Leo, luego existo

La lectura te hace libre, te da seguridad y te provee de una armadura para luchar contra la adversidad.

«Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra». Lowell

Algunas personas se preocupan porque no tienen una carrera, y piensan que no lograrán ser alguien importante en la vida por esta carencia, pero yo te voy a decir lo contrario: no es condición necesaria y suficiente cursar una carrera para triunfar en la vida, sólo basta que tengas la instrucción adecuada para funcionar en la sociedad. La mejor manera de tener dicha instrucción dentro de cualquier área del conocimiento es leyendo. La lectura te da información actualizada de lo que está pasando en el mundo, de las corrientes del pensamiento, de las nuevas tecnologías, etcétera. La lectura tiene doble propósito; por un lado te instruye y por otro, leer me parece una muy buena manera de relajarse. Entrar en la mente y en la experiencia de otro ser humano que quizá desde hace muchísimos años dejó de existir, es una experiencia inolvidable.

Prisionero en tu mundo

El hombre que no ha tenido el hábito de leer, está prisionero en su mundo inmediato en cuanto a tiempo y espacio. Su vida cae dentro de una rutina establecida; se limita al contacto y la conversación con algunos amigos y conocidos, y no ve más de lo que sucede a su alrededor. De esta prisión no hay fuga posible. En el momento en que tomas un libro entras en un mundo distinto, y si se trata de un buen libro, inmediatamente entras en contacto con uno de los mejores narradores del mundo. Este narrador te guía y te conduce a una nación diferente o a una época distinta, y te platica situaciones que nunca te hubieras imaginado, o te invita a discutir algún tema especial o un aspecto de la vida de la que nada conoces.

Para vivir un par de horas en otro mundo y alejar nuestros pensamientos de las exigencias del presente inmediato, es un privilegio que deben envidiar aquellos que se encuentran presos en las cárceles corporales.

Un breve espacio

La lectura es un hábito, y como tal es necesario formarlo. Algunas personas podrían decir que no encuentran satisfacción en leer; que se cansan desde el momento en que ven la extensión de un texto o un libro. Otros afirmarán que tal o cual tema no les interesa. Quizás algunos dirán: «Yo comienzo con entusiasmo, pero después de diez o doce renglones me canso y lo dejo». A todos les contesto que la lectura es un hábito que surge de un simple acto de elección. Un mal hábito puede ser sustituido por un buen hábito. ¿Por qué no mejor te formas el hábito de permitirte un breve espacio de cinco minutos al día para leer?

Si no tienes el hábito de leer, mi mejor recomendación es que te comprometas a trabajar en ello. Existe una extensa fuente de publicaciones como libros, manuales, literatura técnica, periódicos y revistas, para ampliar tu propio conocimiento y acervo cultural. La lectura es poder absoluto. Cuando abres un libro, abres un mundo lleno de conocimiento, diversión y entusiasmo. Únete a esos científicos, poetas y héroes en una emocionante travesía para visitar otros mundos maravillosos y misteriosos, englobados dentro de la palabra escrita.

La oferta y la demanda

¿Alguna vez te interesaste en un libro o una publicación? ¿Qué fue lo que te llamó la atención? ¿El título? ¿Las ilustraciones? ¿El tema? ¿La portada? Todo parece coincidir con la subjetividad con que te fuiste formando. Te has formulado preguntas, has hecho análisis de todo lo que te rodea. Y allí comienza una especie de oferta y demanda entre lo que necesitas o deseas saber y lo que quieren hacerte saber. Tú deberías elegir, porque necesitas tener una vivencia correcta de las cosas. En cierto modo, necesitas creer en algo. Creer no sólo en sentido espiritual, sino en aceptar (o no) conceptos, hechos y realidades de otros hombres. Es éste el momento, entonces, de tomar un libro, de familiarizarse con lo escrito. Todo lo que llegue a tu mano léelo, analízalo, estúdialo. Luego extrae lo bueno. «Claro, (me dirás) encontrar lo justo, lo adecuado, lo positivo, lo preciso, no siempre es fácil, incluso puede ser subjetivo». Pero te contesto que no podrás diferenciar lo bueno de lo malo de tal o cual autor, si antes no lees su pensamiento. Luego de la lectura vendrá el análisis y la crítica.

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El hábito de la lectura irá profundizándose en ti hasta llegar a momentos extraordinarios. Si algún amigo o compañero te preguntase: ¿Cuándo leer? contéstale: lee cuando necesites saber y creer. Hazte tiempo para eso. ¿Dónde leer? En donde te sientas a gusto. ¿Cómo leer? Con el deseo y la disposición de aprender. ¿Para qué leer? Para conocer al mundo y sus ideas. ¿Qué leer? Todo lo que puedas y que sea de provecho para ti.

Cita esta página

Rodríguez Moguel Ernesto Alonso. (2004, enero 20). Leo, luego existo. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/leo-luego-existo/
Rodríguez Moguel Ernesto Alonso. "Leo, luego existo". gestiopolis. 20 enero 2004. Web. <https://www.gestiopolis.com/leo-luego-existo/>.
Rodríguez Moguel Ernesto Alonso. "Leo, luego existo". gestiopolis. enero 20, 2004. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/leo-luego-existo/.
Rodríguez Moguel Ernesto Alonso. Leo, luego existo [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/leo-luego-existo/> [Citado el ].
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Imagen del encabezado cortesía de gabrielap93 en Flickr