Por qué debemos reconocer los errores

Es común que al tomar decisiones nos equivoquemos, y que entre uno y otro error alguien resulte lastimado. Sin embargo, muy pocas personas aceptan y reconocen sus errores, pues se tiende a ocultarlos, excusarse o discutir, antes de poder decir: “Lo siento”. Siga leyendo.

Cierto día, durante mientras dictaba una conferencia sobre relaciones de pareja, sugerí que era fundamental aprender a reconocer los errores y además enmendarlos. Uno de los asistentes, señaló que eso no era ni fácil ni inteligente. No era fácil por nuestra naturaleza orgullosa y no era inteligente debido a las consecuencias que generaba, como: tener que humillarse, rebajar la imagen y perder poder. Intentaré aquí abordar el tema e incluir algunos de los argumentos con los cuales respondí a la persona que hizo el citado planteamiento.

Lo primero que conviene comprender para avanzar sobre este interesante tema, es que equivocarse es normal, y puede ser necesario y positivo. Comencemos por decir que un error es un término interpretativo, que significa desacierto o equivocación en la concepción o ejecución de una acción determinada. Los dos factores más frecuentes que se encuentran en la tendencia a errar son la falta de información, la actitud mental negativa y la ineptitud de ejecución. Visto esto, diremos que nunca se tiene toda la información, no siempre nos sentimos ben ni en la misma emoción, y no todo podemos hacerlo a la perfección. Siendo así, como humanos, resulta lógico y razonable que nos equivoquemos.

Un segundo elemento es la consideración cultural de que un error es algo negativo. Pienso, que en la mayoría de los casos, exceptuando errores de consecuencias irremediables o irreparables, la situación en realidad es paradójicamente contraria. No es negativo que un niño se caiga cuando intenta superar el gateo, pues eso le permite aprender a caminar. Gracias a los errores de entrenamientos y ensayos se alcanzan la calidad y la excelencia. Una vez escribí en mi libro El mensaje de los Sabios: “Los errores son cursos de aprendizaje rápido”. Pensemos que cada error es una experiencia, una memoria, y los más experimentados son los que por lo general eligen mejor.

Lo cierto es que equivocarnos puede ser de gran ayuda como entrenamiento para retos mayores. Así, si aceptamos que es normal equivocarse, y que puede incluso ser muy positivo, el asunto siguiente es ¿Qué posición tomar ante el error? Las opciones más frecuentes suelen ser: negarlo, evadirlo o reconocerlo.

La experiencia nos ha dicho que la tendencia más común y la más negativa de todas es negarlo, lo cual implica manejar la situación como si nada estuviera ocurriendo. Esto cierra toda posibilidad de un abordaje sano y productivo. Es un mecanismo primitivo puede estar relacionado con indicadores de baja autoestima, como: sobre exigencia, autoengaño y necesidad de manipulación de los demás. Es una estrategia típica en muchos políticos y adictos a la “buena imagen”.

Otro mecanismo frecuente es la evasión. Aquí, a diferencia de la negación, se ve, y puede reconocerse, pero se huye para no afrontar los eventos y sus consecuencias. Muestra la presencia de estados de culpa y ansiedad, y se destaca un estilo de abordaje ocasional, ligero, distractor, con cambios de tema y manejo poco serio, pues se busca distanciarse del posible malestar emocional que confrontar el error puede producir.

La otra forma, la que estimo positiva y necesaria, es la de afrontar responsablemente los hechos y sus consecuencias, lo cual trae aparejados diversos beneficios que destaco a continuación:

Reconocer los errores que cometemos nos hace humildes. Cuando tenemos poder o nos va muy bien tendemos a alejarnos de Dios y actuar de manera egoísta y soberbia. Ver y admitir errores y defectos nos encamina a una visión más justa acerca de nuestra falibilidad y la necesaria humildad que deben tener quienes, sin duda alguna, van a envejecer y a morir.

Reconocer los errores que cometemos nos permite aprender y mejorar. Esto es así, pues mientras más rápida y claramente veamos lo que o ha salido bien, más pronto podemos remediarlo y aprender del error para evitar reincidencia, y poner las cosas en el nivel que deben tener.

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Reconocer los errores que cometemos nos da una imagen favorable. Esto es así pues a diferencia de lo que se piensa, cuando asumimos la responsabilidad por un resultado indeseado, se nos reconoce como personas honestas de las que no hay que cuidarse, lo que abre las puertas de la confianza en las relaciones y las mejora notablemente.

Reconocer los errores que cometemos, induce a otros a admitir sus errores. Es más fácil que los demás admitan lo que no hacen bien si alguien les da el ejemplo. Ocurre aquí el mismo fenómeno que en las fiestas, donde al iniciar alguien el primer baile, le siguen varias parejas en inmediato apoyo.

Reconocer los errores que cometemos, reduce la posibilidad de conflictos y facilita la realización de acuerdos. Cuando expresamos lo que no hemos hecho bien, las personas que nos rodean “bajan la guardia” y reducen o frenan sus tendencias hostiles y esto facilita vivir en pareja y familia, tanto como trabajar en equipo. Además, es un hecho aceptado, que la gente promedio no gusta de quienes se muestran especiales o perfectos.

Reconocer los errores que cometemos, nos permite ver otros ángulos de la realidad. Si nos empeñamos en pensar que todo lo hacemos bien, limitamos nuestra percepción del mundo que nos rodea, nos hacemos cómodos y nos encerramos en los hábitos. Admitir que existen mejores maneras de hacer las cosas, nos impone el reto automático de buscar tales maneras.

Digamos, pues como resumen que todos nos equivocamos, que no puede evitarse, que puede ser positivo, y que hay maneras beneficiosas de abordar los errores, pues nos permiten tomarlos como abono para la tierra de la experiencia y del conocimiento.

Aceptar un error no significa humillarse, no te quita poder, lo incrementa, y más allá de prejuicios culturales podríamos hacer como el sabio japonés quien afirmaba que un secreto del éxito consiste en levantarse apoyándose en el mismo lugar donde nos hemos caído.

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Yagosesky Renny. (2007, julio 17). Por qué debemos reconocer los errores. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/por-que-debemos-reconocer-los-errores/
Yagosesky Renny. "Por qué debemos reconocer los errores". gestiopolis. 17 julio 2007. Web. <https://www.gestiopolis.com/por-que-debemos-reconocer-los-errores/>.
Yagosesky Renny. "Por qué debemos reconocer los errores". gestiopolis. julio 17, 2007. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/por-que-debemos-reconocer-los-errores/.
Yagosesky Renny. Por qué debemos reconocer los errores [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/por-que-debemos-reconocer-los-errores/> [Citado el ].
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Imagen del encabezado cortesía de risus_in_silva en Flickr