La ciencia moderna está sufriendo los síntomas de una crisis profunda. Algunos de los problemas que las disciplinas científicas enfrentan afectan tanto a las ciencias sociales como a las ciencias naturales. Si sobre este punto existe una conciencia generalizada, es de preguntarse: ¿por qué se ha vuelto tan difícil construir una teoría crítica sobre las organizaciones?
1. El desorden en la teoría de la organización
En la medida en que uno acepta, algo que es una tendencia importante hoy en las ciencias sociales, que no hay una modernidad sino muchas trayectorias diferentes hacia lo que se puede llamar modernidad, si aceptamos la existencia de diferentes modernidades alternativas, también hay que aceptar formas múltiples de organizaciones.
Dice M. Reed (1992: 255) que en la teoría de la organización se está viviendo “un tiempo en el que la definición tanto del objeto de estudio como de las reglas para la construcción de teorías y la práctica investigativas están abiertas al debate”. Esta particularidad data desde hace 30 años, y en la última década se presenta una situación de enclaustramiento que indica un agotamiento del análisis, por la ausencia de un piso común para el debate1. Frente a este problema, surgen tres posibilidades:
- Profundizar el desorden que existe en el campo académico, escogiendo la metódica “apropiada para el problema”;
- optar por la inconmensurabilidad paradigmática y desarrollar múltiples e irreconciliables teorías; o bien por la
- tradición académica, adaptando la ortodoxia funcionalista.
En la segunda opción, hay un exceso de relativismo epistemológico. En la tercera, se cae en la polarización teórica. Las tres son formas de eludir el debate y mantener el enclaustramiento. En definitiva, la cuestión se disfraza con el debate modernismo-posmodernismo. (Dávila, 2000) .
El desorden teórico contemporáneo debido a la aceleración del cambio y el golpe del duro ariete de la posmodernidad sobre los modelos teóricos tradicionales (crisis paradigmática) pueden llevar a la fragmentación extrema e incluso a la disolución del pensamiento administrativo.
Sobre este punto, Rigoberto Lanz (2001: 168) ha expresado:
“Los nuevos enfoques sobre los procesos organizacionales se sitúan expresamente por encima de la lógica epistémica de las disciplinas. Esta lógica trastoca los fundamentos del viejo modo de pensar de la organización”
Y en otro pasaje de su obra agrega:
“¿Con qué herramientas epistemológicas podemos hoy abordar el complejo asunto de los procesos organizacionales? […] el nexo entre posmodernidad y organización se muestra muy fecundo en la exploración de posibilidades, en la búsqueda de salidas a la crisis, en el esfuerzo compartido por repensar los equipajes teóricos heredados”.
El posmodernismo es una corriente filosófica que ganó rápidamente adeptos en el campo académico, debido a su crítica a los fundamentos de la modernidad. En su desarrollo, abandona la confianza en la ciencia como medio para organizar la vida social, la historia como un proceso que tiende al progreso material y el sujeto como encarnación de metas trascendentes.
Su influencia es notable en las ciencias sociales y las humanidades a las que ha aportado nuevas categorías, nuevos temas y nuevas posiciones. En este terreno, pudo avanzar beneficiada por la ausencia de formación filosófica y epistemológica que es fácil de percibir en los departamentos académicos donde se enseñan las humanidades y ciencias sociales. Tampoco se debe desdeñar el peso de la moda y la necesidad de estar al día que reclaman los círculos académicos (Ossorio, 2009).
Cuando acudimos a los estudios posmodernos, no pensamos que estamos frente al fin del paradigma moderno y el comienzo de otro posmoderno. La posmodernidad abarca una rica problemática desde la cual se critica a la modernidad y se plantean nuevos problemas.
Según V. S. Campos (2004), existen distintas versiones de la teoría organizacional que se basan en los estudios postmodernos. Dentro de estos lineamientos, Campos revisa dos:
- Gestión social del conocimiento
- Teoría discursiva de las organizaciones
La gestión social del conocimiento se basa en la idea de que el conocimiento no se encuentra en las mentes individuales sino en las relaciones sociales, por lo que la empresa pasa a ser considerada una hiper-conversación que emerge a través de interconexiones sociales gestadas por el lenguaje.
En este marco, los individuos no están conectados por un número de relaciones (puestos y funciones) preestablecidas en manuales, sino que fluyen de una conversación a otra, en un juego de articulaciones y rearticulaciones que migran de una organización a otra.
La teoría discursiva de las organizaciones parte del anterior lineamiento. Concibe a las organizaciones-flujos como relaciones sociales realizadas lingüísticamente, pero incorpora la noción de discurso como sistema de saber/poder.
Los managers desde su privilegiada posición de poder pueden participar en la constitución social de la organización. Desde su posición enunciativa utilizan una serie de estrategias para crear una narrativa en las cuales los sujetos encuentren articulación en la inestabilidad, “una articulación funcional a los intereses directivos” (Sisto Campos, 2004). Según Gergen:
“Los managers en sí mismos no son nunca racionales. Lo que dicen nunca es sabio o realista. Su racionalidad, sabiduría y objetividad dependen de sus colegas; porque son sus colegas quienes aportan el suplemento de su interpretación de lo que el manager dice. La racionalidad es preeminentemente un producto de la colaboración social, nunca está escrita sobre una roca” (Cit. Najmanovich, 1994).
Es necesario reflexionar sobre la centralidad, tanto del management como la del manager, los que envueltos en su túnica de técnicos y neutrales suelen imponer su orden desarticulador en las distintas esferas sociales .
Cabe preguntarse ¿Si de acuerdo con los posmodernos no existen fundamentos absolutos para nuestras construcciones teóricas, para qué es necesario teorizar? A esto responde Gergen, seguido por Najmanovich (1994):
“Si el valor de las teorías no deriva de su supuesto valor de verdad, sino de sus implicaciones pragmáticas, entonces hacer teoría recobra todo su significado. Y el trabajo teórico adquiere una importancia todavía mayor en la era posmoderna que bajo la concepción modernista. En esta última perspectiva, las aplicaciones eran llevadas adelante por otra cultura: la de los prácticos. En un contexto posmoderno teoría y práctica son inseparables”.
No se trata de eliminar todas las formas de organización, dado que los posmodernos desconfían de la racionalidad individual, a ellos les parece lógico adoptar una práctica radical contra la idea de que la racionalidad técnica individual del gerente llevará a la organización por el camino correcto.
Donna Haraway opone la difracción a la reflexividad. Para ella, la reflexividad desplaza lo mismo hacia otro lugar. Sería un “mal tropo” para escapar a la falsa opción entre realismo y relativismo. Entonces, ella apuesta a la difracción que permite re-pensar el problema desde la perspectiva de sus participantes, aproximándose a distintas voces y no sólo a las de los más autorizados (Friedmann, 2007).
Fig. El poder de la difracción
Fuente: R. Friedmann (2007).
Con la difracción no hay un foco central desde el cual se genere un orden. El orden, para los posmodernos surge del diálogo entre las diferentes culturas y subculturas. “Imaginemos una rendija por la que pasa un haz de luz” (Friedmann, 2007). A partir de la rendija, cada punto de ella actúa como si re-emitiera una nueva onda de luz. Así, la ciencia es concebida como un campo de estudio (polisémico y polifónico) con grandes diferencias y desacuerdos.
El vertiginoso cambio epocal ha originado un cambio radical en los referentes teóricos, con la presencia de muchos más científicos que los aquí mencionados y que trabajan desde diferentes perspectivas. Ante la emergencia de nuevos temas, muchos estudiosos abandonaron viejas teorías que consideraban superadas por los nuevos tiempos, por lo tanto nuevas formulaciones son mostradas como revoluciones teóricas que inauguran una nuevo estadio del conocimiento.
La teoría moderna tiene una pretensión holística, encontrar la unidad del universo. Los posmodernos ponen el acento en lo singular y lo diverso, y dejan a las ciencias como receptáculos de reflexiones fragmentarias y contingentes. De esta manera, se resignifica el pequeño relato y la fragmentación, y se desprecia toda búsqueda de explicaciones generales. Para el posmoderno, la razón no puede conocer lo real, o bien conocerlo sólo en parte, porque a la verdad se accede a través de otros conocimientos, como la intuición o el corazón.
“Es importante reconocer la existencia de miles de stories y perspectivas contadas sobre tópicos gerenciales y administrativos y que tal variedad de perspectivas es imposible de ser cobijadas por un solo paradigma unificado y monitoreado y gobernado genialmente por el Sr. Jeffrey Pfeffer o la NATO, North American Theory of Organization. (Friedmann, 2007).
Se pone en evidencia así, un rechazo de lo causal y del enfoque de la totalidad por considerarlo que –en sus versiones más extremas – es sinónimo de totalitarismo. Puede ser beneficioso, dice (Medina, 2010), aceptar la falta de unidad paradigmática y aprovecharla para recuperar herramientas necesarias para formar un campo general de la teoría organizacional, e incluso llegar hasta el extremo de incorporar nuevos cuerpos teóricos provenientes de otras disciplinas. Esto es, utilizar una caja de herramientas para solucionar los problemas organizacionales. Sin embargo, no hay que olvidar la advertencia de Pfeffer (2000: 265-266):
“… esta ausencia de un paradigma científico bien desarrollado hace que experimentar con cualquier cosa nueva o diferente sea más deseable. También tiene la propiedad indeseable de permitir que las preferencias prácticamente sin restricción de normas y estándares científicos se difundan de manera desenfrenada [En resumen, quienes defienden], la falta de un sustento fuerte en una disciplina o en los fenómenos, son susceptibles de quedar atrapados por las modas pasajeras y las novedades”.
La estructura indica a los miembros de una organización lo qué deben hacer, pero no les dice cómo hacerlo. La estructura es el armazón que sustenta el conjunto, pero necesita de canales por los cuales circulen los fluidos que lo pongan en funcionamiento.
Gilly et al. (2007: 53) comparan a la estructura con el sistema óseo y a los procesos con los músculos de la organización. Los posmodernos, como Deleuze, van mucho más allá. Para ellos, una organización no puede ser vista como algo “que funciona estructuralmente, ordenadamente, con límites fijos y cerrados. La imagen del cuerpo sin órganos ilustra bien la configuración resultante de una forma de organización flexible” (Friedmann, 2007).
Deleuze quiere que los órganos queden fuera del análisis: “los órganos son estabilizaciones, fijaciones, que estratifican la experiencia, los flujos vitales […] Deleuze contrapone rizoma a árbol. En el ámbito de estudio de las organizaciones se ha empezado a pensar en Keiretzus (redes de empresas japonesas de alta tecnología con vínculos de todo género pero sin capital común) y en las Networks de empresas de alta tecnología con muchos proveedores, socios en la investigación, etc. donde la descentralización es muy amplia.” (Friedmann, 2007.a).
Tanto el sentido común como la práctica se resisten a abandonar la idea de racionalidad. Las prácticas gerenciales surgieron de la necesidad de lograr la supervivencia de las organizaciones.
2. Resumiendo el debate
Martínez Nogueira (1993) identifica dos posiciones:
- Un mundo construido sobre la base de una visión, de lo que tradicionalmente se interpretó como el modelo de las ciencias naturales, aferrada a la noción de causalidad, siguiendo utopías que “en lugar de reproducir el paraíso, terminaron por construir infiernos nada confortables”; y, por otra parte,
- El nihilismo posmoderno “carente de supuestos comunes, proyectos disímiles y dificultades insalvables de comunicación podrán estar en el presente con una inmadura teoría de la organización” […] “que se parezca a la disolución, la fragmentación sin límites y la destrucción de la esperanza”.
Se advierte, en consecuencia, la necesidad de tener un programa de investigación para recuperar un patrón normativo que retome la capacidad de la razón, pero de una razón que se afirme a partir de las diferencias en el diálogo, contribuyendo a que las organizaciones se conviertan en ámbitos propicios para la creatividad, la innovación y la colaboración.
Si se quiere construir una visión comprehensiva acerca de un fenómeno complejo como es la organización (con su multidimensionalidad y transversalismo), recurrir a miradas realizadas desde diferentes ángulos de lectura se constituye en una imprescindible necesidad. Tarea que, si bien es difícil, se ve facilitada porque los distintos objetos de estudio son constructos, es decir sistemas conceptuales.
Notas al pie
- El piso común suele ser considerado como la contraposición entre la lógica de la acción y la lógica del sistema.
- Un sistema es inconmensurable con otro, respecto a ciertas reglas de comparación, cuando se dan tres condiciones: 1) La diferencia radical entre sistemas de orientación; 2) La competencia o conflicto entre sistemas y 3) Un cierto curso de acción. No hay estándares de comparación que resuelvan racionalmente un problema de conflictos (Agüero, J. O., 2012).
- Desde luego que en esta obra no pretendemos encontrar la solución al problema. Reed (1992) propone reconstruir el relato de la historia de las teorías organizacionales y considerar a la organización como una práctica intelectual, en la que el discurso managerial aportará recursos importantes.
- No es que los posmodernistas tengan pocos conocimientos de epistemología (todo lo contrario), lo que se afirma es que el desconocimiento de esta disciplina, por otros docentes, contribuyó a la rápida difusión de esta corriente en ciertos medios académicos.
- En estas afirmaciones hay subsumidos, indudablemente, juicios de valor. Además, todo esto se complica cuando Maturana (1995: 66-67) nos dice que hasta las bases de los muy racionales discursos éticos descansan sobre premisas fundamentales que están fuera de lo racional, que son emocionales “En física, la difracción es un fenómeno característico de las ondas que consiste en la dispersión y curvado aparente de las ondas cuando encuentran un obstáculo”.
- Sistema conceptual abierto.
Bibliografía
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