Desde la antigüedad y a lo largo de todo el devenir histórico, las mujeres han realizado aportes importantes al desarrollo científico-tecnológico de la humanidad, lo que sucede es que por la cultura androcéntrica que ha prevalecido se les ha invisibilizado por considerársele que son inferiores al hombre desde el punto de vista intelectual; se les ubica en sus roles tradicionales del mundo privado y subordinadas a ellos, cultura que permanece en la conciencia individual y social de muchas hasta nuestros días. Existiendo por tanto un sesgo sexista y androcéntrico en este sentido.
Introducción:
El presente trabajo pretende realizar una valoración acerca de la situación de la mujer en la ciencia y la tecnología desde un enfoque de Género, destacando el papel desempeñado por ella, para poder sacar a la luz pública las contribuciones de las mujeres en este campo.
Desde el patriarcado se le ha asignado a las mujeres todo lo referente a la reproducción, la maternidad, la ternura, la delicadeza y lo que esté limitado al ámbito doméstico, porque realmente es en “esa esfera donde ella ha desarrollado las habilidades para desempeñarse”, siendo incapaces según determinadas concepciones, de poder realizar aportes en el campo de las ciencias.
Desarrollo
En los inicios del tercer milenio, el mundo acumula un enorme caudal de conocimientos y tecnologías, que conjuntamente con los que están por descubrir, hacen imposible, que la humanidad pueda apropiarse de ellos con la misma celeridad con que estos se producen, por lo que se necesita una educación que se desarrolle sobre los pilares básicos de ofrecer las herramientas necesarias para aprender a asimilarlos.
La ciencia y la tecnología son procesos sociales y como tal es necesario analizarlos en estrecha relación dialéctica; el campo de ciencia, tecnología y sociedad constituye un campo internacional, que dentro de sus temas de discusión se encuentra el problema de género.
Los estudios de Ciencia, Tecnología y Género (CTG) forman parte de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) los que se refieren a cuestiones muy diversas y examinan las relaciones que existen entre las mujeres y las ciencias y la tecnología.
Si hacemos historia de las investigaciones realizadas en el campo de las CTS, nos encontramos que existen pocos trabajos, que incorporen la perspectiva de género, así como el reconocimiento explícito de los aportes realizados por las mujeres en la ciencia y la técnica, lo que trae consigo que se invisibilice el papel desempeñado por ellas en este campo.
No es hasta la primera mitad del Siglo XVII, que se “les autoriza” a las mujeres poder acceder a la educación elemental, o sea, se les autoriza socialmente a aprender a leer y a escribir, sin embargo hasta ese momento se ponía en duda, por una parte, si era correcto o no aceptar la posibilidad de que ellas pudieran acceder a los estudios de la época y por otra su capacidad “biológica” para poder entender las ciencias, es decir que se ve en este caso a la mujer como un ser inferior incapaz de poder razonar y pensar con juicios propios.
Pero siempre hubo quienes con un pensamiento de avanzada se opusieron a la idea absurda de que se les negara el derecho que tiene todo individuo de aprender y acceder a los conocimientos acerca de la realidad circundante.
De 1960 hacia acá, comienzan a darse en EEUU movimientos de carácter civil que son contestaciones al sistema, y entre ellos se destacan los movimientos de defensa hacia la mujer; los movimientos feministas, en los estudios de ciencia tecnología y sociedad.
En los estudios de CTS en los años 70, pero sobre todo en los 80, empiezan a surgir en cualquiera de las discusiones la perspectiva de género, denunciando el orden patriarcal de la ciencia, que esta sea una panacea, denuncia que va dirigida a la ciencia como generadora de inequidad de género, por lo que se hace necesario lograr la equidad para de esta manera llegar a la igualdad.
Estos debates feministas en torno a la ciencia y la tecnología comienzan por reconocer la escasez de mujeres en las ciencias, producto de que estas son ignoradas de la misma.
Las claves del comportamiento de la ciencia y la tecnología hay que buscarlas en las divisorias de poder económico, político, social y cultural que son responsables de la exclusión de las mujeres de la ciencia o de la invisibilización de la presencia de ella en los aportes científicos, quiere decir que las consecuencias sociales que trae para las féminas la educación sexista es, la discriminación de que es objeto en este terreno.
El papel de la mujer en el aporte científico tecnológico ha sido sistemáticamente olvidado, lo que trae consigo el androcentrismo en la ciencia, donde se da la impresión de que las mujeres no han abandonado nunca del ámbito doméstico y que los grandes aportes y descubrimientos en el progreso de las ciencias son exclusivamente masculino, ignorando el gran número de mujeres científicas que ha lo largo de la historia se han destacado y que hoy la mayoría de ellas son desconocidas, figuras que han permanecido para las ciencia, en el anonimato como si nada hubiesen hecho.
Es necesario que se tome conciencia de esta problemática y se continúe recuperando para la historia de la ciencia aquellas figuras femeninas, que han permanecido durante muchos años opacadas por los hombres y olvidadas, de la ciencia y la tecnología
Vivimos en un mundo masculinizado, donde la ciencia está bajo patrones masculinos, debido a lo que social e históricamente se ha construido por la sociedad; donde se le ha atribuido a los varones aquellas características relacionadas con la virilidad, racionalidad, dominación, inteligencia, frialdad y objetividad, incluso llegándose a considerar que tienen más habilidades para las ciencias duras, mientras que a las mujeres se les considera como irracionales, pasivas, dependientes, tiernas, con emotividad y subjetividad, con más habilidades para las ciencias blandas. Estas características se les denominan “femeninas”, opuestas a las “masculinas”, un obstáculo para poder llevar a cabo y desarrollar una carrera científica, debido a que las cualidades necesarias para hacer ciencia son propiamente las “masculinas”, mientras que a las mujeres se les ha vedado poder acceder al conocimiento científico.
La participación femenina en nuestro país en la educación, la salud, la cultura, así como en el campo científico tecnológico, es grandiosa. Por eso, como lo demuestra la historia y el diario acontecer, el aporte ha sido, es y será indudable en estos campos.
La ciencia y la tecnología no están ajenas al orden patriarcal que existe en la sociedad, centrada más en el hombre que en la mujer. ¿Por qué ha estado relegada a un segundo plano la mujer en la ciencia?, ¿será acaso porque no tiene talento para desarrollarse como científica, investigadora o para dirigir cualquier institución científica?; la respuesta hay que buscarla en lo que nos ha legado la cultura patriarcal, por lo que nos encontramos en un campo en el que se deben vencer obstáculos por parte de ella para que se le reconozca su labor y se sitúe a la altura de los hombres, porque lo que ha sucedido es que se le ha marginado y ha existido poco reconocimiento de su labor en este campo. La discriminación por razón de sexo tiene un carácter histórico, lo que se refleja con mayor énfasis en el campo de la ciencia, que ha sido tradicionalmente copado por hombres.
Es importante reconocer que se han realizado determinados esfuerzos para recuperar a lo largo de la historia el papel desempeñado por las mujeres en la ciencia y tecnología, lo que permite sacar del olvido a mujeres o tradiciones típicamente femeninas que, pese a haber hecho contribuciones destacables en el ámbito científico-tecnológico, han sido silenciadas por la historia tradicional, ya sea debido a distintos tipos de sesgos, o bien debido a concepciones estrechas de la historia de la ciencia que reconstruyen la disciplina, sobre los nombres de grandes personajes masculinos que dejan de lado otras actividades y contribuciones que han realizado las mujeres al desarrollo de la ciencia.
Haciendo un recuento de las mujeres científicas desde la antigüedad hasta lo que va del siglo XXI, podemos decir que, la propia historia de las mujeres en la ciencia, dan crédito a los aportes importantes que ellas han realizado en este campo. Tenemos por ejemplo el caso de Caroline Herschel, nacida el 16 de marzo de 1750 en Hannover, Alemania quien trabajó durante ¡cincuenta años! a la sombra de su hermano mayor William Herschel, considerado el astrónomo más importante del siglo XVIII. Caroline descubrió ella misma diez cometas y tres nebulosas en 1783, una de las nebulosas era la compañera de Andrómeda. Esto le permitió recibir del Rey de Prusia un salario anual de 50 libras, quien también le otorgó la Medalla de Oro de la Ciencia, como reconocimiento a la labor realizada durante toda su vida.
Otro caso es el de Ada Byron, quien en 1834 escuchó por primera vez en una cena la idea de Charles Babbage, de construir una máquina calculadora quien se entusiasmó mucho con esa posibilidad y le sugirió escribir un plan de cómo calcular números de Bernoulli con la máquina, idea que en la actualidad se considera como el primer programa de computación. En 1979, un lenguaje desarrollado por el departamento de defensa de Estados Unidos fue llamado Ada en su honor
A pesar de que las mujeres indudablemente han hecho importantes aportaciones al ámbito científico-tecnológico, esto ha sido poco reconocido por la historia universal, como resultado de los sesgos que históricamente han existido, pero además porque la historia de la ciencia se ha ido conformando con los nombres de las personalidades masculinas y es hora que las mujeres levantemos nuestras voces, desempolvemos y saquemos a la luz todos los aportes realizados por las mujeres en este campo.
La sociedad necesita de los aportes científicos que tanto hombres como mujeres han hecho en diferentes campos del conocimiento, teniendo en cuenta sobre todo las experiencias femeninas , así como la importancia que debe concedérsele a los estudios realizados por las féminas, no vemos la razón por la que la diferencia de sexo lleve a la desigualdad de género.
En los países pobres nos encontramos con que se producen determinadas asimetrías entre los sexos, producto de la desigual distribución de los beneficios derivados de la ciencia donde la inmensa mayoría de las mujeres está excluida de la creación y de los aportes que ofrece el saber científico, la ciencia se encuentra al servicio de la minoría de los ricos
Este tema tiene dos direcciones, por una parte hay que analizarlo desde el punto de vista general, ya que la mayor parte de los científicos en el mundo son hombres; pero por otro lado, los sesgos de género van al interior de las teorías, esto demuestra las inequidades de género, también en el mundo de las ciencias, lo que es claramente sesgado a lo masculino.
La ciencia y la tecnología contemporáneas, tienen un carácter eminentemente sexista porque está construida desde lo masculino, donde se le atribuye una inferioridad intelectual a la mujer o se le concede por sus roles sociales un papel subordinado; lo que históricamente se le ha sido asignado por la cultura patriarcal. Se hace necesario en este sentido el reconocimiento, el papel, así como la incorporación de la mujer en estos campos para eliminar el sexismo en este terreno.
Desde que Marie Curie ganara el Premio Nóbel de Física en 1903, no han sido muchas las mujeres científicas que han sido reconocidas con tan alto reconocimiento científico, quien en 1911, alcanzó su segundo Premio Nóbel, el de Química, pero es tan arraigado el sexismo en la ciencia que en el propio año se le impide a esa gran mujer de la ciencia que ingrese en la Academia de las Ciencias.
Esto refleja como históricamente la mujer ha sido ignorada de la producción, difusión y aplicación de los conocimientos científicos, no ha aparecido como protagonista de la ciencia, como tampoco lo ha sido en otros campos y facetas de la historia.
Los estudios que se han realizado acerca de la problemática de la mujer en la ciencia han demostrado que son múltiples las barreras que a lo largo del devenir histórico se le han presentado, con el propósito de mantenerla al margen del desarrollo científico tecnológico, existiendo poca visibilidad de ellas en la ciencia.
La mujer cubana en el desarrollo científico técnico
Los profundos cambios socioeconómicos ocurridos después del triunfo de la revolución crearon las premisas fundamentales para la constitución de un nuevo modo de vida de la mujer, por lo que se hizo imprescindible su incorporación al trabajo como elemento importante para el progreso social, de esta manera comenzaron a cambiar las formas tradicionales de división del trabajo entre los sexos, convirtiéndose la mujer en un ente productivo en la sociedad, incluyendo la producción de conocimientos.
El cambio más trascendental que se produjo en la esfera de la educación en Cuba se introduce con el triunfo de la Revolución en 1959, donde el gobierno revolucionario desde los primeros momentos creó las condiciones para acabar con la ignorancia del pueblo, elevando el nivel educacional y científico-técnico de la población; la voluntad política de nuestro Partido y del Estado, se ha dirigido siempre a transformar a fondo la situación social crítica que presentaba la mujer, sacándola del ámbito doméstico e incorporándola al trabajo socialmente útil, reconociendo su capacidad creadora, sus potencialidades y su igual condición jurídica y social.
El proyecto de desarrollo cubano tiene como pilares fundamentales la justicia social, la participación de la mujer en la producción, la educación, la defensa y los servicios, teniendo en cuenta la equidad entre los géneros, para lo que ha diseñado e iniciado la aplicación de estrategias que permitan a la mujer acceder a los conocimientos y las tecnologías a la par que el hombre.
El modelo cubano de política social tiene como premisas esenciales el acceso universal y gratuito, a servicios sociales básicos y la satisfacción de las necesidades elementales de los seres humanos.
La educación ha constituido históricamente un instrumento que ha permitido la liberación de la mujer cubana en todos los órdenes. Desde el siglo XIX podemos apreciar los primeros espacios públicos conquistados por ella, así como la participación que desde el punto de vista estudiantil tuvieron en el sistema de enseñanza de aquella época. La incorporación de las primeras mujeres a la enseñanza primaria, y luego a la universitaria, fue resultado de la dura batalla que las más avanzadas de entonces tuvieron que librar en el campo de las ideas y de la acción.
La inserción de la mujer en la esfera educacional desde su rol de estudiante, abrió una brecha en la cultura patriarcal de la sociedad cubana que con el decursar del tiempo se ha ensanchado, a medida que las acciones de las mujeres se han planteado objetivos más elevados y reivindicativos en este ámbito.
Las transformaciones que tienen lugar en el orden económico, social, científico y político, en nuestro país han creado espacios de crecimiento para la mujer cubana insertarse en el mundo científico y brindar su aporte en tal sentido.
La historia educacional de Cuba es ejemplificante en esa dirección cuando se intenta explicar la participación de la mujer cubana no solo en su condición de estudiante sino también de educadora, investigadora y dirigente en las instituciones que comprenden ese sistema, así como en otros.
En Cuba se ha avanzado en estos problemas, para ir eliminando las desigualdades que en este sentido aún se nos presentan, quedando plasmados de manera explícita en nuestra Constitución y en otros Códigos, pero a pesar de todo lo que se ha hecho en materia de legislación, sucede que en la práctica la manifestación concreta de las acciones es diferente a lo que está legislado, porque para cambiar ideas y costumbres tradicionales no basta sólo con instituir preceptos en un código legal, por cuanto las modificaciones, los cambios en las ideas, concepciones tardan más para madurar, por eso es que aún subsisten rezagos y criterios propios de formas caducas de pensar, es un terreno en el que tenemos que continuar avanzando para revertir la situación que hoy existe en este aspecto, ya que nuestra realidad muestra que hoy el nivel técnico de las mujeres es mayor que el de los hombres, sin embargo, aún nos encontramos con determinadas personas que consideran no es necesario que se estudie de manera puntual estos problemas, por ser un asunto de “menor importancia, puro “romanticismo”, de “ciencia ficción” y hay que dedicarle tiempo a asuntos de mayor relevancia, de mayor trascendencia.
En los momentos actuales, la inserción de la mujer cubana en todo el proceso de desarrollo del país, debe considerarse como uno de los fenómenos sociales de mayor envergadura y más exitosos, ocurridos durante todos estos años de Revolución, ascendiendo el índice de mujeres en categorías de Técnicas a más del 60%.
Sin embargo, este desarrollo técnico y profesional no se corresponde con el por ciento de mujeres que están dedicadas a la actividad científica, aquí nos encontramos con una contradicción evidente, que tiene que ver con los estereotipos de género que hemos legado de la cultura patriarcal, donde existen todavía patrones culturales, concepciones arraigadas de la sociedad anterior que tienden a reforzar los roles tradicionales, que históricamente han desempeñado las mujeres en el ámbito familiar, e ignoran su capacidad para desarrollarse en la ciencia.
Un análisis somero de los factores que llevan a esa discriminación nos remitiría a tener en cuenta, que ni uno ni otra asumen esos roles por propia voluntad o responsabilidad, en esencia han sido los factores económicos y sociales quienes han desencadenado esta situación de desigualdad e injusticia en el campo de la ciencia, además de todo lo relativo a la influencia de una cultura patriarcal, conformada de concepciones y prejuicios tradicionales; las condiciones históricas y sociales que existían antes del triunfo de la revolución, donde el hombre se dedicaba a la vida pública, mientras que la mujer se vinculaba a las tareas del hogar, excluida totalmente del ámbito público ya que constituía la figura principal en la crianza de los hijos, era un individuo de segunda clase. Estas condicionantes culturales enraizaron valores muy sólidos en la sociedad que le atribuían funciones diferentes a los hombres y a las mujeres, dentro de las cuales quedaba excluida la actividad científica para las féminas, lo que se ha ido y trasmitiendo a las generaciones actuales.
El hombre, aunque en menor medida que la mujer, también ha sido en las diferentes épocas de alguna manera reprimido y discriminado. Del mismo modo que a ella se le niega el acceso para desempeñarse en la vida pública a él se le limitan sus cualidades afectivas.
El acceso a las instituciones científicas estuvo vedado para las mujeres durante mucho tiempo, algo que en la actualidad lo estamos heredando todavía, ya que nos encontramos con que existe un número muy limitado de mujeres que dirigen centros de investigación científica, contando con una sola, ello a pesar de que en el campo de Ciencia y Tecnología la fuerza técnica del país es del 48,7%.
“… aunque la participación social de la mujer ha ido en aumento de forma sostenida existen un conjunto de elementos socioculturales que limitan que esta participación se traduzca en un aumento de mujeras en los primeros puestos de toma de decisiones, sin perder su esencia femenina y que en un contexto organizacional androcéntrico se necesita mucho tiempo para lograrlo”.
Se trata de eliminar el carácter androcéntrico de las instituciones científicas, lo que es un proceso largo porque esto implica cambiar la mentalidad de las personas, lo que por tanto tiempo ha construido la cultura patriarcal es muy difícil de desarraigar en las personas, esto implica que se necesita una capacitación de género para lograrlo y no en poco tiempo.
La incorporación de las primeras mujeres a la enseñanza primaria, y posteriormente a la universitaria, se obtuvo como resultado de la batalla que las de vanguardia, tuvieron que librar en el campo de las ideas y de la acción.
Acceso de las mujeres a la Universidad
Entre los siglos XVII y XV las instituciones universitarias estaban cerradas para las mujeres, no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que son admitidas
formalmente para que accedan a dichos estudios, Primero en Suiza en el año 1860, y posteriormente en Inglaterra, en Francia, en Alemania, hasta que en 1887 se gradúa en México la primera mujer estudiante de medicina.
En la historia de la ciencia, la presencia de las mujeres ha permanecido sistemáticamente invisibilizada, ya sea por parte de las comunidades científicas de cada período histórico, como por las historias que se han ido construyendo. Es sólo a partir de los años setenta que se logra evidenciar esa ocultación, lo que se debe directamente al resurgir del movimiento feminista, que indudablemente ha hecho una importante contribución, al develar la supuesta neutralidad de la ciencia, poniendo al descubierto las discriminaciones de que son objeto las mujeres en la vida profesional académica, tanto en la investigación, como en la docencia universitaria.
Como dijera la doctora Lourdes Fernández ¿Hasta dónde llega la equidad?
En las aulas universitarias de Cuba nos encontramos con que la presencia femenina es superior a la del hombre, desde la década del 80. Sin embargo, si analizamos su incorporación atendiendo a las especialidades, nos encontramos que en algunos cursos, sobre todo de la década del 90 todavía se observan diferencias entre los sexos, porque aunque es alta también en las especialidades donde la mujer no tenía una participación tradicional como en Ciencias Económicas y algunas carreras de las áreas de Ciencias Naturales como es el caso de Biología y Química respectivamente. Sin embargo, siguen siendo prioridades masculinas las Ciencias Técnicas, Agropecuarias y Cultura Física; aunque la presencia femenina se ha incrementado después de las sucesivas reformas universitarias. En la Universidad de la Habana las carreras de predominio masculino son Física y Geografía.
Hay un creciente ascenso de las mujeres al poder en la actualidad, sin embargo hay solamente 11 mujeres en el mundo que son Jefas de Estado.
En la actualidad no podemos hablar de que exista una exclusión explícita de las mujeres de las universidades y los centros de investigación, ni criterios abiertos que refieran que la mujer es inferior intelectualmente al hombre, pero sí podemos decir que existen todavía determinados mecanismos implícitos que de manera sutil contribuyen de alguna manera a mantener y legitimar la segregación de la mujer
Mujeres cubanas con categorías científicas o docentes y educación posgraduada
Calificación % de mujeres
1. Con Categoría Docente 46,43
2. Con Categoría Científica 40,53
3. Con Grado Científico 24,16
Cuando realizamos un análisis de esta situación en la facultad de humanidades de la Universidad de Pinar del Río nos encontramos con que la misma se nos presenta de la siguiente manera:
Calificación % de mujeres
1. Con Categoría Docente 26,3%
2. Con Categoría Científica 0%
3. Con Grado Científico 21%
Quiere decir que el problema se manifiesta de manera que nos encontramos por debajo de la media nacional en cuanto a acceso a categorías docentes superiores y grados científicos, lo que pone de manifiesto que aún se presentan desigualdades de género en cuanto a la superación profesional de las mujeres, lo que está dado por diversas causas, entre las que se encuentran las histórico culturales, por tanto se hace necesario el estudio de género en sentido general
¿Por qué es importante el estudio de los temas de género?
Resulta de gran importancia el estudio de los temas de género puesto que aún:
- Existen importantes diferencias en las oportunidades de desarrollo profesional de mujeres y hombres dedicados a la Ciencia y a la Tecnología
- Según constatan los estudios en la Región, las niñas y los niños no reciben iguales estímulos para despertar su interés en disciplinas científicas
- Hay pocas mujeres en niveles de decisión de políticas científicas
- Sus opiniones y valores no han sido debidamente incluidos en los debates actuales sobre el desarrollo científico y tecnológico en la Región
El tema de ciencia-tecnología y género es una dimensión de la problemática actual, que tiene su singularidad y en el mundo se debate este asunto, pero a nuestro modo de ver no con toda la fuerza y la profundidad que esto requiere, por todo lo que hemos expuesto anteriormente.
En el recorrido histórico de la actividad científica se ha podido apreciar como ya hemos referido anteriormente, la invisibilización que en este campo han tenido destacadas investigadoras y científicas de las diferentes ramas del saber, méritos que por demás han sido ignorados por la mayoría de los hombres, al igual que el protagonismo que ellas han desempeñado en la ciencias, por el carácter androcéntrico que siempre han tenido las mismas.
Resumiendo lo anterior podemos plantear que en este sentido se puede apreciar claramente que ha existido un problema de sexismo en la ciencia, debido a la discriminación que se produce en este caso, hacia la mujer, lo que se evidencia en que por un largo período de tiempo, a las mujeres no se les permitían acceder a las instituciones científicas ¿será que acaso las mujeres somos incapaces de desempeñar funciones en éste ámbito o será que le temen a la inteligencia y al poder de ellas?. Lo cierto es que las mujeres han tenido un gran protagonismo no solo en la ciencia, sino también en los demás esferas de la vida social.
“Cuando se habla de mujer y ciencia, la reacción inmediata es la de indicar la ausencia de mujeres en el desarrollo de esa actividad a lo largo de la historia”2.
Todo ello puede explicarse porque en la construcción de la masculinidad y la
Feminidad; a las niñas desde pequeñas se les socializa para que aprendan a ser madres, tiernas, delicadas, dulces, por tanto a ellas se les asocia con la irracionalidad, pasividad, dependencia, emotividad, en tanto a los varones se le atribuyen características como la independencia, dominación, racionalidad, inteligencia. Se consideran estas características “femeninas”, opuestas a las “masculinas”, todo lo cual hace que se vayan inclinando más hacia aquellas profesiones que tienen que ver con estas cualidades.
Hoy nos encontramos en una situación problemática. Una vez puesta de manifiesto la discriminación por sexo (tanto actual como histórica) en la carrera científica, y los prejuicios de una buena parte del conocimiento que habitualmente se difunde y prevalece.
En este sentido se impone un cambio que debe ir de la cultura patriarcal y dominante, de subordinación de la mujer, a una cultura de la equidad de género, en esta lucha por la búsqueda de la igualdad, está presente también la de las posibilidades del acceso al conocimiento, en igualdad de condiciones que el hombre, por las brechas de género que se han presentado en este sentido a lo largo del devenir histórico, es necesario trabajar en función de que las mujeres puedan alcanzar igual posición y sobre todo reconocimiento en la carrera científica.
Los estudios realizados demuestran que en la actualidad el número de mujeres matriculadas en carreras universitarias supera ya al de los hombres. Sin embargo, a pesar de esta masiva incorporación de las mujeres a los estudios universitarios, el número de éstas que deciden matricularse en una carrera técnica, como arquitectura o cualquier ingeniería, es inferior al de los varones que optan por este tipo de estudios. Lo que evidencia que el sexo del alumnado es un factor que en ocasiones es decisivo para elegir los estudios superiores.
Esta es una de las conclusiones a la que han llegado las más de cien expertas que participaron en el primer Congreso Nacional sobre las mujeres y la ingeniería, celebrado en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Terrassa (Barcelona).
Los motivos de esta elección hay que buscarlos en la educación sexista que ha recibido el alumnado tanto en el ámbito escolar, familiar como en el social, donde a las niñas se les ha socializado para que realicen trabajos y estudios propiamente “femeninos y a los varones deben ser “Masculinos”, por lo que se orienta a las hembras hacia estudios destinados al sector de servicios, mientras que los varones se ven más empujados hacia profesiones de perfil técnico o científico.
Esta orientación provoca que la mayoría de las chicas se dirijan a carreras « de Letras », en las que son mayoría aplastante y se encuentren en absoluta minoría en las de tipo técnico, como las ingenierías.
En el caso concreto de nuestro país la problemática se manifiesta de manera similar a la del resto de los países donde la presencia femenina en las aulas universitarias, es superior a la del hombre desde los años 80, sin embargo, a pesar de esto, cuando hacemos un análisis de su incorporación a esa enseñanza según especialidades, todavía podemos apreciar diferencias entre los sexos.
La participación femenina continúa siendo mayoritaria en las llamadas áreas tradicionales, como son las carreras Pedagógicas, Ciencias Sociales y Humanísticas. También encontramos alta incorporación en las especialidades donde la mujer no tenía una participación tradicional como en Ciencias Médicas, Económicas y algunas carreras de las áreas de Ciencias Naturales como: Biología, Química y Alimentos. Sin embargo, sigue siendo superior la presencia masculina en carreras de las Ciencias Técnicas, Agropecuarias y Cultura Física; aunque es de destacarse que se ha incrementado paulatinamente después de las reformas universitarias. En la Universidad de Pinar del Río las carreras de predominio masculino son la Agropecuaria e Informática.
Ha existido la idea general de que, debido a la imposibilidad de que las mujeres se instruyeran en ciencia, no resultaba extraño que su número fuera limitado en esta esfera.
Aunque la incorporación de la mujer a la universidad ha aumentado hasta alcanzar una participación superior a la de los hombres, esto no ha conseguido evitar la asignación tradicional de los roles hombre / mujer en cuanto a la elección de carrera o especialidades elegidas, sino que se ha amoldado a las imágenes y prejuicios existentes, y sólo ha supuesto un cambio significativo en determinadas especialidades.
Aunque la elevación de nuestro nivel educacional y el incremento de la participación social, ha ido eliminando prejuicios en torno a las «limitaciones» intelectuales de la mujer cubana y ha ido potenciando su participación en el mundo de la esfera científica.
Conclusiones:
Se ha considerado que la actividad científico-tecnológica, es profundamente sexista porque está construida sobre los valores de dominación y control típicamente masculinos.
En ciencia y tecnología, se manifiestan importantes sesgos de género que plantean la inferioridad intelectual de la mujer o sus roles sociales subordinados.
La discusión feminista sobre la ciencia y la tecnología comienza con el reconocimiento de la escasez de mujeres en las ciencias.
Finalmente, no es de extrañar que dado lo anterior, muchas mujeres opten por la vida privada antes de una carrera científica.
Constituye una necesidad el hecho de que debe trabajarse para que se elimine en la ciencia y la técnica, las inequidades que desde el punto de vista de género aún hoy nos encontramos.
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