El 30 de enero pasado se cumplieron sesenta años del asesinato de Mohandas Karamchand Gandhi, el gran hombre de paz que en 1947 cuando su patria logró la independencia manifestó: “Que la nueva India aprenda lo mejor de todo lo que Occidente pueda ofrecerle, que sea la esperanza no solamente en Asia y África, sino en toda la humanidad que sufre”. Su profecía se está cumpliendo.
Breves antecedentes
India –país continuamente invadido en su milenaria historia- supo asimilar tradiciones muy diversas que le permitieron formalizar una riquísima cultura, caracterizada por el sincretismo y la tolerancia. Sus orígenes, que se remontan al 3000 a.C. se desarrolló en torno al río Indo, ( civilización de Harappa) una cultura neolítica muy similar a la de la Mesopotamia, caracterizándose por sus perfiles agrarios y matriarcal, entremezclada con la explotación ganadera y masculina que le aportaron las invasiones arias (indo-europeas) acaecidas entre el 1500 y 1200 a.C. Es en estos tiempos que comenzaron a desarrollarse dos grandes religiones: el jainismo y el budismo , que fue la religión dominante hasta el siglo V d.C.
Es en este largo período que India comienza a entrar en contacto con los persas y con los griegos de Alejandro Magno, fundando una importante cadena de ciudades, que conformaron lo que se ha conocido como la “época clásica”, donde las ciencias alcanzaron una gran desarrollo: astronomía, medicina, literatura y, lo más destacado el aporte de Aryabhata creando el número cero, el sistema decimal y ajustando el valor del Número Pi.
A partir del siglo V d-C. (Período hindú) tuvo lugar el renacimiento de la religión brahmánica y los cultos populares, que en su conjunto recibieron el hombre de “hinduismo”, que provocó la fragmentación en varios reinos independientes gobernados por dinastías de distinto origen. La primera invasión islámica en India (711 d.C.) dio lugar al máximo apogeo del período indo musulmán con la presencia por 340 años de la dinastía de los grandes mongoles, quienes dejaron como herencia monumentales construcciones como el caso del Taj Mahal.
Esta importante y destacada evolución cultural y económica no podía dejar de ser ignorada -y codiciada- por los europeos, quienes luego de la llegada a la India de Vasco de Gama en 1498, comenzaron a establecer en esa península (desprendida del Godwana) emporios comerciales competitivos entre Portugal e Inglaterra.
El declinar portugués coincidió con la llegada de otros europeos: ingleses en el 1600, holandeses dos años después y franceses en 1611. Las tensiones entre los “competidores” llevó finalmente a un acuerdo: Holanda se reservaron Indonesia como centro de influencia, dejando total libertad a Inglaterra en la península indostánica, quien luego de varios enfrentamientos con Francia, en 1858 Londres la convirtió en virreinato. A partir de la Primera Guerra Mundial, dos partidos indos se radicalizaron procurando la independencia: el Partido del Congreso que presidiera Gandhi y la Liga Musulmana.
Tras el paréntesis de la segunda Guerra Mundial, se reemprendió el proceso de independencia por el primer gobierno indio que encabezó Nehru, quien fue el primero que se alejó de la tradición y elaboró planes quinquenales para reformar el campo e industrializar el país, producir alimentos y crear centrales eléctricas. Su lema fue: “anticolonialismo y pacifismo”. En 1945, la victoria de los laboristas en Inglaterra propició la independencia de India (1947) y, a la vez, la partición territorial del vasto territorio, creando el estado de Pakistán propiciado por la Liga Musulmana.
Marco humano y económico
La India ocupa el segundo lugar del mundo en número de habitantes, tras China continental. El problema demográfico es uno de los más apremiantes que debe enfrentar el Estado, agravado el mismo por la desequilibrada distribución de la población, concentrada su mayoría en las áreas arroceras muy bien abastecidas por el recurso hídrico.
Las grandes obras de regadío que antes de 1947 sólo utilizaban como fuente los ríos Indo y Ganges, se han ido extendiendo a través de planes quinquenales y la moderna construcción de importantes embalses. Tanto lo concerniente al regadío como a la electrificación del campo han sido factores que han permitido la modernización agrícola que hoy se destaca en India.
Esta importante evolución se ve fortalecida por la política aplicada a solucionar los problemas que plantean un Estado que -como India- demuestra su vocación de “Estado industrial moderno”.
En todo este importante avance civilizatorio, (1947-2008) la obra cultural de Gandhi se destaca por el arraigo que ha logrado sostener a su pueblo. “Sufriría todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto, e incluso la muerte, para impedir que nuestro movimiento se volviese violento o fuese precursor de violencia”; diciéndole a Occidente en 1938: “Europa ha vendido su alma a cambio de prolongar su vida ocho días más. Pero vivir entre la violencia y la guerra, no es vivir”; reiterándole: “La única lección que las naciones occidentales han enseñado al mundo con letras de fuego, es que la violencia no conduce ni a la paz, ni a la felicidad y que el culto a la violencia no hará ni más felices ni mejores a los pueblos que lo practican, ni a aquéllos con los que se relacionan”.
India, Brasil, Sudáfrica
El sociólogo argentino Juan Tokatlian, ha compilado en el libro “India, Brasil y Sudáfrica” ocho ensayos, cuyos autores analizan el “impacto de las nuevas potencias regionales”. En el ensayo, los analistas destacan como un hecho muy importante en el escenario de la política internacional, la “Declaración de Brasilia” (IBSA) (junio,2003) por la cual se configuró un nuevo tipo de asociación entre naciones del Sur: India, Brasil y Sudáfrica, tres potencias intermedias que procuran reforzar sus lazos mutuos, incrementar sus vínculos comerciales, proyectarse diplomáticamente en foros multilaterales, promover esquemas de cooperación para el desarrollo hacia países menores y en convertirse geopolíticamente en poderes influyentes más allá de sus áreas regionales.
Se trata de un esquema geopolítico y neoeconómico que lo pueden conformar países como los citados, que si bien no alcanzan aun el nivel del de los “desarrollados”, se han ido distanciando de los que aun conforman el denominado “tercer mundo”, países subdesarrollados o fracasados. Y para el ejemplo Iberoamérica -no solo África- puede presentar algunos.
El futuro -no muy distante de la India- es algo que debe ser considerado, tomando en cuenta los factores más destacados como su crecimiento demográfico con un porcentaje de población por debajo de los 25 años, a lo que debe sumarse la oportunidad que la globalización ofrece a empleos de nivel medio, acompañado con la expansión del trabajo en áreas distantes.
Estados Unidos está viviendo una real preocupación en las áreas de la cibernética y de la información , por cuanto estos emprendimientos está siendo pasado para la India – lo que se denomina “outsourcing”- con un salario dos tercios más bajos que lo que se paga en aquél país. Debe sumarse a ello la ambición de India en desarrollar su adelantada industria farmaceútica, con su centro en Bangalore, actualmente con 898 patentes registradas.
Este esquema (IBSA) se presenta como un foro de diálogo cuya peculiaridad es que está compuesta por países estructuralmente semejantes, situados en regiones geográficas y en torno de objetivos cooperativos comunes, en particular en el ámbito de la seguridad colectiva; inclusión social y reducción de la pobreza; a lo que debe sumarse cooperación económica y tecnológica.
La novedad de esta iniciativa con participación sudamericana exclusivamente de Brasil, es que si bien se da entre tres países del Sur, sin descartar las asimetrías que existen, ha dado resultado favorable en la conformación del G-20 para defensa de los intereses agrícolas del Sur en la ronda Doha , dado la aproximación geopolítica de Brasil e India; que además procuran la reforma del Sistema de Naciones Unidas, en especial del Consejo de Seguridad con la perspectiva de ampliación del número de Miembros permanentes.