está bien, pero antes de querer que el mundo esté sin delito comencemos a vivir honesta y legalmente. Cuando rechazamos la corrupción, respetamos las leyes, cuando vivimos de acuerdo a esa legalidad, es cuando entonces tenemos «la voz completa» para entonces y solo entonces pretender luchar por lo otro a un nivel mayor.
Cada que algo del mundo te moleste, cada que quieras cambiar la sociedad, cada que quieras que todos sean de otra forma, primero vete a ti mismo para ver si cumples esos estándares que en los demás esperas. ¿Qué quieres arreglar el mundo? Excelente… ¿pero qué tal si comienzas por mejorar el pequeño mundo que eres tú mismo?