“Todos los grandes progresos han sido el fruto de personas poco razonables que hicieron que el mundo se adaptase a ellas; las personas razonables se adaptan al mundo.»
– George Bernard Shaw –
“Cultura y comportamiento emprendedor”
A nuestra cultura nacional si algo la caracteriza, es de “premiar” el statu quo. Dicha práctica fomenta el conformismo y es común que se tilden de “locos” o simplemente de excéntricos o de “raros” a aquellos que luchan por conseguir su “sueño personal”. Éstos, en la mayoría de los casos, lo llevan adelante contra todo el “establishment”, lo que significa que generalmente enfrenten beligerantes burocracias que viven y luchan, es más cuentan con una salud inmejorable.
Unos autores (Lawrence E. Harrison y Samuel P. Huntington. 2000. LA CULTURA ES LO QUE IMPORTA: CÓMO LOS VALORES DAN FORMA AL PROGRESO HUMANO) citando a Daniel Patrick Moyniham afirman : “La verdad central de los conservadores es que la cultura, no la política, lo que determina el éxito de una sociedad. La verdad central de los liberales es que la política puede cambiar una cultura y salvarla de sí misma.”
Por “progreso humano” en el citado texto, se refiere a “un avance hacia el desarrollo económico y el bienestar material, hacia la equidad socioeconómica y la democracia política”. Para Clifford Geertz la “cultura” se refiere a toda las formas de vida de una sociedad: sus valores, prácticas, símbolos, instituciones y relaciones humanas. En este libro que citamos, la cultura lo integran todos los valores, actitudes, creencias, orientaciones y suposiciones subyacentes que prevalecen entre las personas que conforman una sociedad.
La mayoría de los trabajos en este libro se centran en la cultura como una variable independiente o explicativa: la forma en que la cultura afecta el alcance y la manera en que las sociedades consiguen o no consiguen lograr un progreso en el desarrollo económico, y en la democratización política. Sin embargo, también estamos interesados en la cultura como una variable dependiente, es decir, la segunda verdad de Moyniham: ¿cómo puede la acción política o de otro tipo modificar o eliminar los obstáculos culturales al progreso?
Las sociedades también pueden cambiar su cultura como respuesta a un trauma importante. Las desastrosas experiencias de Alemania y Japón en la Segunda Guerra Mundial los hicieron dejar de ser los dos países más militarizados del mundo para convertirse en dos de los más pacifistas. El liderazgo político puede reemplazar el desastre para estimular el cambio cultural. Singapur es un ejemplo de que, en ciertas circunstancias, el liderazgo político puede lograr ese objetivo. En este caso la política sí cambió una cultura y la salvó de sí misma.
Con esta buena noticia que con liderazgo político la cultura puede cambiar, y considerando que una cultura emprendedora es deseable para el desarrollo económico de un país, analicemos cómo influye la educación en ese tipo de conductas.
«Educacion para emprendedores»
Existen estudios que indican que la enseñanza del entrepreneurship en estudiantes de nivel intermedio tienen efectos positivos sobre las características vinculadas al perfil emprendedor.
Por ejemplo, Rasheed sometió a estudio a 502 estudiantes pertenecientes a 28 clases. En algunas de éstas impartió un entrenamiento en entrepreneurship a lo largo de 3 horas semanales durante 26 semanas.
Luego midió características emprendedoras siguiendo el sistema propuesto por Robinson (1991), el cual señala como características distintivas del emprendedor la motivación por el logro (achievement motivation), el autocontrol (control), la autoeficacia (esteem) y la innovación (innovate).
Como resultados más destacables cabe señalar que los estudiantes que participaron de las clases de entrepreneurship presentaron valores superiores en cuatro de las cinco variables utilizadas para definir al emprendedor, demostrando que es posible estimular estas características a partir de procesos educativos.
Aceptada la influencia del entorno sobre los potenciales emprendedores y demostrada la posibilidad de estimular características emprendedoras a partir de la enseñanza, surge entonces, casi con naturalidad, un destacado interés por la participación de las Universidades en la dinámica de este proceso, y la consecuente necesidad de preparar espacios suficientemente estimulantes para el proceso emprendedor acompañados de contenidos formativos más específicos, que tengan en cuenta que la mayoría de los graduados no trabajarán en grandes organizaciones, las cuales son el centro de la mayoría de los tópicos impartidos en las carreras de Administración, y que adopten una orientación más centrada en lo nuevo antes que en lo establecido, en el líder antes que en el seguidor, en el creador antes que en el administrador (Ronstadt, 1985).
El modelo de Timmons (1991) identifica tres elementos fundamentales en el proceso de emprendedorismo: la oportunidad, los recursos y la gente. En la actualidad, los programas o cursos para emprendedores en general están focalizados en el segundo de estos elementos (recursos) destacando la elaboración de planes de negocios, marcos legales, finanzas, marketing y descripciones del emprendedor (Chelén et al., 1999). No son tan numerosas las aportaciones en cuanto al desarrollo del denominado capital social ni de la detección de oportunidades. El capital social ha sido señalado como un factor fundamental para el éxito del emprendedor (Baron y Markman, 2000).
Baron y Markman lo definen como los recursos individuales actuales y potenciales que se obtienen de conocer a otros, formando parte con ellos de una red o simplemente siendo conocidos y teniendo una buena reputación.
En muchos casos este capital social es el resultado de habilidades sociales, entendidas como competencias específicas que permiten a las personas interactuar más efectivamente con otras. Entre éstas pueden mencionarse las siguientes: percepción social, management de impresión, persuasión e influencia social y adaptabilidad social. Un uso adecuado de este conjunto de habilidades tiene una relevancia esencial en toda una amplia gama de procesos que se producen en la actividad del emprendedor, desde la realización de presentaciones ante inversores y clientes hasta la selección de socios y conformación de equipos y alianzas, donde la diversidad de intereses y características no resulten en ningún momento un obstáculo insalvable.
Con respecto a las oportunidades, éstas se relacionan directamente con la actividad creativa, componente esencial de la innovación la cual viene a ser como el corazón del emprendedorismo (Thompson, 1999), y que puede ser entendida como la capacidad para generar ideas o hacer cosas nuevas, a través de procesos que suelen producirse de una manera intuitiva y no sistemática (Hills et al., 1997). Un programa que pretenda ejercitar la creatividad deberá ocuparse de mitigar los efectos de los bloqueos que puedan presentársele, sean estos perceptuales, culturales o emocionales (Simberg, 1964).
Los bloqueos perceptuales tienen que ver con el planteo inicial de los problemas y la inercia para utilizar enfoques alternativos, debido a la forma en que se nos presentan en un primer momento. Los bloqueos culturales son provocados por las reglas de conducta, de pensamiento y acción que producen la sociedad y que conducen al conformismo. Los bloqueos emocionales están determinados por las tensiones de la vida cotidiana y tienen su raíz en la inseguridad.
Una intensa actividad creativa tiene que ver con la facilidad para relacionarse con lo nuevo, que es a su vez desconocido. En este sentido es importante destacar que en muchas ocasiones, el sistema educativo tiende a dar prioridad de lo conocido y hace muy poco por preparar para afrontar eficazmente los cambios que representan lo desconocido. Una mejor orientación sería enseñar cómo pensar en lugar de qué pensar (Olton y Crutchfield, 1969).
“Diálogos Apreciativos”
Los “Diálogos Apreciativos” es una metodología de desarrollo organizacional y transformación social, utilizada para el fortalecimiento de líderes, la creación de consenso, y la generación de visiones compartidas y proyectos alineados con las mismas. Es una metodología conocida por su excelencia para promover un cambio cultural.
Nosotros somos ambiciosos y deseamos cambiar nuestra cultura. Para ello no alcanza con decirlo, para lograrlo debemos cambiar primero lo que hacemos todo los días, nuestras prácticas y hábitos cotidianos, entonces pues “valorando la conducta” emprendedora formemos cientos, miles de emprendedores.
Sus conductas servirán de modelos y ejemplos. Más cuando hoy sabemos que de acuerdo a Daniel Goleman (Inteligencia Social, 2006) que existen lo qué el autor llama las “neuronas espejo” (mirror neurons).”Al parecer, distintos experimentos con simios han demostrado que en el cerebro de aquellos hay un tipo de neurona que se “dispara” (se activa) tanto cuando el animal realiza una acción como cuando observa a otro (en especial, de su misma especie) hacer esa acción. O sea, esas neuronas “replican” (“reflejan”como un espejo) el comportamiento del otro animal.
Es más, parece ser que algunos experimentos con imaginería de resonancia magnética funcional (fMRI) han encontrado alguna evidencia del mismo tipo de neurona en el cerebro humano. Y se especula que podrían tener un papel importante en el aprendizaje de habilidades por imitación, así como en el desarrollo del lenguaje, y se ha llegado a decir que problemas con este tipo de neuronas podrían estar en la base del autismo. Las neuronas espejo transforman la información visual en conocimiento”.
Cambiemos la información visual, que los jóvenes vean a los emprendedores y no a los empleados públicos.
Está la necesidad y está la metodología, ya probamos que es apta para hacerlo.
Es apta para hacerlo, porque “está dentro nuestro” , porque lo primero que hacemos es descubrir el emprendedor que existe en todos nosotros (Descubrimiento).
Luego, con esa semilla de emprendedor que todos tenemos, pasamos a “soñar” en nuestra situación ideal como emprendedor y a compartir nuestros sueños, que genera a su vez más retroalimentación ( Deseo).
Ya sabemos que somos emprendedores y también establecimos nuestra visión, pasemos entonces a modelar nuestro comportamiento emprendedor (Diseño), el cual es el germen para el cambio positivo que está corporalmente vivo en todas nuestras conductas y decisiones.
Se trata aquí, de poder responder a la pregunta “¿Cómo sería mi realidad de emprendedor?”. Las imágenes del futuro emergen de los ejemplos positivos, de lo que fue el sistema en los mejores momentos del pasado y de las ideas inspiradoras compartidas en la etapa anterior (“neuronas espejo”).
Es en esta etapa en que los participantes deciden qué propuesta van a ejecutar y cómo (Planes de Acción), para poder realizar sus sueños de Emprendedor.
Evidentemente, es aquí donde se debe hacer un claro análisis de las fortalezas con que se cuenta y de los que se podrían necesitar para implementar el Plan de Acción.
Por último llegamos a la cuarta fase, Destino. La fase final es una invitación a la acción inspirada en las fases previas de descubrimiento, deseo y diseño.
En este punto, buscamos realizar una invitación a la iniciativa personal. Buscamos demostrar el compromiso de los participantes a la acción y el apoyo para aquellos que elijan avanzar.
La etapa de “Destino” se enfoca especialmente en compromisos personales. Implica el cambio, su estabilidad en el tiempo y el monitoreo del progreso. También conocida como “Obtención de Resultados.
La sociedad necesita de emprendedores, esta Metodología está disponible, ¿no es momento de utilizarla?
Porque como dice Marilyn Ferguson, “si continúo creyendo en lo que siempre he creído, voy a continuar actuando como siempre he actuado. Si continúo actuando como siempre he actuado voy a continuar obteniendo lo que siempre he obtenido”.