La Ética de la Excelencia: El Liderazgo para “hacer” el mayor bien posible

¿Evolución o imitación?

Desde que el hombre tiene memoria de si, sus acciones han estado dirigidas y motivadas a su sobrevivencia, incluso en la vida animal, podemos ver manifestaciones similares de prevalencia entre las mismas especies, donde el más fuerte guía y protege a la manada y esta, acoge y acepta esta condición natural.

Con el transcurso del tiempo hasta la actualidad, el hombre ha ido definiendo su condición de “Líder” o de “Seguidor”, basado en la experiencia que cada situación específica requiere; hay coyunturas especiales, en donde la sociedad organizada, entrega su capacidad de ser guiados a alguien que reúne las condiciones idóneas para emprender esta encomienda importante cuyo objetivo es la búsqueda de la realización y el bien común.

En resumidas palabras, así nace y se entrega el liderazgo.

En las organizaciones actuales, es una constante la búsqueda de líderes a quienes se les transfiere la misión, visión y cultura de la organización, para que la gestione en base a objetivos estratégicos, que le permitan a esta, competir y prevalecer dentro de un entorno minado de oportunidades, amenazas y responsabilidades, para lo cual se requiere, que la persona elegida, posea una serie de habilidades y conocimientos que puedan cohesionar a la organización, a sus integrantes, a sus grupos de interés y a la sociedad, en una sólida y virtuosa cadena de valor.

El Liderazgo de la mano con la ética, buscan, bajo estas premisas descritas, orientar a las personas sobre todo a los jóvenes, por este camino, que es parte del éxito personal de cada individuo, que no es fácil pero que a cada paso que se dé, se podrá ir forjando un mejor entendimiento de lo que “se quiere ser”, ahora y en el futuro, con metas y objetivos claros de lo que “debe hacerse”, para lograr la tan ansiada autorrealización… “siempre en la búsqueda de felicidad”.

El verbo “hacer”…

El liderazgo, en el Perú, visto desde el punto de la ética, nos muestra una faceta discontinua y en donde, la educación tienen mucha incidencia en el verdadero valor de  guiar a otros a buscar y alcanzar sus ideales.

Los logros de las personas, analizadas, tomando en cuenta sus competencias, nos muestra una fallida o trunca maduración de valores y por sobre todo, en la ética, siendo esta, el punto clave en la que se debe incidir desde un inicio en la educación, ya sea a nivel familiar y/o estudiantil, para que de esta manera, se refleje en el campo laboral y en la misma vida de los individuos, la necesidad de encontrar el bien común, como parte de un logro más humano y social.

Si bien es cierto que el logro involucra a una persona o a un grupo de ellas, los beneficiarios de éste, serán quienes aprueben o desaprueben el mismo, la ética de hacer el mayor bien posible, nos muestra un camino de excelencia, que pocos, muy pocos, buscan aplicar, esto por la gran responsabilidad que engloba el simple precepto de “hacer que otros, sean mejores”.

Wren, D. (1994). Afirmó que “el tema de ética es sobre la conducta humana moral, buena o mala, ha ocupado el pensamiento de filósofos desde tiempos inmemoriales. Ética es el “deber” moral que sostiene una sociedad civilizada” (p.408).

Cuando hablamos de ética, encontramos en su concepto el estudio del “hacer”, pero no contempla la “omisión” o el “no hacer”; igual encontramos “al bien” o “al mal” como los caminos por donde circula “el hacer”; obviamente el objeto donde se vierten todos estos elementos, se visualizan como parte del “comportamiento” de las personas, pero ¿por qué se indica así?… una parte del comportamiento humano está dado por la influencia de su habitad, otra parte por su propia experiencia y/o necesidad, que orienta su acción y otra más, por el grado de discernimiento que el individuo aplica para determinar si lo que “hace” o “no hace” es o no o podría haber sido lo correcto.

En un análisis hecho en la facultad de una Universidad del departamento de Lambayeque en el año 2018, se encontró que la mayoría de sus estudiantes, buscaban logros propios o individuales y que dentro de sus competencias, la ética no figuraba como un Factor de Éxito necesario para alcanzar el “reconocimiento” social, es más, al analizar sus habilidades intra e inter personales, se encontró un gran desconocimiento de sí mismos así como la falta de un plan de vida que les permita desarrollar objetivos personales que encaminen su autorrealización; está falta de convicción para determinar cómo estos estudiantes se visualizan a sí mismos y se ubican en el futuro, se explica en la falta de estímulos que puedan generarse en sus propias zonas de confort y  la vez, por el ascendente de estímulos colaterales irradiados a su zona de aprendizaje provenientes de otras zonas de confort, que con el tiempo se convierten en “estereotipos” o “modelos” a imitar.

Estos modelos, son independientes a las personas, quienes buscan estímulos para “hacer” muchas veces, en un 90% buscan “imitar”, y aquí viene el problema… lo que se “imita” ¿tiene lo necesario para ser catalogado como un buen espejo?, la estadística nos responde, el 50% es muy pobre en ética, moral, valores y principios; el 35% tiene una mezcla entre motivación y necesidad, pero no se basa en la ética y valores; el 15% restante, si se puede catalogar como elementos diferenciadores y positivos a seguir.

Del 10% que “no” busca “imitar”, el 99% desarrollar un modelo a seguir basado en el “individualismo”, es común notar una falta de “disciplina”,  no se observa ética ni preceptos, el desarrollo de habilidades sociales no tienen equilibrio, y cuando el modelo madura, la autorrealización lograda, aun no encuentra la paridad emocional requerida entre su visión como persona y su misión como ente social.

Solo el 1% de los que “no buscan imitar”, consolidan desde un inicio los elementos necesarios para desarrollar un “modelo eficiente de autorrealización”.

Pero ¿qué es lo que aleja a las personas de la ética?, la respuesta a esta pregunta tienen muchas elementos de convicción, que en el transcurso de una vida se van asimilando y cimentando ante alguna carencia en específico o la suma de varias de estas, las cuales merman y afectan la realización de algún objetivo necesario o deseado de los individuos.

Estos elementos de convicción, se reflejan y tratan de explicarse en la “teoría del reconocimiento” desarrollada por Axel Honnet (Escuela de Frankfurt), donde se conceptualiza que un individuo maltratado, humillado e ignorado, deja de ser o pierde su probidad, sus derechos, su autonomía personal y/o moral y por tanto, se convierte en una persona que con tal de cubrir esas limitaciones que lo agobian, suprime parte de su libre albedrio o discernimiento, enfocándose en el “facilismo”, sin que interese, si la acción a realizar o ya realizada, pueda ser catalogada como buena o mala.

James MacGregor Burns, en su obra Leadership (1978), una de sus afirmaciones indica: “la crisis del liderazgo, hoy día, es debida a la mediocridad o irresponsabilidad de tanto hombres y mujeres en el poder”… pero en el análisis de esta afirmación, encontramos que la crisis del liderazgo y de la personalidad de los individuos, por “hacer”, tiene su punto de inflexión en la educación… en un país como el Perú, donde la educación pública, es “básica, irregular y politizada”, encontramos un gran “factor crítico” para una gran mayoría de peruanos, pero eso no quiere decir que la educación privada, tenga mayor eficiencia por sobre la educación pública peruana, tiene sus pro y sus contra, sin embargo tiene mayores beneficios y alcances en “educar con ética, valores y principios” (68% cree que la educación privada es mejor y el 35% peruanos en edad escolar, estudian en colegios privados. Diario Gestión, (07/02/2017). ¿Educación pública o privada, qué prefieren los peruanos?).

Una autorrealización sin ética y valores es “cuestionable” y poco trascendente a favor de un bien común y social; los logros que puedan generarse bajo esta perspectiva, estarían faltos de sustento y transparencia, aunque parte de este logro pueda ser puesto a disposición y/o favor de terceros, lo cual podría interpretarse como un intento de “lavar una autorrealización sin ética”.

Es importante dejar en claro la premisa de “lavar una autorrealización sin ética”, ya que en la actualidad, la “corrupción” derivada de una falta de principios, valores y ética, conlleva a analizar de los individuos, una serie de logros provenientes de ésta y que no tienen ningún vínculo con él éxito o el fruto de una “autorrealización formal”, por tanto las acciones que las personas puedan generar, para ocultar el verdadero origen de este logro, puede catalogarse como parte del “lavado de activos” que se realiza en gestiones fraudulentas.

Cuando se habla de una “autorrealización formal”, estamos enfocando y definiendo una serie de factores, que en las personas, se desarrollan en armonía, en diferentes tiempos de maduración y concatenados a la educación, a la familia y a una planeación personal de largo plazo, que permite responsablemente consolidar una autorrealización formal.

Los factores de una “autorrealización formal” también son conocidos como los elementos principales que conforman “un modelo de gestión personal”, donde se integran una serie de “estrategias”, “planes de acción, recursos necesarios y limitaciones”, “objetivos, factores de éxito y factores críticos”, y por último “la prospectiva de la visión, misión y valores hacia la manera de cómo se gestiona el riesgo y el cambio personal”.

La ética de la virtud, de Platón y Aristóteles, donde, Platón, (370 A.C), en su obra filosófica “El Simposio” o también conocida como “El Banquete”, nombra cuatro elementos para la ética en función a la virtud y al amor: 1) Prudencia; 2) Valor; 3) Templanza; 4) Justicia.

Si asociamos estos elementos a la temática actual, pero analizándolos de manera separada, encontramos los factores principales para emitir o evaluar “juicios de valor”, los cuales están relacionados con el “hacer” del comportamiento humano, sin embargo no toma en cuenta los factores exógenos que sensibilizan al individuo a actuar o realizar alguna tarea en relación a una toma de decisión, donde el “hacer” haya sido deliberado antes de su realización.

Alfred Sonnenfeld (2010), en su libro “LIDERAZGO ÉTICO: La sabiduría de decidir bien”, pone en debate la sabiduría, es decir, la “decisión” por sobre el “hacer”, analiza la ética de las personas, por el tipo de decisión que toma y la felicidad que se genera.

Pero, ¿porque “hacer mejor a otro”?, ¿por qué la ética de la excelencia?, ¿en qué etapa de la evolución de la ética, nos encontramos?, ¿por qué se requiere de una ética holística para ir construyendo nuestra felicidad?…

Estas prerrogativas, difíciles de poner en contexto, nos muestran una vista difusa de lo que se requiere como sociedad, el “liderazgo inverso”, promovido por un entorno carente de optimismo y visión de futuro común, nos ubican en la encrucijada de vivir “aceptando el mal menor” o también conocida como la “ética de la recompensa”, donde la ética y el liderazgo, conviven en divorcio pero aferrados a Factores de Éxito cuestionables, como ya se explicó.

¿Factores de Éxito, Factores Críticos o límites de la ética hacia el éxito?

Una de las continuas preguntas que nos hacemos, es acerca de las limitaciones de la ética y de cómo identificarlas, desde este punto, se podría definir como los extremos de esta, por un lado están los Factores de Éxito, conocidos también elementos de apoyo o proveedores de recursos y por el otro, los Factores Críticos de Éxito o elementos excluyentes… estos factores, son muy cambiantes entre sí, generando una serie condiciones que van a determinar, el grado de influencia que la ética va a tener sobre las personas y el cumplimiento de sus objetivos.

Los Factores de Éxito (FE), son al igual que los Factores Críticos de Éxito (FCE),  condiciones naturales prexistentes y/o programadas que se dan o se requieren, para que un objetivo pueda ser alcanzado y/o realizado dentro de un plazo estimado… la diferencia entre uno y otro es que, los FE de tenerlos a la mano o de tener la facilidad de acceso o de tener la disposición de estos, no son críticos… de perderse esta condición (su disposición), se convierten en FCE o factores escasos, que van a generar, que el objetivo no se cumpla o que el tiempo previsto sea mayor al estimado inicialmente.

Igualmente, hay FCE que no dependen de uno, si no del entorno y esto hace que se conviertan en “barreras de entrada” en el diseño de un objetivo, estos FCE pueden ser «físicos», «políticos» y «del entorno»… a diferencia de lo anterior, los FCE que dependen de uno, son las que se definen en las «habilidades sociales de las personas» (intrapersonales e interpersonales).

Los FCE físicos, son: los recursos (económicos, materiales e intelectuales); los FCE políticos, son: las normas, la ética, la moral, los principios, los valores…; los FCE del entorno, son: la sociedad, las organizaciones, los grupos de interés.

Un FE, que hoy se tiene, mañana puede convertirse en un FCE y viceversa, ejemplo: “un alumno depende del trabajo de sus padres para estudiar en la USS, si los padres trabajan de manera estable, el alumno tiene un FE físico a su favor… pero si los padres pierden esta capacidad de trabajo ya no pueden asegurar este FE a su hijo, por tanto esta dependencia se convierte en un FCE, que va a desplazar en el tiempo que alumno cumpla con su meta trazada para el estudio… hay otras opciones: que el alumno trabaje para solventar sus estudios o que espere a que sus padres puedan nuevamente darle el recurso que necesita para estudiar, convirtiendo nuevamente el FCE en un FE”.

Pero ¿Qué sucede, cuando un FCE, afecta al individuo en su autorrealización, generándole un “reconocimiento” adverso al buscado?, dependiendo del individuo y de la “necesidad” de este que lo estimula, por la lejanía o cercanía del “logro”, es que éste, va a desarrollar acciones previstas o no, en su plan de autorrealización, y si el FE requerido es escaso, es donde el “qué hacer” a aplicar, en su concepción pueda contener elementos cuestionables o contrarios a los principios éticos que requiere un “logro formal”.

El caldo de cultivo de los FE y FCE, están ligados a la necesidad de las personas por ser reconocidos y a su búsqueda de la felicidad, que es el éxito, por tanto, en un contexto donde la educación es pobre en valores, la ética se convierte en un FCE fácil de evadir.

“Haciendo” mejor al otro.

El hombre necesita proponerse metas en la vida, pero laborar más o tener mayores ingresos  no son sinónimos de metas, si lo “que se hace”, ignora en qué y para qué aplicamos nuestro esfuerzo y en qué puede éste, mejorar el bienestar de las personas.

A la ética no le incumben únicamente los principios y los propósitos, se interesa mucho en  los resultados que se obtienen, así estos, algunas veces, sean diferentes a lo deseado.

El bien o el “hacer bien”, no es un objetivo indefinido cuya materialización es improbable,  por lo contrario, es algo que siempre va a estar activa en el obrar de los individuos, transformándolo y dotándolo de virtudes reales y necesarias para que con ellas, forje una  prosperidad precisa y común. La virtud permite al “que hace”, “hacer mejor a los que están bajo nuestra influencia”.

Finalmente, un líder, siempre debe tener en cuenta que, “Quien siente la llamada a liderar debe tener la perspectiva suficiente para saber, en todo momento, que, por encima de los fallos propios o ajenos, puede alcanzar esa grandeza de ánimo sin la cual no hay liderazgo posible” (Sonnenfeld, 2010).

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Gutierrez Célis Rómulo Manuel. (2019, enero 9). La Ética de la Excelencia: El Liderazgo para “hacer” el mayor bien posible. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/la-etica-de-la-excelencia-el-liderazgo-para-hacer-el-mayor-bien-posible/
Gutierrez Célis Rómulo Manuel. "La Ética de la Excelencia: El Liderazgo para “hacer” el mayor bien posible". gestiopolis. 9 enero 2019. Web. <https://www.gestiopolis.com/la-etica-de-la-excelencia-el-liderazgo-para-hacer-el-mayor-bien-posible/>.
Gutierrez Célis Rómulo Manuel. "La Ética de la Excelencia: El Liderazgo para “hacer” el mayor bien posible". gestiopolis. enero 9, 2019. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/la-etica-de-la-excelencia-el-liderazgo-para-hacer-el-mayor-bien-posible/.
Gutierrez Célis Rómulo Manuel. La Ética de la Excelencia: El Liderazgo para “hacer” el mayor bien posible [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/la-etica-de-la-excelencia-el-liderazgo-para-hacer-el-mayor-bien-posible/> [Citado el ].
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