“Revélate para que desde ti pueda yo ser y hacer lo distinto…” Humberto Maturana.
Introducción
En el presente documento, se exponen algunas reflexiones sobre la forma en cómo se ha ido explicando el proceso de aprender, y el impacto sobre el hombre, centrándose en la concepción humanista del aprendizaje y la forma de recrear a la educación para atender las necesidades actuales. La intención de esta propuesta es mostrar la capacidad que como humanos tenemos para regenerarnos y reconstruirnos en esta lucha por una educación liberadora, consciente y sensible.
Primero se abordara la crisis actual en la educación, conforme a las acciones del hombre, los contenidos globalizados y el fracaso para darles plenitud a los individuos. En segundo plano, se analizaran las aportaciones de diversas teorías de desarrollo intelectual que se han preocupado por el ser humano como un ser único y su sumatoria para responder a la visión del desarrollo integral. Posteriormente, se presenta una propuesta que atienda a la problemática actual y rescate la necesidad de desarrollar seres humanos, no simples hombres. Por último, se enlistan conclusiones generales sobre la propuesta.
La situación actual de la crisis educacional
Es tan complejo el ser humano que de él mismo nace la necesidad de comprenderse, comprender su relación con el mundo que le rodea y las interacciones que establece con los seres que integran ese mundo. En esa búsqueda del saber y en la posterior construcción del conocimiento propone diversas formas de concebir su propio aprendizaje; veamos el ejemplo del hombre primitivo que con un lenguaje semi-desarrollado intenta generalizar la percepción de lo que es un rayo, la existencia del sol, entre otros fenómenos que dan pie a la diversidad de culturas y religiones que existen en la actualidad, y aquellas que han perecido en ese intento generalizador.
La variedad de percepciones sobre la construcción del conocimiento, siendo las ciencias de la vida resultado de dicha construcción, han tenido menor o mayor aceptación de acuerdo a las necesidades socio-temporales del ser humano. Por el miedo al error y hacia dejar brechas de incertidumbre, el hombre busco por mucho tiempo la precisión y objetividad en el conocimiento, proyectando así a las ciencias exactas y la rigurosidad característica de éstas. Pero ¿No es el ser humano un ser impreciso, diverso y único?
En esta duda sobre la relatividad del ser humano y sus relaciones, se ve impactada la forma en cómo se percibe al mundo y el cómo se aprende, siendo de gran interés este último punto para el hombre sobre su propio desarrollo. La educación como proceso de lo humano para lo humano, perdió esa esencia de relación bidireccional, con aceptación de que todas las aportaciones humanas son objeto de conocimiento, y se empecinó en convertir al mundo en un sistema mecánico que podría ser comprendido de manera universal.
Basta reflexionar sobre la relevancia que se les da a los contenidos globales existentes en los currículos oficiales de las naciones y la forma en cómo se ha evaluado para homogeneizar los logros de los sujetos, como si éstos fueran seres automatizados y producidos para desempeñarse en tareas accesibles para “todos”.
La educación en su tarea de lograr que los hombres se desarrollen para alcanzar una calidad de vida, ha adoptado vertientes de pensamiento que tienen mayor aceptación y las han adecuado para intentar comprender lo que es necesario para que un hombre pueda encontrar estabilidad, desde un punto de vista materialista. Provocando con ello que las relaciones personales, los contenidos y el proceso como tal, se centren en mayor parte a la competencia laboral y logro económico.
Si bien es cierto lo humano y lo material no son acepciones ajenas, se ha logrado una lucha entre la superioridad de uno sobre el otro, provocando los actuales conflictos como lo resultan el calentamiento global, el terrorismo, el consumismo, escasez de agua, infertilidad de la tierra, etc.
Nos hemos perdido en la búsqueda de la comodidad y del control sobre nuestro medio, se ha perdido el sentido humano, su esencia y se ha olvidado por completo la noción de espiritualidad, que esta adherida al hombre desde el momento que intenta comprender por qué suceden las cosas. Se ha fragmentado al propio hombre y, al vinculo entre éste y la naturaleza, elemento indispensable en la existencia de los seres humanos. Se le ha impuesto una visión estandarizada y única de la realidad, no se le permite pensar, todo lo que aprende ya fue comprendido por alguien más y por ende, al ser aceptado por democratización, no puede ser objeto de cuestionamiento.
Podría afirmar que se está en peligro de caer en la decadencia del pensamiento, puesto que ya todo está dicho y nada puede ser cuestionado, nos han programado esa idea y no nos perturbamos, en la comodidad que se alcanzó dejamos que los demás piensen por nosotros. Aunque existen pequeños focos que quieren que caigamos en crisis para que volteemos la mirada a nuevas respuestas.
Tal como menciona Gallegos Nava:
“La racionalidad del hombre de fin de siglo se está transformando. Este cambio transita desde la visión tradicional basada en la separatividad de las cosas, el cual considera que el universo está construido de un número infinito de entes, cosas y eventos separados, que cada uno tiene una existencia e identidad y que la relación entre las cosas es accidental, hasta la nueva visión basada en la asunción de la totalidad”
(Gallegos Nava, 1998)
En esta percepción renovada del pensamiento es necesario comprender la influencia de la concepción de inteligencia, como capacidad innata para acceder al conocimiento desde lo concerniente a la cognición y a la afectividad, de manera integradora y totalitaria; de la misma forma es necesario recapitular las aportaciones de otras explicaciones sobre el pensamiento humano.
Desde la diversidad fragmentada a la integración de percepciones
Cuando nos detenemos a buscar explicaciones sobre la forma pertinente de comprender el mundo que nos rodea, surgen respuestas generadoras de nuevos cuestionamientos. Un principio que debería de regir a los involucrados en el proceso educativo para sustentar dichas explicaciones, debe ser el percibir al ser humano como un ser único y totalitario, no un ente mecanizado. En este encausamiento es necesario revisar las diferentes aportaciones que han surgido con base en el principio mencionado.
La primera explicación brindada por Jean Piaget, parte desde el punto de vista biológico del ser humano, señalando que en el desarrollo del hombre existen estadios en cada cual se pueden realizar determinadas tareas por existir una maduración cognitiva, pero dejando la brecha a la importancia del medio para que el hombre alcance esas etapas de desarrollo y dando pie a preguntar ¿El medio motiva o condiciona?
Y es el espacio que permite que intervenga Vigostky, con su teoría Sociocultural, al decirnos que el medio no condiciona sino que aporta y pone a nuestra disposición los saberes democráticamente aceptados, mostrando la importancia de las interacciones entre los sujetos para construir una visión colectiva; lo que también nos hace reflexionar sobre la limitación de la realidad y la homogeneización de la misma.
En esta incertidumbre, aparece Ausubel que nos dice que si bien dicha realidad es construida por el colectivo, el individuo asignara un significado particular a ese saber y le dará un significado individual de acuerdo de sus necesidades cognitivas, añadiendo el hecho de que existe una disposición para aprender, cuestionando ¿Dónde surge esa disposición para aprender?
Si tuviéramos que responder a ello, sería necesario explicar que toda disposición proviene desde la individualidad del ser, aquello que lo mueve, objeto que no se genera desde afuera, puesto que si así lo fuera se convertiría en un condicionamiento. Dándonos el pase de entrada hacia la comprensión humanista de Rogers, que nos explica la importancia de la afectividad y la individualidad, ya que ello rige la regulación del hombre sobre lo que aprende y focaliza la posibilidad de que cada sujeto tiene una visión de la realidad diferente y única por ser un ser diferente y único.
Esta última teoría se encamina más al principio de la educación de lo humano para lo humano, puesto que lo reconoce desde su dimensión afectiva, reconociéndolo de manera más integral y no sólo desde la cognición. En ella se puede integrar las diferentes teorías desarrolladas, ya que convierten al hombre en una visión integrada de su ser. Aunque nos señala también que los educadores no están formados en esa esfera por lo tanto tienen las manos atadas para reconocer al aprendiz como un ser único, mostrando a su vez la oportunidad de renovarnos y resurgir de entre nuestra crisis mecanicista, sistémica y materialista.
Resurgir: reto o necesidad
A partir del breve análisis sobre las teorías de desarrollo intelectual de naturaleza psicopedagógica es necesario complementarlas con la percepción totalitaria del universo que conllevan las nuevas ciencias de la vida, como menciona Gallegos. Esa visión que nos reta a comprender que somos seres humanos vinculados con una percepción de la realidad y cuyos procesos internos son validos en la individualidad.
La educación tiene que adoptar una apertura totalitaria para modificar las estructuras que se le han heredado, surgir de entre los errores que ha cometido como una nueva forma de aprender. Enfrentar los retos que nos muestran los altos índices de violencia y las practicas de deshumanización existentes, ya que se vuelven prioridad al ver que nos estamos perdiendo en nuestra lucha ya no por imponer la superioridad del raciocinio sobre lo inerte, sino la superioridad basada en la fuerza y raciocinio.
Educar debe cobrar un nuevo sentido, encausarse a una nueva forma de existir, ser, pensar, actuar y sentir, de acuerdo a una situación actual, como menciona Francisco Gutiérrez : no se pueden resolver problemas actuales con soluciones del ayer (Gutierrez). En esta sociedad actual, no podemos trascender a la perspectiva integradora de hombre-naturaleza sino se parte de construir la visión cuerpo-mente-alma.
Por mucho tiempo nos hemos centrado en las dos primeras partes de esa reunión de elementos esenciales para un verdadero y real desarrollo integrador, en dicho desarrollo es prioridad el centrarnos en un primer momento en la sensibilización y reconocimiento de nuestra propia naturaleza. Sabernos y sentirnos humanos, en la dimensión biológica, afectiva, cognitiva y espiritual.
Para ello, es necesario reformular el propósito de la educación, el papel del enseñante y el del aprendiz, así mismo cómo la forma de acceder al conocimiento y lo que debemos de aprender.
En esta vía, los sistemas de regulación que se desempeñan en la escuela se volverían obsoletos. Por ejemplo, el uso de uniforme, la fragmentación por grados y división de saberes, la estructura física de las aulas y los recursos que se utilizan en el proceso. Permitiendo que hechos como la educación afectiva se diera desde los primeros años y fuera una vertiente de desarrollo permanente y transversal, la interacción medio y escuela abrieran las puertas y derrumbara los muros tradicionales de los edificios; los materiales fueran manipulables, propiciaran la experimentación y lo vivencial, así como los temas que se abordaran, surjan de los conflictos actuales para generar una ciudadanía participativa, reflexiva y responsable. Además de cambiar lo referente al aspecto evaluativo, no valorar de acuerdo a parámetros sino a logros, que sobrepasen lo que se refleja en un instrumento, en un espacio y momento determinado, porque así sería necesario valorarlo que el aprendiente ha generado desde el hogar y otras esferas.
Sugiriendo lo anterior, se presenta la visión autopoiética de Maturana, que nos brinda la perspectiva de crearse a sí mismo y a su realidad:”Autopoiesis significa la creación de uno mismo” (Capra, 2002). En esta visión el hombre no será universalizado, será exclusivo y único, un ser totalmente humano que cuando se autorregule, construya una realidad única y potencialmente modificable, del mismo modo produzca soluciones a los problemas cuestionando su estabilidad y dinamismo de esa realidad, a la vez que toma en cuenta su totalidad e integración, estaremos frente a un resurgir de la educación, contrayendo un nuevo propósito: significar lo humano para aprender a autodesarrollarse.
Conclusiones
A partir de lo antes expuesto, concluyo:
- La educación actual se encuentra en una crisis indudablemente, sin embargo, el término no debe de tener connotaciones negativas, ya que de esta crisis partiremos a la renovación, no intentaremos surgir del caos sino de la transformación de lo ya existente, puesto que esto al ser creado por el hombre tiene validez para su resurgimiento.
- Dicho resurgimiento no se debe de dar de manera espontánea y radical, puesto que ello crearía repudio por quebrantar lo que por mucho tiempo costo construir, se requiere de gradualidad y de sensibilización, procesos que podrían durar espacios tiempo considerables.
- La transición de la educación tradicional de la sociedad de la información hacia la educación autopoiética-humana, no es una necesidad emergente, se ha convertido en un reto al mostrarnos que los problemas actuales están absorbiéndonos y estamos ya en la lucha por una revaloración de lo humano como solución al fenómeno de deshumanización que experimentamos.
- Seguiremos focalizándonos en el aprendiz por mucho tiempo, puesto que este es la causa y consecuencia del proceso educativo, mientras exista vida seguirá existiendo la escuela, aunque concebida desde una perspectiva más integradora y no rígida.
- Es fundamental aprehender y reaprender el significado y sentido del concepto respeto, ya que de él surgirá el reconocernos como individuos únicos, trayendo la modificación de la relación áulica: no sólo el aprendiz es humano, el enseñante debe de potencializar su sentido humano y defenderlo ante quienes quieran atentar contra él.
- El desarrollo del alma recobra un valor al sugerir la autorrealización como propósito del hombre al educarse. Una guía hacia la espiritualidad ajena a cualquier religión, sino a la creencia de las facultades del propio hombre sobre la satisfacción de sus expectativas y necesidades biológicas, psicológicas y emocionales.
El reto ha iniciado, muchos están comenzando las pequeñas modificaciones en sus aulas, pero no son conscientes de estas transformaciones. Como docentes, aprendices, autoridades y sociedad en general, no podemos continuar en nuestra zona de conformidad creyendo que las cosas “no están tan mal”; es necesario repensarnos y reconstruirnos, creer en nuestro potencial más allá de los recursos materiales con los que contamos. Estamos en la era del RE: recrearnos y renovarnos, nos perdamos la esencia y sed de conocer (adormecida por tanto tiempo) existe en nuestra propia naturaleza, sólo hay que hacerla resurgir.
Bibliografía
- Capra, F. (2002). La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona: Angrama.
- Gallegos Nava, R. (1998). LA Visión Holista de la ciencia y la vida. México: Pax.
- Gutierrez, F. Educación y formación de personas adultas.