En efecto algunos filósofos han reflexionado sobre la compleja relación entre sentimientos y valores. El termino griego pathos en oposición a ethos o carácter moral, significa ante todo el origen y la fuente de las afecciones, impulsos, alteraciones y perturbaciones del ánimo; lo que los clásicos denominaron pasiones y hoy se llama emociones.
Por otra parte esta la sabiduría bíblica que nos invita a hablar de “sabiduría del corazón”, más que de inteligencia Emocional.
En efecto, en la tradición bíblica, así como en la poesía griega, es el corazón el que regula las acciones. En él se asientan la vida psíquica de la persona, así como la vida afectiva, y a él se atribuye la alegría, la tristeza, el valor, el desanimo, la emoción el odio. Es la sede de la vida intelectual, es decir, es inteligente, dispone de ideas, puede ser necio y perezoso, ciego y obcecado, y es también el centro de la vida moral, del discernimiento, de lo que es bueno y lo que es malo.
En hebreo, efectivamente, el corazón es mucho más que la sede de los afectos. Contiene también los recuerdos y los pensamientos, los proyectos y las decisiones. Se puede tener un corazón amplio (visión abierta, inteligente) o también un corazón endurecido y poco atento a las necesidades de los demás. En el corazón la persona dialoga consigo misma y asume su responsabilidad. El corazón para los semista y los egipcios, es sobre todo, la sede de los pensamientos, de la vida intelectual, de modo que el “Hombre de Corazón” significa “Sabio Prudente”.
El saber emocional es imprescindible para ayudar a los demás, tanto en el mundo profesional, como en la intervención social y comunitaria. Se tiene la idea, de que parecería poco profesional, ser afectuoso; si esto fuera cierto, la humanidad no existiría, el animal no se habría humanizado. Lo que sostiene a la humanidad no es otra cosa que el corazón, reflejado en el amor. El corazón interesado por el otro, especialmente por el otro vulnerable y necesitado.
Cabe la sospecha, de que cuando no nos mostramos afectuoso en el trato, nos refugiamos en la técnica, en la frialdad, en limitar nuestro interés en los datos, a la ley, a la tradición, debido a la dificultad a manejar los sentimientos. “Lo que tenemos detrás y lo que tenemos delante son cuestiones ínfimas comparadas con la que tenemos dentro de nosotros “Emerson.