La crisis asiática. Según analistas, la crisis de las monedas asiáticas que ocurrió en 1997, es la consecuencia directa de una combinación de factores.
- El primer factor desencadenante de esta crisis fue el gigantesco déficit de la cuenta corriente, el cual en 1996 alcanzó el 8,2% del PNB de Tailandia. Este déficit ejerció fuertes presiones a la sobre valorada moneda de ese país.
- El segundo factor fue la relación existente entre un yen débil y el fuerte baht (moneda tailandesa) que incrementó las importaciones de bienes japoneses cuya partida representa casi un tercio de las importaciones totales de Tailandia. Así, pues, la fortaleza del baht es la causa del aumento de su déficit comercial.
- Un tercer factor se produjo con el incremento de la progresiva afluencia de capital extranjero a corto plazo. Tailandia ha absorbido grandes movimientos de fondos extranjeros a mediano y largo plazos, probablemente esta afluencia ha sido demasiado elevada.
Las masivas inyecciones de capital extranjero dieron algunos beneficios, han compensado el déficit por cuenta corriente y han aumentado las reservas de divisas.
Pero, al mismo tiempo, han impulsaron las presiones inflacionarias debido a la afluencia de dinero. Una parte de los fondos fue a parar al sector inmobiliario y a sectores especulativos donde se crearon burbujas económicas parecidas a las de Japón de finales de década de los 80. En los últimos tiempos, los especuladores han utilizado de forma exagerada los mercados financieros del país para obtener beneficios a corto plazo. Para sintetizar, la crisis de Tailandia se debió a las burbujas especulativas provocadas por las grandes afluencias de fondos del sector privado a sectores, como el inmobiliario. La crisis tailandesa muy similar al estallido de las burbujas especulativas de Japón, puede considerarse una quiebra del mercado ocasionada por el desorden de una moral peligrosa, o más concretamente, por la descomposición de las normas éticas ante la perspectiva de obtener ganancias con facilidad.
Asia Oriental trató de impulsar sus exportaciones para emerger de la crisis económica, agobiada por la caída de sus monedas y del consumo interno. Más, a pesar de la mayoría de los pronósticos, esas economías han logrado recuperarse.
La teoría económica convencional señala que, a pesar de todos sus problemas, Asia Oriental deberá estar exportando mucho más que antes, pues las devaluaciones aumentaron su competitividad en el mercado mundial. En la mayoría de los países de Asia Oriental las exportaciones crecieron de forma moderada, mientras se reducen los déficit de cuenta corriente debido a la caída de las importaciones, ahora demasiado caras para el bolsillo del consumidor de la región.
Las cuentas de Tailandia e Indonesia, al igual que las de Corea del Sur, cuyo superávit comercial de enero de 1998 fue de 1 600 millones de dólares, no son resultado de un aumento en las exportaciones, sino de la caída de casi el 40% de las importaciones. Las importaciones de Corea del Sur de petróleo, materias primas, bienes de capital y de consumo caen de picada.
Los exportadores tailandeses no se beneficiaron en todo con la depreciación de la moneda, pues varios países importadores tuvieron menos poder de compra debido al lento crecimiento de la economía. Los principales importadores de bienes tailandeses son, por lo general, sus socios de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), Japón y China, los cuales disminuyeron sus compras en 1997.
Indonesia es otro país con una fuerte dependencia de las importaciones de otras economías de la región, como la ASEAN, Japón y Corea del Sur.
Las empresas japonesas hicieron grandes inversiones en el Este Asiático, con la base del fuerte yen después del Acuerdo Plaza en septiembre de 1985, pero éstas también han descendido desde aproximadamente 1990. Las inversiones japonesas en las economías asiáticas de reciente industrialización alcanzaron su punto máximo en 1989 y en los países de la ASEAN, en 1990.
La tendencia probablemente refleja el hecho de que las empresas niponas tuvieron menos capital disponible para las inversiones en el extranjero como consecuencia de la larga recesión.
En la segunda mitad de los años 80, la expansión a gran escala de las empresas niponas en el Este Asiático produjo un tremendo impulso en el crecimiento económico de la región y, por tanto, se predecía que el descenso de las inversiones japonesas que empezó en 1990 tendría un efecto negativo en el crecimiento del Este Asiático.
En comparación con el resto del mundo, estos países presentan unas fuertes políticas macroeconómicas, poseen también una fuerte política en la educación, unos altos tipos de ahorro nacionales y una relativa estabilidad política.
Las estrellas del crecimiento económico del Este y Oeste Asiático se han visto obligadas a revisar sus estrategias de industrialización que dependen del fondo extranjero. Parte de los 70 millones de dólares de los fondos absorbidos a fines de 1996 el 53%, según el Banco de Pagos Internacionales correspondió a créditos de instituciones japonesas. De ahí que sea natural que Japón ejerciera el liderazgo en la salida de la crisis monetaria.
Iniciativa Chiang Mai
Como ejemplo de lo anterior es necesario hacer mención a la iniciativa Chiang Mai (CMI) creada en el 2000 tras la crisis financiera asiática de 1997 y 1998, en la que participan los países que forman parte de la ASEAN más China, Japón y Corea del Sur (ASEAN + 3). Esta iniciativa constituye una red regional de swaps de reservas bilaterales que se activarían en caso de necesidad, otorgando a los países participantes una protección adicional para hacer frente a eventuales crisis. Algunos observadores han visto en esta iniciativa el embrión de un Fondo Monetario Asiático por el que, por otra parte, han abogado algunos líderes en la región.
En la Iniciativa Chiang Mai los países participantes podían obtener un 10% de la liquidez de manera inmediata y sin condiciones. El restante 90% se suministraría si el país en cuestión adoptaba un programa diseñado por el FMI. El objetivo inicial propuesto por Japón era crear un fondo monetario asiático que saliera al rescate de naciones del área en problemas, este objetivo fue combatido sin concesiones por Estados Unidos, el mayor aportador de recursos del FMI.
La CMI fue reformada en mayo de 2005 aumentando su dotación de 39 000 millones de dólares a 78 000 millones, incrementándose la proporción (del 10% al 20%) de liquidez sin condicionalidad del FMI; convirtiéndose los swaps unilaterales en bilaterales con vistas a hacerlos multilaterales. Se espera que los intercambios comerciales dentro de la CMI superen los 100 000 millones en el 2008.
La misma también contempla crear en un plazo de 2 años un fondo de inversión para infraestructuras utilizando el superávit por cuenta corriente de los bancos centrales de los países de la ASEAN+3.
El día 5 de mayo del presente año en Kyoto, comenzó la reunión de ministros de finanzas de la ASEAN, más Japón, China y Corea del Sur, donde decidieron llevar a cabo una unión de sus reservas para proteger sus monedas de la especulación. Esta decisión se considera como una expansión de la llamada Iniciativa Chiang Mai.
El objetivo fundamental de este Fondo Económico Común es que en caso de crisis financiera en uno de sus países miembros, pueda recibir un préstamo de manera rápida que sirva para apoyar sus reservas internacionales, hasta que este país se recupere de la crisis.
Actualmente existen condiciones para la creación de este fondo. Dentro de los factores principales que lo favorecen están:
- El continuo y fuerte crecimiento que ha tenido China en la región y sus elevadas reservas internacionales.
- China, Japón y Corea del Sur son tres de los cinco países con mayores reservas a nivel mundial.
- Se calcula que los países del este asiático poseen cerca de dos tercios de las reservas monetarias del mundo.
El fondo monetario común unificará los intercambios de divisas que tienen lugar actualmente de forma bilateral, calculados en unos 80 000 millones de dólares y los convertirá en un programa multilateral que recurre a las reservas de monedas extranjeras. Los trece países coinciden en que el fondo común gobernado por contrato es “una forma apropiada de acuerdo multilateral.”
En resumen es “un acuerdo significativo hacia un mecanismo regional de liquidez.”
Conclusiones
La irrupción de los desequilibrios globales sin precedentes ha puesto de manifiesto la escasa capacidad del FMI para evitar y corregir la emergencia de vulnerabilidades en la economía mundial. La legitimidad del FMI también se ha puesto entredicho dado que el peso de sus Estados miembros en los órganos de gobierno de la institución ya no refleja el peso real de estos países en la economía mundial.
Indiscutiblemente el Fondo Monetario Internacional ha perdido peso y capacidad de influencia a lo largo de los últimos años ya que se ha producido una caída pronunciada en el número de programas en activo del FMI y en el volumen de recursos prestados por la institución. Los mercados emergentes han tendido a desvincularse de la institución, “auto-asegurándose” mediante reservas internacionales y en ocasiones anticipando la cancelación de sus programas.
Estas son algunas de las principales cuestiones que están siendo debatidas por la comunidad internacional en el contexto de la revisión estratégica en curso en el seno del FMI.
La espectacular acumulación de reservas internacionales por parte de los bancos centrales asiáticos y en menor medida de los latinoamericanos ha sido parcialmente interpretada como reflejo de esta estrategia de desvinculación del FMI y de su condicionalidad.
Si bien la iniciativa Chiang Mai mantiene una vinculación institucional con el FMI, no cabe duda que resulta difícil no interpretar su existencia como otro síntoma de la voluntad de buena parte de los países asiáticos de romper su relación de dependencia con el FMI.
Bibliografía Consultada
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