Aunque a los seres humanos nos gusta presumir de ser racionales, lo cierto es que nuestros comportamientos a lo largo de la vida, indican que tenemos un lado impulsivo, poco racional, que parece controlar gran parte de nuestras decisiones. Siga leyendo.
Una razón de gran orgullo por la que nos ufanamos los humanos es por nuestra aparente racionalidad. Pensamos que la ciencia y la tecnología revelan que tan pensantes somos, pero olvidamos que también nos caracterizan expresiones impulsivas que pueden tener efectos positivos (arte, talento deportivo, etc.), y negativos (guerras, violaciones, robos, etc.) que muestran un lado de las personas, más bien instintivo, primario en ocasiones difícil de controlar. Un factor asociado con este estilo de reacción rápida, intensa y de baja racionalidad, es el que se conoce como el temperamento.
El Temperamento se define como una condición innata, reactiva y motivacional, que expresa el estilo o la manera particular como cada individuo tiende a responder a los eventos del ambiente. Es un primer impulso, que brota sin que medie procesamiento mental alguno, sea por conveniencia o moralidad.
Por ser una tendencia instintivamente condicionada, el temperamento no desaparece del repertorio conductual, aunque puede controlarse, regularse o modificarse, eventualmente. Los astrólogos lo denominan “arquetipos astrales” y lo consideran también una predisposición energética de por vida. Genios de la investigación como Empédocles, Hipócrates, Galeno y Pavlov, apoyaron la teoría del temperamento.
Hipócrates creó una clasificación de temperamentos: a) Sanguíneos (Sensibles, reactivos de humor variable. b) Melancólicos (Tristes, soñadores, lentos. c) Coléricos (Voluntariosos, impulsivos), y Flemáticos (Lentos y apáticos).
Pavlov, por su parte, pensaba que los temperamentos tenían que ver la constitución del sistema nervioso. Así, el temperamento sanguíneo revelaba un sistema nervioso rápido y equilibrado; el temperamento flemático mostraba un sistema nervioso lento y equilibrado; un temperamento melancólico se asociaba con un sistema nervioso débil, y temperamento colérico con un sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado.
Para Jerome Kagan, psicólogo evolutivo de Harvard, existen cuatro temperamentos básicos e innatos: Tímido, abierto, optimista y melancólico, cada uno vinculado con la prontitud, duración e intensidad de la respuesta emocional. Este neurocientífico, investigó grupos de niños y descubrió que algunos se mostraron inseguros, retraídos, silenciosos, y que cuatro años después no habían cambiado. Así, estimó que un 20 por ciento de los niños nacen tímidos y son hipersensibles a la conducta pública y a la relación social, y tienden a auto-criticarse y sentirse culpables fácilmente. Sus sistemas nerviosos les hacen reactivos a las más leves tensiones, especialmente en situaciones novedosas y de relaciones. Además, tienden a padecer, cuando adultos, de problemas relacionados con el estrés, como dolores de cabeza, colon irritable, etc.
También Le Doux, neurocientífico de la Universidad de Nueva York, descubrió la existencia de un grupo de neuronas que nos permiten emitir reacciones impulsivas o instintivas, antes de que podamos pensar, tal y como ocurre en presencia del miedo.
Como vemos, hay sobradas evidencias de la existencia de un esquema reactivo innato y personal (el temperamento) que se ve regulado o activado dependiendo de las condiciones ambientales. Cuando el aprendizaje sociocultural influye en el individuo de una manera definida y estable, se dice que se ha configurado el carácter, que es una combinación entre lo innato y lo aprendido. Sin embargo, ya que los factores económicos, políticos y culturales son variables por época y lugar, el temperamento es el factor esencial predictivo principal de la conducta, cuando ésta no es mediada por las presiones sociales o por la necesidad de quedar bien o jugar un rol.
Siendo así, podría señalarse que la base más genuina de la conducta es el temperamento, y que su equilibrio o neutralización se produce cuando practicamos las cualidades opuestas que éste define. Los más activos, la pasividad, los más pasivos, la actividad. Gracias por leerme.