El asesinato de la candidata opositora pakistaní, Benazir Bhutto, el pasado 27 de diciembre de 2007 en Rawalpindi, sigue asombrando al mundo. Su muerte refleja la intolerancia política y social de sus adversarios de turno que coludidos con grupos extremistas, terminaron con la vida de la lideresa del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), organización de centro-izquierda afiliada a la Internacional Socialista.
Los crímenes selectivos y atentados contra civiles en diferentes partes del mundo, no solo son ocasionados por grupos terroristas, sino también por diversas etnias políticas separatistas que buscan desestabilizar a los regímenes democráticos y tener mayor protagonismo mediático, como es el caso de Pakistán, que según las investigaciones, se presume la participación del movimiento islámico Al Qaeda. Sin embargo, se debe aclarar que en el mundo musulmán hay diversas tendencias político-religiosas y no todas son extremistas.
En Pakistán la situación es compleja desde que se formó como nación en 1947. Siempre hubo luchas fratricidas entre las etnias sindhis y muhajires, éstos últimos antiguos refugiados indios, que sumada la postura separatista de Cachemira, territorio disputado también por India, agudizan el problema social.
Aunque este territorio fue adjudicado a Pakistán en sus inicios, los conflictos étnicos provocaron que el monarca de Cachemira opté por su incorporación a la India. Desde entonces, ambos países reclaman ese territorio y han protagonizado sangrientos enfrentamientos en 1948, 1965 y 1971, desarrollando los dos países armamentos con tecnología nuclear.
Aunque históricamente muchos de estos conflictos tienen sus orígenes en los tiempos bíblicos, en el siglo XI se realizó la invasión afgana y turco-otomana, situación que se agravó siglos después con la decisión de la Compañía Británica de las Indias Orientales, de anexarse los emiratos de Sindh, Hyderabad y Khaipur en el siglo XIX, quedando sometidas a la soberanía británica. Esta Compañía había comenzado su penetración en India en 1746.
En 1947, Londres concede la independencia de India, pero las regiones separatistas de Bengala Oriental y Pendjab forman la nación de Pakistán, teniendo a Karachi como capital del nuevo estado. Esta separación provocó sangrientos enfrentamientos entre musulmanes, hindúes y sindhis, permitiendo al mismo tiempo una polarización entre esas dos regiones separatistas.
La Constitución de 1956 crea la República Islámica de Pakistán, aún dentro de la Comunidad Británica, que fue ratificada después por la nueva Constitución de 1975. También la joven nación se divide. El ex emirato de Sindh, la provincia de Beluchistán y la región de Pendjab pasan a denominarse Pakistán Occidental, dejando a Bengala como Pakistán Oriental.
En 1963, Zulfiqar Ali Bhutto, padre de Benazir, en su calidad de ministro de Relaciones Exteriores inicia negociaciones con China, creándose el eje comercial Rawalpindi-Beijing. Rawalpindi, ciudad donde asesinaron a Benazir, era la nueva y segunda capital desde 1959. En 1970 se realizaron las primeras elecciones directas, y políticamente se polarizó el país entre la Liga Awami en Pakistán Oriental y el PPP en Pakistán Occidental, este último grupo era liderado por el padre de Benazir.
Sin embargo, los conflictos étnicos seguían agravándose, terminando en una guerra civil que permitió la separación definitiva de Pakistán Oriental, adoptando el nombre de Bangladesh como país independiente. La Liga Awami apoyó la liberación de la nueva nación, ahora una de las más pobres del continente asiático. Pakistán Occidental quedó simplemente como Pakistán con su nueva capital Islamabad, la tercera y actual desde su independencia.
En 1971, Zulfiqar Ali Bhutto, de descendencia sindhi, asume la presidencia y Pakistán se aleja de la Comunidad Británica. En 1973, Bhutto gana nuevamente las elecciones y se convierte no en presidente, sino en primer ministro, produciéndose serios enfrentamientos con sus opositores. Poco después fue derrocado por el jefe del ejército, Mohammad Zia ul-Haq, quien lo sentenció a morir ahorcado en 1979.
Este golpista murió en un atentado el 17 de agosto de 1988, permitiendo que Benazir Bhutto, la hija mayor Zulfiqar con sólo 35 años de edad, se convirtiera en la primera mujer en la era moderna que asume el liderazgo político de un país musulmán. Su madre, Nusrat Bhutto, era una pakistaní de descendencia kurdo-iraní.
Esta malograda lideresa que nació el 21 de junio de 1953 en Karachi, fue dos veces primera ministra (1988-1990 y 1993-1996). En su primer gobierno fue removida de su cargo antes de culminar su mandato acusada de corrupción por el entonces presidente Ghulam Ishaq Khan. En su segundo mandato también fue revocada acusada por los mismos delitos por el presidente Farooq Leghari.
En ambos casos, ella manifestó que las acusaciones de corrupción tenían motivaciones políticas. El gobierno islámico impulsa la sharia (Ley Islámica), por la cual las mujeres casi son ciudadanas de segunda clase y Benazir había estudiado en las universidades de Oxford y Harvard. Para muchos de sus opositores, ella en su condición de mujer nunca podría liderar un país musulmán.
Se autoexilió en la ciudad de Dubai en 1998, pero regresó a su país el 18 de octubre del año pasado, luego de llegar a un acuerdo con el presidente Pervez Musharraf, militar que tomó el poder en 1999 y quien le garantizó amnistía política de todos los cargos en su contra. A pocos días de su regreso, escapó ilesa de un ataque suicida que mató a 139 personas. Tenía la esperanza de esperanza de convertirse en primera ministra por tercera vez de un país islámico que tiene 146 millones de habitantes.
El caos generado por el asesinato de Benazir Bhutto ha puesto en alerta a todas las democracias que ven en el radicalismo islámico una barrera para la paz mundial, especialmente en naciones que cuentan con cierto poderío nuclear. La inestabilidad en la región se ve agravada con la presencia de Al Qaeda y los talibanes en la vecina Afganistán.