Reflexiones sobre la implementación del Euro

«El número óptimo de monedas debe ser igual al número de dioses: impar e inferior a tres». Robert Mundell, premio Nóbel Economía 1999. Con este título se refirió el Dr. Willem F. Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo (BCE), al euro (€); la recién estrenada moneda única de Eurolandia que desde el 1 de enero del 2002 utilizan los 300 millones de europeos pertenecientes a las 12 naciones que dan forma a este experimento.

Puertas, ventanas y puentes de distintas épocas culturales de Europa son las imágenes grabadas en los nuevos euro billetes y son símbolos de la apertura y cooperación de la sociedad europea con el resto del mundo.

Para este economista holandés el euro representa más que una simple moneda: es el catalizador real de la integración europea, es la culminación de un sueño anhelado, es la máxima expresión de los valores de libertad y democracia, es el símbolo de la unión y la estabilidad europea y hasta el impulsor que va a devolver a Europa su dinámica de sólido crecimiento… en fin, se ve que Will Duisenberg está enamorado del euro y lo quiere como a un hijo, se la ha pasado en los últimos meses presumiendo el nacimiento del pequeño.

Es el ejemplo del hombre responsable que por amor y sin ser el padre del chamaco, se avienta el paquetazo y se hace cargo de una Europa embarazada que apenas dio a luz hace unos días.

Y cómo no iba a estar contento luego de que este difícil embarazo durará cerca de 10 años, sin considerar los diversos intentos que se hicieron para su creación desde la década de los sesentas.

Por supuesto que este largo periodo también contó con amenazas de aborto que a final de cuentas sólo fueron falsa alarma.

La historia reciente del euro se remonta a 1992 con la firma del Tratado de Maastricht en donde el proyecto de integración europea se llevó a un nivel más alto al sentar las bases para la creación de una moneda única que sustituiría a las otras monedas de los estados miembros.

Si nos vamos más atrás en el tiempo veremos cómo empiezan a salir solitos los nombres de personajes que hoy son reconocidos, al menos por Duisenberg, como los padres del euro.

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En la lista del banquero figuran nombres como Robert Schuman (político francés autor del plan de unificación de la industria europea del carbón y el acero), los ex presidentes franceses Valery Giscard d’Estaing y François Mitterrand, así como los ex cancilleres alemanes Helmut Schmidt y Helmut Kohl.

También hay quienes otorgan créditos a Sir Winston Churchill y hasta a Víctor Hugo, el novelista francés, quien profetizó en el siglo 19 a los Estados Unidos de Europa.

El Nóbel de Economía 1999, el canadiense Robert Mundell, también ha sido reconocido con ese mérito por su contribución al euro con su teoría de las «convergencias monetarias».

En fin esta lista no pretende ser exhaustiva, sólo quiere mostrar que si se trata de padres o padrinos, al euro le sobran.

Es de envidiar la planeación y la disposición que han tenido los 12 países de la zona euro en este proyecto de largo plazo.

El euro es fruto del trabajo, disciplina, enormes consensos, paciencia y sacrificios que han tenido que realizar los países miembros (incluyendo las batallas políticas al interior de éstos) en beneficio de una Europa más fortalecida.

Llama la atención cómo los alemanes, apostando por la unidad europea y como un voto de confianza en el proyecto, dejarán atrás una moneda tan sólida y tan importante con el marco alemán.

También son interesantes los mecanismos disciplinarios en materia monetaria y fiscal que se han venido aplicando desde hace años para lograr que los países indisciplinados o menos desarrollados como Portugal, Irlanda, España, Italia y Grecia se emparejen y reduzcan distancias con los demás miembros.

En verdad resalto la admiración por este proceso cuando en México vemos cómo la falta de cooperación, la necedad, la falta de preparación y compromiso, el cortoplacismo, la ausencia de planeación y la lucha de intereses políticos se mezclan para concebir en menos de 5 minutos y totalmente al vapor, un engendro feo, ambiguo, amorfo, mal nacido, lleno de errores y poco útil para las necesidades del país que sin razón explicable nuestros legisladores bautizan como Reforma Fiscal.

Lo peor del caso es que ahora todos niegan la paternidad del monstruito y se echan la bolita unos a otros. Vaya que las comparaciones resultan odiosas pero nos dan una idea de todo lo que nos falta por crecer para nivelarnos algún día con los países adultos.

Hoy la inmadurez política de México es propia de su democracia adolescente y se están perdiendo magníficas oportunidades de llevar a cabo y como deben ser, los cambios estructurales que le urgen al país.

Pero bueno, la Reforma Fiscal es harina de otro costal que ya habrá tiempo de revisar, así que retomemos nuestro eurotema.

Como verá el euro viene a fortalecer los cimientos de la construcción de la identidad común europea. Una Europa sin divisiones que ya puede verse cuando uno cruza las fronteras entre países comunitarios y se da cuenta que dónde antes había aduanas, hoy sólo quedan casetas vacías, gasolineras o han sido remplazadas por uno que otro Mc Donald´s para los viajeros con hambre y pocas monedas.

Sin embargo el camino que le resta a la Unión Europea para llegar a la integración plena aún es largo y va más allá de tirar fronteras.

Implica una futura expansión con la incorporación a este club de países de Europa Central, se contempla también la creación de una Constitución Europea que se someterá a la aprobación de los países miembros en el 2004, quedan pendientes asuntos de suma importancia por discutir como políticas comunes en el tema de los impuestos, seguridad pública, política exterior, política militar, seguridad social, terrorismo, etc.

A pesar de que todo suene tan bonito y la champaña ya haya sido destapada, la llegada del euro ha tenido también sus contratiempos. Incluso se ven por ahí ciertos nubarrones de euro escepticismo que vale la pena comentar.

Si bien el BCE y los Bancos Centrales de las 12 naciones miembros han hecho un papel sobresaliente para promover el uso de la nueva moneda, desmentir temores infundados y resaltar cada que pueden las ventajas que traerá la nueva moneda (entre ellas mantener la estabilidad de precios, reforzar la transparencia de los mercados más allá de las fronteras nacionales, facilitar el comercio y las transferencias de fondos dentro y fuera de Europa, brindar mayor estabilidad económica, tasas de interés más bajas que reducirán el costo de los préstamos, generar estabilidad cambiaria, afinar la competencia entre países, etc.), muchos europeos no están del todo convencidos de los beneficios que el euro traerá a sus vidas diarias.

La desconfianza de la gente con la nueva moneda está en el temor de que los comerciantes aprovechen la situación para redondear hacia arriba los precios de los productos marcados en euros.

La confusión con los precios por la utilización ahora de nuevas fracciones (los céntimos de euro) en países como España donde llevaban años sin usarlos y la mayor tardanza que ocasionarán las colas para pagar las compras en el supermercado o bien a la hora de pagar con moneditas el pasaje del camión, son gajes inevitables que irán desapareciendo al pasar de las semanas.

Especialistas en el tema afirman que los consumidores tardarán un poco en asimilar lo que un euro realmente puede comprar.

Claro que no faltaron las historias fantásticas de quienes al puro estilo del «Y2K» (¿recuerda el efecto fin de milenio que supuestamente iba a tronar los sistemas de todas las computadoras del mundo?) quisieron infundir temor entre la gente pronosticando escenarios desastrosos con comercios cerrados por la falta de billetes y monedas, multitudes desesperadas reclamando ante los bancos (algo muy parecido a la realidad argentina), manifestaciones en calzones o con machetes al estilo D.F., el ejército en las calles custodiando al servicio de transporte de valores, etc.

En fin algo demasiado peliculesco en comparación con lo que realmente sucedió. Podría decirse que el euro fue bien recibido el 1 de enero y que más allá de las filas inusuales que se dieron en los bancos por la demanda de la nueva divisa y las amenazas de huelga de trabajadores bancarios en Francia días antes al año nuevo, los hechos transcurrieron dentro de lo normal.

En Italia ya se presentaron en este año casos de huelgas bancarias que más que ejemplos de oposición al euro son ejemplos de oportunismo.

Lo que sí empieza a llamar la atención es la tendencia euro escéptica del gobierno centro derechista del primer mandatario italiano Silvio Berlusconi.

Según publica el semanario The Economist, Renato Ruggiero, quien fuera ministro exterior italiano hasta hace unos días, renunció a su cargo en protesta por las declaraciones antieuropeístas de 3 ministros del gabinete italiano y por la oposición del mismo Berlusconi en decisiones importantes a favor del proyecto de integración europea.

Los comentarios desestabilizadores de gente importante de Berlusconi como el ministro de Defensa y el ministro del Tesoro dejan en claro su oposición por cualquier cosa que huela a euro.

Habrá que esperar para conocer la intensidad en la que estos hechos pudieran tambalear a la nueva moneda.

Dos elementos son frecuentemente atacados cuando se cuestionan los beneficios económicos del euro.

Uno tiene que ver con la eficacia del Eurosistema como tal, es decir, la capacidad del BCE en coordinación con los 12 Bancos Centrales nacionales para aplicar una política monetaria común que proteja a toda el área de enfermedades recesivas; y la otra cuestión tiene que ver con la promocionada estabilidad cambiaria que traerá el euro como divisa a todos los países del área.

En franco desacuerdo con la teoría de que el euro ocasionará la convergencia de las economías europeas, hay quienes se preocupan por lo que podría pasar si se presenta una recesión en alguno de los países miembros mientras que en los demás no.

Resaltan que la cuestión de tener una política monetaria común podría ser algo así como tener una sola cobija para «tapar» del frío a 12 naciones de diferentes características y necesidades.

Mientras que unas tienen calor van a tener que aguantarse porque van a estar bien «tapaditas» y otras tendrán frío y van a querer pelearse la cobija. Total que al grito de «no jalen que descobijan» algunos países terminarán por verse afectados.

Tendrán que enfrentar recesiones con sus propios presupuestos nacionales, sin embargo, al mismo tiempo el pacto de estabilidad de la Eurozona fija topes al gasto público de los países miembros y niega el uso de fondos federales para medidas contracíclicas. Pequeño problema.

Respecto a su supuesta estabilidad cambiaria, el euro ha dejado mucho que desear desde su introducción como moneda virtual en los mercados de divisas el 4 de enero de 1999. Aquel día la paridad cerró en 1.18 dólares por euro; hasta la fecha su valor ha caído en más de 25% y la paridad llega a los 88 centavos de dólar por euro.

Al menos en lo que fue el 2001 los analistas atribuyeron la caída del euro a la percepción de pasividad que mostró el BCE en medio de la desaceleración mundial, mientras que la Fed de EUA daba una imagen de rápida movilidad bajando las tasas agresivamente para estimular el crecimiento.

Hay quienes dicen que el BCE andaba jugando fuera de lugar tratando de controlar la inflación en momentos en los que el mercado estaba más preocupado por la recuperación del crecimiento económico.

Además ciertas declaraciones de los directivos del BCE confundieron a los mercados e hicieron dudar de su capacidad en momentos críticos de recesión global.

Hasta el momento Wim Duisenberg no abre la boca y se niega a especular respecto al comportamiento del tipo de cambio del euro para este año.

Otros como Robert Mundell o el banco de inversión JP Morgan ya alzaron la voz y confían en que el euro alcanzará la paridad 1 a 1 frente al dólar en este año.

Mundell afirma que el desempeño de la divisa a lo largo del 2002 tendrá mucho que ver con el avance que tenga Europa en la corrección de sus debilidades estructurales y con el mantenimiento de la disciplina en el gasto público de los gobiernos europeos.

En fin los europeos tendrán que ganarse la confianza de un mundo acostumbrado a vivir y trabajar con dólares, y lo que es aún más importante, tendrán que comenzar por convencerse ellos mismos de las bondades de su propia moneda. Así pues, larga vida para el euro.

La historia del euro

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Blanco Renato. (2005, marzo 3). Reflexiones sobre la implementación del Euro. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/reflexiones-implementacion-euro/
Blanco Renato. "Reflexiones sobre la implementación del Euro". gestiopolis. 3 marzo 2005. Web. <https://www.gestiopolis.com/reflexiones-implementacion-euro/>.
Blanco Renato. "Reflexiones sobre la implementación del Euro". gestiopolis. marzo 3, 2005. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/reflexiones-implementacion-euro/.
Blanco Renato. Reflexiones sobre la implementación del Euro [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/reflexiones-implementacion-euro/> [Citado el ].
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