En diversas ocasiones me he preguntado qué tipo de liderazgo nos aporta mayores enseñanzas en cuestiones de práctica, y qué elementos puedo retormar para elaborar una tesis detallada sobre estilos y herramientas de liderazgo para las organizaciones. En mi labor como facilitador y capacitador, me he encontrado con diferentes tipos de líderes. Nos encontramos a menudo con el líder de masas, el líder automático, el líder académico, el metodista, el práctico, el activo, el pasivo, el problemático, el individualista, en fin. En los negocios, presencia de líderes no significa, liderazgo proactivo. Esto debido a que el liderazgo siempre presenta facetas muy articuladas y definidas. Esto es común para personas especializadas, sin embargo, en algunos entornos empresariales, resulta difícil conformar equipos de trabajo, tomando en cuenta los diferentes e irremediables estilos de liderazgo.
¿Qué es liderazgo? Cuando pensamos en líderes, altamente cualificados y con éxito, pensamos en personas como el general Collin Powell, que dirigió a las tropas americanas durante la Guerra del Golfo; o en Bill Gates, el fracasado de Harvard que fundó Microsoft y se convirtió en el hombre más rico del mundo.
Seguro que es capaz de nombrar a una o dos personas, en su propia profesión, que sean líderes con éxito, personas visionarias y que poseen una facilidad casi intangible para realizar cualquier tarea y para inspirar a sus subordinados.
Los líderes son capaces de establecer una meta, persuadir a otros para que les ayuden a alcanzar esa meta, y llevar a su equipo a la victoria.
Bien, entonces liderazgo lo podemos definir como la característica de un individuo que crea un compromiso generado, y confiere credibilidad a las personas que lo rodean. Un líder es aquel que hace lo apropiado por su capacidad, dirección, acción y opinión.
Grandes leyendas y modelos a seguir surgen de los grandes líderes. Quién no ha oído hablar de las hazañas militares de Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte o George Washington, o de las proezas empresariales de Bill Gates, Donald Trump o Carlos Slim.
Generalmente, cuando hablamos de liderazgo, nos encontramos con una acepción positiva de una persona, o con elementos grandiosos en una organización, sin embargo, existen muchos tipos de liderazgo que lejos de emprender acciones proactivas, desencadenan elementos negativos dentro del equipo de trabajo. Un caso clarísimo, es el de las estrellas de futbol soccer.
Parece increíble, pero algunos equipos cuentan con los líderes más calificados del mundo en cuestiones técnicas y futbolísticas, sin embargo, distan mucho de ser un equipo poderoso, unido y ganador.
Con facilidad podemos mencionar a equipos como el Real Madrid, considerado como el conjunto deportivo más caro de la historia, o el Club América de México, Los Dallas Cowboys o los Anaheim Ducks en el jockey sobre hielo.
Quién podría dudar siquiera de las capacidades técnicas y tácticas de cada uno de sus líderes, y de sus increíbles aptitudes físicas.
Actualmente se están destinando recursos al interior de las organizaciones, con la finalidad de detectar liderazgos problemáticos o incapaces de generar una integración con el grupo de trabajo.
Retomando la idea del equipo millonario, con pobres resultados y nulo éxito, podemos afirmar que muchos líderes que en esencia poseen las habilidades y conocimientos necesarios para figurar como líderes, muchas veces son incapaces de mostrar una actitud comprometida y de cooperación con el equipo de trabajo.
Este bien podría ser una consecuencia lógica del efecto estrellato, situación en la que el líder pierde toda la perspectiva y terreno en el que bien pudiese incorporar su liderazgo en pro del desarrollo integral del equipo, pero que por el contrario, desencadena situaciones desfavorables en extremo. A este tipo de liderazgo se le ha comenzado a denominar retroactivo, pues genera intereses encontrados, por un lado entre el que delimitó los objetivos iniciales y por el otro frente al líder, que en esencia posee las habilidades y características necesarias, en cuestiones técnicas o prácticas, sin embargo adolece de la actitud requerida para afrontar retos en equipo.
“No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer”.
Goethe