La oratoria en el desempeño profesional

Si mal negocio es para cualquier Estado el mantener profesores de escuela que utilizan pésimamente los recursos de la comunicación oral, mucho más lo es para el sector privado, en donde el padre de familia paga mucho más que una pensión por el servicio de formar integralmente bien a sus hijos. Para ambos sectores, va el presente artículo que trata de hacer entender la importancia del dominio de una herramienta que resulta ser indispensable para un eficiente desempeño del personal, tanto en la educación como en cualquier otra área de los negocios.

Introducción

Zazamón Fashá, maestro de maestros, fue sorprendido por la pregunta del más joven de sus discípulos:

  • Maestro, ¿es imperativo, para mí, el dominio de la Oratoria?

Con la seguridad propia de sus años, Zazamón contestó:

  • Permíteme que te responda con otra pregunta… ¿Concibes tú un carpintero sin martillo, un joyero sin buril, un navegante sin brújula, o un soldado sin fusil?
  • ¡Imposible, maestro!… Cada cual, sin sus respectivas herramientas, arma o instrumento realmente sería nada.
  • Pues, bien… Para el verdadero maestro, la oratoria es la más valiosa de sus herramientas, el más cotizado de sus instrumentos y la más efectiva de sus armas. Gracias al dominio de la oratoria, el maestro no sólo puede comunicar con eficacia sus conocimientos, sino que, incluso, gracias a la persuasión, puede sembrar virtudes que el argumento no puede implantar en la razón. Gracias a la oratoria, el maestro puede suavizar la aspereza del riguroso concepto, clarificar la complejidad del procedimiento, atenuar la emoción dolorosa que deja al pupilo en el límite de la depresión, exaltar la emoción positiva que estimula el desarrollo de las buenas actitudes, grabar con letras doradas en el alma del discípulo los sentimientos de patria, etnia y nación, o los ideales de paz, amor y justicia: Gracias a la oratoria,…
  • ¡Basta, maestro. Es suficiente! ¡Estoy listo para empezar! …

Hasta aquí el relato. Ahora, nosotros como docentes, deberemos buscar respuesta a cada una de estas inquietantes preguntas:

  • ¿Es verdad que en la relación docente-alumno la comunicación se produce principalmente a través del lenguaje oral?
  • ¿Es verdad que la relación docente-apoderado exige inevitablemente de la comunicación oral?
  • ¿Es verdad que en la relación docente-superior la comunicación se produce principalmente a través del lenguaje oral?
  • ¿Es verdad que la forma de hablar es parte de la imagen personal?
  • ¿Es verdad que la imagen personal influye decisivamente en el fracaso o en el éxito personal?
  • ¿Es verdad que nuestros modos de usar el lenguaje inducen en nuestros alumnos un aprendizaje espontáneo e inconsciente, por imitación?
  • ¿Es verdad que nosotros los docentes somos, en parte, también culpables de la manera desastrosa como las nuevas generaciones utilizan el lenguaje oral?

Un pensador ha dicho: “Cinco son los elementos que determinan la calidad de la persona: lo que piensa, lo que siente, lo que hace, lo que dice, y la manera cómo lo dice”. Por esto la formación oratoria es una necesidad de primer orden para el verdadero docente.

Importancia de la oratoria

  • Permite liberarse de las propias inhibiciones y de toda secuela que trae la agorafobia. Y permite ayudar a los alumnos a liberarse de las suyas propias.
  • Ayuda a desarrollar una voz adecuada para el trato con el más diverso público, evitando así las voces anómalas y aquellas que se fatigan pronto.
  • Proporciona una agradable y clara dicción, dando eficiencia a nuestro trabajo y evitando las pérdidas de tiempo por las repeticiones así como el sobreesfuerzo –y la consiguiente fatiga auditiva– por parte de los alumnos.
  • Permite hacer arte con la palabra, de modo que se lleve al alumno, además de conceptos, raciocinios, procedimientos, etc. una vivencia estética que hará del estudio una experiencia feliz.
  • Posibilita un correcto aprendizaje imitativo por parte de los alumnos, pues el docente orador será un verdadero paradigma.
  • Ayuda a desarrolla la capacidad motivadora del docente, evitando las clases aburridas y las subsecuentes conductas negativas de los alumnos.
  • Mejora la imagen personal del docente, contribuyendo con ello a elevar su propia autoestima y sus posibilidades de éxito personal.
  • Contribuye a la buena imagen institucional del centro de labores y, por tanto, al prestigio del conjunto.

Errores comunes

  • Hacer tartaleos o movimientos desordenados que a los alumnos inducen un sentimiento de inseguridad, una sensación de desorden o una distorsión del mensaje que pueden estar intentando transmitir las palabras.
  • Hacer tartajeos que a los alumnos les genera confusión, necesidad de pedir repetición o sentimiento de parcial minusvalía.
  • Decir muletillas que transmite a los alumnos una sensación de inseguridad y un mal hábito al hablar. Por ejemplo: ¿no?, ¿ya?, ¡eeeeh!, esteee…
  • Diccionar incorrectamente, pronunciando un fonema por otro, de modo que al alumno se le enseña a mal usar el lenguaje. Por ejemplo: “cactar” (por “captar”), “ocservación” (por “observación”), “canpana” (por “campana”).
  • Hablar sin mirar a las pupilas de los alumnos, o hablar a sólo algunos de ellos, logrando así que los otros se sientan excluidos.
  • Tratar de sólo convencer sin persuadir, o al revés, olvidando que razón y sentimiento son dos factores complementarios en el proceso educativo.
  • Hablar con un lenguaje plagado de vicios que no sólo desdice de la calidad del docente sino que forma pésimamente a los alumnos.
  • Hablar con voz monótona y con un lenguaje demasiado simple, olvidando que las vibraciones del espíritu humano son producidas por el sonido agradable y por el arte con que se teje la palabra.
  • Creer que la naturalidad en el lenguaje es suficiente para comunicar ideas; pensar que la palabra basta en sí misma para comunicar ideas y conceptos.
  • Hacer mal uso de las técnicas del resaltado verbal, de manera que se confunde al alumno respecto de lo principal y lo secundario.
  • Creer que la oratoria sólo es para políticos y charlatanes, ignorando que es la herramienta natural del docente. Transmitir esta idea equivocada al alumno.

Recomendaciones generales

  • Párese adecuadamente.
  • Que su mímica esté en armonía con el contenido de sus palabras.
  • Mire a los ojos de sus oyentes.
  • Inflexione su voz.
  • Vocalice y articule correctamente.
  • Evite las repeticiones innecesarias; haga repeticiones artísticas para fijar.
  • Evite los circunloquios (rodeos), vaya al grano.
  • Nunca deje de motivar. Aprenda las técnicas motivacionales.
  • Recuerde que “la mejor puerta de entrada a la razón es el corazón”.
  • Nunca olvide que mucho de lo que usted haga o diga (con sus palabras, posturas, ademanes, gestos, etc.) será espontánea e inconscientemente aprendido por sus alumnos.
  • Prepárese en una buena escuela de oratoria; lea libros calificados. Que su vida sea el mejor testimonio de que el aprendizaje, para el ser humano, es constante.

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Quispe Alvarado Samuel. (2013, octubre 7). La oratoria en el desempeño profesional. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/la-oratoria-en-el-desempeno-profesional/
Quispe Alvarado Samuel. "La oratoria en el desempeño profesional". gestiopolis. 7 octubre 2013. Web. <https://www.gestiopolis.com/la-oratoria-en-el-desempeno-profesional/>.
Quispe Alvarado Samuel. "La oratoria en el desempeño profesional". gestiopolis. octubre 7, 2013. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/la-oratoria-en-el-desempeno-profesional/.
Quispe Alvarado Samuel. La oratoria en el desempeño profesional [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/la-oratoria-en-el-desempeno-profesional/> [Citado el ].
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