Una de las reglas de juego a las que deben ajustarse los operadores del comercio exterior de cualquier país es sin duda el tipo de cambio, pero no es la única.
Tratemos de analizar algunas de las cuestiones que complementan el cuadro de reglas de juego cuya armonía permitirá una eventual despegue del sector exportador.
La verdad sobre los tipos de cambio
En cuanto al tipo de cambio, si bien respecto de los valores de un año atrás, tenemos una diferencia positiva de más del doscientos cincuenta por ciento al momento de cotizar o convertir a divisa los precios en pesos, este parámetro se relativiza frente a la incertidumbre del tipo de cambio real que regirá al momento del efectivo cobro del exterior como así también respecto del tipo de cambio de cotización y adquisición de los insumos, partes y piezas, tanto sean nacionales como importados, componentes del producto a exportar.
Esta trilogía o juego temporal de la variación entre monedas reduce o demerita sensiblemente la diferencia originalmente planteada, lo cual sumado a que los precios internacionales han bajado en promedio un 10% en el último año, presiona fuertemente sobre el precio de venta y el componente utilidad al agregar una fuerte cuota de inseguridad.
Si bien al momento comienzan a conocerse algunos instrumentos que permitirían al operador de exterior conocer o asegurar su tipo de cambio a futuro, los mismos aún no están lo suficientemente probados ni son accesibles a las rutinas de las pequeñas y medianas empresas que son los verdaderos operadores del momento actual.
¿Qué pasa con los insumos?
Debemos que recordar que hemos pasado más de una década comprando al exterior y no produciendo insumos ni bienes terminados. No podemos pretender que, de un momento al otro la situación sea revertida y pasemos de compradores a proveedores y de importadores a exportadores.
No solo es una cuestión cuantitativa sino también cualitativa, desde que el cliente del exterior privilegiará productos elaborados con calidad de procesos e insumos.
Uno de los principales factores de la baja capacidad de oferta en cantidad y variedad es justamente la inexistencia de una cadena de abastecimiento fluida, confiable y accesible. A este respecto, el exportador aún no ha considerado la posibilidad de quebrar la inercia de suministro, dejando la pasividad y cautividad de la compra de insumos en el país y proveerse del extranjero, ya que por lo general para ser exportador primero hay que ser importador.
Obviamente que algunos sectores se verán más afectados por este factor que otros, pero, aún cuando la participación de insumos sea relativamente baja respecto de la mano de obra, también este factor es escaso en calificación. Nuestro alto nivel de desocupación implica a la vez un alto nivel de descalificación de mano de obra especializada, y sin ella nos va a ser muy difícil encarar planes de exportación en lo inmediato, o asumirlos con la amenaza constante de rechazos por no ajustarse el producto a los estándar requeridos o prometidos.
Otros factores
No menos importante será la consideración de la falencia de otros factores tanto comerciales, como la falta de experiencia y conocimiento del comportamiento de los mercados externos, y la falta de credibilidad de bandera que padecemos los que salimos al mundo a tratar de convencer a los clientes que podemos ser creíbles; como económico financieros, tal como la falta de liquidez y créditos, los derechos de exportación y el no oportuno cobro de los beneficios. Todo ello conforma un escenario de negocios harto complejo en que se torna difícil actuar, y más teniendo en cuenta la falta de dinámica y herramientas de gerenciamiento de los mercados internacionales.
A no dudar que algunos empresarios de ciertos sectores sortearán estos inconvenientes, pero no podemos pensar ni pretender que esto ocurra en lo inmediato.