La desmodernización se puede definir como la disociación que se presenta entre el individuo y la sociedad que lo rodea, entre la economía y las culturas, también es la ruptura de los vínculos que unen la libertad personal y la eficacia colectiva.
La globalización, se ha olvidado del individuo, de sus diferencias y de su identidad, imponiendo una dinámica en las sociedades modernas que afecta a las minorías, a las pequeñas etnias y a las sociedades pequeñas. El triunfo del sistema capitalista, y sobre todo del capital financiero, se ha olvidado de los patrones culturales, de las tradiciones, y nos ha impuesto un ritmo de vida diferente al que estábamos acostumbrados anteriormente.
«hay que ver en la idea de globalización una relación que enmascara el mantenimiento de las relaciones de dominación económica al introducir la imagen de un conjunto económico mundial autoregulado o fuera del alcance de la intervención de los centros de decisión política… no puede aceptarse en modo alguno como la descripción de un tipo societal nuevo y perdurable».
El proceso de desmodernización, presenta a la Postmodernidad, como un ente que se hace pedazos, muestra que el capitalismo en un mundo globalizado, no representará jamás «el fin de la historia» y que mientras no se ajuste el sistema capitalista a la esfera social y al respeto individual y colectivo, jamás se podrá ver al capitalismo, como la única forma de organización social perdurable, justa y que respete el principio de la diversidad del hombre y de sus culturas.
Cada día nos alejamos más del sujeto social, para convertirnos en sujetos exclusivamente económicos, que somos valorados tan sólo por nuestra producción material más que por nuestra proyección social, considerando esta proyección desde todos los aspectos posibles en la construcción del sujeto.
La globalización, no debe representar el fin de muchas culturas, el hombre como ser integral, debe aprender de los demás, pero jamás deberá olvidar sus raíces, sus costumbres y sobre todo la identidad que el concepto de nación, de idioma o de cultura representa en nuestro universo personal y colectivo.
La imposición de un modelo económico, no garantiza la imposición de un modelo cultural, lamentablemente la desmodernización implica el choque de dos órbitas que se alejan cada día más; la órbita personal y el conjunto social. Según Touraine, este choque refleja el hecho de que la historia de todas las sociedades modernas sigue dominada por conflictos fundamentales que oponen la acumulación de los medios de transformación de la vida social, a la defensa de la libertad y el respeto de la diversidad.
Otro problema que rescata Touraine, es el desgarramiento y la desorientación de las dos esferas que representan la sociedad moderna. El individuo y su sociedad parecen dos universos sin comunicación mutua, en un campo donde los actores entablan relaciones de conflicto o cooperación y en donde al mismo tiempo no existe una guía espiritual estable que en cierta medida suavice la relación entre el mundo económico y el mundo personal.
En mi concepto, para vivir en un mundo globalizado, debemos aprender de los demás y ajustarnos a la modernidad sin olvidar nuestras raíces sociales ni nuestra identidad cultural. Debemos rescatar el concepto de patria sin caer en los nacionalismos sin sentido que solo nos hacen despreciar a nuestros diferentes y sin caer en la adoración de todo lo extranjero o culturalmente diferente a lo nuestro.
No somos mejores ni peores que nadie, pero debemos aprender a convivir en la diversidad cultural de un mundo que cambia rápidamente, sin caer en el consumismo de masas o en la imposición de patrones culturales que solo benefician a los mismos creadores del modelo.
Tenemos que aprender a vivir en comunidad, basándonos en el respeto mutuo y tratando de eliminar los problemas que la dominación económica trae consigo, siempre tratando de defender nuestra identidad cultural y recuperando el respeto al individuo. Solo así, la idea de un mundo globalizado totalmente puede ser viable.