Un tema necesario de abordar, profundamente, es el referido a la cultura y autoestima, y su influencia en el desarrollo personal. No siempre se entiende, en su real alcance, la trascendencia de estos dos factores en una sociedad adversa a estimular su integración en la existencia de sus miembros.
Desde mi percepción estos componentes son importantes en la formación de una colectividad cualitativamente sobresaliente. La cultura otorga nociones para nuestro enriquecimiento intelectual, promueve la reflexión y toma de mejores decisiones al ampliar nuestra exploración individual. “Conócete a ti mismo y así alcanzarás la verdadera sabiduría”, decía el filósofo griego Sócrates, un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud.
Los discernimientos científicos son válidos para el progreso de la colectividad. Sin embargo, se debe considerar la pertinencia de estudiar contenidos definidos de “humanidades” que completan la educación del individuo con aspiraciones a una instrucción llena de ilustración. Aquí el amor por la lectura es un factor irrebatible.
En su artículo “La importancia de la cultura”, el escritor y periodista Ernesto Sánchez de Cos Escuin precisa: “La cultura – tal como la estamos entendiendo ahora aquí – es un conocimiento inútil para obtener bienes materiales, o para satisfacer las necesidades primarias de uno o de los demás, y posee algo que lo ha hecho interesante para muchas personas, ahora y en épocas pretéritas. Esta última característica elimina de la cultura las modas tan al uso, evitando que los ‘pokemon’ se constituyan en cultura porque hoy pueda interesar a muchos”.
La cultura ofrece al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Hace de nosotros seres racionales, críticos y éticos. A través de ella discernimos los valores, efectuamos opciones, tomamos conciencia de nuestra realidad, nos reconocemos como un proyecto inacabado, cuestionamos nuestras realizaciones, buscamos nuevas significaciones y creamos obras que nos trasciendan. En síntesis, brinda la posibilidad de “bucear” en nuestra intuición interior y, además, es un elemento de superación incuestionable.
Por estas argumentaciones debiéramos identificarnos con la literatura, las actividades formativas y de sensibilización, visitar museos, viajar, compartir conversaciones interesantes, despertar nuestras inquietudes por saber y aprender sobre aquellas cuestiones que no son de utilidad para las actividades cotidianas, pero nos entrenan en lo personal. En este sentido, recuerdo el testimonio que me dio Mario Vargas Llosa: “La buena literatura tiene que entretener. A través de la literatura se entra en contacto con una problemática humana, cultural y social. La literatura sensibiliza al hombre, lo alerta frente a determinados problemas, estimula su espíritu crítico frente a toda forma de injusticia. Creo que la literatura lo hace al hombre mucho más rebelde y anticonformista. Y espero que mis obras tengan estas características y contribuyan al espíritu crítico y rebelde del hombre”.
Pasemos a definir la autoestima y su vinculación con esta nota. Es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de quienes somos, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y mejora. Es a partir de los cinco o seis años cuando empezamos a cimentar un concepto de cómo nos ven nuestros mayores, compañeros, amigos, etc. y las experiencias que vamos adquiriendo.
Según la calidad de nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos. Una autoestima adecuada potenciará la capacidad de desplegar nuestras habilidades y aumentará el nivel de seguridad, mientras que una autoestima baja nos enfocará hacia la derrota y frustración. La alta o reducida autoestima -cualquiera sea el caso- ejerce una notable influencia sobre nuestra conducta.
La preponderancia de la familia es central ya que ésta trasmite los primeros valores que llevarán al niño a formar su personalidad. Muchas veces los padres actúan de manera perjudicial y dejan marcas ocultas que influirán en su supervivencia. Pero, también están los que valoran sus logros y esfuerzos, y contribuyen a afianzar la personalidad. Se recomienda hacer críticas constructivas, asumir actitudes positivas, confiar en nosotros, conducirse en función de nuestras convicciones, perfeccionar la sensibilidad y habilidad social y, finalmente, aceptar sus fortalezas y debilidades. La aprobación individual es un punto medular para entender y elevar la autoestima.
Algunos indicadores señalan que la autoestima del peruano se ha visto reforzada a partir de los logros y éxitos que vemos a nuestro alrededor. Reconocimientos a la gastronomía, literatura, deportes, artes, cine, etc. son factores que nos alientan y estimulan. Renace la esperanza que podemos ser una sociedad exitosa, emprendedora y con ilusiones. En síntesis, hagamos de la cultura y la autoestima dos sólidas “columnas” que permitan sostenernos, con firmeza y convicción, ante las infelicidades y nos brinden una mirada cierta sobre nuestro porvenir. Comience hoy!