Muchas veces converso con personas que creen haber logrado algo gracias a su buena suerte o al contrario, creen no haber logrado sus propósitos debido a su mala suerte.
Independiente del nivel socio-cultural y socio-económico, la creencia popular sobre la suerte cobra más fuerza cada día.
A diario millones de personas culpan al destino de sus desgracias, de sus problemas y de sus logros, pero a la vez pocos se atribuyen la autoría de sus logros y soluciones a sus cualidades propias como personas.
Muchos creen en el horóscopo, en los astros o en sus distintos dioses y consideran que éstos van a influir de forma absolutamente determinante en sus planes. Habría que demostrar todo lo que se especula al respecto…
La suerte es una especie de fenómeno irracional aceptado como una sentencia que se debe acatar, donde el azar juega el protagonismo principal y el factor del potencial del individuo queda rezagado a una mínima expresión.
Lo cierto es que la suerte en su faceta casi mística que le otorga la gran mayoría de la población es más leyenda que realidad.
Está demostrado estadísticamente que quienes «tienen más suerte en la vida» son justamente aquellos sujetos que se han preparado para definir sus objetivos, trazar la ruta de obtención y ejecución, administrar los recursos y planificar el éxito. Casualmente, los poseedores de suerte o vulgarmente llamados «suertudos» han sido personas con una voluntad indomable, constantes, precisos, perseverantes y han tenido un alto nivel de determinación en sus emprendimientos, sea cual sea la naturaleza de éstos.
Tiene suerte sólo aquel que construye su suerte.
La suerte es un fenómeno intransferible y no endosable, que se agota como cualquier recurso no renovable, pero que se sintetiza a diario en nuestro interior.
Hasta para ganar en la lotería se requiere el esfuerzo de comprar el boleto.
Como quienes tienen suerte son considerados personas exitosas, me atrevo a pensar que la suerte podría ser un sinónimo de éxito, pero el éxito no se construye al azar. De esta forma, la suerte como fenómeno paranormal es descartada.
Para ser un emprendedor con suerte, que logre sus objetivos personales, comerciales, económicos y sociales, debemos comprender que la suerte nos sonríe cuando estamos en disposición de llamarla, recibirla, armarla y acariciarla.
La suerte no sale de una caja de sorpresas, porque todo aquel que tiene suerte tuvo que gestarla y parirla.
Un emprendimiento suertudo tiene por sustento a un emprendedor visionario que entendió la realidad de la vida y dejó atrás las casualidades.
Si vas a emprender, afina desde ya tu puntería!
La única verdad práctica que te va a servir para emprender es que todo depende exclusivamente de lo que hagas y de como lo hagas…
Dejar de creer en el azar y empezar a creer desde ahora mismo en tu capacidades y potencialidades te hará tener más suerte.