Desarrollando mi clase de Gestión Educativa, sobre los nuevos paradigmas o modelos de pensamiento que hoy en día debemos desarrollar. Hacía mención al pensamiento de “la culpa es tuya, tú tienes la culpa o por tu culpa estoy así”.
Sin duda es el pensamiento de la dependencia y de la reacción que no permite la acción proactiva y menos nuestro crecimiento interior. Las consecuencias, estar siempre a la espera de la acción de los otros, y que, para sentirme bien, necesito la opinión de alguien. Si eso no ocurriera, la situación será siempre la misma, no ocurrirá el cambio que necesito y que finalmente todos necesitamos.
El nuevo pensamiento exige la responsabilidad compartida, donde cada uno asume su responsabilidad, entendiendo que cada uno forma parte del sistema, enfoque con el que se debe abordar la solución integral de un problema. Enfatizo, solución integral bajo un enfoque sistémico.
Cada uno tiene un grado de responsabilidad por la situación ocurrida, eso hay que concientizar.
En un negocio, por ejemplo, si el cliente deja de ir o comprar con regularidad, bajo el nuevo enfoque debo primero conocer las causas, y en esa enumeración de causas, la empresa no se excluye del problema, “no saca cuerpo” como comúnmente se dice y hace.
Igual ocurre en el proceso de enseñanza- aprendizaje, cuando en el proceso una de las partes echa la culpa al otro por los resultados. “No entiendo o no aprendo por la culpa del profesor”, dice el estudiante. Y del otro lado, la versión del docente “el alumno no entiende o aprende por su culpa”.
Nada más errado la actitud de ambos, eso se tiene que acabar.
El cambio ocurrirá cuando ambas partes reconozcan su responsabilidad. Cada uno se haga cargo de sus acciones y desarrolle los cambios necesarios para que los resultados sean positivos y diferentes, todo dentro de una visión compartida o visión común.
Desarrollar la conciencia es nuestra misión. Primero empezar por la nuestra. Hay dos formas de hacer sensibilización, por las buenas o por las malas.
En ese afán, hacía ver a mis estudiantes, los problemas variados que vienen ocurriendo en nuestro contexto y que aún no nos ha tocado vivir. ¡No quiero que te suceda y no quiero que me suceda!, ¡por favor dígaselo a los demás! Entendamos que, al cambiar la actitud reactiva por la proactiva, la probabilidad de ocurrencia y consecuencia de los problemas disminuirá, mas no se eliminará. Siempre habrá riesgo.
Reemplacemos el clásico pensamiento por el de “Por tu culpa, por tu culpa, por mi gran culpa”, “por mi culpa, por mi culpa, por tu gran culpa”. Dejemos de echarnos la culpa, aprendamos a resolver los problemas con madurez, trabajo en equipo y trabajo cooperativo. Entendamos de una vez por todas, que somos parte del problema y también de la solución misma.
Finalmente, entendamos lo que dijo Plutarco en su época “el alma del educando no es un vaso que se llena, sino una lámpara que se enciende”, asimismo despertemos el interés de los estudiantes por su verdadero rol: reflexionar, organizar, razonar y mejorar. Ampliar y desarrollar. Aprender con la ayuda de su profesor y de la ayuda de sus compañeros de aula, que saben un poco más.