Historia de superación personal del pescador

El gran Aristófanes dijo alguna vez que la estupidez bien puede ser muestra de inmadurez, pero cuando se es estúpido luego de haber madurado, definitivamente será nuestra compañera hasta la muerte.

Había un viejo pescador que tenía cuatro hijos a quienes increíblemente no les gustaba pescar. Su padre siempre les quiso enseñar el oficio de la pesca, pero estos nunca sintieron atracción por ello; en realidad no sentían atracción por ningún oficio y la cama se había convertido en su mejor amiga.

El pescador se despertaba diariamente a las cuatro de la mañana para hacerse a la mar, después de una ardua jornada de trabajo regresaba a la hora del almuerzo, veía con gran frustración cómo sus hijos acababan de levantarse de la cama. Le recriminaba a su esposa la falta de carácter, le reprochaba por no llamarles la atención y haberlos acostumbrado a ser ociosos.

Siempre les llamo la atención, pero nunca me hacen caso, dijo ella. _Acaso no puedes ponerte fuerte, mira lo holgazanes que se han puesto.

Pero, qué quieres que haga, no tienen voluntad para trabajar.

El pescador dirigiéndose a sus hijos… _ No les he dicho a ustedes que se levanten temprano. ¡Carajo!. Los tres ya han pasado los veinte años y no son capaces de ganarse los alimentos con el sudor de su frente.

Uno de los hijos respondió: “Mira mamá, cómo se comporta mi papá con nosotros. Creo que ya no nos quiere”.

_ ¿Cuándo dejarán de ser ociosos?, les replicó el padre muy angustiado.

_Ya ves mamá cómo nos trata, seguro que le ha ido mal en el puerto y viene a desquitarse con nosotros.

_Tampoco los trates así querido.

_Desde ahora, si cualquiera de ellos quiere comer va a tener que trabajar, de lo contrario se morirán de hambre, por lo que se refiere a mí, no les voy a dar ni un plato de comida más.

_Pero no les hables de esa forma, ellos son tus hijos, son tu sangre y no querrás que se mueran de hambre, si tú haces esos yo me voy con mis hijos a vivir a otro lado.

_Ya ves como tú ayudas para que éstos sean así, si no fuese por ti hace rato que los hubiese dado tremenda golpiza por ociosos.

_Ustedes también cuándo piensan trabajar; jamás les ha faltado nada, su papá se ha encargado de darles todo lo que necesitan; piensen además en su salud que ya está deteriorada, si le pasa algo quién va a hacerse cargo de la casa, yo también ya me siento muy cansada, son tantos años dedicados a su padre y a la crianza de ustedes, por favor hijos les pido que se pongan a trabajar. _Mamá, tú también ya vas a empezar.

El pescador recordó un secreto que le había contado su padre a él y que era muy comentado entre los pescadores. Creyó que era buen momento para hacérselos saber a sus hijos.

_Bueno, como ustedes no quieren trabajar, yo no sé como harán para vivir, su madre y yo ya estamos demasiado viejos y nuestra muerte está cerca, yo los amo y es verdad, como dice su madre son mis hijos y jamás quisiera que se mueran de hambre; por eso si en algún momento les faltase algo, hay un secreto que me dijo su abuelo hace mucho tiempo y que quiero compartirlo con ustedes: él nos contó que unos piratas europeos habían sembrado el terror en el Callao; cuando desembarcaban en el puerto saqueaban la ciudad y hasta violaban a las mujeres. Un día, los pobladores del callao, cansado de esto, se levantaron en contra de las fechorías que éstos hacían en el puerto.

Uno de los piratas robó un baúl lleno de oro y plata, uno de los pobladores se dio cuenta y llamó a los demás para hacer justicia con sus propias manos, el pirata se lanzó al mar con todo y tesoro, él murió, pero nunca más se volvió a ver el botín y se cree que todavía está esperando en algún lugar del mar a quien lo descubra.

Después de algunos años el pescador y su esposa murieron; los hijos quienes aún no trabajaban tuvieron que hacerse cargo de la casa, pero como no sabía hacer nada no encontraban la forma de administrar adecuadamente los gastos del hogar. Todo el ahorro que les había dejado el padre lo gastaron, entonces ellos comenzaron a vender las herramientas de pesca y los electrodomésticos de la casa, y algunas cosas personales de sus padres, hasta que no encontraron nada más para vender. Lo lamentable era que hasta el momento ni uno de ellos se animaba a decir: “es hora de ponernos a trabajar”. Así que el mayor de ellos hizo recordar que el viejo había hablado del tesoro perdido por los piratas y dijo:

_Qué les parece si nos levantamos temprano, vemos que no haya gente en el puerto y nos ponemos a buscar el tesoro, lo encontramos y solucionamos todos nuestros problemas. Así de fácil.

Pero eso es mucho trabajo, se oyó decir. _Qué prefieres eso o morir de hambre, volvió a decir el hermano mayor.

El hambre podía más que ellos, así que decidieron ir en busca del tesoro, pero había un detalle, que siendo una hora tan temprana el agua estaba heladísima, así que desistieron entrar en el mar. Pero el no tener qué comer realmente los obligaba a hacer algo rápido, así que nuevamente fueron, pero a la mañana siguiente.

Comenzaron a nadar unos cuantos metros, a una distancia que había dado a entender su padre, de ahí decidieron bucear un poco, pero no encontraban absolutamente nada; pensaron que no habían buscado lo suficiente, así que repitieron el procedimiento durante dos días más, luego cuatro, seis , ocho, y así durante veintiún días, en ese tiempo, habían logrado pescar unos cuantos pececillos que les sirvió para calmar su hambre, habían logrado consolidar un hábito, lo que no hicieron en años lo empezaron hacer en días, les pareció entretenido y sobretodo que ninguno de ellos ahora fallecía de hambre.

Cuando menos lo pensaron ya ese hábito se había convertido en conducta. Finalmente, el mayor de los hermanos, resoluto fue a hablar con el presidente del sindicato de pescadores del Callao al que perteneció su padre, le pidió trabajar como pescador tanto él y sus hermanos. Gustoso el hombre aceptó, y con un abrazo fuerte, de amigos realmente, el señor les dijo: los estaba esperando, su padre era mi mejor amigo y habíamos tramado el cuento del tesoro de los piratas. ¡Bienvenidos muchachos!.

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Rivadeneyra Escalante Gabriel. (2009, octubre 23). Historia de superación personal del pescador. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/historia-de-superacion-personal-del-pescador/
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Rivadeneyra Escalante Gabriel. "Historia de superación personal del pescador". gestiopolis. octubre 23, 2009. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/historia-de-superacion-personal-del-pescador/.
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