Fenómenos mediáticos y procesos cognoscitivos

A principios de la década de los 70 se publicó un libro que causó admiración e indignación social, porque en él se nos advertía que estábamos dejando entrar a nuestros hogares, al “lobo disfrazado de cordero”. Se trata del libro “Cómo leer al pato Donald”, en el que Ariel Dorfman y Armand Matelart, develaban mediante el “Análisis del Discurso”, cómo se transmitía la ideología del imperialismo, vestida con el trajecito casual y ligero del estilo de vida norteamericano (american way of life), a través de las divertidas e inocentes caricaturas de patitos, perritos y ratoncitos, producidos por la industria Disney.

En el análisis del discurso que transmiten estas caricaturas, Dorfman y Matelart van desenmascarando paso a paso, el discurso oculto que induce no nada más a los niños de Estados Unidos, sino también de Latinoamérica y varios países de Europa, a aceptar como normal e inevitable, el desarrollo de la sociedad en base a clases sociales, donde los ricos tienen todo el derecho de explotar a los pobres, donde la movilidad social se da en base a una especie de fortuna individual (sólo el que tiene buena suerte puede progresar), donde sólo el que acumula grandes cantidades de dinero puede vivir con confort, displicencia y lujo, con lo que prácticamente estaban induciendo a la niñez a amar el dinero por encima de todo lo demás, es decir, estaban reforzando en los que entonces éramos niños, valores egocéntricos basados en la ambición y el poder, en la obtención de riqueza sin esfuerzo, a eludir el trabajo y el ahorro mesurado.

Estos señalamientos pronto fueron retomados por otros teóricos de la comunicación, que volcaron sus estudios sobre el contenido oculto de los mensajes transmitidos por la televisión, de tal forma que poco a poco se fue llegando a la conclusión de que la inmensa mayoría de los programas televisivos, formaban parte de un muy bien estructurado sistema de reproducción de la ideología dominante: las caricaturas, las telenovelas, la mayoría de las películas, los noticieros, los concursos, etc., de una u otra forma, reproducen y refuerzan los valores los valores del imperialismo, que además aparecen orgánicamente ligados al machismo patriarcal.

De estos estudios se empezó a derivar una actitud pesimista respecto a los medios: “la televisión es una influencia negativa en la formación de los niños”, “las historietas deforman la mente de los niños”, “los videojuegos inducen a la violencia”, en fin, lo cierto es que se perdió el enfoque respecto al problema real: lo que ideologiza es el contenido de los mensajes que se transmiten por los medios, no los medios en sí mismos. De cualquier forma, ante esta alarma moral de la sociedad, se activaron ciertos mecanismos de defensa que derivaron en una Teoría de la Audiencia Crítica, que permitió producir cursos, talleres, materiales impresos y audiovisuales, e incluso, un nuevo modelo de análisis del proceso comunicativo: “La Comunicación como un Proceso en Totalidad”, producido por Daniel Prieto Castillo, con el que aparte de transformar la concepción ontológica del sujeto, aporta herramientas para realizar un análisis metódico y holístico de los mensajes, en sus tres momentos de circulación social: Producción, Distribución y Consumo.

La concepción ontológica de este nuevo enfoque, es muy importante para comprender la relación que existe entre los fenómenos mediáticos y los procesos cognitivos. Daniel Prieto se preguntó por qué si él y otros teóricos de la comunicación, habían crecido consumiendo esos mensajes imperialistas y patriarcales, sin una actitud de audiencia crítica, no eran fieles seguidores del capitalismo y del machismo, sino por el contrario, eran sus fieles detractores (??????). La respuesta era aparentemente muy simple: el modelo Funcionalista de la comunicación nos dice que en un proceso comunicativo existe un emisor y un receptor, Prieto sabía que los teóricos de la mercadotecnia y la publicidad, hacían constantemente estudios del impacto que causaban los mensajes publicitarios en su audiencia, y por los resultados de esos estudios, sabía que la respuesta a un mensaje, por más simple y directo que sea, provoca respuestas muy diversas, lo que confirma la idea de que el mentado receptor no existe, lo que realmente existe es el sujeto que interpreta inmediata e inevitablemente lo que percibe, y lo interpreta con toda su cultura: con sus conocimientos, con sus creencias, con sus prejuicios, con sus valores, por lo que no es un simple receptor (recipiente), sino un perceptor (intérprete activo) que no reacciona mecánica o instintivamente ante los mensajes.

Cuando una persona ve la televisión y un anuncio comercial le ordena que ¡compre tal producto!, la persona no sale como autómata corriendo de su casa para comprarlo, porque por una parte sabe que ese tipo de mensajes, exageran sobre las virtudes del producto, o bien, que dicen mentiras, y por lo tanto, antes de comprarlo va a preguntar sobre sus cualidades a personas de su confianza, a las que sí les pueda creer. En el caso de un niño que se sienta frente a una máquina a jugar un videojuego, también es cierto que cuando termina de jugarlo, no sale corriendo a buscar un arma para matar al primero que se le atraviesa en el camino, o a tomar un automóvil para conducirlo a toda velocidad, derribando postes, árboles e impactándose contra otros vehículos para llegar a determinada meta, simplemente porque la cultura que posee le permite interpretar correctamente entre la ficción y la realidad, sabe perfectamente bien que el juego no es la realidad. Otro claro ejemplo de la multiplicidad semiótica de los mensajes masivos, lo constituyen los procesos electorales, en los que después de un bombardeo intenso en forma auditiva, visual y audiovisual, una buena parte del electorado, no acude a las urnas, por el simple hecho que no cree en lo que le dicen ni los candidatos ni los partidos políticos.

Ahora bien, el hecho de que las personas no reaccionen como máquinas preprogramadas o como animales de laboratorio ante un mensaje masivo, no significa, que esa capacidad inherente al sujeto, de interpretar instantáneamente los mensajes, lo convierta automáticamente en audiencia crítica, ya que se trata de dos niveles de interpretación muy distintos, mientras que el primero no requiere ni siquiera de una argumentación libre, el segundo exige de un entrenamiento para ejercitar las habilidades mentales de análisis y síntesis, es decir, mientras que la primera se da a nivel de la emotividad (creer o no creer sin necesidad de razonar el asunto), la segunda sí implica un razonamiento lógico.

Los defensores de los medios, por su parte, argumentan que los medios pueden constituir un valioso recurso educativo, ya que pueden mostrar con mucha claridad el desarrollo de procesos instrumentales y abstractos, mejor que un maestro frente a su grupo, por ejemplo, el procedimiento de disección de un animal en la clase de biología, es algo que hay que ver, y si el grupo es de 40 alumnos o más, es muy difícil que los 40 jóvenes se acomoden de tal manera que todos puedan ver con claridad, en cambio la televisión, el cine o las diapositivas, pueden mostrar ese procedimiento instrumental, con acercamientos, amplificando los detalles que se quieran enfatizar, y se pueden poner tantos monitores como sea necesario para que todos vean cómodamente y con precisión lo que se quiere mostrar, o bien, en una clase de historia, la combinación de imágenes y sonido nos pueden mostrar el ambiente cultural que prevalecía en la época: las formas de vestir, de hablar, de relacionarse, la organización para el trabajo, lo que producían, las formas de intercambio comercial, la tecnología de la época, los rituales sociales y religiosos, las creencias, los valores morales, etcétera, o en una clase de matemáticas, se pueden mostrar los procesos de reversibilidad en las ecuaciones, de una manera gráfica y casi mágica, con el auxilio de las disolvencias de imagen que nos permite la televisión, y por supuesto que eso aclara visualmente, una representación simbólica de la realidad que es esencialmente abstracta.

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Muchas personas afirman que sus hijos aprendieron a contar o a distinguir los colores, o incluso a leer, viendo el programa de Plaza Sésamo. La propia Secretaría de Educación Pública auspicia una modalidad educativa en Secundaria (Telescundaria), estructurada en torno a esta idea de que los medios educan, y para no ir más lejos, actualmente el gobierno de Fox está invirtiendo una importante cantidad de recursos económicos, en equipar a las escuelas primarias con equipos computarizados que permiten mostrar la información de enciclopedias electrónicas, en una pantalla de computadora del tamaño de un pizarrón, que le permite al maestro, mostrar la información del tema de una manera clara y amena. A este programa le ha llamado Enciclomedia (enciclopedia mediática), y tanto por la cantidad de dinero que le ha invertido, como por la cantidad de promoción que le ha hecho en prensa, radio y televisión, se entiende que para el gobierno, los medios constituyen un valiosísimo recurso educativo.

Entonces, entre la satanización de los medios promovida por los teóricos de la comunicación y la divinización de los mismos, promovida por los tecnócratas de la educación, ¿hacia dónde debemos inclinarnos?, o bien, ¿hasta qué punto los medios son responsables de enajenar la mente de sus perceptores, o de promover y consolidar la construcción de conocimientos?

Bueno, debemos iniciar por reconocer que los medios son una herramienta para transmitir mensajes. Los mensajes son los que tienen cierta intencionalidad, no los medios, pero los medios están en manos de ciertas personas, y esas personas los usan para lograr sus propósitos, personales y/o de grupo, que generalmente están asociados con la producción de capital, porque ciertamente poseer un medio masivo de información, prensa, radio, televisión, cine, Internet, tiene un costo, tanto de instalación o adquisición, como de operación o mantenimiento, y obviamente, ese costo se tiene que recuperar, haciendo que el medio produzca, es decir, un medio masivo de información es también al mismo tiempo un medio de producción, pero es un medio concesionado por el Estado, lo que significa que está bajo la supervisión continua de éste, por lo que los mensajes que transmiten, tienen que contar con su aprobación. Entonces, si tenemos que una persona o un grupo de personas cuentan con el capital suficiente para crear o adquirir un medio masivo de información, por ese simple hecho, ya lo(s) podemos ubicar en un sector muy privilegiado de la estructura social, entonces tenemos que se trata de personas que se ubican en la cúpula económica de la estructura social, y por lo tanto, actúan en defensa de sus intereses de clase, por lo que los mensajes que transmiten, generalmente contienen en forma implícita, su ideología.

Por otra parte, tenemos que el Estado también actúa como dueño de algunos medios masivos de información para poder cumplir con su función de promoción de la cultura, y a través de ellos, emite mensajes de intencionalidad educativa: documentales, películas, obras de teatro, danza (en todas sus modalidades), programas de debate, entrevistas a personajes destacados de la ciencia, el arte, la política, reportajes, etc., y es a través de este tipo de mensajes donde podemos analizar hasta que punto, los medios educan, si el conocimiento se puede transmitir o necesariamente se tiene que construir.

Si nos dejáramos guiar por el sentido común, podríamos afirmar que los medios sí educan, porque hemos sido testigos y a lo mejor en algunas ocasiones, beneficiarios de determinados procesos instruccionales, por ejemplo, pudimos haber visto cómo se preparan determinados alimentos, más tarde lo repetimos y si queda de nuestro agrado, entonces pensamos que lo aprendimos gracias a la televisión. Lo mismo puede pasar con el uso de la computadora, de una reparación mecánica, de la confección de artículos de decoración, en fin de tanto y tantos procedimientos que sólo requieren de seguir instrucciones y afinar la habilidad por medio de la práctica; pero si nos dedicamos a hacer un análisis más detallado, entonces veríamos que de todo lo que vemos en la televisión, lo que escuchamos en el radio, lo que leemos en los periódicos y las revistas, comparado con lo que “aprehendemos” de toda esa información, para resolver los problemas que la vida cotidiana nos presenta, o para innovar determinados procesos, o simplemente para comprender mejor el universo en el que vivimos, veríamos que casi toda esa información es abrumadoramente inútil, y como el cerebro no guarda información inútil, enseguida la desecha por medio de su infalible incinerador: el olvido, entonces surge la pregunta: ¿por qué los procesos instruccionales no se olvidan?, y la respuesta en base a esta explicación es evidente: porque esa información sí se usa, esa información sí significa algo valioso para nuestras vidas. Ahora bien, tampoco es cierto que cualquier proceso instruccional lo archivamos en el disco duro de la memoria (memoria de largo plazo), sólo los procesos que tienen relación con lo que nos interesa. Yo puedo ver un programa de televisión en el que se explique de manera muy clara y objetiva, cómo realizar mi declaración de impuestos, pero como soy causante cautivo al servicio exclusivo de un empleador, no tengo necesidad de declarar impuestos, porque mi empleador lo hace por todos sus empleados, y si a eso le agregamos que esa información no nada más no me interesa, sino que además me causa tedio, entonces tenemos que aunque vea el programa completo, estoy absolutamente seguro que esa información no la voy a conservar en mi cerebro, porque ni la voy a usar, ni me agrada.

Ahora profundicemos un poco más en este análisis. Si tuviéramos que construir un edificio, necesitaríamos cemento, arena, grava, varillas, alambrón, tabiques, ductos para cables, tubos para abastecimiento de agua y tubos para desecho de agua, etc., pero una vez que contemos con todo el material para hacerlo, ¿con es ya tenemos el edificio?, ¡es obvio que no!, tenemos que seleccionar el material y ponerlo en orden para irlo usando conforme se requira, tenemos que mezclar el cemento, la arena, la grava y el agua en determinadas proporciones para que tenga la resistencia adecuada, pero además, tenemos que hacer las cosas ordenadamente conforme a un plano constructivo, porque si colamos las lozas antes de haber instalado los ductos del cableado eléctrico, después tenemos que ranurar el concreto para instalar los ductos en su sitio, bueno, pues algo similar ocurre cuando hablamos de conocimiento, su construcción implica hacer acopio de insumos respecto a un plan preestablecido, y así como en la construcción del edificio, los insumos son los materiales de construcción, en la construcción del conocimiento los insumos son los segmentos de información, entonces, si los medios proporcionan exclusivamente información, ¿por qué decimos que los medios transmiten conocimiento?, es más, ¿se puede transmitir el conocimiento?.

Yo pienso que no. El conocimiento no se puede transmitir, porque es un proceso que ocurre en el cerebro de cada persona. Recordando los experimentos de Jean Piaget, tomando por ejemplo el de la conservación del volumen, vemos que la misma persona afirma cosas distintas ante el mismo fenómeno, cuando tiene entre 3 y 5 años de edad, que cuando tiene más de 6, aún cuando se le pide a los 4 años que él mismo vacíe el agua del recipiente ancho y bajo, al recipiente delgado y alto, y observa que les cabe exactamente la misma cantidad, el niño dice con toda certeza que le cabe más al recipiente alto, y sin que nadie vuelva a tocar el tema con él, cuando se repite la experiencia a los 7 años, nos dice, como si fuera algo obvio, o como si fuera una pregunta tonta, “pues les cabe lo mismo” y aunque le recodemos lo que había contestado en la experiencia anterior, nos dirá “pues es que estaba chiquito”, como si el tiempo hubiera sido el único factor que intervino en la consolidación de la noción de conservación del volumen. Lo cierto es que ni él se dio cuenta de cuándo ocurrió ese cambio, porque está relacionado con un proceso de maduración neuronal y con un proceso de maduración psico-social, y aunque le digamos que les cabe lo mismo, como su inteligencia todavía está centrada en la percepción visual de longitud, para él la altura está asociada a la capacidad. Para él, es más grande lo que está más alto y por lo tanto le cabe más.

Este es un claro ejemplo de cómo la transmisión de información no modifica el conocimiento de la realidad, y no hay ninguna forma de transmitirle el conocimiento. No se pude transmitir ni por la vía de la información ni por ninguna otra vía, un acelerador de la maduración neuronal y psico-social. Lo que sí se puede y se debe hacer, es estimular la maduración, por ejemplo, besar y acariciar a un bebé, estimula su seguridad emocional, hablarle y cantarle con un vocabulario lo más amplio y variado posible, estimula sus habilidades comunicativas, pero una cosa es la estimulación y otra muy distinta, la construcción del conocimiento.

Hace unas semanas vi en la televisión un promocional de los avances que en materia de educación, ha habido en el gobierno del Presidente Fox. En él se destacan las virtudes del programa Enciclomedia, como un programa que forma parte de la educación del siglo XXI. La metalectura de este mensaje nos habla de una visión futurista de la enseñanza, cuando en realidad lo único moderno en ese estilo de enseñanza, es el medio, porque el método, enciclopedista, es tan viejo como la cultura occidental. Pero me llamó especialmente la atención, la justificación de su bondad pedagógica, cuando dice el locutor: “…es como si los niños entraran al escenario de los acontecimientos…” Me quedé pensando que muy poca gente que vivió el proceso de la Guerra Cristera en Colima, comprende ese fenómeno en forma global, prácticamente, lo único que tenían claro era que el gobierno quería acabar con la religión Católica Cristiana, y por eso sus padres empuñaron las armas contra el gobierno, lo que significa que estar en la escena de los hechos, no garantiza que uno comprenda lo que sucede. Me acordé también que en las vacaciones de verano mi esposa y yo fuimos a la ciudad de Puebla, y para conocer mejor la ciudad, abordamos el Turibús.

Éste hace un recorrido por los lugares de interés histórico de la ciudad, y en el trayecto, una edecán va explicando las características arquitectónicas de los edificios, las fecha en las que se construyeron, los nombres de los arquitectos que los diseñaron, los nombres de sus propietarios y los acontecimientos históricos que sucedieron. Cuando nos bajamos del autobús, por lo menos el 70% de la información que nos transmitieron, ya se nos había olvidado, a pesar de que estábamos muy atentos, porque son cosas que nos interesan, pero lo peor del caso es que esa información no nos sirvió para entender por qué Francia invadió nuestro territorio, tampoco nos dijeron que parte de la derrota del ejército francés se debió a una enfermedad que adquirieron los soldados franceses en nuestro territorio, sino que lo presentan como un acto heroico de nuestro ejército y de los indígenas Zacapoaxtlas que lo apoyaron, tampoco nos dijeron por qué Francia nos impuso un emperador si perdió la guerra en nuestro territorio, y además no era Francés sino Austriaco. Total que si quisiéramos hacer un balance del saldo pedagógico de ese viaje, seguramente saldríamos apenas con la mínima ganancia. Lo que quiero hacer ver con este ejemplo, es que en función de lo que plantea el programa Enciclomedia, de presentar las escenas como en la realidad misma, es evidente que ningún programa computacional puede superar la escenografía de la propia realidad, pero lo cierto es que ni la propia realidad nos puede transmitir el conocimiento, por lo que el conocimiento no es un problema del medio, sino de los mensajes que a través de él se transmiten.

Ahora bien, la construcción del conocimiento, visto desde la Psicología Genética, implica cambios continuos de estados cognitivos sobre el objeto de estudio: centración-descentración-equilibrio (asimilación-acomodación-adaptación), es decir, primeramente el sujeto tiene que centrar su atención sobre el objeto a estudiar, esto implica formularse preguntas sobre él, luego trata de responderlas con lo que cree y con lo que sabe acerca de él, hasta ahí, está en un acto de centración, o bien de asimilación. En forma individual entregado a su ego trata de darse una explicación. Luego intenta poner sus puntos de vista a la consideración de los demás, y casi simultáneamente intenta comprender los puntos de vista de los otros, se descentra de su ego en un proceso de socialización, o bien, se produce un proceso de acomodación.

Cuando el grupo llega a un consenso se produce una primera adaptación, pero luego hay que hacer acopio de información, para cotejar entre la noción común (creencias más informaciones parciales) y la información correcta, y es justamente en esta parte del acopio de la información, donde los medios juegan un papel muy importante, ya que pueden presentar la información en forma ordenada, clara y audiovisualmente atractiva. En este proceso se dan nuevamente los actos de centración y descentración, pues ya sabemos que cuando se perciben los mensajes, inmediatamente se traducen, y es necesario producir una interpretación condensada para alcanzar un nuevo estado de adaptación, pero dicho así, suena muy abstracto, voy a poner un ejemplo, para ir haciendo una traducción de cada uno de los momentos que intervienen en la construcción del conocimiento: aprovechando la referencia de nuestro viaje a Puebla, previo a la celebración nacional del triunfo de la batalla del 5 de mayo, voy a tomar una imagen que contenga alguna escena de dicha batalla y la voy a mostrar a mis alumnos durante 3 minutos. Les voy a pedir que observen muy bien todos los detalles. Y ¿cómo se las voy a presentar para que todos la alcancen a ver bien?, pues con los recursos o medios que tenga a mi alcance, si puedo conseguir la lámina del tamaño de un cartel, pues con eso, si no tengo la lámina en grade pero tengo la foto en el libro de historia y además cuento con un proyector de cuerpos opacos, pues entonces uso eso, si tengo una computadora, escaneo la imagen y la proyecto con un cañón, si tengo un aula equipada con una computadora para cada alumno, pongo la imagen escaneada en el servidor y de ahí la mando a todas las computadoras, si tengo Enciclomedia, se las proyecto en el pizarrón computarizado, si lo único que tengo es el libro de texto, pues les pido que la vean en su libro. Creo que hasta aquí queda suficientemente claro que no es el medio quien determina el proceso de aprendizaje, sino la metodología.

Con la imagen provoco la centración de la atención. Una vez que la han observado bien, les pido que la describan en forma oral. Conforme van haciendo la descripción, les voy haciendo preguntas: ¿qué es una guerra?, ¿por qué se producen guerras entre los países?, ¿por qué creen que Francia invadió a México?, conforme van respondiendo, voy anotando lo más relevante de las respuestas, después les pido que escriban una pequeña historia de lo que creen que sucedió ahí. Cuando las terminan (5-7 minutos), escuchamos unas 3 y mientras las leen, les corrijo la entonación y las pausas. Con esta actividad se realiza la predicción.

Esta actividad los ayuda a engancharse con el tema porque les permite echar a volar la imaginación de una manera divertida. Después les pregunto qué saben de la batalla del 5 de mayo en Puebla y registro los comentarios que tengan relación (sean o no correctos). Con esta actividad se realiza la anticipación, que nos sirve para sondear los conocimientos previos que cada alumno tiene respecto al tema. Mientras están observando y describiendo la imagen, están en la primera etapa de la centración, luego cuando empiezan a describirla oralmente, entran a una de descentración, que llega a un equilibrio cuando todos o la mayoría está de acuerdo en que vieron más o menos lo mismo. Luego cuando escriben sus historias sobre la escena que vieron, vuelven a entrar en otra etapa de centración, que se vuelve a descentrar cuando las leen.

Después les pido que se integren en equipos (la cantidad de alumnos por equipo, varía en función del tamaño del grupo), le doy una pregunta a cada equipo y les pido que busquen la respuesta en el libro de texto, o en la enciclopedia electrónica, o en el Internet, o en lo que tenga disponible para que la puedan obtener rápido. Con esta actividad se da el proceso de acopio de información, y como la búsqueda de la información se realiza en equipo, esto permite que se obtenga en forma descentrada, además de que en virtud de que la búsqueda se realiza en torno a la respuesta de una pregunta, dicha búsqueda tiene un propósito. Esta actividad pone en operación dos habilidades básicas del pensamiento. La clasificación y la seriación. La clasificación actúa cuando tienen que seleccionar la información significativa del resto de la información, y la seriación, cuando tienen que construir la respuesta.

Cuando ya todos tienen sus respuestas escritas, se les pide que una persona de cada equipo las lea en voz alta al resto del grupo, y que si alguien tiene alguna información que enriquezca lo que el equipo obtuvo, que lo diga. Si el maestro no está seguro de la veracidad de alguna de las aportaciones, que establezca un compromiso de equipo con el grupo, para verificarla, y al siguiente día se comente.

Enseguida se procede a comparar la información socialmente aceptada, con las creencias y los conocimientos previos, para establecer las semejanzas y las diferencias.

Finalmente se les vuelve a pedir que escriban una breve historia de lo que sucedió en la imagen, retomando la información socialmente aceptada, pero ahora ellos deben aparecer como uno de los personajes del cuadro, es decir, como si ellos hubieran estado en esa batalla, y se leen también unas cuantas, corrigiendo la dicción, la entonación y las pausas. Este ejercicio de ficción con realidad, les permite resignificar la información, desde el ámbito de la emotividad, y en esta resignificación de la información, es donde se produce el aprendizaje significativo, o bien, la construcción del conocimiento, y como se puede ver, para lograrlo, utilizamos los medios como lo que realmente son: recursos para obtener información, no para transmitir conocimientos.

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Chapela Preciado Sergio Francisco. (2011, marzo 2). Fenómenos mediáticos y procesos cognoscitivos. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/fenomenos-mediaticos-y-procesos-cognoscitivos/
Chapela Preciado Sergio Francisco. "Fenómenos mediáticos y procesos cognoscitivos". gestiopolis. 2 marzo 2011. Web. <https://www.gestiopolis.com/fenomenos-mediaticos-y-procesos-cognoscitivos/>.
Chapela Preciado Sergio Francisco. "Fenómenos mediáticos y procesos cognoscitivos". gestiopolis. marzo 2, 2011. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/fenomenos-mediaticos-y-procesos-cognoscitivos/.
Chapela Preciado Sergio Francisco. Fenómenos mediáticos y procesos cognoscitivos [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/fenomenos-mediaticos-y-procesos-cognoscitivos/> [Citado el ].
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