Introducción
Lo que comúnmente se conoce como basura, en realidad es una mezcla de diferentes productos que, una vez utilizados por las personas, son desechados agotando así la posibilidad de ser utilizados nuevamente además de que pasan a impactar directamente al medio ambiente.
América Latina ha estado influenciada por un modelo de desarrollo económico cortoplacista, caracterizado por el uso ineficiente de los recursos naturales y por la iniquidad en la distribución de los beneficios; como consecuencia de ello los países de la región encuentran dificultades para consolidar alternativas de desarrollo sustentable, tanto en el aspecto ambiental como social.(Morán & Brasil, 1995)
Ante el modelo de desarrollo y el proceso de urbanización en América Latina y el Caribe, a mediados de los ochenta y los noventa se profundizan los problemas de los servicios públicos, que ponen en evidencia la incapacidad e ineficiencia del Estado y la falta de operatividad de los gobiernos locales para dar respuesta a las demandas de los servicios urbanos. (“La participación ciudadana en la gestión de los residuos sólidos urbanos,” 2008).
Antecedentes
Hasta antes de los años setenta los residuos sólidos generados por la ciudad de México ocuparon un lugar insignificante en el análisis de la problemática prioritaria de la urbe, no solo porque la mayoría de la población pensaba poco en los problemas de contaminación que causaban, sino porque su disposición se efectuaba sin aparentes problemas, o por lo menos, sin que el grueso de la población se enterara.
Desde hace varios años el manejo de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) en México y en todas sus comunidades ha sido un problema en crecimiento asociado a diferentes pero graves problemas no solo ambientales sino de salud. La Gestión Integral de Residuos Sólidos (GIRS) puede ser definida como la selección, aplicación de técnicas, tecnologías y programas de manejo acordes con objetivos y metas específicos de gerenciamiento de residuos sólidos. (Mario, Tecnológico, Ambiental, Hu, & Planificación, 1997)
Uno de los problemas más apremiantes de la responsabilidad municipal es la gestión de los RSU, que no solamente consumen una gran parte de los recursos municipales, sino que están presentando graves problemas de contaminación por la cada vez mayor demanda de vertederos e incineradoras necesarios para intentar reducir la carga medioambiental que están generando los RSU.
Las autoridades municipales se ven inmersos en una carrera sin fin y sin posibilidades de salir victoriosos; las ciudades tienen una capacidad de generar residuos mucho más elevada que la que tienen las corporaciones locales para gestionar de una forma racional, económicamente rentable y ambientalmente aceptable, las cada día mayores cantidades de RSU generadas en la ciudad por los consumidores.
Los Residuos Sólidos Municipales RSM, son una masa heterogénea compuesta de los desechos provenientes de las viviendas, el comercio, la industria (pequeña industria y artesanía) e instituciones y los desechos resultantes del barrido de vías y áreas públicas, cuya gestión está a cargo de las autoridades municipales. (Jaramillo, 1999).
La realidad
Es sabido que las autoridades municipales solo realizan sus mayores esfuerzos de población quedan fuera del sistema de recolección situación que responde a factores políticos, organizativos, de planificación o conveniencia.
La prestación de los servicios urbanos responden a las necesidades compartidas por la totalidad de los ciudadanos cuya satisfacción debe ser garantizada a través del ejercicio del poder público, es decir del poder estatal como única instancia a la que legítimamente se puede atribuir, la cual puede ser, y de hecho son, variados e implican una gama de que va desde el simple establecimiento de normas que regulan su prestación. (“La participación ciudadana en la gestión de los residuos sólidos urbanos,” 2008)
En sentido general, el aumento en los niveles de vida de las personas es directamente proporcional al aumento de su generación de residuos.(Francisco & Rodríguez, 2010). Sin duda alguna nos queda claro que nos convertimos en seres consumistas ya que el bienestar de las personas está ligado a incrementar el deterioro del medio ambiente.
El problema de la degradación ambiental se ha convertido en uno de los más críticos para la vida cotidiana en las ciudades. La participación ciudadana en la gestión ambiental se concibe como una ampliación del dominio público, con el propósito de crear sociedades más maduras y conscientes de los desafíos colectivos y las responsabilidades de los ciudadanos.(“La participación ciudadana en la gestión de los residuos sólidos urbanos,” 2008)
En principio, la gestión de los residuos se despliega en un ambiente donde los objetivos parten del cumplimiento de un servicio más que de una preocupación de carácter ambiental. Además, un complejo panorama económico, social, político y cultural (crisis económicas, corrupción, clientelismo, compadrazgo, entre otros) influye profundamente en qué hacer con la basura y qué vías se deben adoptar. De la incapacidad de las autoridades para cumplir con el servicio de colecta y disposición final, conjugado con otras cuestiones de orden social, ha surgido un amplio sector de la población que auxilia en procesos como la recolección y la separación: el sector informal, en México conocido como pepenadores.(Guzmán Chávez & Macías Manzanares, 2012)
Una mala práctica de disposición final de los RSU puede causar efectos nocivos al ambiente y a la salud, como los que se describen a continuación:
- Como consecuencia directa de un vertido descontrolado o disposición inadecuada de los residuos, aunado a las condiciones calurosas en la mayor parte del territorio mexicano y a las altas precipitaciones en la época de lluvias, la población se expone a un alto riesgo debido a posibles infecciones y epidemias transmitidas por el aire, agua y vectores de fauna nociva.
- Por otro lado, la disposición de residuos en sitios que no cuentan con un subsuelo impermeable u obras de ingeniería para evitar el flujo de contaminantes hacia el manto acuífero, puede incidir en la contaminación del suelo y del manto freático, lo que se traduce en un riesgo de afectación al ecosistema, recursos naturales y finalmente, por vía indirecta, a la salud humana.
- Otro riesgo del manejo inadecuado es la posibilidad de incendios, sea de modo intencional, derivado de un descuido humano o incluso por el autoincendio de la basura, provocando por ende el deterioro del suelo y de la vegetación, así como la contaminación del aire con humo, ceniza y gases tóxicos, entre otros.
- El polvo y los residuos ligeros levantados por el viento, así como los materiales arrastrados por posibles escorrentías superficiales, pueden llegar a los terrenos de cultivo y caminos cercanos, estorbando la actividad agrícola y el tránsito vehicular, aunado al efecto antihigiénico e impacto estético desagradable que ello produce.
- La descomposición de los residuos sólidos urbanos que tienen un alto contenido de materia orgánica (más de 50% en México), conlleva a la generación de líquidos y gases indeseables, lo cual significa un riesgo, directo o indirecto, a la salud pública dependiendo del contacto de la población con dichas emisiones.
- El alto porcentaje de materia orgánica entre los residuos favorece la proliferación de roedores e insectos e inclusive aves de carroña, asociados a la propagación de enfermedades y epidemias.
- Y, por último, se da un impacto estético negativo en el paisaje alrededor de los sitios de disposición final sin control adecuado, lo que afecta no sólo a la gente que vive en la zona, sino también la plusvalía socio-económica de la región.
- La gestión de la contaminación en los centros urbanos, especialmente la relacionada con aire, agua y suelo, impone enormes retos para la sociedad (Valencia, Castaño, Sánchez, & Bonilla, 2010).
Este contexto ha demostrado el hecho de que el diseño de un sistema de gestión de residuos sólidos debe ser realizado cuidadosamente y adaptándose a las condiciones locales, donde la recuperación de recursos de los RSU puede y debe desempeñar un rol importante en la misma. También, y quizás lo más importante: las tecnologías seleccionadas deben ser compatibles con el potencial de mano de obra para operarlas y mantenerlas, la posibilidad de las comunidades de financiarlas y con el consentimiento global de la comunidad, condiciones que no deben ser pasadas por alto o enfatizadas en forma inadecuada en el análisis técnico de los sistemas.(Mario et al., 1997)
El establecimiento de un sistema adecuado de gestión de los RSU en los países en vías de desarrollo ha sido bastante difícil, en parte debido a la escasez de estudios relacionados con la composición química de estos residuos, así como de los gases y los lixiviados que éstos generan (Buenrostro et al. 2001). Las diferentes comunidades del país aún no logran una solución integral del problema de los residuos sólidos, si bien en algunas se observan aspectos destacables, ninguna tiene un planteamiento estructurado a mediano y largo plazo que garantice la atenuación de los impactos ambientales de los residuos de su territorio.
Los especialistas, sean del sector público o privado, tienden a manifestar escepticismo y resignación frente al proceso de degradación ambiental; sus diagnósticos parecen indicar que la región ha comenzado a dar muestras de interés por la formulación de políticas ambientales, su validación normativa y por la conformación de sistemas institucionales para la gestión ambiental, pero estos pasos no se ven reflejados en mejoras del ambiente y ni en la calidad de vida de la gente.(Morán & Brasil, 1995)
La brecha económica, tecnológica, educativa, social y cultural existente entre países del “primer” y el “tercer” mundo marca un contraste importante en cómo se gestiona el manejo de los desechos en cada una de estas naciones. En los países industrializados el manejo de los desechos resulta en maniobras eficaces al contar con los marcos jurídicos pertinentes y la educación e información necesaria para cumplir con las disposiciones ambientales. (Guzmán Chávez & Macías Manzanares, 2012)
Sin embargo, las acciones promovidas por el gobierno, incluyendo el establecimiento de normas, no lograrán una disminución de la contaminación ambiental proporcional al ritmo que se produce si no se garantiza la participación de los sectores y actores que contribuyen a la contaminación y en cuyas manos están de igual forma, en gran medida, las soluciones. Por esto, la corresponsabilidad es un aspecto fundamental para alcanzar las metas propuestas que contribuyan al desarrollo sostenible del país. (Valencia et al., 2010)
Una propuesta de política integral de gestión de RSU debe estar planteada en la medida de lo posible procurando respetar las jerarquías de reducir, reutilizar, reciclar, tratar y disponer se aglutinan desde dos enfoques o perspectivas: la preventiva que abarca las jerarquías de reducir, reutilizar y reciclar, y la cual pretende evitar o minimizar los volúmenes de generación de residuos por medio principalmente, de una asignación de responsabilidad a los productores; y la correctiva, que comprende a las jerarquías de tratar y disponer, y que se referirá a reducir los costos de tratamiento final y minimizar los riesgos asociados a los residuos ya generados, al hacer una adecuada recogida, transportación, tratamiento y disposición final. (Ferrer, 2002)
En relación a la educación ambiental y el desarrollo de una nueva conciencia ciudadana respecto a los problemas ambientales, se afirmó que es importante que las escuelas, a través de la Secretaría de Educación Pública, incorporen en su currícula un componente de formación ambiental para enseñar a los niños sus responsabilidades en el manejo de residuos, la separación de materiales y otras acciones de participación ciudadana.(“La participación ciudadana en la gestión de los residuos sólidos urbanos,” 2008)
Sin duda alguna, muestra del trabajo realizado es el avance en la normatividad para prevenir la contaminación del aire, el proceso de modificación de la normatividad para prevenir la contaminación del recurso hídrico así como la identificación del tipo y cantidad de residuos generados, y la promoción de patrones que cambien las pautas insostenibles de producción y consumo existentes en el país.
Conclusiones
Si bien es cierto que hay muchas causas que pueden determinar la certeza del manejo de los RSU, es necesario madurar y planificar ecológicamente la realidad ambiental que nos rodea en su dimensión natural y social identificando los problemas del hoy y mañana.
Para ello la concientización debe llevarnos a formular políticas, arriesgar estrategias, legislar, diseñar sistemas institucionales y planificar acciones ambientales concretas que trasciendan interdisciplinariamente para lograr la Gestión Integral de los Residuos Sólidos.
Analizando los hechos nos indica que la tarea no ha sido completada ni fácil, que nos encontramos en el camino, en la búsqueda de las soluciones pero que lo importante por el momento, es que estamos en ello.
Bibliografía
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