- Distancia: cualquiera que sea la circunstancia dar un paso atrás y observar todo el conjunto.
- Coherencia: no confundir velocidad con precipitación.
- Relevancia: distinguir lo importante, lo prioritario y lo urgente.
Lejos de los recursos naturales y del avance tecnológico que ya alcanza nuestra sociedad, existen dos recursos curiosos y de alguna manera esquivos que influyen determinantemente en el progreso de nuestras carreras y, consecuentemente, en nuestra vida cotidiana y en las organizaciones a las que pertenecemos. Además… raramente estamos conscientes de ello.
Esos recursos son complementarios, pero tienen formatos opuestos:
Uno de ellos es abundante, renovable, ilimitado. Muy probablemente vamos a terminar nuestras vidas sin poder usar siquiera la mitad de su potencial, aunque estemos utilizándolo sin descanso.
El otro recurso que poseemos, por el contrario, es limitado, escaso, no renovable, por lo tanto necesita ser administrado de una manera sumamente profesional, ser dado en cuentagotas, para que no haya ningún desperdicio.
El recurso abundante son las NEURONAS (especialmente en el hemisferio derecho), la capacidad de crear, de hallar soluciones innovadoras, de idear, fantasear, soñar, imaginar, en una palabra la CREATIVIDAD. El otro recurso tan precioso y especial es el TIEMPO. Esos dos recursos son la base y la medida de nuestro potencial. La buena administración de esos recursos hace que seamos eficaces, eficientes, efectivos, en una palabra…”productivos”, y lo que yo llamo PPV, i.e. “Productividad para la vida”. Con ello potenciamos nuestro talento, asertividad, creatividad, astucia, recursividad, intuición. La aplicación constante de estas “virtudes”, más la ya tradicional inteligencia (en cualquiera de sus acepciones “modernas”) obviamente nos coloca en el umbral del éxito.
Siendo así, la administración del tiempo y de las neuronas es la razón directa y la medida justa de nuestra felicidad. Nos cabe por lo tanto ser especialistas en la gestión de estos recursos. Aquí comienza nuestro calvario por el desafío del cambio.
Considerando que el TIEMPO es un bien de características tan fugaces, sería lógico pensar que el uso económico y adecuado de ello es una práctica frecuente, sin embargo… no es así. El primer error que se comete es no percibirlo como un recurso escaso. Creemos que siempre tendremos tiempo suficiente para realizar todo lo que deseamos. Desperdiciamos nuestro precioso tiempo, como si fuese ilimitado. Perdemos tiempo, un pecado… Hay días (y como estamos inconscientes!) que deseamos que el tiempo pase más rápido. Rezamos para que la semana acabe. Siendo un bien tan perecible, no deberíamos nunca perder ni siquiera un minuto, pero tiramos por la ventana de nuestros días el valioso TIEMPO que puede llevarnos a alcanzar todo el éxito que anhelamos. Su administración es un reto, aunque mejor está decir “administrarnos nosotros mismos” en el tiempo que disponemos, pues este es el único recurso que todos tenemos por igual. Además, como suelo señalar en los seminarios que dicto sobre el particular: existe un “tiempo vertical” constituido por las contadas 24 horas de cada día, y un “tiempo horizontal” que dura lo que dure nuestra existencia. Es decir, “lo que no pudiste hacer hoy,…pues mañana tienes otro chance, de exactamente la misma duración, esto es 24 horas”, y así sucesivamente!!! .
Lo paradójico es saber que con las NEURONAS, un recurso tan abundante, ocurre justamente lo contrario. Ahorramos ideas, mantenemos durante años las mismas rutinas, tenemos dificultad de alterar métodos, nos quedamos atados a antiguos hábitos (decía Einstein: «…no es difícil incorporar nuevas ideas, lo verdaderamente difícil es desechar las viejas ideas»).
Nuestra capacidad de tener ideas y de desarrollar soluciones está limitada por nuestras estructuras actuales. Sin embargo, podemos desperdiciar ideas tranquilamente, tener ideas inútiles, deshacernos de las ideas sin miedo, porque siempre hay posibilidades de tener más y más. Y otra cosa, lo que más impresiona en ese recurso es que cuanto más activamos nuestras Neuronas -a través del aprendizaje, de la sintonía con el mundo que nos rodea, con reflexiones sobre causa y consecuencia- más ideas tenemos y mayor es nuestra capacidad de tener ideas (decía Linus Pauling: para tener una buena idea, hay que comenzar por tener muchas ideas. Y dicho de otra manera: lo más peligroso de una idea, es que sea la única). Las Neuronas son un recurso fabuloso. Pueden, incluso, maximizar el uso del recurso TIEMPO. Pueden transformar todos nuestros resultados, crear oportunidades, apuntar caminos, hallar soluciones inusitadas. La mayoría de las veces, ni siquiera utilizamos ese vasto recurso. Esperamos que el tiempo (escaso) resuelva todos los problemas, y dejamos a las neuronas (abundantes) fuera de acción.
Un reflejo de ello es la forma en que el mercado comercializa esos recursos. Las organizaciones nos contratan a causa de nuestro recurso NEURONAS, sin embargo administran nuestro recurso TIEMPO. Quieren saber a qué hora llegamos, verifican a qué hora salimos, están focalizadas en la cantidad de horas que les vendemos por semana. Llegan a pagar por horas extras que podamos ofrecerles, pero muy difícilmente, recompensan nuestras ideas, casi nunca miden nuestro uso de neuronas, jamás remuneran por ideas extras.
En esa práctica -de cabeza para abajo- del mercado, vendemos nuestra escasez, el TIEMPO y ahorramos nuestra abundancia, las NEURONAS. Asumimos con las organizaciones un compromiso dictado por el reloj, no por el proyecto. Trabajamos por el número de horas, no por la tarea. Tenemos fechas, horarios y plazos en nuestro compromiso de trabajo, pero si no tenemos ideas originales, no inventamos ningún método extraordinario ni encontramos soluciones nunca antes pensadas, no hay ningún problema. La mayoría de las veces nadie espera que usted entregue en neuronas el valor que recibe como remuneración. Pero todo el mundo va a quedarse preocupado si usted llega una hora más tarde, o si no vuelve del almuerzo un martes lluvioso. Van a descontarle del salario el tiempo que usted no entregó a la empresa, pero no pasa por la cabeza de nadie no pagarle su salario, si durante el mes usted no tuvo ninguna idea nueva.
Lo peor de todo es percibir cuánto estamos sumergidos en ese modelo. Inconscientes del valor de los recursos que poseemos. No deberíamos jamás vender nuestro tiempo, siendo él un recurso tan especial. Deberíamos estar preservando nuestro tiempo de manera inteligente, administrando cada momento, decidiendo lo que tiene valor, lo que es más importante, lo que debe ser realizado aquí y ahora; eligiendo cómo vivir cada minuto, haciendo lo correcto de acuerdo con nuestros propósitos de vida. Deberíamos, sí, vender nuestras neuronas, ofrecerle al mercado ideas creativas. Producir soluciones a medida, con patrones globales de calidad, en un sistema just in time. ¿Para qué debemos entregar un mes entero de nuestro tiempo, para dar a luz una única idea válida, producida en apenas media hora? El foco está en el lugar equivocado.
No tenemos tanto tiempo para venderle al mercado. Hay siempre un sin número de cosas que queremos realizar, aprender, desarrollar, disfrutar, pero nunca hay tiempo suficiente, ni siquiera para la familia, que debería ser lo primero e inaplazable. Lo que es contradictorio, pues es un hecho por todos conocido, que no utilizamos 100% de nuestro tiempo en las organizaciones de forma productiva. Y es claro también, que a las organizaciones les interesa mucho más las NEURONAS que el TIEMPO de sus colaboradores. Minztberg dice que «Quizás el recurso más importante que el directivo asigna es… su propio tiempo». Además hoy en día el concepto y práctica del TELETRABAJO toma fuerza.
Síntesis a manera de conclusión:
Son las neuronas las que pueden obtener resultados, alcanzar metas, producir con calidad, generar ganancias.
Es la suma de las neuronas actuantes de una organización la que le da valor a la marca y crea las posibilidades futuras.
No importa cuánto tiempo las personas entregan a una empresa, sino la utilización eficaz de las neuronas durante ese tiempo, es decir la CREATIVIDAD en su máxima expresión como vía hacia el éxito y felicidad en nuestros proyectos.