Brecha digital, desigualdad y pobreza en la sociedad del conocimiento

Brecha digital, desigualdad y pobreza en la sociedad del conocimiento

RESUMEN

El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis del impacto negativo de la globalización del modelo económico neoliberal mundial en el desarrollo de las Sociedades de la Información y el Conocimiento.

Para ello se analizan las dificultades para lograr el acceso pleno por parte de la sociedad civil a nivel mundial a las Tecnologías de la Información y las comunicaciones mostrando y comparando datos ofrecidos por fuentes actualizadas sobre acceso a la educación, energía eléctrica y posibilidad de conexión a redes de información, llegando a la conclusión de que las desigualdades y pobreza generadas por el sistema neoliberal globalizado son la principal causa de la Brecha Digital, al limitar el acceso y encarecer servicios básicos como la educación y la energía.

INTRODUCCIÓN

Las sociedades de la información y el conocimiento:

En la última década, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado sin lugar a dudas como el término hegemónico, no necesariamente porque exprese una claridad teórica, sino por el bautizo que recibió en las políticas oficiales de los países más desarrollados, además de la coronación que significó honrarlo con una Cumbre Mundial.

Esta expresión reaparece con fuerza en los años 90, en el contexto del desarrollo de Internet y de las TIC. A partir de 1995, fue incluida en la agenda de las reuniones del G7 (luego G8, donde se juntan los jefes de Estado o gobierno de las naciones más poderosas del planeta). Se ha abordado en foros de la Comunidad Europea y de la OCDE (los treinta países más desarrollados del mundo) y ha sido adoptada por el gobierno de los Estados Unidos, así como por varias agencias de las Naciones Unidas y por el Grupo Banco Mundial. Todo ello con gran eco mediático. A partir de 1998, fue elegida, primero en la Unión Internacional de Telecomunicaciones y luego en la ONU, como el nombre de la Cumbre Mundial a realizarse en 2003 y 2005.[1]

La noción de “sociedad del conocimiento” surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.

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En efecto, para fines de siglo, cuando la mayoría de los países desarrollados ya habían adoptado políticas de desarrollo de la infraestructura de las TIC, se produce el auge espectacular del mercado de acciones de la industria de la comunicación. Pero los mercados del Norte comienzan a saturarse. Entonces, se intensifican las presiones hacia los países en desarrollo para que dejen la vía libre a la inversión de las empresas de telecomunicaciones e informática, en busca de nuevos mercados para absorber sus excedentes de ganancias.

Una sociedad de la información es una sociedad en la que la creación, distribución y manipulación de la información forman parte importante de las actividades culturales y económicas.

Aun cuando no existe un concepto universalmente aceptado de lo que se llama Sociedad de la información, la mayoría de los autores concuerda en que alrededor de 1970 se inició un cambio en la manera en que las sociedades funcionan. Este cambio se refiere básicamente a que los medios de generación de riqueza poco a poco se están trasladando de los sectores industriales a los sectores de servicios. Desde la perspectiva de la economía globalizada contemporánea, la sociedad de la información concede a las TIC, el poder de convertirse en los nuevos motores de desarrollo y progreso. Si en la segunda mitad del siglo XX los procesos de industrialización fabriles marcaron la pauta en el desarrollo económico de las sociedades occidentales que operaban bajo una economía de mercado, a principios del siglo XXI, se habla más bien de las industrias sin chimenea; es decir, el sector de los servicios, y de manera especial, las industrias de la informática.

Algunos autores sugieren que este modelo de desarrollo tuvo un origen más preciso a principios de la década de 1990, en el llamado Consenso de Washington, en el que el grupo de los países desarrollados definieron algunos de los principales lineamientos económicos que habrían de adoptarse para enfrentar el problema de los llamados países en vías de desarrollo y el fracaso de sus economías.

Algunas de las acciones derivadas de este acuerdo y que se han observado en todo el mundo occidental, son:

  1. La privatización de las industrias de las telecomunicaciones.
  2. La desregulación del mercado de las telecomunicaciones.
  3. La búsqueda del acceso global a las TIC.

Muchos críticos han señalado que la llamada Sociedad de la Información no es sino una versión actualizada del imperialismo cultural ejercido desde los países ricos hacia los pobres, especialmente porque se favorecen esquemas de dependencia tecnológica.

Quienes están a favor de la Sociedad de la Información sostienen que la incorporación de las TIC en todos los procesos productivos, ciertamente facilitan la inserción a los mercados globales, donde la intensa competencia obliga a reducir costes y a ajustarse de manera casi inmediata a las cambiantes condiciones del mercado.

De acuerdo con la declaración de principios de la Cumbre de la Sociedad de la Información llevado a cabo en Ginebra (Suiza) en 2003, la Sociedad de la Información debe estar centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.[2]

La noción de sociedad del conocimiento fue utilizada por primera vez en 1969 por un autor austríaco de literatura relacionada con el management o gestión, llamado Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin Mansel o Nico Stehr.[3]

Las sociedades de la información surgen con el uso e innovaciones intensivas de las tecnologías de la información y las comunicaciones, donde el incremento en la transferencia de información, modificó en muchos sentidos la forma en que se desarrollan muchas actividades en la sociedad moderna. Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento, ya que la información es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en sí, el conocimiento obedece a aquellos elementos que pueden ser comprendidos por cualquier mente humana razonable, mientras que la información son aquellos elementos que a la fecha obedecen principalmente a intereses comerciales, retrasando lo que para muchos en un futuro será la sociedad del conocimiento.

Cabe destacar que la sociedad del conocimiento no es algo que exista actualmente como fenómeno aislado de la sociedad de la información, es más bien un ideal o una etapa evolutiva hacia la que se dirige la humanidad, una etapa posterior a la actual era de la información, y hacia la que se llegará por medio de las oportunidades que representan los medios y la humanización de las sociedades actuales. Mientras la información sólo siga siendo una masa de datos indiferenciados y hasta que todos los habitantes del mundo no gocen de una igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación para tratar la información disponible con discernimiento y espíritu crítico, analizarla, seleccionar sus distintos elementos e incorporar los que estimen más interesantes a una base de conocimientos, entonces seguiremos estando en una sociedad de la información, y no habremos evolucionado hacia lo que serán las sociedades del conocimiento.

Para que exista una verdadera Sociedad de la Información y el Conocimiento debe de existir acceso pleno a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, para que exista un análisis y/o razonamiento de la información así como el intercambio de estos, por todos los miembros de la sociedad sin distinción de raza, sexo, nacionalidad o ubicación geográfica.

Las tecnologías de la Información y las comunicaciones (TICs).

Las tecnologías de la información y la comunicación son un conjunto de servicios, redes, software y aparatos que tienen como fin la mejora de la calidad de vida de las personas dentro de un entorno, y que se integran a un sistema de información interconectado y complementario.[4]

Como concepto sociológico y no informático se refieren a saberes necesarios que hacen referencia a la utilización de múltiples medios informáticos para almacenar, procesar y difundir todo tipo de información, telemática, etc. con diferentes finalidades (formación educativa, organización y gestión empresarial, toma de decisiones en general, etc.).

A diferencia de la NTIC, las TI (Tecnologías de Informática) se encargan del diseño, desarrollo, fomento, mantenimiento y administración de la información por medio de sistemas informáticos, para información, comunicación o ambos. Esto incluye todos los sistemas informáticos no solamente las computadoras, éstas son sólo un medio más, el más versátil, pero no el único; también las redes de telecomunicaciones, telemática, los teléfonos celulares, la televisión, la radio, los periódicos digitales, faxes, dispositivos portátiles, etc. Todas esas herramientas electrónicas de primera mano son de carácter determinante en la vida de todo profesional, sobre todo en el docente pues es él, el que se encargará de difundir la importancia de esta nueva tecnología.

Las TIC se conciben como el universo de dos conjuntos, representados por las tradicionales Tecnologías de la Comunicación (TC) – constituidas principalmente por la radio, la televisión y la telefonía convencional – y por las Tecnologías de la información (TI) caracterizadas por la digitalización de las tecnologías de registros de contenidos (informática, de las comunicaciones, telemática y de las interfaces)”. Las TIC son herramientas teórico conceptuales, soportes y canales que procesan, almacenan, sintetizan, recuperan y presentan información de la forma más variada. Los soportes han evolucionado en el transcurso del tiempo (telégrafo óptico, teléfono fijo, celulares, televisión) ahora en ésta era podemos hablar de la computadora y de la Internet. El uso de las TIC representa una variación notable en la sociedad y a la larga un cambio en la educación, en las relaciones interpersonales y en la forma de difundir y generar conocimientos.[5]

La brecha digital y su papel en el desarrollo de la sociedad de la información y el conocimiento.

En el mundo de hoy donde prima el libre mercado y la globalización neoliberal provoca que se incremente la creciente diferencia y desigualdad entre ricos y pobres existe un fenómeno que entorpece el desarrollo de una verdadera Sociedad de la Información y el Conocimiento. Este fenómeno al que muchos autores han coincidido en llamar Brecha Digital se basa en la posibilidad o nivel de acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones por parte de los miembros de la sociedad a nivel mundial.

Brecha digital es una expresión que hace referencia a la diferencia socioeconómica entre aquellas comunidades que tienen Internet y aquellas que no, aunque tales desigualdades también se pueden referir a todas las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), como el computador personal, la telefonía móvil, la banda ancha y otros dispositivos. Como tal, la Brecha Digital se basa en diferencias previas al acceso a las tecnologías. Este término también hace referencia a las diferencias que hay entre grupos según su capacidad para utilizar las TIC de forma eficaz, debido a los distintos niveles de alfabetización y capacidad tecnológica.[6]

Algunos de los primeros autores que abordaron el problema de la Brecha Digital desde una aproximación sistemática y socialmente profunda fueron Herbert Schiller y William Wresch. De manera general, estos autores planteaban la necesidad de incluir a todos los sectores de la población en el acceso a la información disponible a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como de las posibles ventajas derivadas de tal acceso.[7]

Para Pippa Norris, se trata de un fenómeno que implica tres aspectos principales: la brecha global (que se presenta entre distintos países), labrecha social (que ocurre al interior de una nación) y la brecha democrática (que se refiere a la que existe entre quienes participan y quienes no participan de los asuntos públicos en línea).[8]

Otra corriente de investigadores se han centrado en aspectos cuantitativos de la brecha digital, destacando las diferencias estadísticas en el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, según un extenso abanico de variables socio-demográficas entre las que destacan el sexo, edad, nivel de ingresos, escolaridad, raza, etnia y lugar de residencia.

Uno de los aspectos más recientes que han sido analizados sobre la brecha digital, tiene que ver no solamente con el acceso a Internet, sino con la calidad de dicho acceso y la disponibilidad de conexiones de banda ancha que permitan acceder a contenidos multimedia en tiempos y costos adecuados al contexto de los usuarios.

De forma específica, el investigador holandés Jan van Dijk identifica cuatro dimensiones en el acceso: la motivación para acceder; el acceso material; las competencias para el acceso; y el acceso para usos avanzados (o más sofisticados). Plantea que la brecha digital está en constante evolución, dado el surgimiento de nuevos usos tecnológicos, que son apropiados más rápidamente por aquéllos que tienen el acceso en forma más permanente y de mejor calidad, determinado por dicho ancho de banda.[9]

DESARROLLO

En ocasión de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) los principales grupos de la sociedad civil dieron vida a la campaña CRIS (Communication Rights in the Information Society –Derechos de Comunicación en la Sociedad de la Información), con el objetivo de infundir la agenda de la Cumbre con cuestiones relacionadas con los medios de gobierno y derechos a la comunicación.[10]

En la CRIS se ha enfatizado el rol de las nuevas tecnologías como herramientas de comunicación de valores comunes entre grupos, individuos y organizaciones sociales, criticando una justificación instrumental de las tecnologías vistas principalmente como un fin más que como un medio para impulsar un cambio social, una visión instrumental que no considera ni las barreras culturales y lingüísticas, ni las relaciones de dependencia y subordinación técnica, económica y política entre y dentro del Norte y el Sur del Mundo.

La brecha digital puede manifestarse y medirse de diferentes formas:

· Entre países desarrollados y subdesarrollados.

· Entre áreas geográficas.

· Poblaciones (Raza, Sexo, Edad, Nivel Cultural).

· Lugares de residencia (Campo y ciudad).

· Entre empresas y organismos de un sector.

No obstante la forma de manifestarse o medirse, la causa principal que la genera es la desigualdad y pobreza generadas por el sistema neoliberal globalizado que no tiene en cuenta las necesidades de los cada vez más empobrecidos pueblos tanto del Sur como del Norte Desarrollado que son las principales victimas de las crisis generadas por este sistema.

Consecuencias del sistema neoliberal que causan la brecha digital.

Entre las principales causas de la brecha digital, generadas por el sistema neoliberal globalizado podemos mencionar:

1. Dificultades para el acceso pleno a la educación: La falta de acceso pleno a la educación por varios sectores marginados sobre todo en el tercer mundo es la causa principal del “analfabetismo digital” que consiste en el desconocimiento de herramientas básicas para acceder a la redes de comunicación mundial así como la capacidad adecuada para convertir la información obtenida en la red en conocimiento. Es desarrollar habilidades las cuales le permitan al ciudadano, el ser capaz de relacionarse, aprender, negociar y decidir a través de los medios digitales.

Una manera de disminuir la brecha digital es implantar políticas de accesibilidad Web, para que todas las personas, independientemente de sus limitaciones físicas o de las derivadas de su entorno puedan usar de forma satisfactoria Internet y la World Wide Web.

Una gran cantidad de gobiernos de todo el mundo, han desarrollado planes encaminados a la disminución de la Brecha Digital, de manera que se ha planteado la necesidad de estimular no sólo el acceso, sino también el uso y la apropiación de las nuevas tecnologías, porque sostienen que éstas efectivamente puedan incidir en los propios procesos de desarrollo, combatiendo las demás brechas que subyacen a la digital.

Sin embargo, algunos trabajos han concluido que muchas de estas iniciativas responden a visiones optimistas sobre el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación en el desarrollo, y conciben que el problema de la Brecha Digital se resuelva mediante la introducción de computadores personales con acceso a Internet. Aspectos como la capacitación de los usuarios y la creación de contenidos culturalmente adecuados a cada contexto, son frecuentemente dejados de lado.

En los últimos decenios se han hecho progresos considerables en la esfera de la educación, ya que el número de niños escolarizados ha aumentado de 599 millones a 681 millones. No obstante, más de 113 millones de niños – de los cuales casi las dos terceras partes son niñas de países Subdesarrollados – no tienen acceso a la educación primaria y muchos niños que empiezan a asistir a la escuela se ven obligados a dejarla debido a la pobreza o a presiones familiares y sociales. Pese a los enormes esfuerzos realizados, al menos 875 millones de adultos siguen siendo analfabetos, exactamente el mismo número que hace diez años.[11]

Los programas de educación de muchos organismos de las Naciones Unidas se centran en las niñas y las mujeres ya que el efecto de la escolarización en la mujer es especialmente importante. Una mujer instruida gozará por lo general de mejor salud, tendrá menos hijos y dispondrá de más oportunidades de aumentar los ingresos del hogar. A su vez, sus hijos tendrán tasas de mortalidad más bajas y mejor nutrición y salud general.

Varias entidades del sistema de las Naciones Unidas financian y formulan programas de educación y capacitación de diversa índole, que incluye desde la enseñanza básica tradicional hasta la formación técnica para el desarrollo de los recursos humanos en diversos ámbitos. Por ejemplo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dedica anualmente el 14 % de sus gastos de programas a actividades de educación, prestando especial atención a la enseñanza básica y la escolarización de las niñas.

La entidad rectora en el ámbito educativo dentro de la ONU es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. (UNESCO), la cual trabaja – junto con otros asociados – para conseguir la matriculación de todos los niños en escuelas adecuadas y la formación de profesores para impartir una educación de calidad.

No obstante pese a los esfuerzos de organizaciones y gobiernos alrededor de 100 millones de niños, de los cuales 60 % son niñas, no tienen acceso a la educación primaria y más de dos tercios de analfabetos en el mundo son mujeres.[12] Provocado fundamentalmente por razones de financiamiento al ser la educación mayoritariamente de capital privado lo que la convierte en una mercancía al servicio de los propietarios y no sujeta a los intereses del desarrollo social y también provocado por estereotipos discriminatorios y de exclusión como la diferencia de sexo, edades, razas y pobreza.

Los recursos destinados a la educación, particularmente de las niñas y mujeres, son insuficientes en muchos países, y van disminuyendo debido a las políticas de ajuste.

Según un reciente informe presentado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la región de América Latina y el Caribe ha avanzado hacia la equidad de género para lograr la enseñanza primaria universal y cumplir así con uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, este progreso regional esconde grandes disparidades entre los países y entre las diferentes poblaciones que integran la realidad de la región, lo que se traduce en que millones de niños y niñas quedan fuera de la escuela. [13]

Destaca el informe que tres regiones –Oriente Medio y África del Norte, Asia meridional, y África occidental y central– no alcanzarán la paridad entre los géneros en la fecha prevista. América Latina y el Caribe y Asia oriental y el Pacífico se encuentran entre las regiones más aventajadas en esta tarea.

Por otro lado, si bien en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe el número de niñas es superior al de niños en la escuela, esto no es así en muchas zonas rurales, especialmente en comunidades indígenas. Además los expertos coinciden en que la ligera ventaja de la que gozan las niñas en los primeros dos niveles de educación no se traducen en mayores oportunidades económicas y sociales para ellas en el futuro.

La pobreza y las desigualdades son barreras fundamentales que impiden un aumento en el acceso y la terminación de la educación primaria. Los niños y las niñas que provienen del 20 por ciento de los hogares más pobres de los países en desarrollo tienen tres veces menos probabilidades de acudir a la escuela primaria que quienes proceden del 20 por ciento más rico. En América Latina y el Caribe, alrededor del 60 por ciento de los niños y niñas menores de 12 años, y el 50 por ciento de los adolescentes entre13 y 19 años son pobres, en comparación con el 44 por ciento de la población total.

Las posibilidades educativas de la región están afectadas por las disparidades entre ricos y pobres, y entre las poblaciones urbanas y rurales, pero están especialmente marcadas en países como Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay.

Los niños y niñas indígenas y afrodescendientes junto con los que tienen discapacidades, enfrentan también la exclusión del sistema educativo y están lejos de alcanzar los promedios regionales. Esta es la realidad que corresponde a países como Bolivia, Guatemala, Nicaragua y Panamá. En Bolivia, donde la población indígena representa el 50 por ciento de la población, los niveles de analfabetismo en estas comunidades alcanzan el 19 por ciento, mientras que la proporción entre la población no indígena es de sólo el 4.5 por ciento.

La paridad entre los géneros es un requisito para que el mundo logre que la enseñanza primaria sea universal en 2015. La reducción en la diferencia de género ha contribuido aumentar el número de niños y niñas que reciben educación primaria. Según las proyecciones, en 2005 habrá menos de 100 millones de niños y niñas que no acudan a la escuela primaria, un descenso con respecto a los 115 millones estimados en 2001.[14]

Un factor importante que determina las posibilidades de que un niño vaya a la escuela es la educación de su madre. Alrededor de un 75 por ciento de los niños y niñas que no reciben una enseñanza primaria en los países en desarrollo son hijos de mujeres que no pudieron ir a la escuela. Esta proporción varía enormemente de una región a otra: un 28 por ciento en Asia oriental y el Pacífico, frente a un 80 por ciento en África occidental y central, Asia meridional, y Oriente Medio y África del Norte.[15]

No hay duda de que abrir las puertas de la escuela a todos los que deseen entrar ha supuesto una enorme inversión sobre unos recursos que ya estaban al límite de sus posibilidades. Por ello, la asistencia internacional para la educación debe aumentar de manera drástica. Las Naciones Unidas calculan que se necesitarán 5.600 millones de dólares al año adicionales para lograr la educación primaria universal. Algunos países ricos han reconocido ya la importancia de este desafío.

2. Dificultades económicas para tener disponibilidad de un ordenador y la posibilidad de conectarse y poder acceder a la red: Con más del 40% de la población mundial sumergida en los índices de pobreza, teniendo otras necesidades básicas que cubrir (como educación, salud, alimentación, energía) resulta imposible que todos puedan tener acceso a los medios que se necesitan para lograr acceso pleno a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.

Según la Organización Mundial del Comercio, las nuevas oportunidades tecnológicas y del libre comercio a escala global, serán el motor de una tercera revolución industrial. Gracias a las TICs, se sostiene, se podrán anular las brechas de pobreza y de falta de recursos existentes, confrontándose en el campo de la economía, de las transformaciones políticas y sociales, de la identidad, en la cultura y en el poder, modelando nuevas relaciones a escala global. A través del comercio electrónico y de los e-servicios, de la reducción de los costos de conexión, mejorando la eficiencia de los gobiernos y servicios públicos y favoreciendo el rol del sector privado, se creará un entorno favorable para lograr la reducción de las desigualdades entre y dentro de los Estados.[16]

Algunos autores críticos han señalado que si bien en las grandes agendas internacionales se enfatizan los grandes beneficios que las Nuevas Tecnologías pueden tener para los países del Sur, lo que hasta ahora se identifica con la Sociedad de la Información, se muestra como una invención de las necesidades de la globalización, vista como un fenómeno neoliberal; un desarrollo que no tiene en cuenta las necesidades de un Sur cada vez mas pobre y dependiente de los países ricos del Norte

La realidad en este contexto es que son los países del Norte y sus transnacionales los principales propietarios y beneficiarios de la World Wide Web , así como de la industria del hardware, del software y de la producción de los contenidos, el 70% en inglés. El Sur permanece excluido, y con ello aumentan las diferencias sociales regionales, y se impone un modelo de desarrollo desde el Norte, a su imagen y semejanza.

Tales voces críticas sostienen que de nuevo se proponen viejas lógicas que nunca han promovido cambios significativos y que, al contrario, han dado lugar a nuevas relaciones de dependencia y han acentuado las desigualdades existentes: el hardware, por ejemplo, está pensado en Occidente, lo que supone para el Sur nuevas formas de trabajo, muchas veces femenino e infantil, en las industrias de ensamblaje, reforzando la destrucción de los lazos sociales y de economía de explotación y aumentando exponencialmente la polución tecnológica.

Según Internet World Stats, actualizado en el 2005, de los 985 millones de internautas conectados, casi el 70% vive en los países industrializados, donde reside el 15% de la población mundial. Mientras que Europa y Estados Unidos suman 500 millones de usuarios, en todo el continente africano no hay más que 4 millones, y estas diferencias se manifiestan asimismo entre hombres y mujeres, ciudad o campo, edades, estatus sociales, paralelamente a las brechas de siempre: el acceso a la sanidad, a la educación, la mortalidad infantil, el hambre, la pobreza.[17]

Datos de 2006 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones muestran que mientras el 58.6% de los habitantes de los países desarrollados tienen acceso a Internet, en los países subdesarrollados apenas el 10.2% de los habitantes tiene acceso a esta tecnología.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), entre otras organizaciones, difundieron un ‘Índice de Oportunidad Digital’, que mide la facilidad de acceso de los ciudadanos de cada país a las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y para aprovechar las oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrecen. [18]

El índice puede variar del 0, que supone un acceso nulo a cualquier servicio de telecomunicaciones, al 1, que correspondería a un país donde las TIC son totalmente accesibles, tanto por disponibilidad como por precio. La media mundial está en el 0,37.

Según el informe de la ONU el mundo obtiene un suspenso en acceso a las nuevas tecnologías y a la sociedad de la información, a pesar de que más de la mitad de la población mundial (el 51,76%) ya utiliza el móvil y hay un ordenador para cada ocho personas, informó la ONU. Según el informe, los países con el Índice de Oportunidad Digital, más alto son Corea del Sur (0,79) y Japón (0,71).

El único que aprueba en accesibilidad a la sociedad de la información es Europa, con un índice de 0,55, mientras que América se queda en 0,40, Asia en 0,38, Oceanía en 0,33 y África en 0,20.

Junto al móvil, el ordenador personal ha entrado con fuerza en muchos hogares y lugares de trabajo, con lo que ya hay 12,26 máquinas por cada 100 habitantes (unos 772 millones de PC en todo el mundo).

Sin embargo, mientras que en África sólo hay 1,57 ordenadores personales para cada centenar de personas, en Asia hay 6,02, en Europa 28,09, en América 33,62 y en Oceanía 51,07.

Ese último continente es el único en que la mitad de la población se conecta a Internet (el 52,24%), ya que en África lo hace el 2,58%, en Asia el 8,15%, en América el 30,81% y en Europa el 31,23%.

Sólo el 2,5% de la población mundial tiene una conexión de banda ancha a Internet y la mayoría de esos privilegiados están en América del Norte y Europa (donde el porcentaje es del 5,6% y 5,4%, respectivamente), mientras que en África la proporción no llega ni al 0,1%.

En la siguiente tabla se muestra un análisis realizado a partir de datos de población y conectados a Internet por regiones.

Regiones del mundo Población Usuarios de Internet % población mundial % conectado región Representa del total mundial conectado Conectados total población mundial
África 955.206.348 51.100.000 14,31% 5,35% 3,49% 0,77%
Asia 3.776.181.949 578.500.000 56,56% 15,32% 39,53% 8,67%
Europa 800.401.065 384.600.000 11,99% 48,05% 26,28% 5,76%
Oriente Medio 197.090.443 41.900.000 2,95% 21,26% 2,86% 0,63%
América del Norte 337.167.248 248.200.000 5,05% 73,61% 16,96% 3,72%
América Latina y el Caribe 576.091.673 139.000.000 8,63% 24,13% 9,50% 2,08%
Oceanía / Australia 33.981.562 20.200.000 0,51% 59,44% 1,38% 0,30%
TOTAL 6.676.120.288 1.463.500.000 100,00% 21,92% 100,00% 21,92%

Datos actualizados 2008 http://www.internetworldstats.com/stats.htm

Puede apreciarse que la brecha digital en cuanto a conexión a la red es significativa entre y dentro de cada región donde África lleva la peor parte, teniendo el 14,31% de la población mundial, solo el 5,35% de su población civil cuenta con acceso al servicio representando el 3,49% del total mundial conectado y el 0,77% del total de la población mundial. Esta situación se da incluso en el mundo desarrollado pues puede apreciarse que en Europa el número con acceso al servicio está por debajo del 50% en cuanto a conectados del total de su población. Es significativo que solo el 21,92% de la población mundial tiene acceso a Internet.

Lo anterior demuestra que la utilización de las Tecnologías de la Información y las comunicaciones sujetas a las leyes del mercado neoliberal globalizado, y cuya producción está en manos de unas pocas Empresas Transnacionales de la Información, que hacen de estas un lucrativo negocio, imposibilita a una gran parte de la población mundial, sobre todo de países subdesarrollados, a disponer de los medios económicos necesarios para adquirir los medios y tecnologías para lograr desarrollo pleno de una verdaderamente democrática Sociedad de la Información y el Conocimiento.

3. Dificultades para acceder a la energía eléctrica: Esta es, quizás, una de las más importantes causas de la brecha digital, puesto que los medios mediante los cuales operan las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, necesitan de la misma para su funcionamiento. Sin embargo son muchos los que en el planeta no cuentan con este tipo de servicio.

Unos 1.700 millones de personas en todo el mundo viven sin electricidad. De ellos, 500 millones residen en el África Subsahariana, donde sólo el 2% de los habitantes de las zonas rurales tiene acceso a algún tipo de suministro. La principal consecuencia es el elevado coste de la iluminación, considerada la energía más cara para la población pobre, que destina entre el 10% y el 15% de los ingresos familiares para costearla.[19]

El actual desafío mundial de los gobiernos para poder lograr aumentar el acceso a la energía eléctrica en cantidades y calidad suficientes se centra en tres aspectos fundamentales:

Altos precios de la energía. Por primera vez desde 1973, el mundo sufre una combinación de precios récord del petróleo y de los alimentos. Se trata de una situación desestabilizante para la economía mundial, en particular en los países más pobres debido a los potenciales y graves efectos inflacionarios, en la distribución del ingreso y el crecimiento. El alza constante en los precios de los alimentos y de la energía está generando una redistribución considerable de los ingresos desde los consumidores a los productores, lo cual tiene enormes repercusiones negativas en muchos hogares.

En especial, los altos precios de la energía aumentan los precios de prácticamente todos los productos básicos y amenazan con anular años de avances en reducción de la pobreza en los países en desarrollo y revertir el progreso hacia la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio. Según el Organismo Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la demanda mundial de energía será más de un 50% superior al nivel actual en 2030, situación motivada por el crecimiento en China e India, países donde las necesidades de energía deberían más que duplicarse. Es probable que el rápido incremento en la demanda de energía haga subir tanto sus precios como su disponibilidad, situación que suscita aún más inquietudes respecto de la seguridad energética a largo plazo.

Falta de energía para el desarrollo y para aumentar el acceso. Más de 1.500 millones de personas carecen hoy de acceso a energía eléctrica. Sólo 26% de la población de África al sur del Sahara (550 millones) y 54% en Asia meridional (600 millones) tiene acceso a electricidad y más de 2.500 millones aún dependen de biomasa y leña para cocinar y calentarse. Si las políticas y los niveles de inversión siguen el patrón actual, se prevé que 1.400 millones de personas aún carecerán de este importante recurso en 2030 y que unos 2.500 millones seguirán dependiendo de combustibles de biomasa no sostenibles.

Falta de financiamiento para realizar inversiones y aumentar el acceso: El IEA calcula que la inversión anual básica promedio en energía requerida en los países en desarrollo es de US $ 450.000 millones durante los próximos 25 años. Actualmente, los fondos identificables y fácilmente disponibles representan aproximadamente 60% de esa cifra. Estos países, especialmente los pobres, también son los más vulnerables a las consecuencias de la degradación ambiental y el cambio climático. La demora en reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero, en especial en el sector de la energía, disminuye considerablemente las oportunidades de lograr niveles de estabilización más bajos en estos gases. Además, dicho retraso probablemente aumentará tanto los riesgos de sufrir efectos graves (y algunos posiblemente irreversibles) como los costos de adaptarse a ellos. La necesidad del sector de la energía de seguir una trayectoria con bajas emisiones de carbono puede agregar decenas de miles de millones de dólares al problema de la inversión en energía mencionado más arriba. [20]

El alto costo de las inversiones para aumentar el acceso, sobre todo en zonas rurales y de poca población hacen que esto no sea viable para las empresas privadas en manos de las cuales esta la mayor parte de la producción de energía eléctrica a nivel mundial por lo que ata de manos a organizaciones y gobiernos que intentan minimizar esta situación.

CONCLUSIONES

La Brecha Digital hay que verla como un asunto colectivo, no individual, donde los beneficios sociales hay que verlos en relación a los que se generan para las comunidades, organizaciones, familias y grupos que sacan provecho de las tecnologías, aunque no tengan acceso a éstas.

La eficacia de las políticas de inclusión digital dependerá de las posibilidades de integración del conocimiento en los propios objetivos de sus beneficiarios, considerando que no existe un solo modelo, sino muchas posibles sociedades de la información y de la comunicación adaptadas según las diferentes necesidades y objetivos individuales y comunes de un planeta para nada homogéneo.

La manifestación de La Sociedad de la Información actual, al igual que los modelos sociales que la han precedido, está creando grandes diferencias y desigualdades sociales. El nuevo modelo del que estamos siendo testigos está generando fuertes diferencias entre la población, concretamente entre los que tienen y no tienen acceso a la información.

La causa principal que genera la Brecha Digital es la desigualdad y pobreza generadas por el sistema económico neoliberal globalizado con sus grandes transnacionales, que no tiene en cuenta las necesidades de los cada vez más empobrecidos pueblos tanto del Sur como del Norte Desarrollado que son las principales victimas de las crisis generadas por este sistema, creando barreras para el pleno acceso de los pueblos a la educación plena, energía y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones evitando así un pleno desarrollo de una verdadera Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Solo el accionar de las organizaciones y gobiernos mundiales, centralizando estos servicios y quitándole el protagonismo a las grandes transnacionales de la Información, Comunicaciones y Energía, posibilitará en un futuro eliminar el fenómeno de la Brecha Digital y lograr el pleno acceso de todos a estos servicios. Mientras no se tome conciencia de esto, la Brecha lejos de disminuir aumentará cada día más.

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[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Tecnologías_de_la_información_y_la_comunicación

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[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Brecha_digital

[8] ídem

[9] ídem

[10] http://es.wikipedia.org/wiki/Cumbre_Mundial_sobre_la_Sociedad_de_la_Información

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Espósito Caballero Adis Martha. (2011, febrero 23). Brecha digital, desigualdad y pobreza en la sociedad del conocimiento. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/brecha-digital-desigualdad-y-pobreza-en-la-sociedad-del-conocimiento/
Espósito Caballero Adis Martha. "Brecha digital, desigualdad y pobreza en la sociedad del conocimiento". gestiopolis. 23 febrero 2011. Web. <https://www.gestiopolis.com/brecha-digital-desigualdad-y-pobreza-en-la-sociedad-del-conocimiento/>.
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Espósito Caballero Adis Martha. Brecha digital, desigualdad y pobreza en la sociedad del conocimiento [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/brecha-digital-desigualdad-y-pobreza-en-la-sociedad-del-conocimiento/> [Citado el ].
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