Introducción
En el presente trabajo me interrogo acerca de las características y el grado de integración que se observan en la región centroamericana. Este interrogante surge debido a que estamos acostumbrados a desarrollar la integración en áreas económicamente sólidas, de alto desarrollo económico e industrial, donde los índices de pobreza no son variables de preocupación o donde el interrogante es que hacer con el superávit, como la Unión Europea o el Nafta, sin saber que ocurre con otras áreas, menos desarrolladas pero igualmente importantes.
Para abordar dicha premisa debí restringir las variables de estudio, excluyendo del mismo a Cuba y México (ya que para algunos geógrafos, este último, es considerado parte integrante de Centroamérica; comparto dicho criterio) dado que ambos países provocan una dispersión en los datos y por ende desviación en el estudio; ya sea por el sistema de gobierno (caso cubano) o por el alto grado de relaciones políticas y financieras e intercambios comerciales con Estados Unidos (caso mexicano).
Dado la extensión del trabajo me veo limitada a hacer un marco teórico caracterizando cada bloque económico de la región. Podría haber partido de que muchos conceptos ya son conocidos, pero considero que para un buen entendimiento de este proceso de integración es necesario reconocer la importancia de cada aspecto.
Introduzco en el desarrollo de la investigación el concepto de regionalismo abierto como forma alternativa para interpretar el proceso de integración. Para ello hago un breve recorrido para reconocer lo que ocurre en la práctica de este mecanismo. Asimismo, para una interpretación cabal de los diferentes bloques económicos, primero los definimos en forma teórica y luego los presentamos según su historia, países que lo componen, criterios tomados con relación al arancel externo común, etc.
Una vez reconocidos todos los aspectos teóricos me dedico a la investigación de la realidad de este proceso en el Caribe. Luego presento un breve análisis de las características e importancia que conlleva en el proceso de integración en éste área, el estudio de convergencias y por ende en las controversias en las que se incurren en este proceso.
Apartado I
Regionalismo Abierto
Concepto:
A principios de 1994, la Comisión Económica para América Latina y el caribe (CEPAL), acuñó el concepto de regionalismo abierto para caracterizar una tendencia ya en curso en todo América Latina y el Caribe.
La CEPAL describe éste concepto como un proceso derivado de la creciente interdependencia de los países de la región e impulsado tanto por acuerdos intergubernamentales específicos como por las fuerzas de los mercados.
En esencia, la apertura unilateral obliga a los países a reeducar su estructura productiva en función de las nuevas corrientes comerciales. Esto les permite aprovechar las ventajas estáticas de la reasignación de recursos a usos más eficientes y proporcionar los medios para incrementar la productividad de los factores por el acceso a tecnologías avanzadas e insumos de mejor calidad y de menor costo. La apertura regional ofrece la ventaja de dar acceso preferencial a mercados dinámicos. Las empresas de los países miembros pueden verse beneficiadas por economías de escala y por la adquisición de experiencia en el campo de las exportaciones en condiciones competitivas menos duras de las que podrían haberse dado en ausencia de este fenómeno.
La apertura preferencial puede contribuir a la liberalización unilateral si los aranceles aplicados a terceros países limitan el costo de una posible desviación del comercio. Finalmente, en caso que se produjera una alto proteccionismo en el ámbito internacional, el regionalismo abierto constituye un medio útil de defensa por ofrecer acceso asegurado a otros mercados y por permitir la definición de una posición conjunta en las conversaciones con terceros países, mejorando así, el poder de negociación individual.
Práctica
El objetivo es el perfeccionamiento de un mercado regional integrado y la manutención de una protección moderada con respecto a terceros. Se cuenta con un trato preferencial que se basa en la negociación y adaptación de un arancel externo común (AEC) de moderado nivel de protección. Esto implica la imposición de aranceles bajos con escaso grado de dispersión. En consecuencia, el regionalismo abierto, consistiría en la creación de una unión aduanera que abarcase el mayor número de países de la región; así mismo, podría adoptar la forma de una zona de libre comercio en caso de que los países no lograran ponerse de acuerdo sobre el arancel externo común. En éste caso, las normas de origen adquieren importancia para evitar la triangulación de importaciones desde terceros países, pero éstas no deberían ser muy estrictas para facilitar el aprovechamiento del mercado regional por parte de todos los países miembros de los acuerdos de integración.
Este proceso de integración regional cuenta con instrumentos complementarios que deberían contribuir a reforzar el mecanismo básico del modelo, que se basa en la creación de flujos de comercio e inversión intrarregionales; la liberalización de los servicios, normas comunes sobre salvaguardas, derechos compensatorios y mecanismos de solución de controversias; de acuerdo con las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y la facilitación del intercambio a través de obras de infraestructura y la adopción de normas técnicas comunes. En este ámbito se otorga importancia a la creación de comercio entre los países participantes en acuerdos de integración, y se trata de mitigar al máximo la desviación de importaciones desde terceros países.
Apartado I
Area de Libre Comercio
Los países que forman un área de libre comercio acuerdan la eliminación de todas las tarifas, cuotas, aranceles y otras barreras del comercio entre los países miembros.
Por lo que respecta al comercio con el resto del mundo, cada país miembro es libre de establecer sus propios aranceles o cuotas. Debe señalarse que el libre comercio se limita a aquellos bienes que se producen dentro de los países miembros.
Para el caso de productos no elaborados dentro del grupo de países integrantes, es de esperar que un país no-miembro que deseara, por ejemplo, exportar a los países del área de libre comercio, lo haga dirigiendo sus productos al país miembro con una tarifa externa más baja y desde ése país, canalizarlos al resto.
Unión Aduanera
Los países integrantes de una unión aduanera acuerdan eliminar todas las restricciones al comercio entre sus miembros y, a la vez, establecen una tarifa externa común a las importaciones del resto del mundo. Este hecho implica que los bienes que entran en una unión aduanera se enfrenten a las mismas tarifas, cualquiera sea el país importador. El establecimiento de una tarifa exterior común elimina los problemas derivados de la desviación del comercio hacia el país miembro que posea una tarifa arancelaria más baja.
Mercado Común
Un mercado común puede definirse como una unión aduanera con varios elementos adicionales. Además de eliminar las restricciones al comercio entre los estados miembros y establecer una tarifa externa común, permite el libre movimiento de los factores productivos dentro de una comunidad. Asimismo, facilita que se puedan ofrecer libremente dentro del mercado común servicios financieros o seguros. Un mercado común también requiere que los países miembros adopten políticas comunes en materia cm seguridad social, transporte, agricultura y competencia. Esta estrecha asociación entre los países miembros exige que se establezcan organismos supranacionales. Estos serán las instituciones que supervisarán el funcionamiento de la comunidad y vigilarán que se cumplan las normativas y las regulaciones por parte de todos los estados miembros.
ALADI
Asociación Latinoamericana de Integración, organización supranacional del ámbito sudamericano que tiene como objetivo fomentar el desarrollo económico armonioso y equilibrado de la región, que conduzca al establecimiento de un mercado común. La ALADI se fundó en 1981 en sustitución de la Asociación Latinoamericana de libre comercio ALANC, creada veinte años antes, aunque no había tenido mucho éxito. Con el fin de ayudar a los miembros de menos recursos, la ALADI introdujo un programa de preferencia arancelaria regional (PAR), organizado según el grado de desarrollo económico de cada país, clasificados en más desarrollados, intermedios y menos desarrollados. De esa forma esperaba fomentar la expansión mutua de los mercados y del comercio; y promover la solidaridad y la amistad. Durante los últimos años de la década de 1980, el valor de las exportaciones dentro de la ALADI se sitúa alrededor del 11% de las exportaciones totales de todos los miembros.
El órgano responsable de determinar su política es el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores; éste se reúne de forma irregular, cuando así lo decide el Comité de Representantes. La Conferencia de Evaluación y Convergencia también se reúne por decisión del Comité. Su función es potenciar las negociaciones entre los miembros y evaluar el proceso a seguir. El comité de Representantes, por su parte, es el órgano político permanente de la ALADI y se encarga de asegurar la correcta aplicación de la política y normativas aprobadas. La Secretaría es el órgano técnico responsable de elaborar propuestas, desarrollar labores de investigación y evaluar actividades.
Los once miembros que integran la ALADI están clasificados de la siguiente manera:
Países más desarrollados: Argentina, Brasil y México
Países intermedios: Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela
Países menos desarrollados: Bolivia, Ecuador y Paraguay
Participan también once países observadores: Costa Rica, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Italia, Nicaragua, Panamá Portugal y España.
Una característica especial de la ALADI es que permite establecer vínculos o acuerdos multilaterales con organizaciones de integración y países latinoamericanos no miembros, y con grupos económicos y países subdesarrollados que no pertenezcan a la zona. A pesar de las nuevas políticas destinadas a reforzar la integración, modernizar la producción y armonizar las estrategias macroeconómicas, la ALADI fue objeto de fuertes críticas a principios de los noventa, cuando se realizaron diversos llamamientos que pedían una reestructuración de la asociación. La sede de la ALADI se encuentra en Montevideo, Uruguay.
MCCA
Mercado Común Centroamericano, organización supranacional de ámbito regional creada mediante el Tratado de Managua de 1960 para lograr la integración económica entre Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica; que firmó el tratado en 1962: pretendía el total desarme arancelario entre éstos países e imponer un arancel externo común (AEC) frente a los países no miembros. Tuvo importantes efectos en una primera época, pero la falta de una autoridad supranacional común, las frecuentes guerras y las tensiones económicas que aparecieron a raíz de la crisis de la década de los setenta han dejado sin horizonte de futuro el MCCA.
La mayor parte de los países miembros han vuelto a promocionar políticas proteccionistas. Su sede está en Guatemala.
Apartado II
CARICOM
Comunidad del Caribe, organización establecida para promover la unidad regional y coordinar la política económica y exterior en el Caribe. Fundada en 1973 por el Tratado de Chaguaramas (Venezuela), la CARICOM sustituyó a la Asociación Caribeña de Libre Mercado, que había sido creada en 1965. Los miembros de plenos derechos son: Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago. Las Islas Vírgenes británicas y las Islas Turks y Caicos son miembros asociados. Las Bahamas pertenecen a la comunidad, pero no al Mercado Común creado en su seno, mientras que Anguila, República Dominicana, Haití, Puerto Rico, Surinam, Venezuela, son países observadores. La sede de la CARICOM se encuentra en Georgetown, Guyana.
La Comunidad del Caribe desarrolla tres actividades principales: la cooperación económica a través del Mercado Común del Caribe, la coordinación de la política exterior y la colaboración en áreas tales como agricultura, industria, transporte y telecomunicaciones, salud, enseñanza, ciencia y tecnología, cultura, deporte y administración fiscal. La política queda determinada en las conferencias de los jefes de gobierno, en las que también se organizan las finanzas de la Comunidad.
El Mercado Común del Caribe, organizado por la CARICOM, se ocupa también del comercio, la industria, la planificación económica y los programas de desarrollo para los miembros menos desarrollados. Su cuerpo directivo es el Consejo del Mercado Común. La Secretaría es el principal órgano administrativo, tanto de la comunidad como del Mercado Común. Entre las prioridades existentes se hallan la aplicación de un sistema arancelario unificado y el establecimiento de un acuerdo de liquidación de pagos comerciales que sustituyan al sistema de pagos multilaterales que se hundió en 1983. Objetivos futuros son la creación de una unión monetaria y de un mercado interno único.
Tanto la comunidad del Caribe y el Mercado Común del Caribe han sido el resultado de 15 años de esfuerzos destinados a constituir la integración regional; proceso que se inició en 1958 con la creación de la Federación Británica de las Indias Occidentales la cual tuvo una duración de sólo cuatro años. En diciembre de 1965 se creó la Asociación de Libre Comercio del Caribe (CARIFTA), con la participación de Antigua y Bermuda, Guyana, Trinidad y Tobago; para luego dar lugar a la creación del Mercado Común del Caribe, descripto anteriormente.
Apartado III
Antecedentes
Después de una década en que las economías centroamericanas experimentaron serios problemas de estabilidad económica y política, el éxito de los procesos de paz y la consolidación de la democracia han permitido a todos los países de la región moverse rápidamente en cuanto a la aplicación de una reforma estructural. Si bien es cierto que existen diferencias en cuanto al ritmo de avances y estados del proceso de reforma existe un consenso importante, entre todos los países, acerca de la necesidad de promover un mercado libre de distorsiones que facilite la inserción de la región a la comunidad mundial.
Este proceso llevó a los países a reconsiderar la posibilidad de integrar sus economías. Sin embargo, el propósito de la integración estaba orientado a la explotación de las economías de escala y a un mejor uso de la capacidad instalada; la cual sería facilitada, por medio de negociaciones en grupo acerca de acuerdos de liberalización del comercio y movilidad de capitales.
Renovado interés por la integración regional
Hasta finales de los años ochenta las autoridades económicas y políticas de la región veían el proceso de integración como poco probable, argumentando que a pesar de la proximidad geográfica y la compatibilidad en el tamaño y dotación de recursos, las condiciones relativas a la estabilidad política y económica eran altamente disímiles entre los países del istmo. Sin embargo, las transformaciones políticas y económicas que se gestaron a inicios de los noventa renovaron el interés por crear una zona de libre movilidad de los factores productivos, de capital, de bienes y servicios y de personas en el ámbito centroamericano; lo cual fue además favorecido por la tendencia mundial a la conformación de bloques económicos.
La viabilidad teórica de la integración parecería haber mejorado significativamente gracias a que, de manera independiente, los países de la región, adoptaron una estrategia de desarrollo orientada hacia el mercado externo, a la vez que procedieron con reformas tendientes a mejorar el marco para el diseño y aplicación de políticas económicas. Estas condiciones favorecían la consolidación de la estabilidad interna y creaban condiciones adecuadas para promover procesos de crecimiento económico sostenido.
Se reconocieron los beneficios potenciales de un proceso de integración orientado primero a lo económico, con la liberalización de los flujos de comercio y de capital, que luego pudieran extenderse a un proceso de integración política, con la liberalización de los flujos de población y una eventual unión monetaria. En Guatemala, El Salvador y Honduras el interés por un proceso de ese tipo generó tal entusiasmo que el grupo se autodenominó «El Triángulo del Norte». Se consideraba que esos países tenían condiciones similares en cuanto al ingreso per cápita, dotación de recursos y estabilidad cambiaria. Existía, de hecho, un alto grado de integración entre Guatemala y El Salvador; a su vez, Nicaragua y Costa Rica fueron invitados a participar en los procesos de negociación; pero se consideraba que el retroceso y la fragmentación económica que había experimentado Nicaragua, y el estado de avance y mayor nivel de desarrollo de Costa Rica, hacía la incorporación de los mismos, poco probable.
En consecuencia, se establecieron acuerdos para promover no sólo la liberalización del comercio, sino también, la integración de los mercados financieros y de capitales para la armonización de las regulaciones y procedimientos de operación que los regían. Con el apoyo de los organismos internacionales y la Comunidad Económica Europea se constituyó un «Programa de Apoyo a la Integración y Desarrollo de Centroamérica» (PARDIC), dentro del cual se estudiaron las posibilidades de coordinación de las políticas económicas teniendo como base, la evaluación de las convergencias.
Apartado III
Estado actual de la integración
El proceso de integración y coordinación ha llevado a los países a promover únicamente una unión aduanera con base en un arancel externo común. Para tal fin se estableció un rango que oscila entre un 5 y un 20% sobre las importaciones, en tanto que El Salvador, como única excepción de la región, ha establecido una agenda para su reducción gradual a un rango de entre el 1 y el 5%; lo cual deberá concretarse hacia fines del año 2000.
Se han dado algunos acuerdos entre países, de hecho, y reconociendo el alto grado de integración de sus economías, El Salvador y Guatemala firmaron en 1991 un Tratado de Libre Comercio que estableció una zona de libre comercio entre éstos países. Este tratado fue ampliado a lo que se denomino el «Triángulo del Norte» con la incorporación de Honduras a través de tratado de Nueva Ocotepeque, 1992. El objetivo de largo plazo de éste tratado es el de crear una unión aduanera y buscar la complementariedad en función del desarrollo de las ventajas competitivas entre países.
El deterioro de la economía hondureña de los últimos años ha hecho que algunos aseguren que el Tratado del Triángulo del Norte ha llevado a un desabastecimiento del mercado local de productos agropecuarios y ha inundado el mismo con productos agroindustriales. Aunque Nicaragua no ha estado formalmente incorporada en los tratados, éste país manifiesta interés en participar ampliamente en los mismos, convirtiéndose en un socio de facto en lo que se ha llegado a denominar Centroamérica 4 (CA-4)
Costa Rica ha tenido un comportamiento más inconsistente en cuanto a la integración regional. Esto se explica por el hecho de que durante mucho tiempo, el país mantuvo el liderazgo en cuanto a reforma y desempeño macroeconómico, por lo que solo estuvo dispuesto a la apertura comercial con la región, pero no a ir más allá en cuanto a integración política y monetaria, por lo que el país ha quedado excluído de la mayoría de los acuerdos regionales firmados en la actualidad. De hecho, en lo político los países de la región han constituido el Parlamento Centroamericano, al cual Costa Rica asiste sólo como observador.
Las negociaciones con otros bloques comerciales
Las negociaciones comerciales de la región centroamericana no han procedido de manera ordenada, y se han visto obstaculizadas por diversos factores. El principal tema que refleja la región es la de quedar afuera de los principales bloques comerciales. En particular, la constitución del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) en 1992 creó gran conmoción en la región, por considerar que éste proceso podría dejarlos de lo que hasta ahora ha sido el principal bloque comercial de la mayoría de los países de la región.
Los países han estado buscando la forma directa, o no, para no quedar excluidos del comercio mundial. Para ello, la región inició negociaciones con los principales socios comerciales a partir de 1992, entre ellos, México, Colombia y Venezuela, y ha tratado de llevar a discusión una propuesta de incorporación al NAFTA, ya sea consiguiendo la paridad en el trato que reciben los actuales socios, o promoviendo una mejora en las condiciones de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.
En todas éstas negociaciones, Costa Rica no estuvo dispuesta a esperar al resto de Centroamérica en los procesos de negociación y se adelanto a la firma de México en 1994. En particular, no ha sido sino hasta 1996, que se ha retomado el tema de un Tratado de Libre Comercio entre México y el Triángulo del Norte. La reciente crisis venezolana ha hecho que de facto se abandonen esfuerzos de integración con los países de América del Sur.
Apartado III
El incremento de las transacciones comerciales internas de los agrupamientos económicos de la región entre enero de 1997 y julio de 1998, así como los compromisos intergubernamentales logrados en los mismos esquemas, evidencian el vigor del proceso de integración económica de la región. No existen todavía señales claras de que el agravamiento de la crisis financiera internacional haya incidido sobre ese proceso. Sin embargo no se puede descartar que el ambiente, hasta ahora favorable de la integración, pueda verse afectado por alguna de las repercusiones de la crisis en el comercio internacional tales como la reducción del precio de los productos básicos exportados por los países de la región y la competencia que los productos regionales puedan enfrentar.
Las uniones aduaneras que operan en la región avanzaron en la aplicación de sus respectivos regímenes de libre comercio y aranceles externos comunes. Los gobiernos desplegaron esfuerzos para abordar áreas complementarias o acelerar su puesta en práctica, como el fortalecimiento institucional, la liberalización del sector de servicios y la libre movilidad de las personas y los capitales. En algunos casos se dieron los primeros pasos para el diseño de un mecanismo de solución de controversias.
Ha disminuido en este último tiempo el número de nuevos acuerdos de libre comercio, sea por que los dos países que los impulsan con mayor frecuencia (Chile y México) completaron los acuerdos que pretendían, o por que aumentó el interés por buscar áreas de convergencias entre esquemas subregionales y por otra parte en la firma de acuerdos entre esquemas subregionales y países no miembros, como es el caso, del Mercado Común Centroamericano (MCCA) y la República Dominicana. Estos acercamientos obedecieron a los desafíos que ha planteado el lanzamiento del proceso de negociación hemisférica y a la aspiración de los países del Caribe de ampliar los espacios económicos que son aún demasiado limitados para poder enfrentar con éxito la competencia internacional.
Apartado IV
El concepto de convergencia y sus modalidades
En la literatura sobre integración económica se emplea la noción de convergencia, aunque el concepto es impreciso. En el contexto de la globalización se trata de un proceso con vistas a reducir las diferencias o asimetrías originalmente existentes entre las partes independientes del conjunto, proceso que puede ser espontáneo o negociado entre los gobiernos y con algún grado de institucionalizada.
En el ámbito de la integración regional deben distinguirse dos modalidades de convergencia:
La convergencia dentro de los esquemas de integración.
La convergencia entre los esquemas de integración.
Las sucesivas fases de la construcción de un mercado ampliado, que suelen definirse como zona de libre comercio, unión aduanera, mercado común, unión económica y unión económica, política y monetaria, implican grados crecientes de armonización de políticas, por ende, de convergencia. Las áreas de libre comercio se destacan por ser el esquema de integración menos exigente entre las políticas económicas, mientras que en el otro extremo, la unión económica, política y monetaria representa la eliminación casi total del ejercicio de las políticas nacionales por parte de los países miembros.
Las distintas modalidades de convergencia pertinentes para los proyectos de integración regional en el caribe:
La convergencia entre y dentro de los esquemas de integración
Grado y complejidad de la convergencia en políticas que deben ser armonizadas (normativa comercial, aranceles a terceros, políticas comerciales, fiscales, sociales y macroeconómicas)
La convergencia entre acuerdos constituye una etapa y relativamente laxa y pertinente para la fase de integración en que actualmente se encuentran las subregiones del Caribe. A éste área corresponden fases de negociaciones enfocadas en instrumentos de facilitación del comercio y de la política comercial que inciden en el acceso al mercado ampliado, como los aranceles, las normas de origen, las salvaguardas, la valoración aduanera y las normas técnicas.
Una vez que se ajusten los regímenes acordados y a medida que se intensifiquen los vínculos comerciales entre los socios es de prever que se eleve la demanda de coordinar las demás políticas que inciden en el intercambio mutuo y en la capacidad de atraer inversiones.
Dentro de los esquemas existentes la convergencia de políticas que vayan más allá de los aspectos comerciales corresponde a una fase avanzada que aquella a la que recién se están asomando los acuerdos subregionales de integración. Como los esfuerzos de la CARICOM y el MCCA por complementar sus uniones aduaneras aún imperfectas, mediante la coordinación y armonización de las políticas que incluyen la dinámica y funcionamiento de los mercados ampliados y en la competencia en el interior de estos. Figuran entre tales políticas la cambiarias, ciertos segmentos de la política monetaria y fiscales, las políticas de competencia y de atracción de inversión extranjera, la unificación de la legislación económica y las regulaciones administrativas pertinentes.
Apartado IV
La convergencia representa un desafío que se ha ganado en consistencia y a medida que los esquemas subregionales de integración tienden a incursionar en fases más avanzadas de integración o aplicación. Además, la proliferación de acuerdos bilaterales ha otorgado un dinamismo al cuadro de la integración regional, pero ha dado lugar a la vez a un desarrollo poco orgánico de las condiciones de competencia dentro de la región. Sin embargo, lo que impone las mayores exigencias al objetivo de lograr un mercado regional plenamente integrado es el creciente lanzamiento del proceso de negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ya que los compromisos a que se puede llegar en este caso pueden socavar la razón de ser del proyecto de integración regional, si éste no supera su actual estado de desarrollo. Por otra parte, también se ha argumentado que las condiciones actuales son propicias para emprender la tarea de convergencia, dada la orientación común de las políticas económicas.
Ante esta disyuntiva se puede plantear líneas de acción. Una opción es, la que propone la Secretaría General de la ALADI, y que supone completar y modernizar normativas de la Asociación como, perfeccionar la Norma de Origen Regional y el Régimen de Salvaguardia, basándose en las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en las necesidades del comercio intrarregional. Aunque, los países miembros handemos6trado escaso interés en esta propuesta, prefiriendo la reglamentación en el ámbito de acuerdos subregionales y bilaterales. Esta falta de disposición de los países se funda en el hecho que las normas hayan sido negociadas «a la medida» de cada acuerdo y puede sentirse inhibida para ampliar las concesiones anteriormente negociadas y hacerlas extensivas a terceros países.
Otra opción puede consistir en que hacia el año 2005 los países decidan unificar las distintas normativas en el contexto de la ALADI o del Area de Libre Comercio de Sudamérica (ALCSA), en él supuesto que no prosperen las negociaciones del ALCA. Esta tarea se vería facilitada por la experiencia acumulada en el proceso de negociación del ALCA, por el hecho que en ese momento los acuerdos de complementación económica (ACE) se encontrarían en pleno funcionamiento, y por las asimetrías relativamente menores existentes entre los países de la región
Conclusión
Como se desprende de la descripción detallada hasta éste punto, ha surgido en la región, una compleja constelación de acuerdos plurilaterales y bilaterales que se complementan, superponen y en algunos casos se entrecruzan. Esta nueva situación se compara favorablemente con la imperante en las décadas anteriores, dados su gran dinamismo y la clara disposición que demuestran los países a abrir sus mercados en el proceso de integración y al comercio internacional en general. Entre sus aspectos menos favorables habría que señalar su falta de sistematización, y su aparente contradicción, como el caso en el que se vulnera el AEC de los distintos esquemas regionales.
Llevar adelante el proceso de convergencia de los diferentes acuerdos ha resultado ser una tarea más compleja de lo esperado. Los intentos de ampliar los esquemas de integración mediante la incorporación de nuevos miembros tienden a volverse más intrincados y difíciles de llegar a buen término, en la medida en que aumenta el número de países participantes. Se podría pensar que los intereses en conflicto opacan los beneficios potenciales. Persiste, además, la disyuntiva no resuelta, entre ampliar los acuerdos mediante la integración de nuevos miembros, o profundizarlos por la vía de incrementar la liberalización e incorporar nuevas disciplinas (derechos de propiedad intelectual, servicios, medio ambiente, aspectos sociales y laborales, etc.)
Por lo pronto, es posible vislumbrar dos grandes vertientes en el movimiento de integracion: la que se centraría entre los países de la región, y la que se debería negociar en el ámbito hemisférico. Estas opciones no tienen por que ser excluyentes, ya que ambos procesos pueden avanzar simultáneamente y converger en forma gradual.
A pesar de la aparente coincidencia entre los lineamientos principales de los distintos acuerdos, persisten aún diferencias significativas en cuanto a sus contenidos específicos, que hacen difícil conjugarlos mediante la simple aplicación de los compromisos existentes.
Centroamérica ha seguido, con grandes esfuerzos, un modelo de integración en donde se reconocía la consistencia de la estrategia regional; que era un mercado donde no existan las distorsiones, para así lograr la inserción en la economía mundial, aprovechando las economías de escala y profundizando las negociaciones con otros bloques comerciales. Posee planes ambiciosos, difíciles pero posibles para la concertación, como una zona de libre comercio con amplia libre movilidad de capital y coordinación de políticas macroeconómicas o la eventual integración política con libre movilidad de personas y unión aduanera.
Estos horizontes pueden ser viables si se concentra en lograr un ingreso per cápita similar entre los países miembros, poseer un tipo de cambio fijo, reducir la inflación y las tasa de interés, y por otra parte los profundos problemas sociales de empleo y educación. Para lograrlo sería necesario la constitución de órganos supranacionales que controlen y apoyen el programa de integración y desarrollo centroamericano.
En todo proceso de integración es evidente encontrarnos con obstáculos que impidan concretarlo, éstas asimetrías, como el grado de interés a la integración, los diferentes avances en el proceso de reformas, grados de riesgo país de cada país miembro, endeudamiento, son graves problemas a resolver, que se concretan sólo cuando existe por parte de cada país miembro un profundo sentido de sinceramiento para evitar que la brecha de asimetrías se amplíe, y se vuelvan más difíciles las negociaciones.