El arte del buen gobierno y el interés nacional Uruguayo

La dimensión de las crisis generalizada de la economía uruguaya y el estancamiento y deterioro de sus principales componentes, impone objetividad y realismo en el análisis, para no repetir los estereotipos ideológicos habituales de nuestra sociedad; más aun ante los avances en las relaciones políticas y comerciales de nuestros dos gran vecinos, pues estamos presenciando desde hace un tiempo que Uruguay es plenamente ignorado en la región.

Quizás convenga recordar -a grandes rasgos- períodos de nuestra historia para identificar a sus principales responsables. A partir de 1830, los cambios constitucionales fueron transformando las ideas y creencias de nuestra población – en muchos casos envileciéndolas-a la par que desde principios del siglo XX, las grandes corrientes migratorias iban incorporando pautas culturales que conformaban un modelo de nación.

A partir de ese instante y en el clímax de la crisis mundial de 1929, se fue modificando paulatinamente nuestra inserción mundial, productiva y política. La Segunda Guerra Mundial y sus posteriores cambios de actores hegemónicos en la conducción del comercio y de las relaciones internacionales y la falta de visión de nuestros gobernantes para proyectar un modelo de nación que superara las canonjías coyunturales de ka política marcada por CEPAL de sustitución de importaciones, lo que permitió que privilegiadas minorías en forma ininterrumpida hasta nuestros días, obstaculizaran -para finalmente degradar- una economía agropecuaria e industrial actualizada y competitiva, neutralizando -lo más grave- el necesario y sostenido desarrollo científico y tecnológico que exige el mundo contemporáneo globalizado, desmejorando -simultáneamente- e4l nivel académico y la investigación en los claustros universitarios.

Gobernar es, para el profesor Henry Kissinger (“Un mundo restaurado”, 1973) -y lo cito no como exponente de una política exterior hegemónica – un arte difícil y peculiar. En el libro que he indicado, el autor expresa: “Al estadista no hay que juzgarlo solamente por sus concepciones, porque al revés del filósofo, debe ejecutar su visión. Y el estadista confronta inevitablemente la inercia de su material y el hecho de que las otras potencias no son factores que puedan ser manipuladas, sino fuerzas que deben ser conciliadas. Su instrumento es la diplomacia que concilie las aspiraciones particulares con un consenso general”.

Por ese camino se han dispuesto a transitar juntos, Argentina y Brasil, conforme al acuerdo al cual -razonable y felizmente acordaron la semana pasada con motivo de la visita de la presidente de Argentina y el de Brasil, luego de dejar “atrás” los desacuerdos que ambos países tuvieron en los debates de la recientemente fracasada ronda de Doha.

Buena y acertada razón tiene Kissinger cuando indica: “La política profunda se nutre de la creación perpetua, de una redefinición constante de metas. En efecto, el espíritu de la política y el de la burocracia se oponen diametralmente La esencia de la política es su contingencia”.

Los valores conceptuales de estas afirmaciones indican que el arte del buen gobierno exige para conseguir el triunfo de las ideas, objetividad en la elección de los hechos, análisis en la elaboración de las estrategias y determinación no militante en los momentos críticos. Entre el conocimiento positivo y la mitología militante, está el quid para el éxito en la decisión política del gobernante. (A.A. Bravo, 1985).

Mientras el presidente uruguayo viaja periódicamente por países lejanos, Argentina y Brasil consolidan sus relaciones en el marco de un MERCOSUR (extremadamente bilateral) quedando para el conocimiento de una época pasada el libro que escribiera Miguel A., Scenna “Argentina-Brasil, cien años de rivalidad”.Se cumplen luego de 55 años, los planificados por los presidente de Chile (Gral. Ibáñez), Argentina (Gral.Perón) y Brasil (Vargas) la unidad que pusiera fin al funesto aislamiento que fue la clave de nuestra indefensión, resumida en el lema inglés “divide et impera”, que impuesto por Lord Pondonby lo heredó y aplicó al actual “hegemón”.

En estos tiempos, próximos a cumplirse el bicentenario independentista que dio lugar a la creación de veinte Estados, los pueblos iberoamericanos, tienen aun una obligación pendiente. Deben resolver política, cultural, económica y tecnológicamente, la creación de la siempre soñada Nación de Repúblicas, no lograda aun, a pesar de las “conversaciones” que se registran cumbre tras cumbre.

Espacio geográfico, sociedad y voluntad nacional

La organización del espacio es permeable a la gravitación de los factores de poder que se ejercen en la utilización e los recursos, dado que no existe un determinismo convergente y totalizado; porque la vida social es contingente y modificable por el accionar protagónico de la comunidad.

Uruguay -para citar nuestro caso- sólo podrá lograr su desarrollo integral a través de una estrategia (de la cual carece) que ordene y acondicione el territorio , modificando la convergencia de la infraestructura de transporte, energía, comunicaciones, con ejes de articulación y desarrollo territorial organizando su pequeño espacio insertado entre los dos mayores Estados de Sudamérica. En tal esquema son significativos los ejes transversales bioceánicos y los ejes longitudinales. Los primeros proyectan al Uruguay hacia el “hnterland” del Cono Sur. Los segundos incorporan vinculaciones entre Argentina y Brasil. Demás está decir, la función que deben cumplir los puertos para todo el MERCOSUR atlántico.

Lamentablemente, ni el IIRSA, ni nuestro vecinos reconocen la importancia que el Uruguay tiene en esta “cuenca del sesague”, así calificada la Cuenca del Plata por la Internacional Law Associaton, o, recordando otra metáfora histórica “el anillo del Plata” así calificada por los jesuitas de la época colonial.

Los presidentes Kirchner (en ese entonces) y Lula da Silva, acordaron la construcción de obras viales y ferroviarias que unen directamente a sus países por el que denominaron “Corredor de integración del MERCOSUR” , conocido también como Proyecto OCCOVI.

Uruguay, en tanto, sigue debatiendo sin llegar a una decisión, respecto a la constr4ucción de un puerto en aguas profundas en su costa atlántica, que tanto necesita el “hinterland” del Cono Sur atlántico.

Y me remito a dos notables visiones del devenir platense, planteadas a mediados del siglo XIX: 1) El esclarecido argentino Juan B. Alberdi manifestó: “El Estado Oriental tiene en su situación geográfica un doble pecado y es de ser necesario a la integridad del Brasil y a la integridad de la república Argentina.

¿Por qué motivo? Porque en las orillas de los afluentes del Plata, de que es llave principal el Estado Oriental, están situadas las más bellas provincias argentinas. El resultado de esto es que el Brasil no puede gobernar sus provincias fluviales sin la Banda Oriental; ni Buenos Aires puede dominar las provincias litorales argentinas sin la cooperación de esa Banda Oriental”.

En las “Memorias” de Itamaraty del año 1896, me encontré con un informe que puntualizaba una descripción de vías de comunicación en el “hinterland” del Cono Sur -particularmente en vías férreas- y la importancia del sistema portuario de la época. El informe indicaba: Desvaneciendo conceptos políticos, habilitaría a la República Oriental del Uruguay a desempeñar su función internacional en la América del Sur, tranquilidad exterior para desenvolver sus elementos de prosperidad como está, admirablemente colocada en el estuario del Plata para unir Brasil y Argentina. José M. da Silva Paranhos, Barón de Río Branco”.

Hoy Uruguay sigue pensando-como lo dijera recientemente el Presidente Dr Tabaré Vázquez- volver a ser la “Suiza de América”. ¿Qué significado tiene ese calificativo? ¿Un nuevo sistema colegiado de gobierno, como se inspiró Don José Batlle y Ordóñez a principios del siglo XX?. Es importante tener en cuenta que Batlle estudió y aplicó muy bien los conceptos de un buen gobierno de Krause y de Ahrens, que muchos de los gobernantes actuales nunca han leído.

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Quagliotti de Bellis Bernardo. (2008, septiembre 10). El arte del buen gobierno y el interés nacional Uruguayo. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/el-arte-del-buen-gobierno-y-el-interes-nacional-uruguayo/
Quagliotti de Bellis Bernardo. "El arte del buen gobierno y el interés nacional Uruguayo". gestiopolis. 10 septiembre 2008. Web. <https://www.gestiopolis.com/el-arte-del-buen-gobierno-y-el-interes-nacional-uruguayo/>.
Quagliotti de Bellis Bernardo. "El arte del buen gobierno y el interés nacional Uruguayo". gestiopolis. septiembre 10, 2008. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/el-arte-del-buen-gobierno-y-el-interes-nacional-uruguayo/.
Quagliotti de Bellis Bernardo. El arte del buen gobierno y el interés nacional Uruguayo [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/el-arte-del-buen-gobierno-y-el-interes-nacional-uruguayo/> [Citado el ].
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