Entendemos por despetrolización la dependencia menor de los ingresos petroleros por parte del estado mexicano. Hasta hace un par de años los ingresos totales del gobierno federal por concepto de hidrocarburos eran de un 40%, hoy en día representan sólo el 19% y con una tendencia a la baja. Si en 2010 los ingresos petroleros significaban 10 puntos del Producto Interno Bruto (PIB), para este 2015 se estima que no será mayor a 4.5 puntos. Esto significa que las finanzas públicas están en riesgo y son malas noticias para el gobierno y por ende para todos los mexicanos, ya que de no hacerse nada al respecto, el presupuesto global para 2016, de por sí ya reducido sustancialmente, arrojará una baja inversión pública, pues el gobierno tiene gastos fijos y compromisos ineludibles como los de pensiones, de salud, de gasto general, entre otros.
Definitivamente esto no es nuevo, ya se terminó aquella época en que los precios internacionales del petróleo eran altos, con mucha producción y bajos costos en México, y de eso ya hace más de diez años. En la última década y más en los tres últimos años, hemos visto una caída drástica en los precios internacionales, una baja en la producción de petróleo en México y además a un costo mucho más alto que antaño. Desde el 2014 la balanza comercial del país es sumamente deficitaria en el tema de hidrocarburos, es decir, que estamos importando o comprando a otros país más que lo que exportamos o vendemos en petróleo crudo, gasolinas, gas, aceite, combustóleo y otros derivados.
El gobierno federal afirma que esto ya lo tenía calculado, y que todo ha sido deliberado para disminuir la dependencia de los ingresos públicos por el petróleo, y que eso fue posible gracias a la reforma hacendaria de 2013; sin embargo, bien sabemos que esto tiene varias aristas y suponemos que el propio gobierno está actuando reactivamente ante el escenario mundial.
Entonces estamos hablando de una despetrolización forzada de las finanzas públicas, pues para seguir extrayendo petróleo del subsuelo se requiere una mayor tecnología y nuevos mecanismos de extracción, lo cuales, a pesar de que aún quedan vastas reservas de petróleo, son más costosos. Esto nos obliga a pasar de ser un país dependiente de los hidrocarburos, a uno con un sistema fiscal de economías similares en el mundo, en los cuales la recaudación fiscal es mayor y con rendición de cuentas transparente. Y si el precio del petróleo vuelve a subir, sería irresponsable utilizar esos recursos para el gasto corriente del gobierno federal y los estados, ya que deberíamos pensar en que se utilicen para inversión, crecimiento y desarrollo del país. No podemos cerrar los ojos a lo que pasa en el mundo, debemos pensar en una sustentabilidad al largo plazo, y en tal futuro el petróleo no puede ser ya el actor principal.