Cuando hablamos de ego tenemos 2 maneras de enfocarlo, desde el punto de vista psicológico y desde el punto de vista espiritual. No importa cómo lo veamos, el ego destruye todo lo que toca!
Siendo que tanto el ego como la autoimagen se basan en cómo nos vemos a nosotros mismos vale la pena establecer una diferencia vital entre uno y otro. El Ego es la valoración excesiva de uno mismo, mientras que la autoimagen es el espejo interno que todos tenemos por dentro.
La diferencia está en que el ego mira hacia afuera intentando encontrar en el exterior todo aquello que necesita para llenar el vacío que se genera cuando dejamos de mirar hacia adentro de nosotros mismos para conectar con nuestro verdadero valor.
El ego es igual al “yoísmo”, es aquello que nos hace creer que somos diferentes o mejores que los demás, por lo tanto el ego nos separa de nuestra alma porque va en contra del principio de unidad de la creación, ese principio que se basa en que todos somos parte de la vida, del universo y que debemos fluir en armonía, pero para ello debemos primero entender que no existen mejores personas que otras; no existe tal cosa como “yo soy mejor que tú” o “tú eres mejor que yo” porque no fuimos creados para competir sino, para coexistir, la verdadera competencia no debe ser con los demás, sino con nosotros mismos.
En mi coaching yo suelo decirles a mis clientes que no podemos viajar en dos direcciones al mismo tiempo, por lo que si te montas en un elevador para bajar al sótano pero presionas el botón hacia el pent-house, no vas a llegar a tu destino. Lo mismo sucede con el ego, mientras estés ocupado tratando de ser mejor que los demás no tendrás tiempo de encontrar tus virtudes propias, eso comenzará a generar un vacío interno que hará que comiences a necesitar del reconocimiento externo, pero eso es lo que convierte al ego en un monstruo insaciable, porque el único reconocimiento que realmente alimenta el alma es el que nos damos a nosotros mismos.
Así que llegó el momento de ponernos en marcha para bajarle 2 rayitas a nuestro ego, así si lo tenemos alto lo bajamos y si lo tenemos bajo, lo desaparecemos.
Los 7 pasos para liberarte de la trampa del ego:
1 Mira a tu espejo interno
Mira hacia adentro de ti y conócete sin juicios, es decir, no te aproximes a ti mismo buscando tus virtudes y tus defectos, solo busca tus características personales y conócete tan profundamente que seas capaz de encontrar dentro de ti todo eso que tienes para darnos.
2 Ama y acepta el reflejo de tu espejo
No te critiques ni te compares con nadie. Tú eres tú y eres perfecto(a) como eres. Si hay algo que cambiar es para tu propio bien, no porque debas ser como alguien más.
3 Suelta el piloto automático
Hazte consciente de todo lo que piensas, dices y haces. ¿Buscas atención externa? Es tu alma pidiendo a gritos que mires hacia adentro! Mira bien qué te está faltando nútrete de ello…pero de adentro hacia afuera, no al revés.
4 Entrega el trofeo
Sí, deja que sean otros quienes tienen la razón, y permite que los demás “ganen” mientras tú simplemente observas, aprendes, internalizas e implementas.
5 Ponte la vacuna contra la ofensa
Es decir, no te tomes nada personal! Cuando te ofendes por algo lo estás aceptándolo como cierto, pero además, no estás siendo tú sino, tu ego, porque estás partiendo que todo gira en torno a ti.
6 Práctica el anonimato
Ponte como meta hacer buenas obras hacia los demás sin que se sepa que fuiste tú, eso te ayudará a conectar con la verdadera satisfacción…la del alma.
7 Desapégate del conocimiento y ábrete a la experiencia
Como cualquier ser humano estás aquí para para aprender y experieciar la vida, y tanto el aprendizaje como la experiencia requieren de que te abras al conocimiento de lo nuevo. Admítelo, no lo sabes todo!
No hay nada mejor en este mundo qua amarnos a nosotros mismos, y además debemos respetarnos y admirarnos como lo que somos: seres únicos, maravillosos y con poder ilimitado, pero cuando ponemos todo eso por encima de los demás, cuando competimos por sola la satisfacción de ganar, cuando queremos impresionar para ganar respeto y reconocimiento es cuando nos convertimos en víctimas de nuestro ego y dejamos de convivir para comenzar a separar.
Cada uno de nosotros ha sido creado con características, talentos y dones particulares, eso es lo que nos hace maravillosamente únicos e irrepetibles, pero mientras estemos mirando al vecino para ver cómo podemos superarlo tendremos nuestros ojos puestos en el exterior y por lo tanto no podremos ver hacia adentro, hacia nuestro espejo interno que es el que nos muestra nuestra verdadera sabiduría.