El Totalitarismo como movimiento

Un régimen es percibido como una ideología, un movimiento o una forma de gobierno donde no hay libertad, o está seriamente limitada por el mismo gobierno, y el Estado ejerce todo el poder sin tener límite alguno. Una de las características más importantes de los regímenes totalitarios es el desprecio, odio a la democracia y al parlamento. La democracia esta desterrada transformándose en un partido único que dirige todos los ámbitos del Estado. Este tipo de régimen aprovecha la democracia para llegar al poder y una vez logrado, hacen desaparecer la democracia.

“El totalitarismo, cuando ha alcanzado el poder, impone la uniformidad total entre los hombres y reduce la singularidad a la mínima expresión, al hecho de pertenecer a la especie humana”  (Arendt, 1951).

“El totalitarismo reduce la diversidad del hombre a un modelo único. Desprecia la ambivalencia del mundo y suprime la diferencia, aquello que distingue a los individuos entre sí” (Polin, 1977)

Esta abominación limita la vida, que se desarrolla mediante la acción política, pues la vida verdadera es la del ciudadano y ¿en dónde hay ciudadano en un sistema totalitario? “Una vida sin acción ni discurso está literalmente muerta para el mundo; ha dejado de ser una vida humana porque ya no la viven los hombres”. (Arendt, 1974)

Otra característica básica es el control de la sociedad a través del partido político es la piedra angular del régimen. El partido está dirigido por una minoría, que indica las conductas a seguir. La autoridad del líder es palabra cumplida de forma ciega, su partido es tajante, todos los medios de comunicación son usados como herramientas para trasmitir la voz del líder.

Este régimen crea movimientos sociales (juveniles, asociaciones de mujeres, minorías poblacionales) con el fin de aumentar el control sobre los ciudadanos. El líder es carismático que simboliza al partido único y a la nación. Se le rinde casi culto, y utiliza los medios de comunicación para mostrar su carisma. Prima el interés colectivo al individual, es decir las libertades son separadas y los derechos de la persona desprotegidos. Estos regímenes se difieren de las demás formas de gobierno por ser dirigidos por solo un partido político, es decir, son unipartidarios.

Existen ejemplos primordiales, llamados nazismo, fascismo y estalinismo. Los regímenes totalitarios nacen en un periodo de entreguerras. Tanto el fascismo italiano como el nacionalsociasmo alemán  fueron, intrínsecamente, esfuerzos por suprimir todas las diferencias de clase y de grupo dentro del propósito único del engrandecimiento imperialista, por eso, el resultado práctico de ambos fue la organización interna totalitaria del estado. Este intento por unificar la población de la nación y de movilizar todos los recursos del país estaba guiado en una sola dirección, es decir, en la preparación para la guerra. En consecuencia, el nazismo y fascismo fueron básicamente gobiernos bélicos y de economías bélicas, establecidos como sistemas políticos permanentes.

Este propósito no podía justificarse a través de beneficios materiales, sino que tenia que justificarse a través de valores místicos que llevara a aceptar la disciplina y el heroísmo como  fines a los que no era necesario atribuir ningún propósito racional, es decir, tenia que justificarse en si misma a la voluntad y a la acción.

En el caso del nacionalsocialismo alemán, Hitler, proponía la expansión de Alemania ya que se encontraba humillada por los países triunfantes de la primera guerra mundial y justificaba la realización de la guerra porque Alemania debía alcanzar su espacio vital para que el ser Alemán realmente pueda ser y desarrollarse en libertad. Cuando Hitler habla de espacio vital, lo utiliza como una concepción metafísica para referirse a lograr conseguir una expansión máxima que Alemania había logrado siglos atrás con el sacro imperio Romano Germanico. Ya que, en el momento en que Hitler plantea estas medidas, el pueblo alemán estaba devastado en base a la situación de postguerra en la que se hallaba en el país, y por ello consigue rápidamente asegurar el apoyo popular.

Como principio de organización política, el totalitarismo significaba la dictadura, con el fin de dominar el medio en que vive el individuo como también, organizar y dirigir todos los 3 aspectos económicos y sociales, excluyendo toda posibilidad de vida privada o de decisión voluntaria. Este control que ejercía el totalitarismo, se extendía naturalmente a la prensa, la educación, la investigación y el arte, a todos los aspectos de la cultura nacional que el partido tenía interés en controlar.

Referido al aspecto laboral de los regímenes totalitarios (que está sumamente ligado a la economía del país), el sistema italiano, era de autogobierno, con asociaciones en las cuales patrones y obreros estaban igualmente representados. Mientras que el sistema alemán, era una reglamentación abierta de la industria por el gobierno. En ambos sistemas, ubicaban la economía bajo el control político. La sociedad totalitaria estaba verdaderamente atomizada.

El pueblo estaba construido por las masas sin ninguna información salvo la que quisieran proporcionarle los órganos de propaganda y sin ninguna facultad para encaminarla a sus propios fines. Se puede señalar a Hitler como un líder ya que en Alemania concentraba todo el poder y era el encargado de todos los actos, los cuales no podían ser criticados.

Existen tres formas de dominación según el origen del mandato, en el caso de Hitler, su dominación fue carismática. El poder del líder actúa en base al uso apropiado de la sugestión y toda motivación subconsciente; su éxito se debe a la hábil psicología y la facultad para lograr los procesos mentales de las grandes masas de la población. A esto se le vincula directamente con la propaganda que ejercía sobre las masas. Ni Hitler ni Mussolini dudaron nunca de que su posición dependía de la fidelidad y el sacrificio personal fanático que inspiraban.

A pesar del uso del terror, fueron verdaderos movimientos de masas y debieron su poder a ese hecho. La peculiaridad característica de la propaganda nacionalsocialista fue el empleo del recurso del insulto y el halago. “Hitler caracterizo al líder, en términos de propaganda. El líder no es ni un intelectual ni un teórico, sino un  psicólogo practico y organizado para conocer los  métodos mediante los cuales puede atraer al mayor número de adherentes pasivos, un organizador para poder construir un núcleo compacto de seguidores y consolidar sus conquistas” (Sabine, 1994)

Ni Hitler ni Mussolini refutaban el pensamiento de Nietzsche, sobre el desprecio de las masas a las que guiaban, ya que las consideraban en una categoría de seres inferiores, cuyo instinto saludable es seguir a su líder. Además compartían el odio por la democracia y el cristianismo. Como dependían de las masas, el nacionalismo, aseguraba ser democrático, pero no aportaba a las masas ningún criterio de juicio que tuviera valor a sus opiniones políticas. Esto es una característica importante de los regímenes totalitarios, donde se suspendían todos los mecanismos democráticos, volviendo el país en estado autoritario.

El estado autoritario que sugería Hitler en su libro “Mi lucha” (escrito mientras estaba en prisión) contaban con una monarquía constitucional no liberal en lo político, pero capaz de ofrecer un alto grado de libertad civil y de procedimiento legal ordenado, es decir, un gobierno de derecho y no de individuos.

Dentro de lo que caracteriza un régimen totalitario, se puede notar que la persona deja de tener derechos, para empezar a tener obligaciones para con el Estado, que es un poco de lo que Hitler adelantaba en su libro para después llevarlo a cabo en su mandato pero de forma más violenta y exigente. “El propósito del fascismo era restablecer el pensamiento italiano, dentro de la esfera de la doctrina política, en sus propias tradiciones, que son tradiciones de Roma”.

(Bigongiari, 1925).

En el caso del proposito del nazismo, Hitler creía en la necesidad de una reforma, una creencia renovada en el honor como virtud suprema de la persona, la familia, la nación y la raza. Los efectos prácticos de la teoría racial, característicos de la política del régimen totalitario en Alemania, fueron tres. En primer lugar, se llevó a una política general de estímulo al aumento de la población, esencialmente de los elementos supuestamente arios. En segundo lugar, produjo la legislación de impedir la transmisión de enfermedades hereditarias, pero en la práctica se llevaron a cabo la esterilización o exterminio de los defectuosos físicos o metales. Y en tercer lugar, produjo la legislación antijudía que tendía a aumentar o mantener la pureza de raza. La teoría racial no fue más que un recurso sociológico para unificar a la sociedad alemana, orientando todos sus antagonismos hacia un solo enemigo que podía ser fácilmente eliminado.

Como conclusión, los regímenes totalitarios no eran solo simples ideologías, eran corrientes insistentes del irracionalismo filosófico, y aunque el fascismo y el nazismo no eran filosóficamente beneficioso, constantemente intentaron de levantar su nivel jactándose de una afinidad con ese pensamiento, ya que les admitía atraer a las masas. Esta fuerza irracional contrastaba con la razón por un carácter más creador que crítico, más profundo que superficial. Así el totalitarismo fue capaz de controlar naturalmente cada aspecto de la vida del individuo y de la cultura nacional, suprimiendo toda posibilidad de vida privada, dividiendo completamente al individuo, a favor de las medidas impuestas por los líderes del estado autoritario.

Referencias

Arendt, H. (1951). Los origenes del totalitarismo.

Arendt, H. (1974). La condicion humana.

Bigongiari, D. (1925). The political doctrine of Fascism.

Polin, C. (1977). L’esprit totalitaire.

Sabine, G. H. (1994). Historia de la teoria politica, 3ra Edicion. mexico.

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