Liderazgo, poder y autoridad. Diferencias y semejanzas

1. Liderazgo y el Poder

Liderazgo inevitablemente requiere del uso del poder para influir en los pensamientos y en las acciones de otras personas.

El poder en las manos de una persona, supone riesgos humanos: primero, el riesgo de equiparar poder con la habilidad para obtener resultados inmediatos; segundo, el riesgo de ignorar los diferentes caminos por los que se puede acumular legítimamente poder, y caer en la ilegalidad; y tercero, el riesgo de perder el control por el afán de obtener más poder. La necesidad de acotar estos riesgos, implica el desarrollo de un liderazgo colectivo y un manejo ético.

Las biografías de los líderes que han trascendido, repetidamente han demostrado la parte importante que juega el maestro o el guía político, en el desarrollo individual.

Por lo que hace a los grandes maestros, estos toman riesgos. Ellos apuestan inicialmente al talento que perciben en la gente joven. Y ellos toman el riesgo emocional de trabajar cercanamente con sus pupilos. El riesgo no siempre paga, pero la buena voluntad y el interés del maestro seguirá siendo crucial para el desarrollo de auténticos líderes.

Dentro de este marco general, por lo que respecta al liderazgo y el poder, también han sido frecuentes los análisis de este fenómeno, buscando insistentemente una serie de características especiales, de rasgos y atributos, que por su escasa frecuencia o por su intensidad inusual, permitan comprender una supuesta excepcionalidad de la mujer o del hombre que llega a ser líder en contextos políticos.

Una característica del líder político, es una cierta habilidad para detectar las grietas o debilidades de una estructura social, que le permitirán definir y encabezar movimientos de ruptura, reforma o revolución. Pocas veces las estructuras están tan esclerotizadas como para no permitir márgenes de maniobra. Desde este punto de vista el líder político no es aquel personaje revestido de características míticas, casi mágicas o anormales que puede crear de la nada a través de su dominio o de su poder, estructuras más o menos a voluntad.

Tenemos, más bien, que entender una imagen distinta: un líder que se mueve dentro de un grupo social, que aprovecha sus resquicios para cambiarlo o que se beneficia de sus posibilidades para mantenerlo.

Una y otra tarea, uno y otro objetivo, no se pueden cumplir sin tener en cuenta el entorno y las destrezas o habilidades de la persona concreta que desempeña la función de liderazgo.

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Es importante distinguir al dirigente del que ejerce un liderazgo. La condición de dirigente tiene que ver más con la legalidad estatutaria, y con el procedimiento formal de designación, en tanto que el liderazgo se sustenta en la legitimidad de un mandato que se asume.

El líder se inspira en la convicción, o en la entrega emocionada de sus seguidores; en tanto que el dirigente confía en la disciplina de sus correligionarios, y en la solidez de la organización.

El líder debe ser y parecer, y el dirigente basta con que lo sea. El que ejerce un liderazgo no está sometido a términos o fechas; pero el que desempeña una dirigencia normalmente responde a plazos estrictos.

Entre el líder y dirigente siempre hay una paradoja: el dirigente aspira siempre a ser líder -aunque no siempre lo logra- y el líder muchas veces llega a transformarse en dirigente -aunque no lo quiera.

Aun cuando el líder y el dirigente cuentan con el carisma para realizar su trabajo, la diferencia es radical: el carisma del líder es personalísimo, y por ende intransferible, y el del dirigente es institucional, y se traspasa automáticamente al relevo en turno.

El dirigente manda, el líder convence. La perseverancia, en el líder, llega a parecer heroicidad, en tanto que en el dirigente apenas se considera trabajo de rutina.

La dirigencia es un oficio, y el liderazgo un arte. Las dos son tareas gregarias, pero una -la dirigencia- tiene que ver con pocos, y la otra -el liderazgo- con muchos.

El líder cree en la acción, y el dirigente confía más en la omisión. El dirigente prefiere más el gradualismo, y el líder busca la transformación súbita.

El dirigente pugna porque los principios se respeten; y el líder porque se disfruten. El dirigente se inclina por la capacidad y la efectividad, el líder por la ideología.

Al margen de líderes o dirigentes, conviene recordar que la pasión o la emoción, no hace del hombre un auténtico líder político, es la entrega a una causa digna que se ejecuta en toda su magnitud.

El dirigente debe aspirar a ser líder si desea conducir efectivamente a su organización; y no obstante, el líder no está llamado a ser forzosamente dirigente.

Corolario

Cada vez más las organizaciones con o sin fines de lucro, buscan afanosamente incorporar líderes a sus causas.

Implícita o tácitamente, buscan al menos que los candidatos cubran siete cualidades básicas: capacidad técnica; inteligencia social o habilidad para motivar; entender y conducir a la gente; experiencias en la dirección de personas hacia objetivos o proyectos, caminos ya recorridos; saber en qué momento actuar, cuando no hacer nada, y cuando hacerlo todo, o cuando sólo una parte, lo que implica también la habilidad para decidir cuál es la persona correcta en quien apoyarse; capacidad de juicio, y finalmente carácter.

Ya en el trabajo diario, la pérdida de la capacidad técnica, no siempre se traduce en carencia de liderazgo, y resultan determinantes, los aspectos de juicio y lo relativo al carácter. No obstante, cada vez cobra mayor relevancia, la responsabilidad que asume el líder de educar a otros, que en ocasiones llega a opacar a otras cualidades.

Esto se debe a que aprender a ser líder, es virtualmente el mismo proceso que lleva a hacer de una persona alguien integrado y saludable. Ello significa, que cuando hablamos de «desarrollo de líderes» inevitablemente, nos referimos al crecimiento interior y la transformación individual, de manera que para formar líderes, primero hay que formar personas, para lo cual se necesitan maestros, entrenadores (coach) o capacitadores, y que mejor que sean los propios líderes quienes se hagan cargo de la formación de más líderes.

Para ser un líder que forme líderes, el primer requisito es saber escuchar y poder encontrar a las verdaderas personas más allá de las apariencias. Por su parte el aprendiz de líder debe tener la ambición o la convicción de querer llegar a ser un verdadero líder.

Así como se aprende a nadar, nadando. También se aprende a ser líder liderando; pero no es la única manera de aprender, también existen otras fuentes de aprendizaje, la enseñanza individual y la que deriva del entorno organizacional o social.

No obstante, un líder sin valores es un líder vacío, que más tarde o más temprano dejará de serlo, su permanencia está estrechamente relacionada con los fines que persigue, con los valores que lo sustentan, en su capacidad de, a su vez formar líderes; de que sus seguidores no se hagan dependientes o adictos a su liderazgo, y que ellos mismos se conviertan en líderes. Así el líder a la larga se convierte en líder de líderes.

En este contexto, la fuente de aprendizaje más valiosa del líder está en la retroalimentación directa, y en pedir a otros que evalúen su actuación, o solicitar consejos u opinión. Estos no son signos de debilidad, por el contrario, son elementos que fortalecen al líder y a su liderazgo.

No hay que olvidar que lo que es bueno para la persona lo será también para el líder, en virtud de que aprender a ser un líder efectivo, no es diferente de aprender a ser una persona de éxito.

2. Reemplazando autoridad por liderazgo

La gerencia se ha movido durante muchos años bajo las funciones de mando y control, esta situación está siendo cada vez más revaluada en las empresas, dando paso a una mayor autonomía en todos los niveles organizacionales y apostando al desarrollo de líderes en la búsqueda por mejorar el desempeño corporativo.

En muchas empresas, las decisiones son tomadas por muy pocos, estos pocos se sientan en sus «tronos» y deciden por los demás acerca del futuro, no sólo de ellos mismo, sino de la compañía y de todas las personas que laboran en ella. Afortunadamente esta tendencia está desapareciendo gradualmente ya que se ha evidenciado la necesidad de dar participación a las personas de todos los niveles en las organizaciones.

El mando y la autoridad están siendo reemplazados por los principios del liderazgo, entendiéndose el liderazgo no como el otorgarle poder a un único líder sino, más bien, generando en cada uno de los empleados líderes que compartan objetivos y trabajen juntos para alcanzarlos.

Pero ¿cuáles son las características que hacen a un líder? Básicamente un líder es una persona que se gana la confianza y el respeto de sus seguidores como consecuencia de sus actitudes y comportamientos. La confianza y el respeto abren canales de comunicación de doble vía, haciendo posible la realización de los objetivos comunes.

Hay ciertas cualidades y atributos que hacen de una persona un líder, las cualidades son características de la personalidad que difícilmente son aprendidas en la escuela o en la universidad; los atributos son capacidades que pueden ser aprendidas por quienes deseen ser líderes y en cierta medida son más necesarios que las cualidades.

«No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir». S. Carey

3. Características que ayudan a desarrollar la capacidad de liderazgo

A continuación algunas características que siendo practicadas ayudan a desarrollar la capacidad de liderazgo:

Fidelidad

La fidelidad es la integridad en acción, es el boleto de entrada al liderazgo. Sólo quienes son honestos y viven con la verdad son respetados y pueden conseguir seguidores que permiten conseguir los objetivos trazados.

Juego Limpio

La limpieza se refiere a la imparcialidad, la objetividad y la ecuanimidad. Los líderes son equitativos, no tiene preferidos, tratan a todos de la misma manera y trabajan sin apasionamientos (objetividad).

La limpieza y la fidelidad van de la mano y si se logran incorporar en la empresa muy seguramente traerán grandes beneficios. ¿Qué empleado no confiaría más en su jefe si sabe que él es mirado con los mismos ojos que sus compañeros, si tiene la certeza que su trabajo no está siendo recargado por capricho del jefe? En pocas palabras, juego limpio significa no ser de mala leche.

Sensibilidad a las personas y a las situaciones

Siempre es mejor persuadir que ordenar. Quien desarrolla intuición, sensibilidad, gentileza, comprensión y consideración por los demás, tiene mayores posibilidades de encontrar seguidores que quien los busca a través de la rigidez y la imposición. Los líderes deben ser analíticos con los datos y los hechos, pero sensibles con las personas.

Modestia

La arrogancia la altivez y el egoísmo son veneno para el liderazgo. Los buenos líderes no son pretenciosos, comparten el crédito y los beneficios y se guardan para sí la responsabilidad de los fallos. El líder comparte con sus subalternos (en caso de ser jefe), prefiere la informalidad, realiza visitas sorpresa a las demás oficinas y prefiere los encuentros casuales a las aburridas reuniones en su despacho porque sabe que así está generando el espacio para la cultura del liderazgo.

El líder también es sirviente, siempre está en capacidad de ayudar y servir de guía, orientando al grupo a conseguir metas y salvar obstáculos.

El líder escucha

Los líderes positivos siempre tienen tiempo para escuchar porque saben que la información es útil, no importa de dónde o de quien provenga, nunca se sabe la importancia de lo que están por decirle.

Escuchar motiva a los subordinados o compañeros, pero no se trata de oír, se trata de prestar atención y de comprender. Quien tiene capacidad de liderazgo se convierte en un adicto a escuchar.

¿Para qué consultores si no se está en disposición de atender sus sugerencias?

Esta pregunta tiene que ver con la mente abierta. Quienes tienen poder y capacidad de mando muchas veces se enceguecen, pierden la perspectiva y se creen omnipotentes, rechazan consejos y consideran sus decisiones como las únicas acertadas.

Los líderes por el contrario, saben explotar su autoconfianza y seguridad en sí mismos, generando espacios para el cuestionamiento y las sugerencias. La mente abierta genera mejores relaciones y permite observar más adecuadamente el entorno y el interior de la organización.

Buen juicio

El buen juicio es la habilidad para analizar y combinar la información más la capacidad de sacar conclusiones de ella. Esta característica tiene que ver con lo que los expertos llaman «pensamiento estratégico», es la capacidad para fijar objetivos, prioridades y estrategias de una manera racional.

Proactividad

La iniciativa es una de las mayores características de los líderes. Y es qué: ¿cómo ser líder sino se tienen iniciativas para que otros las sigan? El líder está atento a las oportunidades y emprende proyectos con facilidad sin temor al error.

Adaptabilidad

Es la capacidad para acoger los cambios de buena manera y la facultad para impulsarlos cuando reconoce que son necesarios.

Capacidad para motivar

Es la capacidad de mover a los demás a la acción, es comunicar persuasivamente y fortalecer la confianza de los seguidores. Esto se logra con ejemplo y actitud, siempre mirando adelante con la visión fija en los objetivos trazados.

Capacidad de tomar decisiones

El líder afronta los problemas no los rodea, ve las oportunidades y se lanza a aprovecharlas. Quien es líder tiene la capacidad de digerir la información y transformarla en decisión.

Sentido de urgencia

Hace que las cosas pasen, no espera a que las circunstancias lo lleven a la acción, está un paso adelante, trabaja rápido pero con cuidado.

4. El Servidor Líder

Cuando una compañía hace suya la misión del liderazgo, se d aun cambio sutil pero representativo en la concepción de liderazgo.

Robert Greenleaf en su libro «El servidor como líder», afirma que el servidor-líder primero es servidor. Inicia con un sentimiento natural de querer servir. Ahí su voluntad lo lleva a aspirar por el liderazgo. Su mejor prueba es preguntar, si aquellos a quienes sirve están creciendo como personas, se han vuelto más sanos, sabios, libres, autónomos y esta dispuestos a servir mientras les sirven.

Greebleaf marcó nuevos linderos y destruyó viejos paradigmas del liderazgo. Al principio se dio poco crédito a su concepto de líder de servicio, como se le conoce en la actualidad. Sin embargo, cada vez goza de mayor reconocimiento como base del liderazgo contemporáneo que da forma a la misión de una compañía.

Peter Vail explica en su libro, El poder del liderazgo de servicio, los cinco principios fundamentales de este nuevo paradigma.

  1. El liderazgo es un tipo especial de servicio.- Este concepto remite a preguntarnos qué liderazgo puede ejercer como servidor y no qué servicio puedo prestar como líder
  2. El servidor líder es un estudioso de cómo hacer las acciones al interior de las organizaciones.- Estas se realizan entre seres humanos mediante el servicio de unos para con otros. Es un proceso complejo que conduce a la acción, donde el compromiso práctico es pieza fundamental. Además coloca al liderazgo más allá de cualquier moda o metodología, y lo sitúa como una misión por cumplir al interior de cualquier organización.
  3. Las compañías de todo tipo reconocen la importancia de establecer una misión en la organización.- Surge la pregunta; ¿cómo esta razón de ser de la empresa penetra en el inconsciente de los individuos que la integran? Esperar a un líder carismático que inspire a sus miembros para hacerla propia y trabajar en consecuencia no sólo destruye el liderazgo de moda, también libera a los miembros de la organización de su participación y responsabilidad.
  4. La persuasión es parte del liderazgo de servicio.- El arte de saber escuchar es el ingrediente esencial de la persuasión, ya que las personas elaboran en conjunto los conceptos fundamentales de su misión y la mejor forma de realizar sus sueños. Según Vail el servicio se encuentra en el pensamiento, la creatividad, información experiencia y visión vital de quienes lo realizan cuando alcanzan lo que es vital de quienes lo realizan cuando alcanzan lo que él llama «sistema de alto desempeño.»
  5. El aspecto original de liderazgo de servicio es el de la teología.- Vail se pregunta: si existe una teología de las personas, ¿por qué no podría contarse con una de las organizaciones?

Nos hace reflexionar si la organización es una mera invención con propósitos seculares y según Greenleaf percibe que la misión tiene una característica que trasciende su contenido verbal y secular.

Nuestra tarea será determinar y definir esta cualidad y , al hacerlo reflexionar sobre la relación de la misión de la compañía con nuestra propia misión espiritual.

Contemplar el liderazgo como servicio implica un gran cambio de paradigma para el desarrollo personal de quienes crecimos y fuimos educados para verlo y buscarlo desde la cumbre de la pirámide.

Actualmente todos hemos escuchado o visto el impactante descenso de un liderazgo desde la cúspide hasta el centro de la organización. Transformar el poderoso arquetipo del líder en el de servidor puede parecer demasiado radical para que algunos lo acepten, e incómodo para muchos otros.

Por lo general la incomodidad nos arrastra con mayor fuerza hacia los habituales y gastados patrones del pasado, más que a asumir el riesgo de caminar a su lado en un territorio desconocido de nuevos modelos de ideas y de pensamientos.

IMPLICACIONES PARA MEXICO

El servicio no es un concepto nuevo en la mente de los mexicanos «para servirle» es una expresión que se utiliza innumerables veces automáticamente o como ofrecimiento consciente de nuestro propio tiempo, energía producto o servicio a otro individuo, cliente, organización o empresa.

Una primera consideración podría evidenciar lo novedoso de este concepto para México si se contempla la amalgama de lo que, a primera vista, parece la unión de dos polaridades: líderes y servidores en la unión del líder de servicio.

Una segunda revisión revelaría liderazgos históricos y contemporáneos que en lo más profundo, acaso hasta un nivel inconsciente, advierten la necesidad de unir estos opuestos y desean establecer dicha fusión.

Greenleaf ofrece una visión más clara de la realización de este vínculo. Cuando la misión reemplaza la moda o el método como base de liderazgo, desaparece la calidad servil de su servicio. El mero significado de servidor y servicio puede adquirir una definición más amplia. William Blake escribió: «Al pulir las puertas de la percepción todo le aparece al hombre como verdaderamente es: infinito».

Las puertas del pasado, relacionadas con la percepción de liderazgo, han estado limitadas. Abrirlas de golpe puede cegar a muchos.

Los líderes se han caracterizado por ser personas visionarias que van más allá del hoy para dar a sus organizaciones la capacidad de satisfacer las futuras demandas y enfrentar los nuevos retos.

Esa amplia visión temporal les permite ver que para otros es invisible. Al perderla, con frecuencia los líderes son sólo de nombre y reaccionan a las demandas actuales sin capacidad de previsión. Fracasar, cuando es posible anticipar ciertos hechos, ha desmoronado a muchos dirigentes poderosos.

Para desarrollar y mantener esa visión el líder necesita vivir conscientemente en dos niveles diferentes: por una parte atender al mundo real, tangible, práctico, responsable, que permita mantener unida a la organización. Por otra, con capacidad para tomar distancia de lo inmediato y adquirir una perspectiva capaz de acoger una mayor parte de la historia y un espectro temporal más amplio, sin desapego participativo. Mantener ambas habilidades le permite al líder contemplar el hoy y el mañana sin perder de vista ninguno.

Las modas desaparecen para volver décadas después. Las metodologías viene y van, edificándose sobre las fortalezas y debilidades de sus predecesoras.. una misión, por el contrario, surge del interior. ¿Es este el reto del líder de servicio para los directivos del as empresas, organizaciones e instituciones de México?

Peter Senge afirma: «Las organizaciones que sobresaldrán en el futuro serán aquellas que descubran cómo llevar a la cima el compromiso y la capacidad de aprendizaje de su gente en todos los niveles». Cuando el deseo de aprender del individuo se alinee con la misión de la organización para crear una comunidad de aprendizaje, entonces, habrá nacido el liderazgo.

EL GLADIADOR

Ve detenidamente y con mucha atención los primeros quince minutos de la película EL GLADIADOR y al final contesta las siguientes preguntas:

  1. ¿Cómo influye en su ejército para que luchen con entusiasmo en la consecución del objetivo?
  2. ¿En qué momento hace uso de su capacidad para forzar a los soldados para pelear a pesar de que ellos preferían no hacerlo?
  3. ¿En qué situación consigue que los soldados hicieran voluntariamente lo que Él quería que hicieran?

Bibliografía

  • James Hunter. «La Paradoja» 1999
  • Peter Vail. «Learning as a way of being», 1998
  • Arlen Etling. «Liderazgo Efectivo» 1998
  • Película Recomendada: EL GLADIADOR

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Madero Bernardo. (2003, abril 21). Liderazgo, poder y autoridad. Diferencias y semejanzas. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/liderazgo-poder-y-autoridad-diferencias-y-semejanzas/
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Madero Bernardo. "Liderazgo, poder y autoridad. Diferencias y semejanzas". gestiopolis. abril 21, 2003. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/liderazgo-poder-y-autoridad-diferencias-y-semejanzas/.
Madero Bernardo. Liderazgo, poder y autoridad. Diferencias y semejanzas [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/liderazgo-poder-y-autoridad-diferencias-y-semejanzas/> [Citado el ].
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