En un post anterior comentamos cómo la psicología económica puede contribuir a explicar la creación de las burbujas económicas que es una anomalía del comportamiento de los mercados que se repite cada vez con más frecuencia en nuestras economías.
La segunda situación que a veces sorprende es el tiempo que lleva “pinchar” esas burbujas. La primera reacción nos lleva a decir “es que el mercado es de los especuladores“.
Esta opinión puede ser válida para entender por qué se forman las burbujas, pero es difícil que pueda argumentarse para su fin. Sabemos que estamos en una burbuja cuando las transacciones para ese bien -siguiendo con el ejemplo de la vivienda- disminuyen drásticamente, por tanto no cabe la especulación. ¿Caen también los precios? en teoría sí, pero en la práctica lo que ocurre es una parálisis del mercado porque los precios de transacción -especialmente en bienes costosos como las viviendas- no se ajustan a lo que el comprador está dispuesto a pagar que por lo general, cuando se “pincha” la burbuja, están por debajo del valor.
¿Esto es racional? Bajo la óptica económica pura no, porque el paso del tiempo supone una mayor pérdida económica para el vendedor, no solo por el reajuste del precio, sino por la pérdida que implica el capital inmovilizado.
No es racional, pero es muy humano
La psicología económica ha identificado experimentalmente al menos tres fenómenos que pueden dar cuenta de esto.
El primero de ellos es la aversión a las pérdidas. En experimentos en los que las personas tienen que escoger entre opciones, una de las cuales incluye no ganar nada y tampoco perder nada (opción A) y otra que supone una alta probabilidad de ganar y un pequeña probabilidad de perder (opción B), las personas escogen la opción en la que no pierden.
También se ha observado que las personas no tienen capacidad para analizar una gran cantidad de información y por tanto, al tener que tomar decisiones lo hacen por contraste con un punto de referencia que asume como válido, por ejemplo el precio de compra de su vivienda, o bien el último precio al que se vendió una vivienda similar. A esto le denominan dependencia de la referencia.
Finalmente un tercer fenómeno ha sido descrito experimentalmente, endowment effect “efecto de dotación”, que se refiere básicamente a que solemos otorgarle mayor valor a lo que poseemos que a aquello que no poseemos.
Podríamos profundizar con más conceptos de la teoría prospectiva (Kahneman y Tversky, 1979), pero con estos tres ya tenemos suficiente para volver a la pregunta: ¿por qué cuesta pinchar una burbuja?
Entonces, ¿por qué cuesta pinchar una burbuja?
a. Ajuste de las expectativas:
En primer lugar, porque el mercado está guiado por la expectativa de los que están en él. En los primeros tiempos, el que compró una vivienda pensó que era una “buena inversión”, lo que normalmente se traduce en una expectativa de que el precio subiría y lo haría más o menos de forma constante. Así que cuando esto no pasa, lo primero que el poseedor de la vivienda tiende a hacer es esperar porque tiene aversión a las pérdidas. Además, su punto de referencia previo es de utilidad positiva y tiende a pensar que la situación es una anomalía pasajera.
El comprador además genera una expectativa inversa, suponiendo que los precios pueden bajar progresiva y sostenidamente, también optará por esperar.
Adaptar las expectativas a una nueva realidad lleva su tiempo.
b) Fijación del precio de venta:
Cuando ya nos persuadimos de que el mercado no mejorará y empezamos a pensar en vender, el segundo factor que retarda el pinchazo es la dependencia de la referencia, que en el caso de la vivienda no se referirá seguramente al coste de construcción o a la inversión que hice en la compra, sino al precio que considero aceptable. Normalmente esto se refiere a: ”si no puedo ganar, por lo menos no voy a perder“.
Así vemos que las personas primero se niegan a bajar el precio de venta y luego cuando lo bajan, tienden a hacerlo muy poco del punto de referencia inicial: “vendo al precio de coste“.
Superada esta etapa y aunque el mercado inicie su ajuste, podemos esperar que lo haga muy lentamente, porque las personas que ya están persuadidas a minimizar las pérdidas y ajustar el precio para poder vender, tendrán aún el “influjo” del efecto de dotación por lo que pensarán que su vivienda tiene un valor añadido que otras no tienen y tratarán de sumarlo al precio.
Hace falta que cada uno de los “agentes” del mercado, que al final son personas o instituciones formadas por personas, vayan progresivamente cambiando su punto de referencia para lograr un ajuste de la oferta y la demanda.
¡Y no olvidemos a los especuladores!… Es decir, cualquiera de nosotros, quienes normalmente no estamos dispuestos a vender barato porque mi casa “vale mucho“, pero estamos poco dispuestos a pagar en tiempos de crisis, porque “como está el mercado, esta casa no lo vale“. De nuevo: endowment effect.