La inteligencia no es más que medio hombre. Y no precisamente lo mejor de él. José Martí.
Los aspectos emocionales del hombre han sido siempre una preocupación para los que se han dedicado a descifrar el comportamiento de la más social de las criaturas de este planeta.
Los motivos que nos impulsan a alcanzar metas increíbles, ha superar nuestras capacidades, ha revertir los fracasos en triunfos y sobre todo a tratar de establecer relaciones con el resto de nuestros semejantes, han sido objeto de desvelo para innumerables científicos, filósofos y pensadores.
Siempre fue un enigma que algunos tuvieran capacidades distintas al resto y los denominados “genios” eran considerados fenómenos de la naturaleza, aquellos que eran capaces de solucionar los más diversos problemas e incluso de plantearse otros nuevos, acapararon y acaparan la atención de todos.
Cuando los psicólogos empezaron a interesarse por la temática de la inteligencia, estudiaron esencialmente aspectos cognitivos, por ejemplo: resolución de problemas, memoria, raciocinio lógico, raciocinio matemático.
Algunos estudiosos relacionados con este tema se interesaron por la relación entre las emociones y la inteligencia, pero sin dar pasos de avance significativos.
En las últimas décadas se han utilizado diversas acepciones para referirse a las inteligencias que se han detectado y estudiado, además de la académica o intelectual, tal es el caso de Thorndike (1920) y la Inteligencia social, el de Inteligencia Práctica (Sternberg, 1985, 1997), Inteligencia Interpersonal e intrapersonal (Gadner, 1983) y el de Inteligencia Emocional (Salovey y Mayer, 1990).
En 1920 cuando el psicólogo Edward Thorndike definió la Inteligencia Social, una de las precursoras de la Inteligencia Emocional, muchos detractores del tema comenzaron a juzgar el aspecto sicométrico de esta definición.
Este autor planteó que la inteligencia general podía dividirse en tres facetas: la inteligencia abstracta, la inteligencia mecánica y la inteligencia social, tal y como se muestra en la figura #1, esta última la definió como: «la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas».
La inteligencia social implica la habilidad para percibir los comportamientos y motivos propios y de los que interactúan con uno, y al mismo tiempo utilizar esta información en construir relaciones mutuamente satisfactorias.
Figura 1 Facetas de la Inteligencia
Fuente: Elaboración propia a partir de (Thorndike, 1920)
Con posterioridad se ensayaron diversas definiciones, tales como las citadas por (Contini, 2004) referenciando a (Moss y Hunt, 1927), quienes señalan que se trata de la habilidad para tener éxito con los demás o para tratar con la gente (Hunt, 1928), serenidad en el trato con otros, según los estados y características de aquellos (Vernon, 1933).
Thurstone, (1938) planteó que la inteligencia no debía considerarse únicamente como un rasgo unitario y propuso también una teoría multidimensional o multifactorial.
Wedeck, (1947) agregó a las concepciones anteriormente mencionadas que la inteligencia social es la habilidad para juzgar correctamente los sentimientos, los estados de ánimos y las motivaciones de los demás.
Cómo se ha visto, han sido muchos los teóricos que dieron su aporte al concepto planteado en un inicio por Thondike, el cual constituyó un paso de considerable avance en las investigaciones acerca de los factores que podían predecir el éxito de las personas en cualquiera de las esferas en que se desempeñaran, además de que al menos, contribuyó a cambiar la óptica de las concepciones que se tenían hasta ese entonces, donde se planteaba que la inteligencia estaba compuesta únicamente de factores relacionados con el raciocinio lógico o la memoria, apareciendo una nueva concepción que implicaba múltiples factores.
Si esta teoría no trascendió mucho más, se debió principalmente, a que luego surgieron nuevas teorías que constituyeron nuevos intentos por explicar las razones que inciden en que unas personas sean más exitosas que otras.
En la década del 40, del pasado siglo XX, otros investigadores comenzaron a reconocer la importancia de los factores no cognitivos. David Weschler preconizó que elementos no-intelectivos e intelectivos fuesen considerados en la evaluación de la inteligencia que más allá de los factores intelectivos, también los no-intelectivos determinan el comportamiento inteligente. Años después, en 1943, el propio autor propuso la definición de inteligencia como la capacidad global del individuo para actuar con propósito, pensar racionalmente y manejar efectivamente su ambiente.
En ese entonces la medida de la inteligencia era plasmada en un número que indicaba el coeficiente intelectual, el cual reflejaba el nivel de competencias que lo componen, como son la capacidad de análisis, comprensión, retención y resolución de problemas de índole cognitivo. Pero el individuo requiere desarrollar un conjunto de competencias no cognitivas que conforman el amplio espectro de la inteligencia en general y que se refiere a los componentes del área de desarrollo socio-emocional.
Según (Cattel, 1963) y Horn y Cattel,(1967) existen dos tipos de inteligencia, como se puede apreciar en la figura 2, la inteligencia fluida (representada por el factor Gf) y la inteligencia cristalizada (correspondiente con el factor Gc).
Figura 2 Tipos de Inteligencia según (Horn y Cattel, 1967)
Fuente: Elaboración Propia en aproximación a (Horn y Cattel, 1967)
La primera depende del desarrollo neurológico, se refiere a la eficiencia mental, sobre todo no verbal, y es más libre de las influencias educativas y culturales. Es, por tanto, una capacidad independiente de la experiencia. Este tipo de inteligencia se incrementa hasta un cierto momento durante la adolescencia, después comienza a declinar debido a la degeneración gradual de las estructuras fisiológicas, siendo por tanto más sensible a los efectos del daño cerebral (Dueñas Buey, 2004).
La inteligencia cristalizada, por su parte se encuentra constituida por las habilidades y los conocimientos adquiridos, y depende para su desarrollo, en gran medida, de la educación cultural que haya recibido el sujeto y de la capacidad que tenga para usar la información recibida, pensar en ella y resolver problemas.
En la versión más reciente de esta teoría (Horn, 1985) se propone un modelo jerárquico de la inteligencia en cuatro niveles como se aprecia en la figura 3.
Figura 3 Modelo Jerárquico de la Inteligencia.
Fuente: Elaboración Propia a partir de Horn, 1985.
Según (Horn, 1989) esta teoría también puede ser vista como una teoría de inteligencias múltiples, dada la relativa independencia entre las habilidades fluidas y las sintetizadas, las cuales se caracterizan por patrones separados de Co-Variación. Además arguye que la expresión de estas habilidades son producto de influencias distintas que operan a través del desarrollo, la función cerebral, la determinación genética y los ajustes, adaptaciones y logros del trabajo.
Los trabajos de Thorndike fueron retomados por (Gadner, 1983) en su obra «Frames of Mind» (Estructuras de la Mente), donde revoluciona el concepto de inteligencia a través de la teoría de Inteligencias Múltiples, descartando que el hombre sólo tenía un tipo de inteligencia, donde plantea que las personas tienen 7 tipos de inteligencias que las relacionan con el mundo, como es posible apreciar en la figura 4, destacando dos tipos de inteligencia, la interpersonal y la intrapersonal muy relacionadas con la competencia social, y hasta cierto punto emocional.
Este tipo de inteligencias (Gadner, 1983) las define como sigue:
- “La Inteligencia Intrapersonal es el conocimiento de los aspectos internos de la persona: el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones entre las emociones y finalmente ponerles nombre y recurrir a ellas como un medio de interpretar y orientar la propia conducta.
- La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás, en particular, contrastes en sus estados de ánimo, temperamentos, motivaciones e intenciones. En formas más avanzadas, esta inteligencia permite a un adulto hábil leer las intenciones y deseos de los demás, aunque se hayan ocultado.
Gardner reconoce que la experiencia personal llega a influir en el grado que cada una de estas inteligencias logra expresión. Además, en lugar de caracterizar la inteligencia de una persona por medio de un puntaje específico, propone que se determine un perfil de las inteligencias personales, tomando en cuenta actividades culturalmente valiosas que puedan ser expresadas en un contexto familiar. Esta teoría ha tenido dificultades para desarrollar una forma aceptada para observar o medir las inteligencias, pues el resultado de sus esfuerzos ha sido diverso y criticado de manera particular (Sternberg, 1991).
Figura 4 Inteligencias Múltiples Gadner, 1983.
Fuente: Elaboración Propia a partir de Gadner, 1983.
Para (Sternberg, 1982) la inteligencia es un conjunto de habilidades de pensamiento y aprendizaje que nos sirven para solucionar problemas de la vida real o académica y que pueden analizarse por separado.
La teoría de la inteligencia propuesta por (Sternberg, 1985) conocida también como teoría triárquica de la inteligencia, contiene tres sub-teorías, una respecto al contexto, otra respecto a la experiencia y la última respecto a los componentes cognitivos del procesamiento de información.
Figura 5 Subteorías de la Inteligencia.
Fuente: Elaboración Propia a partir de (Sternberg, 1985).
La Sub-teoría Contextual procura determinar qué es lo que se debe considerar como inteligente dada una cultura particular o contexto, plantea que la conducta inteligente implica la adaptación al medio ambiente presente, seleccionando el ambiente más óptimo o readecuando un ambiente inmediato, o sea explica la adaptación al ambiente y es útil para resolver problemas cotidianos.
La Sub-teoría Experiencial sostiene que la expresión de cualquier conducta inteligente será en función de la cantidad de experiencia que se tiene con la clase de tarea en particular en la que se es examinado, o sea que la inteligencia se demuestra más efectivamente cuando la tarea a realizar es relativamente nueva o no familiar, nos permite abordar una nueva tarea o situación dándole una respuesta adecuada.
La Sub-teoría Componencial describe las estructuras cognitivas y los procesos que participan en producir una conducta inteligente. Se proponen tres procesos:
- Meta-componentes (con procesos de monitoreo y control)
- Componentes del desempeño (con procesos que ejecutan los planes)
- Componentes de adquisición de conocimiento (que codifican y recopilan nuevo conocimiento).
Dicho de otro modo esta dimensión hace referencia a los mecanismos cognitivos que nos permiten aprender y desarrollar tareas inteligentes.
Al considerar de manera integral la teoría de Sternberg, la cual está subdividida en las tres partes ya mencionadas, se encuentra en ésta una proclama en favor de diferentes aspectos o clases de inteligencia las cuales el propio Sternberg relacionó en 1987, donde defiende la existencia de tres tipos de inteligencia.
- Analítica: permite evaluar, comparar y asociar hechos o conocimientos.
- Creativa: capacita para descubrir, imaginar y proyectar ideas o planes.
- Práctica: resulta indispensable a la hora de ejecutar, implementar y activar esas decisiones o proyectos.
El propio autor, define el término Inteligencia Exitosa para concebir aquella inteligencia que nos conduce al triunfo, distinta del cociente intelectual, que implica logros académicos. La misma requiere habilidad en tres tipos de pensamientos: el creador, el práctico y el analítico.
Las personas que poseen este tipo de inteligencia son motivadas, autocontroladas, perseverantes e independientes; se muestran siempre astutas para conseguir resultados a partir de lo que hacen, pues disponen del saber práctico necesario para hacerlo bien casi todo y para encontrar maneras de superar sus limitaciones y lo más estimulante de todo, en el fondo poseen una inteligencia que se puede medir y desarrollar.
No es hasta la primera parte de los años noventa que surge una perspectiva diferente de la inteligencia, propuesta desde la perspectiva de la psicología del comportamiento relacionada con la personalidad. La cual, desde una perspectiva histórica, parece procurar un tercer paso en el esfuerzo para fundir los tres aspectos básicos que Platón atribuía a la mente: inteligencia, emoción y voluntad.
De manera que la capacidad intelectual y la capacidad emocional, según las diferenció Aristóteles, ahora en nuestra época actual del tercer milenio, se funden en lo que se podría denominar la capacidad intelectual-emotiva, la inteligencia emocional.
En 1990, Salovey y Mayer, acuñaron un término cuya fama futura era difícil de imaginar. Este término es inteligencia emocional, el cual fue empleado para descubrir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito, definiendo en ese entonces su modelo de habilidades emocionales.
Luego Goleman , (1995) llevó el tema al centro de la atención de todo el mundo con su obra “La Inteligencia Emocional”, el nuevo concepto, investigado a fondo en esta obra y en otras que se sucedieron con vertiginosa rapidez, irrumpe con inusitado vigor y hace tambalear las categorías establecidas a propósito de interpretar la conducta humana, lo define como la capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta, y la capacidad de discernir y responder adecuadamente a los estados de ánimo, temperamento, motivaciones y deseos de los demás.
Claro está que este nuevo termino no implicó un nuevo contenido en cuanto a sus variables o componentes, pero sí en la forma de enfocarlas, pues la motivación, la comunicación, el autocontrol y otras habilidades han sido estudiadas mucho antes de que apareciera este término, pero el hecho de agruparlas en un sólo constructo se le agradece a este nuevo enfoque, que provocó noticias muy alentadoras para quienes pensaron que comportarse de una forma u otra era imposible de evitar o modificar, tanto en el ámbito personal como en social.
De manera que con el correr del tiempo, la inteligencia ha sido definida y estudiada bajo un número diverso de rubros. Se considera que el desarrollo más influyente, en la comprensión reciente del concepto de inteligencia emocional procede de investigadores educacionales y psicológicos asociados con la psicología cognitiva, entre ellos (Thorndike, 1920), (Sternberg, 1985), Gardner (1983), (Salovey y Mayer,1992).
Cómo se puede apreciar la inteligencia emocional es un campo de estudio que surgió en la década de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando críticas a los detractores de los test de inteligencia tradicionales, este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre otras razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede tener éxito en la vida sin tener grandes habilidades académicas. Lo cual destapó un sin número de publicaciones de autoayuda y de superación personal que ha sido confundido en muchas ocasiones con la literatura científica. (Dueñas Buey, 2004).
Sin embargo no se puede negar el increíble valor que ha traído esta teoría para la vida de muchas personas y mucho más para el contexto organizacional.
En cuanto a la evolución de los conceptos Mayer y Salovey, (2001) señalan cinco fases hasta el momento en el desarrollo del campo de estudio de la inteligencia emocional, que ayudan a comprender de donde surgen los conceptos que actualmente se presentan en el campo de la inteligencia emocional, estas fases se muestran en la tabla 1.
Tabla 1 Etapas del Concepto Inteligencia Emocional
Etapa |
I |
II |
III |
IV |
V |
Período | 1900-1969 | 1970-1989 | 1990-1993 | 1994-1997 | 1998-actualidad |
Clasificación | Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados | Precursores de la inteligencia emocional | Emergencia de la Inteligencia Emocional | Popularización y ensanchamiento del concepto | Institucionalización e investigación sobre la Inteligencia Emocional (1998 – actualidad) |
Descripción | La investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este período y surge la tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción se centran en el debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre la emoción o viceversa. Aunque algunos autores hablan sobre la “inteligencia social” las concepciones sobre Inteligencia siguen siendo meramente cognitivas. | El campo de la cognición y el afecto examina como las emociones interaccionan con el pensamiento. Una teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de Inteligencias Múltiples de Gardner, la cual incluye una inteligencia intrapersonal. | Mayer y Salovey publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional, incluyendo el primer intento de medir estas competencias | Goleman publica su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa popular | Se producen refinamientos en el concepto de Inteligencia Emocional y se introducen nuevas medidas. Aparecen las primeras revisiones de artículos de investigación. |
Fuente: Elaboración propia a partir de Mayer, 2001.
Las autoras consideran que son muchos los factores que propiciaron la eclosión de este término: aportaciones de la psicología humanista, los movimientos de renovación pedagógica que proponían una educación integral donde la afectividad tenía un gran papel, ciertas terapias cognitivas, investigaciones sobre la emoción y los recientes descubrimientos de la neurociencia que han permitido conocer el funcionamiento cerebral de las emociones.
Sin dudas ha constituido un gran salto para la ciencia considerar también a las emociones como un factor determinante en el comportamiento de las personas y su relación totalmente directa con el éxito de las mismas en un contexto social o personal.
En un mundo donde las miserias humanas han proliferado y la violencia se ha convertido en el mal de nuestros días, manejar adecuadamente las emociones debería ser una prioridad en la vida de todos los ciudadanos.
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