El sentido filosófico de la educación contable en Colombia

“Es un error pedir a la ciencia la prueba de la objetividad de lo real, porque esta objetividad es una concepción del mundo, una filosofía y no puede ser un dato científico”

 Antonio Gramsci (Introducción a la filosofía de la praxis).

Resumen

El objetivo de este articulo, es plantear un nuevo debate sobre la cientificidad de la disciplina contable, desde un punto de vista filosófico teniendo en cuenta que el conocimiento contable, como disciplina de carácter social, y cuyos principales objetivos son la obtención y comprobación de la información financiera. Se ha llegado a dilucidar si este conocimiento es o no científico. Por lo tanto se puede definir a la filosofía contable como la aplicación del pensamiento reflexivo sobre la practica contable, cuyo objeto material de estudio es lo que se hace en contabilidad, y su objeto formal consiste en la presentación de marcos conceptuales que sirvan de referencia, fundamento y explicación de lo que se norma comparado con lo que se hace en la practica.

Este articulo intenta de manera tangencial, pero no por ello reflexiva, colocar en controversia ciertas reflexiones sobre el estatus de cientificidad de la disciplina contable. Con ocasión de las diferentes distancias conceptuales sobre el tema, se tocan puntos sensibles al debate académico, en donde se interrogan problemáticas como la construcción del objeto de investigación de la contabilidad, las variables metodológicas, las posturas epistemológicas y la crítica a algunos acercamientos contables, que desde lo epistémico pretenden hallar cierto rigor conceptual para interpretar lo normativo contable, sin develar que la estandarización, es en últimas un proceso de racionalización del capital, que evidencia un trabajo destinado a dilucidar los mecanismos que garantizan y legitiman el poder de las grandes corporaciones transnacionales.

“Bien que el sujeto del conocimiento contable llegue al objeto de éste por medio de la razón (Idealismo), bien que lo haga por medio de la experiencia (realismo), o que se sirva tanto de la razón como de la experiencia (eclecticismo), es un hecho que el hombre tiene acceso al conocimiento contable”[1]

Palabras clave:

  • CONTABILIDAD
  • DISCIPLINARIA
  • ESTATUS DE CIENTIFICIDAD
  • EPISTEMOLOGÍA
  • OBJETO
  • MÉTODO
  • ECLECTICISMO
  • IDEALISMO
  • REALISMO
  • NORMA
  • PENSAMIENTO REFLEXIVO
  • SUJETO

INTRODUCCIÓN

En la década de los años cincuenta, sesenta, e incluso en los setenta, a la practica contable en Colombia no se le daba la importancia y la relevancia que esta debía tener, esto debido a que nuestros primeros profesionales de Contaduría Pública, solo se preocupaban por emitir unos estados financieros que mostraban cifras muertas, no presentaban ningún tipo de análisis ni recomendaciones a la gerencia de la empresa sobre lo que debía hacer para mejorar las finanzas de la misma, e incluso algunos presentaban cifras alejadas de la realidad económico – contable de la empresa y peor aun no daban ninguna explicación al respecto, esto debido al llamado empirismo, ya que los primeros profesionales en Contaduría Pública fueron unos personajes que a través de los años habían adquirido la experiencia suficiente en el campo contable, y quisieron fundamentar sus conocimientos mediante un titulo profesional universitario, esto fue muy bueno ya que dentro de estos nuevos profesionales existían algunos que veían la contabilidad como el medio para entender la actividad económica de la sociedad, y es cuando se crea la cultura de la información, pero no información innata sino adquirida a través del conocimiento contable. Otro grupo de profesionales veían la contabilidad como un medio para obtener su sustento y por lo tanto no le dieron la importancia a la nueva profesión, los primeros profesionales amaban y respetaban su profesión de contadores, personajes estos que han hecho de la profesión algo novedoso y que se preocupan por engrandecer y darle el sitio que se merece nuestra querida pero muy cuestionada profesión de Contadores Públicos.

Ante el desconocimiento de la nueva profesión y a los hechos narrados se presento un relegamiento hacia los contadores por parte de los gerentes de las empresas, esto debido a que si nos devolvemos un poco al renacer de la Contaduría Pública en Colombia, nos encontramos que a los que practicaban esta nueva disciplina, no se les veía como parte activa de la dirección de la empresa, y tampoco eran consultados para la toma de decisiones, siempre ocupaban el último rincón de las oficinas de la empresa, esto unido a que una gran mayoría de Contadores, se relegaban por iniciativa propia, cediendo espacios y mostrando muy poco liderazgo. Pero la situación cambio, ya que a partir de la segunda parte de la década de los setenta, se empezó a hablar de la Contaduría Pública como ciencia, y como técnica profesional con características especiales, donde empezaron a aparecer los grandes estudiosos de la novedosa profesión y fueron ellos los encargados de propiciar los medios y acceder a los espacios que estaban vetados para los Contadores Públicos, tales como las gerencias de las empresas, y los puestos públicos tales como la Contaduría General de la Nación, las procuradurías, las gobernaciones entre otros.

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Claro esta que lo anteriormente relatado parte del tipo de enseñanza que se emitía en algunas instituciones de educación superior, donde nos enseñaron a hacer estados financieros, sin saber el porque, el cómo y lo más importante sin saber el para que, por ello nos catalogaban de cuadriculados, donde al menor cambio en alguna cifra nos desvirtuaba los estados financieros, teniendo que volver a empezar. Esto se daba porque anteriormente se impartía una enseñanza universitaria sin pedagogía, sin filosofía, y sin amor por la profesión.

Desarrollo histórico de la Contabilidad en el Mundo.

La raíz histórica del desarrollo de la contabilidad a partir de la escuela positivista y pragmática fundada en la doctrina anglosajona, incidió notoriamente en el pensamiento contable, que se asumió fundamentalmente como un “saber hacer” (Know-how), es decir, primero como una técnica, la cual se conoció a través de los años como “técnica registral”, luego fue calificada como la “técnica de medición del valor” y finalmente se le dio el calificativo de “técnica de la información”.

Esta circunstancia dificultó el proceso de la investigación contable, dado que, en general, se acepta que la eficiencia de las técnicas para el caso de la contable se deben constatar en el uso (porque una técnica es lícita, es válida en función de ser utilizada) y “la contabilidad se encuentra perfectamente divulgada y justificada». (Aguilar, otros,1987:9).

Siendo la contabilidad tan antigua como lo es la filosofía y la misma educación, que datan del año 470 a.c. Existen evidencias físicas y documentos que datan del siglo 470 a.c y dan fe de ello, algunos de ellos relatan que en la construcción de las pirámides de Egipto se llevaban las cuentas en unos papiros, donde se detallaba el nombre de las personas y los pagos que les eran efectuados a quienes habían laborado en la construcción de los pasadizos secretos donde debían ser enterrados los faraones, el propósito de tal registro era de posteriormente darle muerte a estas personas, para que nunca fueran revelados los parajes que llevaban a las cámaras fúnebres de los faraones.  Como podemos apreciar los orígenes de la contabilidad datan de mucho antes de que se hablara de ciencias sociales, e incluso desde mucho antes de que se hablara de filosofía. Y solo hasta hace muy poco encontramos el camino para la formación de contadores públicos que trasciendan en el conocimiento puro y lo lleven a la realidad económica y contable de los países.

Como se menciono anteriormente nos demoramos algo más de cuatro siglos para darle el puesto que se merece a nuestra profesión, parte de esto es culpa del modelo educativo en cual nos enmarcaron, pues es bien sabido que nuestro modelo de aprendizaje esta basado en la experiencia, ya que los primeros contadores públicos fueron los conocidos como contadores empíricos o autorizados, estos profesionales de la contaduría pública, porque así se pueden llamar, debido a que el trabajo realizado por ellos se considera de muy buena calidad, y lo hacían bajo el más estricto sentido de la responsabilidad y la ética, como venia diciendo estos profesionales empezaron a ingresar a las facultades de contaduría del país, con el fin de adquirir un diploma, que los colocara a un nivel de profesionales universitarios, con el fin de no dejarse desplazar por los nuevos profesionales, en una profesión que ellos manejaban de manera eficiente.

Pero accedieron a una educación, como lo mencione anteriormente sin filosofía, sin pedagogía y sin amor por nuestra profesión.

Los grandes filósofos de la historia fueron por excelencia también los más grandes matemáticos, esta relación directa de filosofía y matemáticas es la que me sirve de sustento para poder plantear el siguiente argumento. Creer que el desempeño contable, económico y social de un pueblo, una región o de una nación, está determinado exclusivamente por factores financieros, es una falacia, ya que hay ciertos aspectos extrafinancieros y extracontables dentro de la sociedad que determinan en parte el desarrollo económico de la misma. Uno de estos aspectos que viene recibiendo la atención de los científicos sociales durante las cuatro últimas décadas, es la actitud de las personas hacia el sistema normativo que las rige, otro factor que tiene una alta influencia es el educativo, ya que como lo manifestara Estanislao Zuleta “En Colombia se educa sin pedagogía, se enseña pedagogía sin pedagogía.[2]” y se educa personas para se ocupen bajo las ordenes de otros, incluso menos educados. Se dice que actualmente se educa para la vida, donde se considera que los mejores profesionales son aquellos que están preparados para evadir las responsabilidades contractuales que día a día nos son impuestas por un estado cada vez más voraz.

Pero si hacemos un análisis a la educación actual vemos una educación sin valores, aunque constantemente vemos que estos son enunciados por parte de las instituciones educativas en grandes vallas, y donde constantemente se escribe sobre las responsabilidades convergentes, y con su propia lógica, tanto de la escuela como de la familia en promoción de los valores sociales. Estas instituciones fundamentan sus reflexiones en un filósofo excepcional, “Fernando Savater[3]”, quien ha articulado con sobrado éxito las cuestiones académicas con el mundo terrenal en punto a las cuestiones éticas y políticas. Este filósofo de la vida cotidiana y del mundo escolar ha venido tejiendo un discurso muy atractivo para la franja juvenil, tan carente de lecturas de calidad, si bien es cierto que las interpelaciones de la obra de Savater también están dirigidas hacia los padres y a los maestros, como educadores de primer orden los primeros y de segundo orden los segundos, es también claro que la situación filosófica va más allá de la simple interpretación que algunos educadores le dan a los aspectos más importantes del suministro de una educación que forme profesionales en el presente con una visón futurista, pues no se concibe que solo se este pensando en el presente, cuando tenemos un futuro tan incierto que día a días nos presenta muchas posibilidades para mejorar, pero que aún muchos profesores no ven, y por lo tanto no pueden transmitir, y mucho menos hacer ver a sus estudiantes todas las oportunidades que día a día nos ofrece el medio.

La educación cuenta más de 2.400 años de historia desde que Platón, Sócrates y Aristóteles sentaron las bases y los metódos de la misma. A lo largo de esa historia, la humanidad ha asistido al desarrollo de la ciencia y la tecnología, y ha sido gracias a la investigación, y en particular a la investigación desarrollada por las Universidades, que el hombre ha podido ver el nacimiento de muchos de los grandes inventos y desarrollos de la ciencia: Cohetes, biotecnología, genética, tecnología láser, radio, astronomía, satélites, supercomputadores, inteligencia artificial, entre otros. Desde los años 60 se viene trabajando arduamente en la famosa Era Espacial, donde el hombre a logrado conquistar el espacio, para ello requirió del dominio de muchas tecnologías, ciencias y habilidades especificas y curiosamente, fue el lanzamiento del primer cohete. Ruso el “Sputnik”, el que haría que se sentaran las bases de lo que hoy conocemos como Internet. Han pasado más de cuarenta años desde ese evento inicial que marcó un nuevo desarrollo, el cual se centró en las Universidades americanas, y que hoy ha rebasado todas las barreras geográficas. Ya que actualmente más de 200 naciones cuentan con algún tipo de conexión a la Internet, y solo faltan 37 países por conectarse a esta red de redes.  Pero muchos se preguntaran que tienen que ver todos estos adelantos científicos y tecnológicos con la formación educativa y en especial con la formación de contadores públicos. La respuesta es muy sencilla, pues son los profesionales de la contaduría pública quienes dan fe pública sobre los costos y gastos invertidos por los países para producir conocimientos, y son los llamados a evaluar la relación costo beneficio que debe existir en cada uno de los nuevos inventos.

Por ello es tan importante la responsabilidad que tienen los programas de contaduría pública en la formación de profesionales íntegros, y sobre todo éticos, desde un punto de vista filosófico, entendiendo por enseñanza filosófica, aquella que nos brinde la posibilidad de pensar las cosas, de plantear preguntas, de ver las contradicciones, asumiendo esta enseñanza en un sentido muy amplio, en el sentido griego del amor, amor a la sabiduría, y al conocimiento.

Dentro de este contexto cabe resaltar un nuevo género de análisis dentro de los procesos educativos, donde es más importante que el estudiante aprenda a pensar, antes que a repetir o mecanizar y con ello se estará inaugurando o dando paso a una veta de la escritura que mucho enriquecerá los cuadros académicos de los programas, pues se trata de formar los nuevos escritores del siglo XXI, personas que desde una perspectiva investigativa, sean los llamados a escribir los nuevos caminos que deben ser recorridos por los profesionales de la contaduría pública del país.  La formación de estos profesionales debe estar basada en la aplicación y desarrollo de teorías que potencien o dimencionen la enseñanza de la contabilidad, buscando fortalecer la fundamentación teórica – conceptual, que permita a los discentes comprender la importancia que tiene pensar y amar la contabilidad como campo esencial de conocimientos, porque se trata de promover una cultura de la investigación en temas propios de la contabilidad, ya que todos los hombres por simple naturaleza desean saber cada vez más, profundizar en sus estudios y especializarse en un campo especifico de su saber propio.  Como lo manifestó Aristóteles[4]. “El proceso de formación de un profesional no termina con la culminación de los estudios universitarios”; el hombre aprende en la medida en que indague, imagine, y cree permanentemente. (Ver Mapa conceptual sobre las teorías y los saberes)

La historia de la contabilidad, por tanto, como campo de conocimiento, está imbricada en la historia del capitalismo, en tanto, ésta sirve como sustrato que provee al capital, de cierta «racionalidad científica» para dar solución a las nuevas demandas surgidas del mundo moderno, expresadas entre otros, por la conformación de «un mercado global mundial siempre en expansión que lo abarca todo, capaz del crecimiento más espectacular, capaz de un despilfarro y una devastación espantosa, capaz de todo salvo de ofrecer solidez y estabilidad»

Es en la fragmentación o ruptura del orden feudal, donde se crean nuevas necesidades económicas y sociales de información que reclaman coetáneamente la emergencia de innovadoras formas de conocer, al igual que herramientas técnicas para la manipulación de los escenarios transacionales del nuevo mapa económico y empresarial.

Por otra parte, es necesario recabar cómo el conocimiento contable desde su período de gestación se comprometió menestralmente con un pensamiento netamente utilitarista y pragmático, donde la perspectiva asumida quedó circunscrita a la dimensión técnico-instrumental de los haceres, donde se fue instalando una forma unidimensional de juzgar y evaluar los resultados de un conocimiento cuyos vectores tenían que ver con la acción de un mundo eficiente y práctico, sin tomar en consideración el valor fundamental del conocimiento de, crear a la usanza Kantiana un «mundo para sí», en donde, a la par que se transforme el mundo material, se transforme también el mundo subjetivo y autónomo del conocer.

Cabe anotar que para que nuestros estudiantes creen, imaginen, diseñen, lo primero que deben hacer es aprender a aprender, a desaprender y a reaprender, ya de ello depende el desarrollo objetivo de los saberes específicos, y si son entendidos plenamente estos  saberes, se podrán  entender y aplicar los saberes propios de los programas académicos, si nos alineamos y nos sometemos a la rapidez con que el cambio se ha venido dando,  no vamos a poder ingresar en un nuevo proceso formativo que nos permita, revolucionar nuestro sistema educativo.

Es por ello que la contabilidad desde su proceso de gestación como disciplina, escamoteó y desarrolló posteriormente su práctica a través de la experiencia. Por ello, la reflexión contable situó su preocupación sobre la construcción de las aplicaciones contables, antes que en la centralidad de la reflexión epistemológica, para desde la construcción teórica rigurosa problematizar el campo de su actuación. Considera, entonces, su quehacer como el paso de los «hechos» de la realidad a los conocimientos y bien es conocido que el empiroinductivismo, no reconoce un hecho en la ciencia como dependiente de las teorías y de los sistemas de reglas metateóricas.

Diseño Propuesto por Abel María Cano Morales.

Albores de la Contabilidad como disciplina social

La disciplina social que hoy en día conocemos como Contaduría Pública, tiene sus orígenes primero en la contabilidad y posteriormente en la auditoria, aunque esta esfera del conocimiento universal pudo haber surgido cuando el hombre primitivo tuvo necesidad de llevar cuenta y razón de sus pertenencias, e incluso como se menciono anteriormente las bases de la contabilidad pueden estar en la construcción de las pirámides de Egipto. Por lo tanto es aventurado afirmar, que como las matemáticas, la contabilidad surge con anterioridad a la misma escritura.

Aunque no se tiene el nombre del primer Contador Público, es muy probable que haya sido un apto tenedor de libros al servicio de algún mercader.

Desarrollo de la Contaduría Pública como profesión futurista

Con la liberalización de la economía y el desarrollo de las telecomunicaciones a partir de los primeros años de la década de los ochenta, las inversiones comenzaron a concentrarse en países cuyo atractivo incluía la calidad y/o el costo de la mano de obra. Las compañías multinacionales empezaron a diversificar sus operaciones de manera que, por ejemplo, lo relativo a dirección, investigación y desarrollo se situó únicamente en los países ricos y científicamente avanzados, mientras que la producción podía situarse en otra parte. Era posible acabar rápidamente con una actividad en un lugar determinado y trasladarla a otro país o continente (Dunning, Chesnais 1993).

Era de interés nacional, tanto en Europa como en el resto del mundo, educar a una gran proporción de la futura mano de obra de forma que alcanzara un nivel más alto que el de otros países. Los sistemas educativos tenían que ser competitivos a escala nacional pero principalmente en el ámbito internacional.

A partir de esta premisa se dio inicio a una competencia global y a una cualificación profesional sin precedentes ante la cual nos preguntamos. ¿Cuál es la medida internacional de conocimiento, de destreza y de capacidad? Un nivel alto de aprendizaje y un rendimiento intelectual demostrable son condiciones imprescindibles para el trabajo cualificado en sistemas de producción complejos desde el punto de vista organizacional o de alta tecnología.

Para todos los trabajos cualificados, en especial en el campo de la contabilidad son fundamentales una refinada capacidad de comunicación tanto lingüística como numérica, una aptitud para entender los procesos lógicos, y una capacidad para extraer conclusiones de los principios científicos básicos, trasmitiéndolos de manera oportuna.

Las empresas, sean del tamaño que sean, son sistemas complejos. Para ingresar en este tipo de trabajo es necesaria una sofisticada preparación intelectual que abarque las capacidades de abstracción, de conexión lógica y de sistematización (Drucker 1993). Sin embargo, los trabajadores necesitan poder aprender el sistema de trabajo de un patrón concreto más que disponer de un conjunto de capacidades generales relacionadas con un oficio o profesión que sean válidas para diferentes empresas. Las capacidades de aprender, de tomar decisiones y de resolver problemas son importantes, y cuentan mucho en los requisitos de los puestos de trabajo. Además, están los valores de la cooperación para participar en un trabajo de equipo, la aceptación de la responsabilidad individual por el resultado del trabajo (y, en algunos casos), la capacidad para pensar de forma distinta, la imaginación y la ética profesional.

Aunque es bien sabido que el profesional de la Contaduría Pública, presenta mucha apatía al trabajo en equipo, a compartir los conocimientos adquiridos en el desarrollo de su profesión, como si estos se los hubiesen escriturado, y como si el conocimiento fuera solo para unos pocos.

Esto nos plantea un nuevo problema de cómo debe ser la educación prelaboral. Que las instituciones educativas universitarias tienen que ofrecer, dentro de la cual se deben configurar, una amplia preparación intelectual a cargo de las instituciones educativas universitarias, y para la formación específica que tendrá lugar en las empresas. Es preciso desarrollar un conjunto de capacidades teóricas convergentes, incluso aunque los profesores y los estudiantes no tengan una idea muy clara de cómo se aplicarán específicamente esas capacidades en la formación orientada hacia el trabajo y al desarrollo profesional. Pero también es preciso alentar el pensamiento individualista, divergente y autosuficiente, así como un conjunto de actitudes morales y sociales. La base intelectual del aprendizaje necesario está clara. La superestructura de las capacidades menos normalizadas se halla todavía envuelta en una bruma oscura.

Ante la insistencia de algunos gobernantes de turno en que se alcancen niveles más altos de rendimiento estudiantil se convierte en reduccionista porque las graves presiones financieras exigen resultados educativos muy palpables. Hay presiones económicas internacionales sobre los gobiernos para que reduzcan el gasto público, a pesar del aparente conflicto que esto entraña para la necesidad de mejorar la calidad educativa de los profesionales de Contaduría Pública de nuestro país.

El movimiento global de las inversiones se ve afectado por los niveles comparativos de fiscalizar tanto sobre las empresas como sobre los empleados. Si los impuestos imponen un costo cada vez más alto en un país, se convierten en un freno al movimiento de capital. Cómo consecuencia, los recortes impositivos prevalecen para tratar de atraer más inversiones, y ante esto nos debemos plantear la siguiente pregunta ¿Para qué seguir formando profesionales de la Contaduría Pública en un país con tanta normatividad y con tan pocas oportunidades de desarrollo y crecimiento personal?

Es innegable que la globalización estimula la aparición de una cultura dicótoma. La industrialización destruye el medio ambiente, priva al trabajo de un significado personal, su racionalidad se nos escapa, puede conducir de forma imposible de prever a la pérdida de puestos de trabajo, y no satisface los impulsos emotivos y espirituales como sus profetas han admitido (Bell 1976). De forma que una vida económica que produzca los beneficios materiales que la mayor parte de la gente desea sólo tiene una instrumentalidad racional que no satisface los impulsos más profundos.

Entendiendo el desarrollo y la adopción de las tecnologías y su penetración a nivel de los hogares cada vez es más acelerada. Así por ejemplo de acuerdo con un informe de la Revista Forbes[5] que estudió el tiempo que tardó en llegar al 25% de los hogares estadounidenses los grandes inventos desde finales del siglo pasado, se encontró que el automóvil requirió 55 años (año de invención: 1886), la electricidad 45 años (1873), el teléfono 36 años (1876), la radio 28 años (1906), la televisión 26 años (1926) el computador personal 17 años (1975), el celular (1983) y finalmente Internet a partir de la aparición del www. (1991), lo ha logrado en tan solo cinco años, convirtiéndose en el invento de más rápida difusión en toda la historia de la humanidad. Las implicaciones de Internet sobre la vida de las personas todavía están por dilucidarse, sin embargo es un hecho el impacto que estamos viendo sobre las comunicaciones, el comercio, el entretenimiento, los negocios y en especial es de interés acercarse a las implicaciones sobre la educación, especialmente al nivel universitario.

Podemos decir que si estos inventos tangibles se tardaron tanto en llegar a los hogares, y a que las personas comprendieran, que estos le mejorarían las condiciones de vida, debemos ser pacientes y esperar a que nuestros profesionales identifiquen, el sentido estricto de la educación científica, basada en unas ideas pedagógicas que concatenen pensamiento, teoría, práctica y creatividad, ya que como lo menciona  José Martí[6].  Existen dos factores que han incidido en el parco tratamiento del ideario pedagógico educativo en primer lugar “y en esto se identifica con casi todos los constructores de América” el hombre de acción ocultó al hombre de pensamiento, y cuesta trabajo no dejarse llevar por el encanto de su perfil humano y poético, para penetrar en los vericuetos de lo meramente intelectual.

La segunda razón analizada por Martí, se relaciona con un determinado modo de comprender “lo pedagógico” a partir de la relación que hoy se establece entre la educación y la vida.  Con este enfoque, que era ajeno a la pedagogía de antaño, sin romper la unidad humana, todo lo que hay en él de expresión literaria o de preocupación política puede ayudar a comprenderlo como educador y como pensador de la educación, y esto es lo que realmente se necesita pensar la educación, amar la educación y fortalecer el conocimiento.

Poco fue lo que  José Marti, escribió sobre pedagogía, pero lo bastante como para que resulte imposible hacer un análisis exhaustivo en un perfil como este.

Lo que sí tenía muy claro era la idea de la educación pedagógica, porque entre las múltiples definiciones que dio de la educación, esta es que la más llama la atención.  “La educación es la habilitación de los hombres para obtener con desahogo y honradez los medios indispensables de vida en el tiempo en que existen, sin trabajar, por eso, obedeciendo a las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano”. Desde este punto de vista la educación tiene un deber ineludible para con el hombre, conformarle a su tiempo sin desviarle de la grande y final tendencia humana.  Educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, ponerlo al nivel de su tiempo prepararlo para la vida. “Educar es dar al hombre las llaves del mundo, que son la Independencia y el amor, prepararle las fuerzas para que lo recorra por sí solo, con el paso alegre de los hombres naturales y libres[7]

En estas definiciones se encuentran dos ideas centrales de la concepción pedagógica de la educación como la “preparación del hombre para la vida[8]”, sin descuidar su espiritualidad y es la “conformación del hombre a su tiempo”, pudiendo interpretarse que la educación representa para el individuo la conquista de su autonomía, su naturalidad y su espiritualidad.

Es claro que primero debemos distinguir entre educación e instrucción. La primera se refiere al sentimiento, mientras que la segunda es relativa al pensamiento. Pero, a la vez, debemos reconocer que no hay buena educación sin instrucción, ya que “las cualidades morales suben de precio cuando están realizadas por cualidades inteligentes”. Diferencia ésta que viene en nuestro auxilio, para captar el significado de la educación como el intento de “depositar en el hombre toda la obra humana”, de “hacer de cada hombre un resumen del mundo viviente hasta el día en que vive”. La educación, entendida como recapitulación no es posible sino por la instrucción.  Pero, en tanto que conformación a una época y capacidad para la libertad y la espiritualidad, la educación no se logra más que por lo que ella es esencialmente: un cultivo integral de las facultades y habilidades humanas.

Hay un gran debate sobre el carácter de los nuevos fenómenos del relativismo, el sentimentalismo y el individualismo. La cuestión principal, en lo que afecta a la educación, es si hay un rechazo de la racionalidad optimista a favor de un nihilismo hedonista y narcisista o un regreso a los antiguos valores, a menudo locales. Sin duda, se ha sostenido que un «hombre modular» educado y polivalente tiene unos valores sentimentales ocultos tras la comprensión racional, tanto en Europa como en el fundamentalismo islámico (Gellner 1994, 97-108).

Esto plantea una serie de problemas educativos. Una educación con vocación contable económica que requiere unos niveles uniformes muy altos, y tiene que proporcionar un cierto grado de igualdad de oportunidades que impida que algunos grupos étnicos se vean dañados económicamente hasta el punto de que se intensifique no sólo la desigualdad, sino en último término la destrucción social de algunos grupos, motivo éste que conduce a las guerras civiles étnicas (incluyendo las guerras entre bandas de los desposeídos urbanos). Por otra parte, la carencia endémica de sentido en la formación económica instrumental requiere que se disponga de otras formas de educación. Hay interrogantes sobre si esta educación alternativa debiese ser local, individualista o subcultural, con lo que impulsaría la ruptura y la desintegración social; o sobre si debería derivarse de las viejas identidades nacionales que por sí mismas pueden impulsar la discriminación social al asociarse con las viejas clases dominantes e, incidentalmente, contribuir a alimentar la xenofobia.

Las opciones no están completamente abiertas. Así como algunos sistemas educativos tienen ventajas al participar en un nuevo orden económico mundial, otras tradiciones educativas han sido más fuertes a la hora de responder a las diferentes demandas multiculturales, comunitarias e individualistas. A pesar de que los políticos se centren en una educación «económica» internacionalmente competitiva, el orden del día de la educación global también implica el examen de los puntos fuertes y débiles de las tradiciones educativas culturales, que pueden ser tan intensas y variadas entre países como las económicas y con desigualdades similares, pero con capacidad de ofrecer satisfacción individual y comunal a la vez que tolerancia y acomodo intercultural.

El humanismo, el racionalismo y el naturalismo europeos pueden ser el punto de partida. También se necesita explorar las variaciones nacionales y locales dentro de cada tradición, sus tensiones y su capacidad de evolucionar. La herencia curricular se puede trazar a través de escritores cuyas ideas son conocidas porque incorporan la esencia de una tradición ampliamente aceptada, que puede ser estudiada mediante la evidencia de la práctica curricular histórica y contemporánea. Puede que el «corpus» humanista comience con Platón y continúe hasta Erasmo, pero contiene una amplia gama de expresiones nacionales y locales que incluyen, por ejemplo, a Locke en Inglaterra. El punto de vista enciclopédico racionalista tiene fuentes más diversas que también incluyen a las de la antigua Grecia. Puede que la filosofía de Descartes haya apuntalado el racionalismo, pero su aplicación educativa se puede estudiar de forma más completa en influyentes pensadores de la educación como Comenio, que antecedió a Descartes. Los puntos de vista naturalistas tienen expresión universal en las ideas de Rousseau, pero muchas propuestas posteriores son específicas de países y de culturas concretas.

Hay una importante diferencia entre el humanismo y el racionalismo como elite, entre las tradiciones públicas desarrolladas para educar ciudadanos y los conceptos naturalistas que tienen en la persona o en la comunidad básica el punto de partida. Durkheim, en los dos últimos capítulos de su obra fundamental sobre la educación, contrastó la preocupación humanista por la «extremada diversidad de los sentimientos que han agitado el corazón humano» con el interés racionalista por los «procedimientos con los que la razón humana ha tomado control progresivamente del mundo» (Durkheim 1977, 339-40).

Por el contrario, los puntos de vista naturalistas rechazan la sumisión de la persona a un cuerpo extraño de conocimiento y buscan el conocimiento en lo concreto, lo privado y lo natural. La historia del pensamiento pedagógico occidental desde finales del siglo XVIII puede verse como un intento de dar sentido a Platón – de quien se derivan tanto el humanismo como el racionalismo-, y al naturalismo de Rousseau. El enfrentamiento es todavía un elemento central en toda la educación occidental.

Los puntos de vista humanistas comienzan con el carácter humano y su potencial, en vez de hacerlo con la estructura del universo físico. El objetivo central es desarrollar cualidades en los jóvenes que les servirán más tarde en la vida, mediante su familiarización con los grandes logros de los individuos de las generaciones pasadas.

La educación humanista europea puede ser rechazada por arcaica. La recomendación de Platón de dar una educación moral a una elite política ha sido la responsable del privilegio social y de las actitudes anti-industriales de épocas posteriores que privaron a la educación de las masas de cualquier propósito real. Puede que el respeto por los héroes del pasado haya conducido a un conservadurismo pasivo o a una falta de realismo.

Es necesaria una nueva evaluación. Lo que une a las grandes tradiciones de conocimiento del mundo entero es su meta humanista. Los valores educativos confucianos, védicos e islámicos han sido tan morales como los de Platón y, sin embargo, los de Confucio han demostrado no estar tan alejados de la educación utilitaria de masas de finales del siglo XX como de los de Europa. El planteamiento de Rousseau de una educación individualista, libertaria y naturalista, culminó en un estudio humanista de la historia en la edad adulta (Rousseau 1993, 197-208). La crítica del modernismo occidental de mediados del siglo XX requiere que nos replanteemos la educación que lo rechazaba por tradicional.

Esto contrasta con el planteamiento alemán, en el que una educación humanista sólo se ofrece en las universidades después de que se haya completado una minuciosa educación cognitiva y lógica en las escuelas secundarias. De esta forma, el compromiso de aprender por aprender, incluyendo el compromiso de adquirir las bases cognitivas e intelectuales previas y a pesar de lo poco apetecible que sea, puede ser parte de una auténtica educación humanista.

El punto de vista racionalista de los contenidos del aprendizaje y la enseñanza está asociado con un punto de vista sistemático del mundo físico. Para entender el sentido de este universo y en último término para cambiarlo, habría que desarrollar las capacidades para la lógica, la deducción y la abstracción, junto con la síntesis y la sistematización. El procedimiento es ese grupo de asignaturas como los idiomas, las matemáticas y las ciencias, por el que se pueden desarrollar mejor estas cualidades. Pero el conocimiento útil es también externo y estándar, por lo que el estudiante debería abarcar el caleidoscopio enciclopédico de todas las áreas legítimas durante el mayor tiempo posible. Lo privado y lo irracional están rigurosamente excluidos.

Estos atributos forman una imagen casi idéntica a la del humanismo inglés de los siglos XIX y XX. Su historia, como la del humanismo, se remonta a la antigua Grecia. Platón creyó que el conocimiento racional era la base preliminar necesaria para la educación filosófica y moral. Esta idea impregnó la educación medieval a través de la escolástica. Sin embargo, sus orígenes contemporáneos son revolucionarios en el siglo XVII, en la Ilustración del siglo XVIII, y luego en la Revolución francesa de 1789, proyectándose a través de un paréntesis histórico en el siglo XIX, hasta las revoluciones socialistas posteriores a 1917. Se puede considerar con certeza como el cimiento de la revolución tecnológica de la segunda mitad del siglo XX. A pesar de ello, este racionalismo es imperfecto y no ofrece un significado real ni una satisfacción personal. Puede que ni siquiera siga sirviendo para las futuras necesidades económicas profesionales.

El principal obstáculo para el libre acceso es la alienación del estudiante, que es la respuesta endémica al proyecto racionalista de aprendizaje. No se trata sólo de la presión de tener que estudiar una cantidad determinada de asignaturas. La filosofía ha sido considerada, hasta por los mejores estudiantes, como un juego sin importancia. El enciclopedismo racionalista, en último término, es una forma de imponer un sistema conceptual irreal y estandarizado en un mundo real de individuos y de subculturas a pequeña escala. La persona tiene que rendir su percepción del mundo práctico real y de sus impulsos emocionales a este sistema.

La persona ha de ser concebida como sujeto que se debe auto-configurar responsablemente a través del intercambio dialéctico educativo. (Freire)

Según T. W. Moore, “la filosofía de la educación consiste básicamente en formular un comentario crítico sobre la teoría educativa, y ésta, a su vez, consiste en varias teorías de diferentes alcances y niveles de complejidad, que van desde teorías simples sobre enseñanza hasta teorías de gran escala aliadas o asociadas con alguna posición social, política o religiosa” (Introducción a la filosofía de la educación, 1996). Johann Friederich Herbart (1776-1841) es considerado el padre de la ciencia pedagógica por sus diferentes escritos sobre ella y su dedicación. Admiró el método pestalozziano, pues observó que el hombre ”es educado incesantemente por las circunstancias: necesita del arte que lo fabrique, que lo construya, de modo que adquiera la forma justa”; entendió que el método pestalozziano consistía en eso, “en que más que ningún otro método precedente comprende que es necesario edificar el espíritu infantil, construirle una experiencia determinada y claramente intuida; no actuar como si el niño tuviese ya experiencia, sino cuidar que obtenga experiencia”. (Citado por N. Abbagnano y A. Visalberghi en Historia de la Pedagogía)

Así pues, si la ética permite proyectar los fines de la vida humana (y por consiguiente los objetivos de la educación), la psicología nos presenta la situación de la existencia humana, de manera que el problema pedagógico se reconduce sustancialmente a un problema de método: qué procedimientos seguir para llegar a los fines, basándose en el dato psicológico.

También la tripartición de la filosofía (típica de las escuelas postaristotélicas) en lógica, física y metafísica manifiesta, en comparación con la clasificación aristotélica de las ciencias en: 1) teóricas (tienen por objeto el conocimiento), 2) prácticas o normativas (tienen por objeto la praxis) y 3) poyéticas o productivas, cuya finalidad es la producción de objetos: las artes y oficios, que una parte de las “ciencias teóricas” (las matemáticas) han abandonado la filosofía propiamente dicha y son propedéuticas a ella.

El cuadro de las siete artes liberales futuras se completó solamente en el siglo I a.c., aunque el programa en su conjunto (que ponía las matemáticas del currículum platónico después de la formación literaria sostenida por Isócrates y su escuela) se remonta al comienzo del siglo IV. (Extraído del Diccionario de Ciencias de la Educación dirigido por Giuseppe Flores d’Arcais, 1990)

La educación, en cuanto hecho totalmente social, se halla presente siempre y en cualquier lugar donde haya, aún muy frágil, una organización de la sociedad. Por ello, René Hubert (1885-1954) afirma: “como el estudio de las formas elementales de la vida religiosa se hace resaltar algunos caracteres sociales esenciales de este fenómeno, así también el estudio de las formas elementales de la educación pone de manifiesto su naturaleza original, presentando su esquema simplificado y breve. La educación, en las sociedades rudimentarias, es esencialmente una iniciación ritual progresiva a las creencias y a las costumbres del grupo. Esta se traduce en una participación espontánea en el uso de sus técnicas prácticas y en su tipo de vida

El helenismo abrió camino a la educación profesional, no sólo en lo referente a los vértices del saber (con la gran articulación especializada, que se produce a nivel de escuelas de tipo universitario, y con la tendencia de cada una de las disciplinas a establecerse en su propia autonomía) sino también con la tendencia de la cultura de base (música, gimnasia y lectura-literaria) aspirando a la formación del hombre integral.

Es en este contexto que podríamos hablar de las teorías (y de sus praxis correspondientes) conservadoras o reformistas o hasta revolucionarias, de conformidad con las relaciones que se establecen entre el presente y el pasado, incluso, pudiendo hablarse de teorías utópicas, no sólo en el sentido de que no parecen poder encontrar su correspondencia en la praxis, sino precisamente en cuanto se ofrecen como una propuesta carente de lugar en el tiempo y en el espacio.

Este planteamiento se caracteriza por las siguientes formas de definiciones:

1) Filosóficas:

  1. Se educa para la vida.
  2. Existen verdades universales que no admiten ninguna discusión.
  3. Lo cultural es lo que permanece, puede ser revalidado y por lo tanto es estático.
  4. Existen ciertos postulados matemáticos (Axiomas) que no admiten discusión sobre su razón de ser.
  5. Lo esencial del hombre se repite en todos los lugares y situaciones.

2) Pedagógicas:

  1. El aprendizaje se encuentra subordinado a la enseñanza.
  2. Debe existir una asimilación de los fundamentos filosóficos.
  3. Debe existir una relación directa entre los saberes específicos y los saberes propios de cada profesión.
  4. El esfuerzo en el dominio de los conceptos antecede a la acción.
  5. La competencia como base de la superación y lección de vida.

3) Didáctico normativas:

  1. La exposición es la metodología básica para la transmisión del conocimiento.
  2. En la repetición de actividades físicas o mentales se encuentra la clave del crecimiento educativo.
  3. Los contenidos de la enseñanza, se ordenan lógicamente, en programas concebidos por el docente que relacionan al educando con valores permanentes.

Entre estos puntos, que entendemos esenciales en la escuela tradicional, existe una coherencia y unidad conceptual. Así concebida la educación, está unida al criterio de que la acumulación de conocimientos es lo más importante a tener en cuenta y, por lo tanto, la dirección del proceso educativo se orienta desde el exterior hacia el interior del educando. Los contenidos de tipo intelectual son prioritarios.

Los basamentos que la constituyen, no fueron dados todos de una vez, ni para una época determinada. Mucho menos fueron producto de la elaboración sistemática proveniente de figuras claves de la pedagogía universal.

Por ello, es necesario precisar y diferenciar qué se entiende por tradicionalismo en la educación, desde antes del siglo XVIII y hasta principios del 1900 y qué entendemos por actitudes tradicionalistas en la actualidad. El tradicionalismo de hoy es producto, en unos casos, de un acto defensivo de la escuela o del docente que no podía explicar (de manera científica) el accionar del niño en la estructura escolar, o en otros casos, de una intención que por la vía de un rígido control del educando, en el nivel de lo cognoscitivo, en sus modos de relación con sus padres y sus superiores. Mediante esto se ayudara a la perduración de estructuras económicas y sociales que comienzan a ser cuestionadas fuera del ámbito escolar.

Concientización, finalidad última de la concepción pedagógica, a través de la cual la persona alcanza su capacidad crítica, objetiva y consciente, a partir de su realidad pensada. (Freire)

Normalmente se recuerda a G. Stanley Hall (1844-1924) como quien supo unir el aspecto especulativo de la filosofía del hombre con la actitud empírica estimulada por el nacimiento de las nuevas ciencias; utilizando la concepción darwiniana de la evolución, llegó a la conclusión que los estadios sucesivos del desarrollo de la especie humana habían modificado progresivamente su estructura genética. La ley de la recuperación, que fue su lógica deducción, interpretaba las fases sucesivas del desarrollo individual como repeticiones (determinadas genéricamente) de las evoluciones biológicas de nuestra especie; de aquí resulta el peso escaso reconocido a los factores ambientales en el proceso evolutivo y la limitación de la intervención educativa a funciones de protección de cada una de las fases y de las manifestaciones comportamentales, consideradas en todo caso positivamente porque eran preparatorias de las sucesivas.

Hombre, persona en proceso de liberación, ser que no se constituye en opresor, sino que se esfuerza por estudiar y alcanzar la tarea humanista e histórica de liberarse a sí mismo y liberar a los opresores. (Freire)

Posteriormente, Laurence Viennot (1976), con estudios rigurosos, atrajo la atención sobre el problema de la enseñanza/aprendizaje que cuestionaba la efectividad de la enseñanza allí donde los resultados parecían muy positivos. Pues los alumnos no sólo terminaban sus estudios sin saber resolver problemas y sin una imagen correcta del trabajo científico, sino que la inmensa mayoría de ellos ni siquiera había logrado comprender el significado de los conceptos científicos más básicos, a pesar de una enseñanza reiterada. Relevante fue el hecho de que esos errores no constituían simples olvidos o equivocaciones momentáneas, sino que se expresaban como ideas muy seguras y persistentes, afectando de forma similar a alumnos de distintos países y niveles (incluyendo a un porcentaje significativo de profesores).

Aunque el interés por las preconcepciones es reciente, existen precedentes que llamaron la atención sobre la «prehistoria del aprendizaje» (Vigotsky 1973) o se refirieron al hecho de que, a menudo, «se conoce contra un conocimiento anterior» (Bachelard 1938). Sin olvidar los trabajos de Piaget (1971), que plantean el rastreo del origen psicológico de las nociones hasta sus estadios precientíficos, o de Ausubel (1978), quien afirma: «si yo tuviera que reducir toda la psicología educativa a un sólo principio, enunciaría este: averígüese lo que el alumno ya sabe y enséñese consecuentemente».

Es por esta razón que muchos autores conciben la educación como acto puro de creación, de sensatez, de valorar el conocimiento, y llevarlo a un estado máximo del arte, se debe concebir la educación como un acto de amor, tanto para aquellos que la reciben como para quienes la imparten, es por ello que para el verdadero maestro, la educación es una constante creación y el agente principal de esa creación es el maestro, quien hará de sus discípulos unos creadores.

Por lo tanto no se puede hablar del acto pedagógico, desconociendo su esencia filosófica, pura llena de verdad, porque según se viene manifestando el acto pedagógico es una relación concreta de seres humanos alimentada por el amor, creencia que justifica que abogara por el establecimiento de ideas propias, basadas en el principio de la individualidad como factor esencial de la educación, se presenta, precisamente, como una de las ideas centrales del pensamiento pedagógico, unido a un desarrollo filosófico.  Verdaderamente, esa individualidad está presentada como lo que los pedagogos europeos de comienzos del siglo XX, llamarían el elemento regulativo de la educación.

Tal cual como se ha manifestado a lo largo de estas líneas si queremos formar un profesional de la contaduría pública integro, idóneo, capaz, que no solo se remita a cumplir con su tarea repetitiva, si no que trascienda, que sea un creador, un pensador y que identifique plenamente su misión, que diseñe su propio proyecto de vida, es necesario recurrir a lo que algunos autores denominan la educación científica.

En la contabilidad encontramos las estructuras en la información contable cuya mínima expresión son los datos económicos, y cuyos propósitos son los de formar hombres y mujeres de pensamiento libre, capaces de conocer que la educación sin filosofía, sin amor y sin arte no esta bien concebida, y que lo mismo sucede con nuestra formación como contadores públicos.

Porque una sociedad educada jamas será violenta, ello equivale a decir que un pueblo educado es un pueblo libre, que tiene un alto grado de desarrollo de la inteligencia, que es instrumento de la autonomía individual y pilar del progreso de los pueblos. Ya que existe un divorcio evidente entre la educación y la violencia.

Es necesario tener claro que la “educación científica”, oponiéndola, o distinguiéndola, de la educación que se denomina “clásica”, “literaria”, “formal” u “ornamental”, tema en el cual no dejó de sufrir la influencia spenceriana[9], aunque en un sentido ampliado por un amor poético de la naturaleza.  Es lo que podemos considerar como un naturalismo espiritualizado y no biologista o materialista, más cercano a Rousseau que a Spencer.

Se trata de encontrar la verdadera y profunda confianza en la educación científica y filosófica  ya que esta explica él porque se exige constantemente una reforma radical de la educación.  “De dónde procede su aparente “¿cientificismo”? Ya hemos dicho que toda la importancia que se atribuía a la educación científica nace de su afán por hacer hombres útiles e independientes.

Para poder dar el calificativo de formación científica a la Contaduría Pública debemos cambiar muchos sesgos que no dejan que la contabilidad avance por el camino de la cientificidad, porque es importante tener en cuenta que la contabilidad sigue siendo la misma, que aún no ha cambiado de función y mucho menos de paradigmas, sirve, se purifica y se replantea, pero no para cambiar sino para volver sobre sus propios pasos, hoy pasa lo mismo que hace algunos siglos atrás, donde se decía que la contabilidad antiguamente contribuía a mantener y mejorar la posición dominante de los grandes poderes económicos, antiguamente el de los señores feudales y de la iglesia  y actualmente el de la misma iglesia, el de los gobiernos de turno, y el de los grandes empresarios, principalmente sigue contribuyendo a que las empresas y los gobiernos continúen en sus posiciones así estas estén por fuera de la norma o simplemente porque los intereses de los empresarios así lo determinan. La contabilidad sigue basando su funcionalidad en registros de acuerdo a la partida doble, en la mecánica del debe y el haber como postulados de igualdad económica, no toma en cuenta la visión futurista de la realidad económica, como elemento ligeramente nuevo, su producto final, la información tanto cualitativa como cuantitativa está orientada, en buena parte a plantear solo en el papel los objetivos y cualidades con que debe cumplir de manera obligatoria.

Lo que pasa es que la información contable es el producto final de un proceso que se fundamenta en unos registros económicos, que es sobre una misma realidad que encuentra su diario quehacer, sólo que para algunas personas manipulen una parte de esa información y desechen la más útil, porque no basan sus decisiones en esta información porque la consideran poco confiable, esto condiciona no tanto lo que se va a producir sino más bien la que se va a entregar a los usuarios de la información de acuerdo a sus necesidades específicas.

Al supuesto paradigma de búsqueda y registro de la verdad sólo se le ha adicionado un elemento nuevo, que de nuevo tiene muy poco, y es la atención de los usuarios y sus necesidades, esto en razón a que después de la crisis económica de 1929 -1930 se adquirió conciencia de la necesidad de hacer pública la información contable, con el fin de prever y evitar otra situación similar; aunque en esto se ha fracasado también.

En un artículo titulado Contabilidad y Desarrollo económico; un reto para el siglo XXI, Túa Pereda afirma que una de las consecuencias del paradigma de utilidad es «la obtención de un desarrollo económico equilibrado y adecuado», querrá decir más bien, que con la disciplina se contribuye a perpetuar las desigualdades sociales, porque en los países del mundo, el desarrollo económico no es más que el beneficio de unos pocos gracias a la explotación de muchos.

Una ciencia es en esencia un objeto de conocimiento y un método para su aprehensión, aproximación, interpretación y análisis; método que será definido por la naturaleza misma del objeto de investigación. Esto es, todo método depende del objeto de investigación el cual está mediado por procesos de significación, intencionalidades, simbolizaciones e intereses de los sujetos epistémicos que los construyen. El método, se traduce, entonces, en un conjunto de postulados, reglas, normas, institucionalizadas – por lo que Thomas Khun a dado en denominar comunidad científica socialmente reconocida.

Ahora bien, la actividad cognoscitiva no está controlada por lo aparente, por lo obvio, por lo visible e inmediato, ni por la observación individual directa. El hombre, en su afán cognoscitivo tiene la capacidad de simbolizar y construir universos de representación y formas de representar, abstrayéndose de la impresión directa y, cuando realiza este ejercicio crítico moldea y organiza tanto la realidad extrasubjetiva como su propia subjetividad. Solo en este estadio, se puede decir, que se ha asumido el reto de la problematizar la realidad, que no es otra cosa que, construir objetos del conocimiento.

Esta visión instrumental, eminentemente positivista, acepta acríticamente el destino manifiesto de la sociedad en que se vive, de donde se desprende el carácter conservador y legitimador del orden social que ha tenido la contabilidad desde sus propios orígenes como disciplina.

La Necesaria Revisión Conceptual del Entramado Contable

Al no existir una matriz epistemológica para el desarrollo de un plan inicial – siguiendo la concepción Lakatosiana de programas de investigación – que diera continuidad a los miembros de un colectivo disciplinario, la contabilidad como corpus conceptual se refugió fatalmente en la instrumentalización de su practica, la cual fue subsumida en la institucionalización de una normatividad compendiada en una serie de directrices convencionales denominadas principios de contabilidad generalmente aceptados, cuya forma de «legitimación», se ejecuta con la autorización casi coercitiva de un organismo regulador, que por «arte de magia» adquiere la potestad omnicomprensiva de dictar estándares pragmáticos, depredadores de cualquier inquietud valorativa de construcción teórica. En este sentido, entonces,

El sistema de normalización contable es un rasgo del sistema económico occidental, que adquiere carácter operativo profesional a nivel internacional mediante la IASC (Comisión de Normas Internacionales de Contabilidad), y a nivel del continente latinoamericano a través de la AIC (Comisión Interamericana de Contabilidad». (Aguilar, otros,1987:10).

Las transformaciones que se han producido y que con mayor velocidad se están produciendo en el mundo contemporáneo, colocan en evidencias las notables limitaciones de la perspectiva positivista. Las profundas mutaciones del poder mundial referidas a la revolución tecnológica de la información, la mundialización económica, una vasta revolución teórica, la automatización del capital, etc., son indicios suficientes para renovar el arsenal teórico contable, que permita enfrentar el tipo de problemas planteados y las formas de organizar las respuestas, en correspondencia con las tendencias de cambio de la sociedad del futuro, para lo cual es un imperativo reconstruir los supuestos epistemológicos y organizativos de la disciplina contable.

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