Inteligencia emocional y desarrollo endógeno en Venezuela

¿Homo Economicus?

El desarrollo de las naciones no es solo un proceso económico.

Desarrollo no es sinónimo de productividad medida en el Producto Territorial Bruto (PTB).

Es un movimiento ascendente de la sociedad representado por el comportamiento de múltiples factores asociados al bienestar progresivo e integral, traducido en las variables: Bio-psico-social-económico, de sus miembros.

Lamentablemente, la concepción de desarrollo que se ha utilizado en los planes de las naciones ha sido casi exclusivamente económica.

Crítica que sigue siendo válida, aun cuando en ésta se incluya otro indicador económico fundamental: el grado real de justicia distributiva del PTB en la población. El desarrollo verdadero trasciende el mundo de lo física.

Esto envuelve, el interesarnos por el bienestar del otro, vivir sosteniblemente y en verdadera democracia. Implica basarse en principios éticos, en la medida que se diseña e implementa proyectos que mejoren la calidad de la sociedad humana y las condiciones de la tierra.

Desarrollo:

En Venezuela hay 14,7 millones de habitantes que viven en hogares con ingresos mensuales por personas menores a 400 mil bolívares. Además, el diez por ciento más rico de la población recibe el 37,9 por ciento de ingreso laboral total, mientras que el cincuenta por ciento más pobre recibe apenas 10,8 por ciento.

Estos cálculos se basan en cifras oficiales: La Encuesta de Hogares por Muestreo del Instituto Nacional de Estadística, para el primer semestre del 2003. (Ortega,2004)

La cotidianidad de estos números es evidente en los cinturones de miseria, la sensación de inseguridad personal, que vive la población constantemente, la creciente presencia de niños y jóvenes abandonados en las calles, entre otros.

A pesar de la importancia innegable de una economía bien planificada, si no se dispone de una base psicológica, moral y cívica adecuada en la población, cualquier plan económico para desarrollar un País está destinado al fracaso.

Aquí, entra la dimensión social de la Inteligencia Emocional, cuya búsqueda es el sentido de la empatía, “colocarse en el lugar de los demás” (Ryback, 1998), y la forma de manejar las relaciones interpersonales, atributos que deben empezar a ser desarrollados en el individuo desde la familia y la escuela, fomentando sentimientos de identidad, cooperativismo, trabajo en equipo y sobre todo valores que vayan guiados hacia el respeto de la vida, no solo de los seres humanos, sino de todo lo viviente. En otras palabras, formar en el ciudadano, una conciencia ecológica, que le permita el autodesarrollo de adentro hacia fuera. Desde esta perspectiva, la mejor manera de definir la Inteligencia Emocional con carácter socia, es considerar que se trata de la capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad ecológica, para discernir los sentimientos más puros que subyacen en todo lo que nos rodea, tomando en cuenta las nuevas políticas gubernamentales, las alianzas estratégicas que se están tomando en cuenta, la siembra del petróleo como producto rentable para la población y sobre todo el desarrollo endógeno de nuestro pueblo.(Orozco, 2006).

Una manera de conocer la Inteligencia Emocional, como factor endógeno que permite el desarrollo de adentro hacia fuera, primero en el individuo y después en la sociedad y posteriormente en la Nación, se evalúa a través de las siguientes capacidades:

Tolerancia a la ambigüedad: Capacidad de navegar por aguas turbulentas e interactuar convenientemente con ambientes impredecibles tanto en lo personal, como en el contexto nacional e internacional.

Compostura: Mantener la calma y el equilibrio en los momentos de más tensión. Desastres naturales, guerras, fluctuaciones en los precios del petróleo, entre otros.

Empatía: Colocarse en el lugar del otro, entender sus motivaciones, ayudarle a desarrollarse, asumir conciencia ecológica, tener responsabilidad social en lo que se hace, tanto desde el punto personal, como de la Nación. No pensar tanto en lo que el País puede hacer por los ciudadanos, sino en lo que los ciudadanos pueden hacer por los otros y su País.

Energía: Reaccionar frente a las adversidades y mantener en alto la motivación, a pesar de los fracasos que se puedan haber experimentado.

Humildad: Manteniendo el sentido de equidad y justicia social, principios que deben ser inculcados como valores, desde el seno familiar y la escuela. También ser capaz de recibir críticas sobre las actuaciones y reconocer los errores propios.

Confianza en si mismo: Reconocer las propias fortalezas dentro del contexto laboral venezolano, explotarlas y ponerlas a producir, ya sea con la formación de cooperativas, procesos de congestión, que permita compartir responsabilidad, toma de decisión, participación y compromiso con el desarrollo de la empresa.

Lo dicho anteriormente, correspondería a la dimensión psicosocial del desarrollo.

El desarrollo es algo enraizado en los valores, en las creencias y en las costumbres de los pueblos, Las circunstancias psicosociales de una nación no deben marginarse en los diseños de los planes de desarrollo ya que éste no sucede en abstracto.

Una sociedad desarrollada, es madura de carácter. Esto es, respeta la soberanía de otros países, no impone sus intereses a otros, no usa medidas de fuerza, ni amenaza contra los recursos naturales de otras naciones y usa métodos pacíficos para la solución de conflictos.

Una sociedad madura se preocupa por los intereses de otros, toma en cuenta el bienestar de los demás, considera las consecuencias sobre otros y sobre nosotros mismos, incluyendo nuestras acciones y falta de ellas.

Una sociedad madura conduce sus actividades de manera ecológica, social y económicamente sostenible. Las actividades de una sociedad madura deben ser conducidas bajo la premisa de nutrir la tierra y la humanidad en un nivel local, regional y global.

Una sociedad madura practica democracia verdadera.

El caso de Venezuela es un buen ejemplo de cómo el crecimiento económico fue sinónimo de “desarrollo” entre 1972 y 1982. Venezuela fue un País con alta tasa de crecimiento económico que no supo aprovechar una circunstancia favorable, pero transitoria: Un aumento súbito y marcado de los precios del petróleo. Teníamos dineros, pero nuestras tendencias importadas de otros países y creencias, seguían siendo subdesarrolladas. (Ej. Indisciplina, desorden, inconstancia, deshonestidad, irresponsabilidad). Como lo resume Peñaloza (1992), en esa época, nuestro comportamiento de ahorro, de inversión, de administración personal y social, de esfuerzo personal se basaba en la creencia: “Dios, el petróleo y el gobierno proveerán, en ese orden” (p.35).

Un plan de desarrollo factible, integral y estable debe crear la sustentación psicosocial necesaria comprendida, aceptada y ejecutada por el colectivo. Esta base no es algo que se pueda imponer, es algo que debe educar y persuadir. El desarrollo es, como lo señala Grodona en Salas (1996) un fenómeno cultural. Hoy el desarrollo endógeno se maneja hasta en los sectores más populares de País.

La palabra endógeno significa “desde dentro”, lo que quiere decir, en conjunción con el vocablo desarrollo, la posibilidad de impulsar económicamente a un País partiendo de las potencialidades propias que éstos posean. (Breuker, 2006). El éxito de este modelo depende de un cambio profundo en el pensamiento del venezolano, el cual posiblemente se verá en plenitud en las próximas generaciones. Los verdaderos cambios ocurren cuando los procesos rebasan a las estructuras establecidas y es necesario crear nuevas estructuras que expresen esos procesos. Cuando el nuevo estado de cosas ofrece más beneficios a toda la población, el cambio es considerado positivo, hasta que ocurre un nuevo cambio que haga obsoleto al anterior.

Esto, solo se puede lograr a través de la educación. La educación tradicional venezolana enseña creencias anti cambios, lo cual se muestra en nuestro lenguaje cotidiano, donde se visualiza el trabajo como una “Maldición, castigo, carga pesada, sacrificio, tortura, esclavitud, entre otros.

Hasta ahora la inteligencia Psicosocial (Endógena) ha sido educada masiva y sistemáticamente en la “Aldea Global”, las nuevas generaciones reciben una herencia cultural poco elaborada, algo caótico, plegada de mitos y prejuicios que se vienen arrastrando a través del tiempo, no tomando en cuenta un verdadero proceso de socialización sistemático, que eduque valores y creencias que nos permita ser mejores padres, hermanos, amigos, pareja y ciudadanos.

Hoy por hoy. Las Conquistas, el Colonialismo y el Imperialismo, según Silíceo, Angulo y Siliceo F (2001) no necesitan valerse de ejércitos y guerras, para eso existen aliados más sutiles e imperceptibles, como son los medios en todas sus modalidades: televisión, prensa, moda, entre otros. Agresión, depresión, consumismo y adicción son las vías de escape más comunes de la espiral de autodestrucción silenciosa y que en forma subliminal son impartidos día a día a través de los medios. Ante esta antropología dominante, se debe desarrollar un nuevo modelo que recupere, para las generaciones futuras, valores absolutos y trascendentes, a través de formas y medios de transmisión (comunicación) que permita encontrar vías de construcción y no de destrucción del género humano.

Ante esa masa amorfa que constituye la cultura de hoy, no se debe, ni se puede transigir en los “qué”, pero, sin duda, el reto está en redefinir los “cómo”, sobre todo aquellos, que habiendo funcionado antes, ahora parecen obsoletos.

¿Qué ha favorecido este contexto social y cultural en el mundo? Sin duda alguna, la globalización que, como indica el escritor mexicano Carlos Fuentes, tiene cosas buenas y malas, de las cuales entre estas ultimas destaca, como la más significativa, haber hecho victima al ser humano de una explosión de información, pero de una implosión de significados”. Se sabe de todo, pero a la vez de nada y, lo más grave, para nada.

Ante una masa de personas enteradas superficialmente de “todo”, con frecuencia se cree que la opinión de la mayoría es titulo de legitimidad para respaldar de cualquier decisión por absurda, irracional e injusta que sea.

Por eso resulta adecuada la definición de democracia que propone Fernando Savater, cuando dice que” es el derecho de defender públicamente todas las opiniones, más por tenerlas a todas igualmente validas”. Las opiniones, dice el filosofo español, valdrán no en función de lo que se dice, sino de acuerdo con su fundamentación racional y los argumentos que la sustenten, cosa que tendría que trabajarse desde dentro, para despertar una masa que se encuentra adormecidas y en una cultura “Light”. Esta cultura “Light”, menciona Enrique Rojas, produce seres desprovistos de “calorías, proteínas y minerales existenciales y vitales” frente a los cuales, las opciones de tomar conciencia de si mismos y construirse un código ético sólido se convierten en retos mayúsculos, a tal grado que resulta más fácil negar o descalificar, antes que aceptar y mucho menos enfrentar.

Conclusiones:

Sí como consecuencia de lo anterior, se concluye que el padecimiento del ser humano y en especial en los países subdesarrollados, sujetos a las grandes potencias y medios poderosos, es la capacidad de no poder “auto dirigirse” consciente y responsablemente competencia fundamental de la Inteligencia Emocional, manifestada en el control de si mismo, de su propio desarrollo y de los impulsos, se infiere entonces, que el desarrollo endógeno, es una dimensión interior, que permite la autodeterminación de los pueblos y como resultado favorece la autoconciencia y autocrítica de los ciudadanos, generando un adecuado modelo de lo que debe ser una democracia participativa “Esta capacidad de autocrítica implica honestidad e integridad, y responde al antiguo mandato del oráculo de Delfos que, como la sentencia socrática, rezaba “Conócete a ti mismo”. La autocrítica supone, además, el conocimiento de nuestra propia fuerza, debilidades, emociones, necesidades, deseo e impulsos”. Silíceo y otros (2001, P. 29).

Referencias Bibliográficas:

Breuker (2006) “Modelo de desarrollo endógeno” Articulo de Opinión, Panorama:25-5-2006.
Goleman (1999) “Inteligencia Emocional” Edit. Vergara.
Ortega (2006)”Un esfuerzo para comprender la pobreza y la desigualdad en Venezuela” debates IESA., Volumen X, Número 4, Octubre-Diciembre 2005.
Romero García (1999) “Crecimiento Psicológico y Motivaciones Sociales”, Ediciones ROGYA.
Ryback (1997) “Trabaje con su Inteligencia Emocional” Círculos de Lectores.
Salas Auvert (1996) “Inteligencia Social” planeta.
Siliceo, A. Casares, A y González M. “Liderazgo. Valores y Cultura Organizacional” McGraw Hill.

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Orozco Castro Estrella R.. (2006, junio 4). Inteligencia emocional y desarrollo endógeno en Venezuela. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/inteligencia-emocional-y-desarrollo-endogeno-en-venezuela/
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