Se piensa que la autonomía es la tarea ética y política de nuestro tiempo, y es verdad. Primordialmente la autonomía está considerada como la noción fundamental de la filosofía práctica moderna y es con ella que se intenta dar cuenta real de las conexiones entre los distintos conceptos morales, fundamentales de libertad, igualdad, solidaridad, justicia, bien y virtud.
La filosofía normativa contemporánea que pregonan autores como H. Frankfurt y Domenechse, definen la autonomía como la capacidad que tienen las personas para reflexionar críticamente sobre sus preferencias, deseos, apetencias, etc., de primera mano, e igualmente aquella capacidad de darles aceptación o de intentar cambiarlas a la luz de preferencias y valores de orden superior.
La explicación anterior propone una dimensión cognitiva y racional formal de la conducta autónoma marcando un énfasis en el componente de la auto modelación, en el sentido de la capacidad que se tiene para el autogobierno, el autoconocimiento, el autocontrol, la auto elección, etc., que obviamente y por principios, forman parte de una real existencia autónoma.
Dentro de las concepciones fundamentales que se tienen, figura el concepto normativo de la autonomía, definida como la superación desde el punto de vista egocéntrico, lo que significa aquella capacidad de situarse en forma por demás desinteresada e imparcial a todo aquello que se ha denominado como punto de vista moral.
Dicha apreciación fue concebida por Kant, y desarrollada como centro de su ética en donde se recoge la dimensión estrictamente moral de la vida autónoma. Parodiando al maestro Sepúlveda (2003:29), se puede considerar autónoma la voluntad que se deja vincular al interés general sin importar que se pueda decidir hacer lo contrario.
Ahora bien, la autonomía moral estudiada en las diferentes teorías cognitivo – evolutivas que pregonaron Piaget y Kohlberg, mantienen el concepto de autonomía divulgado por Kant, como el supremo principio de la moralidad. El problema sobre el qué hacer de algún sentimiento o emoción, es resuelto para estos autores, por un acto de juicio cognitivo, preferencialmente racional, autónomo y altruista.
La autonomía sigue un principio o una regla que es considerada algo interno de la propia conciencia de aquella persona que la ha tomado como suya, mediante un proceso de construcción progresivo y a la vez autónomo. En autonomía se considera como regla a seguir el que un resultado de una decisión sea libre y digno de ser respetada en la medida que exista un consentimiento básico.
Ese principio o ley, hace que se deba tomar conciencia al interior de las comunidades de Instituciones de Educación Superior, puesto que el hecho de implementar cierto cambios importantes, demanda ineludiblemente implementar reformas en los contenidos y en algunas modalidades, lo que deriva en una cierta gestión institucional más flexible, que permita de esa manera la posibilidad de una voluntad totalmente libre por parte de cada uno de sus miembros integrantes.
Un acercamiento al proceso enseñanza aprendizaje.
Al definir aprendizaje desde el punto de vista cognitivo, se puede pensar en un proceso activo por el cual un sujeto modifica su conducta, otorgándole así un carácter muy personal a lo aprendido. Según lo describen los cognotivistas, todo está dado en el aprendizaje de ideas u otras unidades mentales complejas que no responden a ningún hábito mecánico o vínculo de estímulo-respuesta.
Se podría decir entonces, que es en el aprendizaje en donde el alumno construye sus conocimientos cuando asume una actitud verdaderamente protagonista, sin contar con la ayuda permanente de su maestro, quien en un momento determinado podría guiarlo en su proceso, e igualmente facilitarle los medios que sean necesarios.
Es en el aprendizaje en donde el contenido principal de lo que ha de aprenderse, se debe descubrir de manera independiente, mucho antes de que se pueda equiparar dentro de una estructura cognoscitiva.
La enseñanza está considerada como un proceso de asimilación de conocimientos, habilidades y de métodos que sirven para desarrollar una actividad cognoscitiva, la cual es realizada bajo la orientación de un educador.
Es conocida también como un proceso organizado que abarca en un todo la cesión del contenido de la instrucción y el aprendizaje, así como la apropiación activa por parte del alumno. En ese orden de ideas, se considera que es el maestro quien debe hacer un proceso de dirección de la actividad cognoscitiva del educando, a fin de posibilitar en él, la asimilación de los conocimientos, los hábitos y obvio sus habilidades, de una manera tal, que el estudiante transforme su conducta y pueda utilizar lo aprendido en sus prácticas cotidianas e igualmente lograr el abordaje y resolución de los nuevos problemas que se le pueden presentar en diferentes contextos rutinarios.
Se reúnen los términos enseñanza y aprendizaje, cuando en realidad se piensa que el enseñar no existe sin aprender y viceversa, y que fue aprendiendo socialmente como históricamente que tanto hombres como mujeres descubrieron que era posible enseñar y al mismo tiempo trabajar maneras y métodos diferentes de enseñanza; entonces, es imposible olvidar que el aprender precedió al enseñar.
Algo del aprendizaje autónomo
Se sabe que el aprendiz nunca aprende en solitario sino que el aprendizaje es un proceso de mediación social en contextos específicos. La participación y la interacción de quien aprende dentro de un medio social constructivo, en donde recibe el aporte específico de compañeros, docentes, familiares y amigos, podrá permitir el compromiso que un ser humano tendría en su propio proceso de aprendizaje y consecuentemente de transformación de su realidad.
El aprendizaje facilitado por los actores del proceso, debe promover que el aprehendiente, es decir quien aprende, desarrolle y tome conciencia de su propio proceso, lo cual significaría que sea autónomo en la medida en que cada cual construya su proceso de aprendizaje y lo genere a partir de su propia realidad y por ende para su propia realidad.
Es así como la autonomía se puede lograr por medio de actividades personales de aprendizaje, de creación, de experimentación, o también, mediante un contrato de trabajo personal y cooperativo.
Siendo las estrategias cognitivas aquellas que nos permiten conocer, reconocer, evaluar, construir y mejorar nuestros procesos y procedimientos de aprendizaje, da a entender que quien aprende debe auto dirigirse, y ser capaz de lograr la autonomía, Es en las experiencias obtenidas en el aula de clase, en las empresariales y en las cotidianas, que éstas se convierten en aquellas situaciones en las que se facilita y se construye el aprendizaje.
No se puede dejar de lado el que los procesos de un aprendizaje autónomo deben incluir la construcción de una cultura de pensamiento a partir de las experiencias de aula en donde se conjugan varias fuerzas como son el lenguaje, los valores, las expectativas y los hábitos en donde operan al unísono a fin de expresar y reforzar lo que se considera un buen pensamiento.
2.1.4 Consideraciones sobre autonomía
La autonomía es la tarea ética y política de nuestro tiempo. La autonomía se ha convertido, así, si no en la categoría, al menos en la noción fundamental de la filosofía práctica moderna. Puede decirse que con ella intentamos dar cuenta cabal de las conexiones entre los distintos conceptos morales y fundamentales de libertad, igualdad, solidaridad, justicia, bien o virtud.
Por tanto, es importante aclarar que autonomía aquí se entenderá, en general, según la definición propuesta en Hennessey (2003:4): Dado que todo aprendizaje debe enfocarse a permitir la óptima o adecuada interacción del ser humano con su realidad, el aprendizaje facilitado por los actores del proceso debe promover que el aprehendiente desarrolle y tome conciencia de su propio proceso, es decir, sea autónomo, en la medida que cada quien construya su proceso de aprendizaje y genere su aprendizaje a partir de su propia realidad y para su propia realidad.
En la filosofía normativa contemporánea, H Frankfurt, G Dworkin o A Domenechse definen la autonomía como la capacidad de las personas para reflexionar críticamente acerca de sus preferencias, deseos, apetencias, creencias, etc., de primer orden y la capacidad de aceptar o intentar cambiarlas a la luz de preferencias y valores de orden superior (Vilar 1997).
Aquí nos encontramos ante un concepto epistémico. Esta explicación del concepto de autonomía da cuenta de la dimensión cognitiva y racional formal de la conducta autónoma poniendo énfasis en el componente de auto modelación en el sentido de la capacidad para el autogobierno, el autoconocimiento, el autocontrol, la auto elección, etc., que sin duda forman parte de una existencia autónoma.
Otra concepción fundamental en este sentido, es el concepto normativo de autonomía, descrito como superación del punto de vista egocéntrico, es decir, autonomía como capacidad de situarse en un punto de vista general, desinteresado, imparcial, a lo que se ha denominado “punto de vista moral”. Éste es el concepto que Kant desarrolló como centro de su ética y que recoge la dimensión estrictamente moral de la vida autónoma: “Es autónoma aquella voluntad que se deja vincular al interés general, aun cuando podría decidir hacer lo contrario” (Sepúlveda 2003:29).
2.1.4.1 La autonomía moral en las teorías cognitivo – evolutivas
La misma María Gabriela Sepúlveda (2003) en su ensayo sobre Autonomía Moral, recoge los pensamientos sobre las teorías cognitivas – evolutivas del desarrollo moral de Piaget y Kohlberg, y afirma que mantienen el concepto de autonomía de Kant visto anteriormente, como el supremo principio de la moralidad.
Continúa diciendo que, se debe recordar que para Kant la posibilidad de la autonomía está esencialmente en su posibilidad de una voluntad totalmente libre y no como seres obligados por el mundo sensible. El problema de qué hacer acerca de algún sentimiento o emoción, se resuelve para estos autores, por un acto de juicio cognitivo, de preferencia racional, autónoma y altruista.
En la autonomía se sigue una regla, un principio o ley, que se considera interno de la propia conciencia de la persona que la ha interiorizado a través de un proceso de construcción progresivo y autónomo.
En la autonomía, la regla es el resultado de una decisión libre y digna de respeto en la medida que exista un consentimiento mutuo.
Por lo tanto, sobre esta regla se debe hacer conciencia al interior de las comunidades de las Instituciones de Educación Superior dado que para implementar los cambios demanda implementar reformas en los contenidos y en las modalidades que asume la organización, y por lo tanto, debe haber una gestión institucional más flexible que permita la posibilidad de una voluntad libre por parte de cada uno de sus miembros.
2.1.4.2 Un acercamiento al proceso Enseñanza- Aprendizaje
Desde el aspecto cognitivo, el aprendizaje está definido como un proceso activo por el que el sujeto modifica su conducta, dándole un carácter personal a lo aprendido. Según los cognitivistas, consiste en el aprendizaje de ideas u otras unidades mentales complejas, que no responden a vínculos de estímulo – respuesta o de hábitos mecánicos.
Si se toma en cuenta el punto de vista anterior, el aprendizaje por descubrimiento sería aquel en el que el alumno construye sus conocimientos de forma autónoma, y sin la ayuda permanente del educador o maestro, y que requiere un método de búsqueda activa por parte del que aprende, bien inductivo, o bien hipotético-deductivo.
En ese mismo sentido, y de una forma más amplia, se puede decir que es en el aprendizaje en donde el alumno construye sus conocimientos asumiendo una actitud protagonista, sin la ayuda permanente del educador, quien puede no obstante, guiar el proceso y facilitar los medios.
Es en el aprendizaje en dónde el contenido principal de lo que ha de aprenderse se debe descubrir de manera independiente antes de que se pueda asimilar dentro de la estructura cognoscitiva.
En cuanto a la enseñanza, ésta es considerada como el proceso de asimilación de conocimientos y habilidades así como de métodos para desarrollar la actividad cognoscitiva que es realizada bajo la dirección de un educador durante la práctica docente. Igualmente podría ser imaginada como el proceso organizado que abarca en un todo la cesión del contenido de la instrucción y el aprendizaje, así como la apropiación activa por parte del alumno. Es decir, el maestro debe hacer un proceso de dirección de la actividad cognoscitiva del educando para posibilitar en él la asimilación de los conocimientos, los hábitos y, por ende, sus habilidades, de tal forma que el estudiante transforme su conducta y pueda utilizar lo aprendido en sus prácticas cotidianas y la vez logre abordar y resolver nuevos problemas en diferentes contextos (Hennessey, 2003).
Sería posible reunir los términos de enseñanza y aprendizaje cuando se piensa que el enseñar no existe sin aprender y viceversa, y que fue aprendiendo socialmente como históricamente tanto hombres como mujeres descubrieron que era posible enseñar y trabajar maneras y diferentes métodos de enseñanza; es así como no se debe olvidar que el aprender precedió al enseñar.
2.1.4.3 Acerca del aprendizaje autónomo
Ahora bien, como se dijo antes el aprendiz no aprende en solitario sino que el aprendizaje es un proceso de mediación social en contextos específicos. La participación y la interacción de quien aprende con un medio social constructivo donde reciba el aporte específico de compañeros, docentes, familiares y amigos pertenecientes a un grupo de referencia, podrá permitir o facilitar el compromiso de un ser humano en su propio proceso de aprendizaje y, por ende, de transformación de su realidad.
Como todo aprendizaje, debe enfocarse a permitir la adecuada interacción del ser humano con su realidad; el aprendizaje facilitado por los actores del proceso debe promover que el aprehendiente (quien aprende) desarrolle y tome conciencia de su propio proceso, es decir, que sea autónomo en la medida en que cada cual construya su proceso de aprendizaje y genere su aprendizaje a partir de su propia realidad y para su propia realidad. Igualmente, la autonomía se lograría a través de actividades personales de aprendizaje, de creación, de experimentación, o bien mediante un contrato de trabajo personal y cooperativo
El aprendizaje es un proceso que pone en ejecución estrategias cognitivas y metacongnitivas, Martí (1999), siendo las primeras, procesos destinados a “construir sentido, producir conocimiento, lograr comprensión y recordar”, y las segundas “monitorear y ejercer control mental sobre las variables o características intrínsecas de la persona, de la tarea y de las estrategias[1] en uso y del entorno”
Siguiendo a Flavell, citado por Martí (1995), que distingue los conocimientos sobre personas, tareas y estrategias, como las tres categorías de conocimiento, las estrategias cognitivas serían aquellas que nos permiten conocer, reconocer, evaluar, construir y mejorar nuestros procesos y procedimientos de aprendizaje.
Estos procesos estratégicos significan que quien aprende debe auto dirigirse, ser capaz de lograr la autonomía, en la cual el docente es el facilitador; el grupo es el apoyo; las experiencias de aula, las empresariales y las cotidianas, serán las situaciones en las que se facilita y se construye el aprendizaje.
Esos procesos de aprendizaje autónomo deben incluir la construcción de una cultura de pensamiento a partir de las experiencias de aula, entendida ésta como un ámbito en que varias fuerzas, como son lenguaje, valores, expectativas y hábitos operen conjuntamente para expresar y reforzar lo que es el buen pensamiento.
[1] Se entiende por estrategias, aquellos procedimientos que implican una secuencia de acciones realizadas de forma deliberada y planificada.