Hace un par de semanas y en medio de una de presentación de agencia a un potencial nuevo cliente, me preguntaron sobre qué significa la web 3.0. Personalmente no sé si será llamada así, dado lo manoseado del término, pero bien, en este post pasaremos a revisar esta nuevo concepto.
A medida que pasa el tiempo es cada vez más notoria la semejanza entre la internet y nuestras propias redes neuronales. La forma de ordenar los textos, los links, la navegación, todo se ha ido desarrollando basado en el modelo del pensamiento humano.
La web 2.0 tiene que ver con las relaciones, con la posibilidad de agregar contenidos y comunicarse desde distintos ámbitos y plataformas. La sociabilidad de la web 2.0 tiene mucho que ver con nuestra forma muy gregaria de construir la realidad en base a dichas relaciones.
Pues bien, la web 3.0 es el paso siguiente, y tiene que ver con el contexto…
Los contenidos han crecido de tal forma que la tecnología no habia sido capaz hasta ahora de poner tanto sitio web, tanto post y tanto video en un marco contextual que le de sentido.
Con esta nueva web (donde los algoritmos de base neurológica tienen mucho que ver), todos estos links, pasan de ser simples palabras a ser “cosas”…
O sea, se cambiará radicalmente la forma de trabajar y de comunicarse con su cliente, por que usted, su post y su marca, estarán ahora bajo un contexto, un pequeño lazo invisible que lo ligará a un concepto.
Es decir, en la próxima nueva versión de Google, usted escribirá: NIKE y ¿que es lo que recibirá como resultados?: Tal vez su última campaña al lado de un video de wellness, o de pronto su nuevo producto junto a una discusión en el foro de las madres deportistas, ¿quien sabe?.
Porque la web 3.0, la web semántica, vuelve a traernos al centro. Se nos olvida que los negocios en la web son primero negocios y son además negocios que deben tener a las personas en el centro de toda su estrategia.
En este nuevo paso en donde por primera vez la *noosfera se hará visible para todos, la web 3.0 obligará a que las empresas dejen de lado los libros y se sienten a pensar en como realmente los califican sus clientes. Y no me refiero a que les pongan nota, sino a como en sus mentes su marca y su producto son percibidos.